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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Después de la tormenta
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La tormenta acababa de pasar y la noche había quedado fresca, el viento era suave y el aire olía a limpio, como si acabara de lavarse. Salimos al porche delantero, que da a la calle y a todas las casas de los vecinos, y nos sentamos a disfrutar de la noche en toda su maravilla.

Carla, mi esposa, si es que aún no la conoces, tiene el cabello rubio dorado, no es  muy alta, delgadita y con unas buenas tetas. Por mi parte, mido más de un metro ochenta, un poco pesado y  con cabello castaño.

Ambos disfrutamos de nuestras aventuras sexuales, y además, tenemos muchas otras aventuras por nuestra cuenta.

Esa noche, mientras estábamos sentados fuera, extendí la mano y toqué la pierna desnuda de Carla, y ella se estremeció por el contacto. Le froté la pierna desde las  rodillas hasta la entrepierna de sus amplios pantalones cortos. Cuando la toqué entre las piernas, ella gimió, lo que era la señal de que estaba disfrutando y además, me pidió que yo continuara, y lo hice. Así que, suavemente, metí la mano por la amplia pernera de sus pantalones cortos y comencé a frotar su suave coño recién afeitado. Sus jugos comenzaron a fluir a medida que comenzaba a excitarse más y más, así que inserté un dedo en su coño y ella gimió de placer, sentada allí en la terraza delantera, para que todos los vecinos pudieran verla, si es que estaban mirando. ¡Esa idea la excitó aún más!

Suavemente moví mi dedo dentro y fuera de su coño, luego introduje un segundo, ahora la estaba follando con dos dedos, profundamente en su coño húmedo y jugoso. ¡A ella le encantaba! Carla comenzó a temblar, y a gemir, y sus jugos fluyeron por mis dedos hasta el piso de la terraza. Ella se vino en ese momento, junto cuando un automóvil, con las luces encendidas, pasaba despacio por la calle. Luego apartó mi mano y se puso de pie, caminó hacia la barandilla lateral de la terraza del porche, y se inclinó como si estuviera mirando algo en el suelo. Yo ya sabía lo que eso significaba, así que caminé detrás de ella y saqué mi polla dura de mis pantalones cortos y la deslicé a través de la amplísima pernera de sus pantalones y la enterré tan profundo como pude en su coño. Suavemente comencé a bombear en su coño y estaba tan excitado por toda aquella situación que me pareció que duraba solo unos segundos hasta que exploté y disparé mi semen caliente profundamente en su coño. A Carla le encantaba, tener una sesión de sexo aquí en nuestra terraza delantera y follar sin complejos.

Luego entramos a la casa donde continuamos este festival de sexo hasta las primeras horas de la mañana del día siguiente.

CyJ

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