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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Domingos de fútbol
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Al principio de nuestro matrimonio, mi marido solía invitar a algunos de sus amigos a casa los domingos para ver deporte. Se había convertido en algo habitual, Todos los domingos, sus amigos llegaban después de la comida y se pasaban la tarde bebiendo cerveza y viendo el fútbol.

No me importaba, ya que los conocía desde hacía años y también eran amigos míos. Además todos eran buenos chicos y me trataban muy bien. Me gustaba ser la única mujer.

Empecé a tomarles el pelo poniéndome ropa bastante insinuante porque sabía que todos me miraban. Con el tiempo empecé a llevar ropa más sexy. Nada raro, sólo sin sujetador, pantalones cortos, camisetas amplias, y todas esas cosas. Mi marido nunca dijo nada y creo que disfrutaba exhibiéndome.

Yo era la buena anfitriona y les servía cervezas y canapés. Por supuesto, me agachaba para que vieran bien la mercancía. Mi marido parecía ajeno a lo que estaba pasando, era todo muy discreto. Estaba toda la semana deseando que llegare ese días para poder provocarles. Era muy excitante para mí y seguro que también para ellos. Había tensión sexual en el ambiente.

Un domingo por la tarde, tenía resaca y dormí hasta tarde. Los chicos me despertaron viendo el partido. Me puse la bata porque dormía desnuda y fui a saludarlos. Por supuesto, los chicos me echaron en cara que tenía resaca, y que no estuviera con ellos. También se disculparon por hacer tanto ruido y despertarme.

Me preguntaron si podían traerme algo o hacer algo por mí. Les dije que sólo iba a por un analgésico. Luego, mientras volvía a la cama, dije en broma que un masaje en el cuello siempre me ayudaba con el dolor de cabeza.

La habitación estaba a oscuras porque había bajado las persianas. Estaba de nuevo en la cama durmiendo boca abajo cuando oí que la puerta se abría lentamente. Noté que alguien se sentaba a un lado de la cama. Luego, sentí una mano que me frotaba el cuello y los hombros. Mi marido puede ser tan considerado que sabe que un buen masaje siempre me viene bien. Mientras estaba tumbada con los ojos cerrados en la habitación a oscuras, empecé a ronronear por lo bien que me sentían sus manos.

Las manos bajaron y empezaron a frotarme el culo. Me encanta que me froten el culo. Las manos se deslizaron entre mis piernas. No era raro, porque sus masajes solían acabar en sexo. Pero tenía a sus amigos en casa, así que fue inesperado. Metió la mano por debajo y me agarró los pechos. Por su respiración me di cuenta de que se estaba excitando. Yo también me estaba excitando al pensar que sus amigos estaban tan cerca. Estaba segura de que había dejado la puerta del dormitorio abierta y me preguntaba si sus amigos estarían mirando. Le oí quitarse los pantalones y pronto noté una polla empujando entre mis nalgas.

Me separó las piernas y me penetró a lo perrito mientras yo levantaba el culo y me quedaba tumbada con los ojos cerrados. Yo estaba mojada y él metió su polla profundamente dentro de mí. Tenía resaca y me puse en modo automático, le dejé hacer para poder volver a dormir. Me metió la polla hasta el fondo y con fuerza, estaba más excitado que de costumbre. Aquello no debería tomar mucho tiempo y yo estaba medio dormida.

Bueno, mi marido me estaba echando un buen polvo, aunque en realidad, era inusualmente intenso y duro. ¿Quizás porque sus amigos podían oír lo que pasaba? ¿O porque miraban desde la puerta? Realmente no me importaba, sólo que me dejara dormir. Ronroneé fuerte para que pudieran oírme, qué caliente era eso. Cada vez lo hacía más fuerte mientras él me follaba con más fuerza y durante más tiempo. Tuve un orgasmo violento y grité con fuerza. Mi marido seguía dándole duro. ¿Intentaba demostrar algo a sus amigos?

Por fin se corrió con un fuerte y violento empujón. Se tumbó en la cama jadeando. Me rodeó con el brazo y nos acurrucamos. Me quedé impresionada y se lo comenté. Se limitó a gemir mientras me abrazaba. Estaba tan agotado como yo.

Me dormí pronto en sus brazos, luego empezó a revolverse y me despertó. Volvió a apretarme las tetas y noté que su polla estaba dura y volvía a empujar contra mí. Empujé hacia atrás y me coloqué de modo que, de nuevo, pudiera meterla dentro de mí desde atrás, mientras nos acurrucábamos. Empujé hacia atrás y volvió a hacerlo.

Le pregunté― ¿Por qué estás tan caliente? ―Algo no iba bien. Ahora estaba más despierta e intenté girarme hacia él, pero me sujetó con fuerza. Fue entonces cuando supe que algo era diferente ¡Mierda! No era mi marido Mark, sino uno de sus amigos. Se limitó a sonreírme y a preguntarme cómo tenía la cabeza.

Me quedé de piedra. Le miré y me quedé helada. Logré decir― ¿Dónde está mi marido? ―Me explicó que mi marido había recibido una llamada del trabajo y que tenía que salir una o dos horas para atender una urgencia. Tenía una sonrisa en la cara y cuando se estremeció, me di cuenta de que su polla seguía dentro de mí y me estaba tocando las tetas. Le sonreí y le dije― Gracias por el mensaje ―Luego volví a empujar con el culo y continuamos teniendo sexo.

Estoy bastante segura de que los otros estaban espiando desde de la puerta. Cuando terminamos, me duché, me vestí y me senté con ellos a ver el partido, como si nada hubiera pasado. Mi marido llegó a casa con comida y todos contentos.

Con el tiempo, acabé teniendo una aventura con su amigo Mark.

Abril

Otro relato ...




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