La Página de Bedri
Relatos prohibidos Durante un almuerzo
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Quiero compartir una historia bastante divertida sobre algo que sucedió en un almuerzo. Algunas de mis amigas y yo tratamos de reunirnos una vez a la semana para almorzar, ponernos al día y compartir qué tipo de vida sexual tenemos o no. Ese días, Marlén, Catalina, Liliana y yo nos reunimos en un tranquilo sitio a la vuelta de la esquina de donde trabaja Marlén. Teníamos una mesa en el comedor de atrás que teníamos solo para nosotras. Aprovechamos nuestro aislamiento para hablar abiertamente sobre lo que estaba pasando en nuestra vida sexual. Durante el fin de semana Liliana se unió a mi marido y a mí para hacer un trío en el que ella intentó el sexo anal por primera vez, así que naturalmente lo mencioné. La avergoncé un poco contar cómo me senté y observé mientras mi marido se la follaba por detrás. Todas se rieron cuando imité sus gritos de― ¡Se está follando a mi caca! ―y nos reímos como colegialas. Todas tratamos de callarnos cuando nuestra camarera, Hilda, apareció con nuestra comida. Mientras Hilda se alejaba, Marlén añadió― Hablando de cacas, nuestra camarera tiene un lindo trasero, me pregunto si su novio se coge ese lindo culito ―Todas estuvimos de acuerdo y nos reímos para nosotras mismas hasta que empezamos a disfrutar de nuestra comida. Catalina mencionó de forma bastante directa que nunca había probado el sexo anal, y que tampoco creía que quisiera hacerlo. Marlén, que estaba sentada frente a ella, trató de darle al acto pervertido un endoso sonoro y soltó― ¡Oh Dios mío, tienes que probarlo, me encanta por el culo! Todas nos detuvimos por un segundo y miramos hacia el bar, esperando que nadie escuchara su arrebato antes de reírse de nuevo de nuestra pícara conversación. Marlén continuó en voz baja para dar a Catalina y Liliana una pequeña charla sobre lo que se debe y no se debe hacer y contó con gran detalle la historia de su primera vez en el sexo anal. Liliana incluso compartió como ella se jodió el culo con su propio consolador hace un par de semanas, y de nuevo todas nos reímos como locas. Hilda regresó con nuestra cuenta, mientras tratamos de disimular comportándonos de modo normal, cesando nuestra charla obscena. Después de que todas declináramos la oferta de postre, ella nos dijo― ¡Oh por cierto! pensé que debía hacerlo saber, en el bar pueden oír cada palabra que se dice aquí ―y se fue como si no hubiera nada de eso mientras nos allí quedábamos sentadas en aturdido silencio. Todas nos miramos incrédulas y decidimos salir rápidamente. Mientras salíamos a pagar, recibimos una fuerte ovación de las seis o siete personas que estaban sentadas en la barra, ¡que estaban escuchando nuestra charla semanal! Vergonzoso, pero bastante divertido. Otro relato ... Poco a poco, cada vez hay más relatos porque poco a poco os vais animando a escribirlos y a enviarlos para compartirlos. A lo mejor, tienes cosas que contar y que te apetece compartir, pues este es el sitio. Si lo deseáis, puedes enviar tu relato a la dirección que figura en este enlace enviar relatos prohibidosY si lo que quieres es copiar algún relato y compartirlo en tu sitio, o en otro, no olvides copiar y pegar también el enlace de donde lo has obtenido. y el nombre del autor, no cuesta nada y es de justicia.Y si estás interesado en adquirir esta página, debes de saber que está en venta. Si tienes interés, puedes contactar con nosotros aquí. |
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