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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
El día que me cogí a mi amiga lila
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Un sábado como a las 8 de la mañana, me llamó mi amiga Lila para que la apoyara en su negocio de Joyería que tiene, que la empleada faltó y tenía mucha clientela. Le respondí diciéndole que sí, que llegaría en media hora a su negocio.

Lila es una mujer de 40 años, de tez clara de hecho la apodo la wera, de grandes pechos y apetecibles y unas nalgas redonditas y sabrosas, mide 1.57, de fina cinturita, y bien conservada.

No ha tenido suerte, hace un mes terminó su última relación.  Llegué, estaba atendiendo a una clienta y me pidió que me hiciera cargo de la caja y los cobros. Así nos la pasamos, por ratos platicábamos pero la veía de mal humor. Al fin llegó la hora de cerrar la ayudé, y la acompañé a su vehículo que no arrancó lo cual la enojó porque apenas el día antes, salió del taller el carro.

― Cálmate, vamos te llevo en mi carro ―le dije.

En el camino a su casa la invité a tomar una cerveza a lo que me dijo ― En mi casa hay cerveza, quédate casa para tomar la cerveza ―Y le dije que sí.

Llegamos a su casa, entramos y nos dirigimos a la cocina dónde tomamos la cerveza. Allí le pregunte que por que andaba de mal humor, a lo cual me respondió que en lo que iba de semana no le había ido bien en todas las cosas.

― Vamos a la sala ―dijo.

Nos levantamos y fuimos a la sala, entonces Lila, me dijo― Voy a ponerme cómoda ―y se fue directamente a su cuarto para liberarse de los tacones. Estaba tan cansada que olvidó cerrar la puerta principal. Necesitaba realmente relajarse y poco a poco se fue quitando la ropa. Empezó  por su blusa roja, continuando con la falda negra, y así en ropa interior con medias negras a la mitad de sus muslos, y descalza se dirigió a la cocina a servirse una cerveza. Al volver a la recámara, ingresó al baño para preparar el agua de la tina mientras tomaba un poco de la bebida.

A un costado de la cama, se disponía a quitarse el resto de su lencería, pero se percató que la puerta no estaba bien cerrada y pudo ver que la miraba, lo cual no le desagradó. Fue entonces que, se acercó un poco más y frente a mí, empezó a despojarse lentamente de su brassier de encaje negro. Primero bajó un tirante, con un movimiento muy sensual y después el otro e empezó a mover pausadamente las caderas hasta retirarlo por completo. En tanto que bailaba oscilando de forma muy sexy, fue acariciándose sutilmente los brazos y los pechos. Sus manos recorrían su abdomen y cintura.  Las mismas que descendían en sincronía con el vaivén circular de cadera, siendo así que metió la mano derecha por debajo de la prenda que quedaba y se acarició el monte de Venus.

Atónito no dejaba de mirarla. Ya en este punto Lila, estaba muy excitada por lo que muy despacio, agachándose bajó el tanga dejándola en el piso, de modo que llevando puestas sólo las medias, su torso dio medio giro, volteó y con su mano agitó el dedo índice para indicarme que fuera con ella.

Ahora ella tenía el control, así que se hincó delante sin dejar de mirarme a los ojos,  Tomó con su mano derecha mi pene, muy erecto, y empezó a besarlo. A su vez lo masajeaba de arriba a abajo para paulatinamente introducirlo en su boca y con su lengua juguetona empezó a lamer todo su alrededor. Le estimulaba sentirlo firme hasta el fondo de la garganta, siempre y cuando tuviera el grado de erección perfecto y en ese momento lo tenía. Al seguir con una felación incesante, logró provocar fuertes espasmos y una secreción que empapaba su boca para finalmente hacer que llegará a tan ansiado instante con una fuerte eyaculación y ese sabor dulce en su boca que a ella tanto le deleitaba.

― Te toca ― le dije.

Me paré, la acosté boca arriba, le mamé los pechos, el abdomen, le pasé mi lengua por toda su vulva. Emitió un pequeño gemido cuando le metí un dedo en su pucha, luego le metí otro. Le empecé a meter y sacar los dedos, sin dejar de pasar mi lengua en su clítoris. Ella disfrutaba cada lengüetazo en su botón, gemía y se retorcía. Levanto las nalgas para poder comerle su panocha a mis anchas. Aprisioné su clítoris con mis labios, jalándolo, chupándolo, le pasaba la lengua en todas direcciones. Lila gemía cada vez más fuerte y me agarró la cabeza apretándola contra su sexo.

― Así papi, sigue así… me voy a venir… que rico me lo mamas… sigue, no te detengas… así… más papi… Aaahh… aaah… me vengo ―Sentí como se corrió en mi lengua llenándome la cara de sus fluidos ¡Que rico!

Ella me jaló y me besó― Quiero sentir tu verga dentro de mí ¡Cógeme amor!

Le besé toda la espalda, las nalgas. Ella abrió sus piernas, le pasé mi verga entre los labios. Le di pequeños golpes con ella en el clítoris. Le apoyé la cabeza en la panocha y lentamente se la empecé a meter. Ella gemía y me arañaba la espalda. Cuando entró toda, lanzó un grito de placer. Empecé a meter y sacar mi verga en su panocha mientras gemía sin reparo alguno― ¡Así, cógeme más fuerte! ¡Dame más así!… ¡Rico, no pares!

Yo le daba más fuerte a cada embestida y mis huevos rebotaban en sus nalgas.

― ¡Así, dámelo todo!… ¡Sigue así!… ¡Cógeme!… ¡Soy tu esclava papi, más, más!…

Le levanté un pie y me lo llevé al hombro, la puse de lado y taladré su panocha sin piedad. Le metí un par de dedos a la boca y los empezó a chupar.

Así estuvimos como 15 minutos hasta que sentí como tenía otro orgasmo, llenándome la verga con su corrida. No pasó mucho y le llené de leche la panocha.

Me recosté, ella se recargó en mi pecho unos minutos. Agarró mi verga flácida y le pasó la lengua por el glande, la chupó hasta que nuevamente la puso bien firme. Dándome la espalda la besé toda, su cuerpo temblaba de deseo, y me decía que nunca se había sentido tan bien, tan deseada. Yo la besaba tan rico, que mis besos la excitaban. Entonces, arqueando su espalda, dejó que besara sus nalgas, que las abriera y oliera su ano. Hundía bien rico mi lengua dentro de su ano, mientras que, a petición mía se abría de nalgas para facilitarme y mostrarme el ano.

Me acomode detrás de ella y hundí mi verga en su panocha, se la metí unos minutos con delicadeza y después con violencia como a mí me encanta penetrarla, mis huevos chocaban contra ella y eso me provocaba inmenso placer, mordía su nuca y le decía― Mi pequeña y rica puta, mi putita maravillosa ―y eso le encantaba.

Eso era Lila para mí, mi putita complaciente. De pronto me saquee la verga y volteó Lila a mirarme y sonriente. Le dije que se quedara quieta, que tenía ganas de su culo, que me encantaba y ya no podía más… que me urgía tenerlo.

Me dijo que era suya y que hiciera con ella lo que quisiera. Entonces la vi que tenía nervios, pues tengo una enorme y gruesa verga. Pero que también quería complacerme en todo.

― Estoy dispuesta a tragármela por atrás ―dijo, y solo me pidió que no fuera brusco, que no la lastimara mucho.

Acomodé la verga en su esfínter anal, y ella misma se abrió de nalgas para mí. Eso  me gustó mucho,  y despacito quise metersela, pero  estaba demasiado estrecha y era difícil, le dolía y me pedía que la lubricara pero yo no quise lubricarla. Le dije que su trasero era delicioso y que así me gustaba más. Entonces apretó la boca dispuesta a tragársela y empuje con fuerza; gritó de dolor al sentir la enorme cabeza entrar dentro de su culito.

Yo la tenía bien sujeta y con voz autoritaria le dije que se abriera más las nalgas, y ella obedeció… Le dije que soy su dueño y tenía que obedecerme en todo, y volví a empujar. Esta vez le entró hasta la mitad. Ella gritaba y lloraba de dolor y me decía que sentía su ano bien abierto. Volví a empujar y las piernas le temblaron cuando me dijo que se sentía bien llena de ese rico trozo enorme de carne. Continué empujándosela hasta metérsela toda. El rímel le corría por las mejillas, sus lágrimas mojaban su rostro pero  estaba feliz y ella me pidió que continuara a pesar del inmenso dolor que sentía en su culito. Se la metía con fuerza, y me decía sentía que la partía pero que era un dolor exquisito, desconocido y delicioso.

Empezó a menearlas nalgas y yo reía satisfecho y le dije― Ya lo ves Lila,…eres una hembra maravillosa…te duele…pero te gusta… Eres la mejor amante que pude soñar… ¡Que rico aprietas!

Varias veces la azoté, fuerte en la derecha y en la izquierda, le puse rojas las nalgas de tan intenso que le di, me encanta el sonido de mi mano golpeando una rica nalga.

Ella gemía y se entregaba deseosa de ser solo una hembra y de tener un macho follándola. Le di una nalgada, tan fuerte que me ardió la mano, su nalga se puso roja, roja y ella gritó.

― Así me gusta putita quiero que todos los días me recibas así, desde hoy en adelante vas a ser enteramente mía zorrita.

― Siii… siii… seré tu puta, tu esclava lo que quieras, pero no me dejes sin tu verga. Ahhhh… Ahhh… Asiii… Ahhh… —respondió mientras empezaba a correrse.

Empecé a tocarle las tetas con una mano y con la otra la tome del cabello y la empujaba para atrás haciendo que se clavará entera mi verga y le decía ― Muy bien puta, ve preparándote porque te voy a maltratar las veces que quiera y no tendrás derecho a opinar salvo que yo te lo ordene puta de mierda―y ella respondía― Siii… siii… ¡Hazme lo que quieras! Ahhh… Ahhh… Así…

― Te encanta mi verga eh putita pues si tanto la quieres a partir de hoy yo soy tu dueño y yo te llamaré puta, porque eso serás ¿entendiste?

― Siii… siii… entendí ―respondió

― Entonces muévete que quiero romperte el culo.

―Si así así Ahhh… Siii así… Rómpeme el culo es todo tuyo… Ahhh… si… Asiiii… Aaahhh… como me gusta.

― Muy bien puta, veo que aprendes rapidito y eso me gusta.

Nuevamente le empecé pegar con fuerza en las nalgas, mientras le decía― Estas bien excitada puta ¡Vamos muévete! Así…  Ahhhh no voy a parar hasta rebosar tu culo de leche ¿entendiste putita?

― Si… siii… quiero toda su leche en mi culo ―respondió.

Y así seguimos un buen rato, hasta que ella tuvo multiorgasmos y yo me vine en su culo. Eso la excito más aun, y tembló de placer.

Entonces le dije― Muy bien putita ahora date vuelta y chúpamela que lo haces muy bien.

Obedeció de inmediato comenzando a lámeme la cabeza de la verga, y siguió chupándola mientras le decía― Así, toda putita, atáscate con mi verga y ahora me vas a escuchar putita a partir de ahora serás una de mis putas.  Sólo estás para complacerme a la hora que yo quiera que estés disponible.

Raúl J.

Otro relato ...




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