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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Elvira cuenta su experiencia con Carlos
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Mi amiga Belu y yo, nos dirigimos al centro comercial a encontrarnos con Elvira, la amiga de Claudio. Él también estaba próximo a llegar. La idea era compartir café y charlar para hacer posible nuevos encuentros en Mardel. Mientras esperábamos a Claudio, pedimos café y Belu, nos contó su aventura con el señor de lavandería.

Elvira se rió mucho con el relato de mi amiga, y exclamó― ¡Eres una chica audaz!

Eso me dio pie a preguntarle cómo había estado de buena la segunda vez que fue a casa de Carlos.

Elvira me respondió―Soy menos explícita que Belu, y además vergonzosa. Intentaré contarles con la soltura con que hablan ustedes ―Hizo una pausa, bebió café y comenzó su relato mirándonos y bajando bastante la voz.

“Esa tarde en Mardel, Elisa, Carlos, Claudio y yo, luego de compartir la piscina desnudos, como lo pidió el dueño de casa. Y luego de hacer juegos eróticos que nos llevarían a la cama. Al caer la tarde, los cuatro acordamos ir a la casa a beber y continuar jugando.

Carlos sugirió cómo juego hacer diez vueltas extrayendo números de un bolillero de lotería, luego la sumatoria de las diez bolillas de cada uno, daría el resultado del puntaje obtenido. Los dos de mayor puntuación serían pareja de habitación por dos horas. Los dos de menor puntuación conforman la otra pareja. Carlos y yo logramos el menor puntaje. Él se mostró contento. Me tomó de una mano llevándome desnuda por el pasillo que conduce a su dormitorio.

La puerta de la habitación se cerró tras nosotros. Su dormitorio estaba tenuemente iluminado. Su amplia cama únicamente vestida con sábanas coloridas muy bien perfumadas.

Tomándome en sus brazos me acostó. Me sentí muy frágil y pequeña, mirando su pecho ancho bronceado intenso, sus grandes brazos, gruesos y musculosos. Cuando baje la vista desde su pecho aprecié su pene de gran porte, acorde con su estatura y complexión.

Estiré una mano para tocarlo. Era caliente al tacto y pesado, con una cabeza morada y gruesa que no se ocultaba en el prepucio. Luego me dijo que había sido circuncidado de niño.

― Quiero terminar de comer este postre del cual apenas probé los deditos de los pies ― Me dijo sonriente.

Permanecí inmóvil mientras me lamía los pies, como lo había hecho en la piscina y continuaba por mis tobillos. Sus labios chuparon cada centímetro de mis piernas y su lengua me provocaba nuevas sensaciones de escalofrío y temblor nervioso

Cuando llegó a mi vulva, mordió los labios externos. Su lengua fue más adentro y me agité tomándolo de los cabellos con desesperación. Me notaba mojada.

Carlos se reincorporó, tomó con fuerza mis pechos haciendo que sintiese la presión de sus grandes manos. Y acercó su miembro a mi boca. Lo mantuve al alcance de mi cara y pasé mi lengua desde la base hasta la cabeza. Miré su pene que coronaba una gota transparente y pegajosa. Lo introduje hasta mi garganta haciendo movimientos de tragar, hasta sentir náuseas. Mi boca lo había empapado y mojaba con mi saliva hasta sus pelotas.

Carlos, aproximando su cara a la mía, me ahogó con un besó llenando mi boca con su lengua ancha. Su cuerpo bronceado cubrió el mío. Su peso me inmovilizó .No podía separar las piernas para ofrecerle mi vagina ya muy deseosa de ser penetrada.

Él debió apoyarse en sus codos y rodillas para permitirme acomodar las piernas. Abracé con ellas su cintura, con mi boca a la altura de su pecho, comencé a besarle las tetitas. Apoyó la cabeza de su miembro entre mis labios vaginales y con suaves movimientos de cadera se hundió en mí, estirando y llenándome con un grueso cilindro de carne caliente dura y palpitante. Cuando subía y bajaba su culo pequeño y firme yo lo acariciaba con mis talones.

Me dolía cuando su pene golpeaba mi interior profundo. Pero pronto, estuve embriagada por sentirlo gozar abriéndome, estirando la piel. La molestia desapareció al invadirme la ola del primer orgasmo. Convulsione y lloré gozando.

Las embestidas de Carlos aumentaban en velocidad. Sus pelotas golpeaban mi ano. Una segunda ola orgásmica me estremeció cuando penetró mi culo con un dedo. Lo sentí respirar pesadamente y ponerse rígido cuando descargó chorros de semen caliente

Se dejó caer sobre mi cuerpo y permanecimos inmóviles acoplados como si fuéramos un solo cuerpo. Su verga sin rigidez permanecía dentro de mí pero dejaba escapar nuestros fluidos que llegaban a las sábanas

Se tumbó a mi lado, yo de espaldas a él, aprisionada por un brazo a la altura de mis tetas. Sus besos húmedos en la nuca, orejas y cuello, hicieron renacer mis deseos. Su mano libre acariciaba todo lugar a donde llegaba. Su miembro muy mojado comenzó a despertar, tocando mis piernas a la altura de mis muslos por la diferencia de estatura.

Luego me giró quedando ambos enfrentados, mirándonos. Nos besamos, y se puso de pie, fijando sus ojos en los míos. Tomó mis pies y los llevó hasta rodear con ellos su gruesa verga aun colgando. Se rió y me preguntó si me gustaba acariciarlo con los pies. Respondí que me agradaba .aunque nunca lo había hecho .Comencé a mover hacia adelante y atrás mis pies rodeando su miembro. En pocos minutos estuvo crecido y duro como en un principio.

Me sentía feliz por hacerlo gozar con algo que yo desconocía. Carlos posicionó su pene a la altura de mi boca y me lo dio a chupar. Creo que su dureza aumentaba, también su temperatura. Luego hizo que me acostase boca abajo con dos almohadas bajo mi vientre.

Él estaba de pie en el piso con sus dedos acariciando mi vagina desde atrás. Instintivamente separé un poco las piernas. Su verga me entró violentamente, haciéndome chillar

Sujetando mis caderas comenzó un rápido y profundo mete y saca mientras con un dedo presionaba mi ano hasta lograr entrar y también moverlo hacia adentro y afuera.

El sentir su dominio total sobre mi cuerpo me llevo a un orgasmo largo e intenso. Temblé cuando esa nueva ola de placer recorrió mi cuerpo.

Carlos sacó su pene de mi vagina para eyacular apoyando la cabezota en mi ano, sin empujar para meterla.

Nos bañamos por separado para evitar empezar de nuevo. Nos vestimos lentamente y nos dirigimos al comedor a encontrarnos con Elisa y Claudio.”

¡Gracias, Elvira por tu relato!

Rober

Belu y Viki

Viki y Belu son dos amigas íntimas que comparten vivienda, secretos y cama. Posiblemente saben que Claudio y Rober son novios y acuerdan pasar cuatro días feriados en un apartamento en Mar del Plata. La intención era disfrutar de la playa y de todo cuanto les divirtiera y del sexo como se fuera dando.

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