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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
En la habitación de al lado
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Para nuestras vacaciones anuales, mi esposa y yo decidimos pasar una semana de relajo en una playa perdida en la costa. El resort que mi esposa había contratado era perfecto, con unas bonitas vistas al mar. Teníamos algunos vecinos; ciertamente nos daba un poco menos de privacidad pero todo lo demás estaba muy bien.

Cuando nos instalamos en la habitación oímos algunos ruidos que venían de una ventana abierta. Las cortinas también estaban abiertas y vimos a un hombre enorme dando un cálido abrazo a una mujer. Ella estaba desnuda y él llevaba solo sus bóxer.

Mientras seguíamos disponiendo nuestras cosas, mi esposa y yo no podíamos evitar escuchar los fuertes gemidos de placer que venían de la habitación de al lado. Obviamente la mujer estaba disfrutando lo que su amante tenía para ofrecerle.

Una vez que nos organizamos, mi esposa y yo salimos. Apenas estábamos fuera fuimos recibidos por nuestro vecino, ahora solo y sentado en una mesa justo delante de su puerta. Extendió la mano para presentarse con un apretón de manos hacia mí y luego extendió los brazos para abrazar a mi esposa vestida con bikini. Mientras sus cuerpos se tocaban, noté que sus pantalones no podían ocultar lo que parecía ser una creciente erección.

Se llamaba Tomé, felicitó a mi esposa por su bonito bikini y le dedicó una buena mirada. Le pregunté acerca de su esposa, pensando que podría ser la belleza que habíamos visto antes. Pero nos dijo que su esposa se había a casa hace un par de días para atender un problema de negocios.

Al notar que mi esposa parecía un poco avergonzada por la situación le dije que queríamos ir a la playa. Obviamente él se sentía muy atraído por las mujeres porque giré la cabeza cuando nos íbamos y noté que se estaba frotando un gran bulto a través de sus pantalones, mientras miraba las caderas de mi esposa balanceándose.

Le pregunté a ella si había notado la excitación del vecino, Ella negó haber visto nada pero yo sabía que estaba mintiendo, porque la vi mirándolo fijamente. Más tarde le pregunté si podía imaginarse a sí misma siendo esa mujer que habíamos visto antes con nuestro vecino. Se rió, diciendo que no necesitaba fantasear sobre ello.

Volvimos de la playa y nos preparamos para la cena. El resto de la noche la pasamos tomando una cena fabulosa y dando un romántico paseo por la playa. Cuando regresamos a nuestra habitación era tarde y estábamos muy cansados.

A la mañana siguiente, cuando desperté, mi esposa no estaba en la cama y encontré una nota que decía que había ido al spa. Decidí tomar el desayuno y esperarla. Mientras me sentaba en el patio, oí unos gemidos de placer que venían de la habitación de Tomé. Supuse que estaba disfrutando otra vez de su amante pelirroja para un poco de sexo matutino.

Mi curiosidad sacó lo mejor de mí, así que decidí asomarme por la ventana. En el medio de la habitación había una mujer diferente, una rubia curvilínea, de rodillas chupando la polla más grande que había visto nunca. La cara de la mujer estaba escondida, pero su cuerpo era realmente perfecto, bronceado y con unas formas muy bonitas. No llevaba nada más que una pequeña tanga negra del bikini; sus tetas desnudas botaban hermosamente mientras usaba sus labios sobre la cabeza de esa enorme polla.

Tomé sujetaba su cabeza mientras se la chupaba. Lentamente, la mujer se las arregló para meterse más de la mitad de la herramienta en la boca. Él le pidió que se relajara y luego empujó hacia delante hasta que toda la polla quedó casi toda en su garganta. La mujer se arqueó un par de veces pero continuó su mamada a la tremenda serpiente. Finalmente, después de varios minutos, Tomé la agarró por la parte posterior de la cabeza y se metió completamente dentro de su boca y eyaculó una enorme cantidad de semen en su garganta.

La mujer rubia movió su cabeza mientras trataba de tragarse todo el semen y fue entonces cuando me di cuenta de que aquella diosa del sexo era mi propia esposa. Acababa de comerse la polla más grande que había visto en mi vida.

Me quedé helado delante la ventana, mientras Tomé la cogía por su suave cintura y la lanzaba sobre la cama. Luego le arrancó la tanga e hizo que mi esposa separara las piernas.

No podía creer lo que oía mientras escuchaba a mi fiel esposa sollozando y rogando a aquel enorme desconocido que le metiera la polla en el coño. Tomé no perdió el tiempo, ya que puso la polla entre los húmedos labios del coño y rápidamente la enterró hasta la empuñadura. Mi esposa jadeó y gritó de dolor al sentir la brutal intrusión. Tomé retrocedió hacia atrás y repitió la entrada en el coño de mi esposa para metérsela y sacársela durante casi veinte minutos, antes de llenar su coño con una generosa cantidad de su semen.

Cuando la sacó, mi esposa saltó hacia adelante y chupó salvajemente sus propios jugos de la polla que estaba dura como una roca otra vez.

Levantó a mi delicada esposa por el pelo, la puso a cuatro y se colocó detrás de ella, entre sus firmes nalgas. La vi mientras enterraba su cabeza en una almohada y gritaba una y otra vez mientras el gigante follaba su mojado coño por detrás. El hombre era una verdadera máquina de joder y podía estar follándola siempre.

Podía ver que el coño de mi esposa estaba hinchado y enrojecido mientras el implacable vecino continuaba metiéndole su monstruosa polla. Ella gemía de placer como nunca antes la había oído. La estaba jodiendo de verdad.

Cambiaron de posición y pronto pude ver la hermosa cara de mi esposa mientras ella seguía siendo follada por detrás por aquella máquina sexual. Los ojos de ella estaban cerrados y respiraba con dificultad. Pronto alcanzó por lo menos dos orgasmos consecutivos dando fuertes gritos. Tomé lo notó y sonrió, se inclinó y le susurró algunas palabras al oído. La vi sonriendo también y asintiendo con la cabeza.

Luego se retiró de su bien follado coño y se fue a un armario más cercano volviendo con un tubo de gel lubricante. Me di cuenta de que se iba a follar a mi esposa por el culo. Ella no me dejaba cogerle el culo muy a menudo; porque decía que mi polla era gruesa y le dolía mucho. Pero esta enorme polla era aún más gruesa y más grande.

Me preparé para ser testigo de algo terriblemente nuevo para mí, mi amante pero ahora infiel esposa iba a ser sodomizada por un extraño y yo iba a verla en esa situación, pero ella nunca lo sabría.

Tomé le apartó las nalgas y le untó un poco de gel en lo profundo del ano con sus poderosos dedos. Ella gimió de dolor notando la entrada en su recto de sus dedos. Mi esposa se preparó y se agarró a las sábanas de la cama mientras su amante metía justo la cabeza de su enorme cosa dentro de su pequeñísimo culo. Ella gimió de dolor durante unos segundos, gritando en voz alta que la polla la estaba destrozando mientras se hundía cada vez más en su culo.

Cuando empezó a gemir de nuevo y supe que la muy perra estaba sintiendo placer en vez de dolor en el culo. Él mantuvo el ritmo y se folló el culo de mi mujer durante una eternidad, haciendo que ella gruñera, llorara, maldijera, gritara y gimiera como una loca.

Contemplé su sesión de sexo anal durante otros veinte minutos hasta que no pude aguantar más. Entré en nuestra habitación y me acosté en la cama, escuchando a mi bella esposa teniendo orgasmo tras orgasmo en la habitación de al lado, con la polla más grande que jamás había visto.

Mi esposa regresó a nuestra habitación al mediodía diciéndome que había pasado un gran rato en el spa. Estaba ruborizada, pero relajada. También me preguntó si podíamos alargar nuestras vacaciones un par de días más. Seguramente serían, probablemente para ella, realmente inolvidables.

Esposo Confiado

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