Relatos prohibidos
Tuve que ir a Madrid para arreglar unos asuntos y cogí el AVE de las 7 de la mañana. A esas horas van muchos ejecutivos que van desde Barcelona. Habitualmente visto informal, estilo casual, pero ese día por los asuntos que debía tratar me puse un traje con corbata. Además, llevaba una cartera con los documentos y algo de lectura para el viaje aunque solo dura una hora y media.
Me acomodé en mi asiento de ventanilla y al poco se sentó a mi lado un tipo que no estaba nada mal. Nos dimos los buenos días, nos intercambiamos un par de educadas palabras; luego él a lo suyo y yo a lo mío. Así que saqué mi revista Men's Health, que me gusta mucho, no solo por las fotografías de los tíos con tipazos, si no porque es amena. En fin, me puse a ojearla, así por encima y cuando me detengo a leer un artículo observo que mi vecino mira la revista de reojo. Me pregunto si le irá el tema, si entenderá. Así que cogí la revista de tal forma que el vecino podía ver la página de mi izquierda, con unos tipazos de tíos todo tableta. Mientras miro de reojo, y sin más, acerco mi rodilla hasta tocar a la suya ―si la aguanta, entiende ― pienso para mi ¡Zas!, la retira ¡mierda!, me digo ― este no entiende ― paso la página de modo que le facilito aún más la visión, y al rato, vuelvo hacer lo mismo, acerco mi rodilla, y ahora sí, ahora no la quita.
― ¿Te gusta la revista? ―le digo al momento.
―No, es que no me llama la atención ver esos tíos cuadrados ―me dice.
―Si están buenísimos ―le digo.
―Si, están majos, si, pero no me gustan los tíos ―me dice enseguida.
¡Ja!, pensé, pues su rodilla seguía pegada a la mía.
―Bueno, a mí si me gustan los tíos ―le contesto.
―Cada uno sus gustos no tengo nada contra los gays.
―No somos mala gente ―le respondo.
Seguíamos hablando y él seguía manteniendo su rodilla aguantando la mía. Yo ya estaba a cien, por las muchas ganas tenía de tocarle el paquete al tipo. Le miro de reojo, disimulando, y me dio la sensación que debía estar si no empalmado, a menos si cachondo; su bragueta estaba abultada. Así que, mientras hablaba, en un gesto de expresión le pongo la mano encima de la pierna y ¡¡¡oh sorpresa!!! No dice nada. Pensé bueno este no entiende pero sí está dispuesto. Me atreví un poco más y subí la mano ¿Qué hizo él, la retiró? pues no. Giró la cabeza para mirar a los de los asientos del otro lado que afortunadamente estaban a sus cosas, que alivio para mí. Ya sin más dilación, le metí la mano al paquete tan prominente y él me dice― soy hetero, pero en un par de ocasiones he estado con un tío.
―A pues bien, ya entiendes.
―Bueno, si tú lo dices ―me responde.
Todo ello sin dejar de masajear su paquete por encima del pantalón, ahora sí la tenía dura. Se gira otra vez para asegurarse que los de al lado seguían a sus asuntos, me giro yo hacía atrás y veo que los que teníamos detrás dormían con los auriculares puestos. Así que le digo― sácate la polla tío que te la voy a mamar.
―El bóxer es muy ajustado algo complicado ―me dice.
―Vete hacía el aseo que voy detrás ―le digo.
Se levanta, se arregla la ropa estirándosela, y va hacia el aseo, y entra. Yo voy detrás, me aseguro que nadie mira, desde ninguno de los dos vagones ya que las puertas entre ellos son de cristal, y entro.
El tío ya se había bajado los pantalones y bóxer con un rabo nada despreciable apuntando al techo ¡Ufffff, que gustazo mañanero me voy a dar y él que se irá bien servido a su trabajo! Empiezo a masajearle los huevos y no rehúye un morreo, me quito la chaqueta, me hecho la corbata hacía atrás y ahí hincado de rodillas me llevo su polla a la boca, una buena polla, y algo gorda, vamos de las que te llenan.
Teniendo sus huevos en mi mano empecé a pasar la lengua a lo largo de su polla; llegado al capullo se lo sujeté entre mis labios y con mi lengua le hacía circulatorios mientras masajeaba sus huevos. Le mamaba la polla con glotonería, como a mí me gusta, y notaba que el tipo disfrutaba. Dejé de masajearle los huevos dedicándome a meterme toda su polla en la boca mientras le pajeaba, note que el tipo se venía ya y el mismo puso sus manos sobre mi cabeza; me quedé quieto y le dije― fóllame la boca cabrón y dame toda tu leche.
El tipo no se hizo esperar y descargó una cantidad de rica leche, sin sabor pero bien espesa, que tragué toda, con glotonería, dejándole el capullo limpio y reluciente.
Se vistió, me vestí, salió primero, le seguí y nos fuimos al vagón bar a tomar un café mientras hablábamos un poco de todo. Me dijo que le habría gustado follarme pero que hacía ya como dos años que no había estado con un tío.
―Bueno, bueno también hubiera querido sentir tu polla en mi culo, pero bueno...otra vez será ―le dije.
Si quieres enviarle algún comentario al autor puedes hacerlo en este enlace CONTACTAR CON Kmasda2
Otro relato ...