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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Érica
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― Hola señor Benjamín ¿cómo está hoy? ―preguntó la chica

Levanté la vista y vi el pelo corto y rubio que rodeaba su cara, y sus grandes ojos azules― Señor Benjamín, mi papá no puede venir a buscarme hoy, tuvo una emergencia y no tengo cómo llegar a casa. Viviana dijo que tal vez, si se lo pedía amablemente, podría acercarme...

― Bueno dije haciendo una pausa y mirándola tratando de recordar su nombre ya que aparentemente era una de las amigas de mi hija― No estoy seguro de si sería apropiado que te llevara a casa sin acompañante ― Hice lo mejor que pude para no mirar el pecho de la chica, pero el encanto de lo que obviamente era un muy buen par de pulmones bajo el suéter ajustado que llevaba era difícil. El más mínimo indicio de sus pezones era perceptible, y la falda corta que llevaba apenas le cubría las nalgas. Siempre me sorprendió que las chicas jóvenes usaran tales cosas y particularmente con bragas de colores brillantes debajo.

― ¿Dónde está Viviana ahora? Pensaba que todavía estaba por aquí, en alguna parte― Mientras hablaba, recordé que me había dicho que iba a salir con unas amigas y que no volvería a casa hasta más tarde.

― Viviana se fue con sus amigas ―Dijo mientras me sonreía tímidamente mirándome con lindos sus ojos― Y ella me dijo que podría tener... huummm... convencerte ―Su mano levantó disimuladamente el dobladillo de su falda dejando al descubierto sus bragas de seda roja muy reveladoras con un vello rubio sobresaliendo a su alrededor― No estoy segura de lo que quiso decir exactamente... ― Añadió mientras dejaba que la falda volviera a caer en su lugar y todo sin dejar de sonreírme.

― Todavía tengo bastante trabajo por terminar ¿Estás segura de que no hay nadie más que te pueda llevar a casa? ―Pregunté mirando rápidamente los papeles sobre mi escritorio, no estaba muy seguro de que la chica me dijera la verdad o no. Viviana sabe que siento atracción por sus jóvenes amigas, pero no creo que ella lo comparta con ellas ni que las alerte de ese hecho.

― Puedo sentarme aquí y esperar, no tengo prisa por llegar a casa― dijo la chica mientras se dejaba caer en mi sofá de visitas, cruzando las piernas debajo de ella. No pude evitar una hermosa vista de los pequeños labios de su coño destacándose en la fina tela roja― Le veré trabajar.

―Vale ¿Cómo te llamas? Sé que te he visto antes, pero no creo que Viviana se haya molestado en presentarnos ―le pregunté intentando desactivar la erótica imagen mental de lo que hay debajo de esas bragas y sofocar el creciente bulto de mis pantalones.

― Érica, como erótica, pero pronunciada Er-ic-a ― rió mientras hablaba― Mi papá dice que significa excitante. ¿Le gusta?

― ¿Erótica? Oh, lo siento, sí, Érica es un nombre muy bonito ―balbuceé respondiendo a las preguntas mientras miraba a la chica.

Ella preguntó sobre varias cosas mientras sugestivamente comenzaba a acariciarse los senos, pellizcándose los pezones, causando que se convirtieran en puntos bien definidos a través del suéter. Sin saber exactamente cómo responder a la chica, asentí con la cabeza en señal de ― Sí ―y ajusté nuevamente el bulto en la entrepierna bajo el pantalón.

Las manos de Érica continuaron con las juguetonas caricias de sus pechos a través del suéter mirándome de frente. Lentamente fue corriendo sus manos por el estómago, y levantó el suéter centímetro a centímetro hasta que la blancura encantadora de los breves montículos de sus pechos era visibles. Pasó sus dedos por debajo de ellos y manipuló sus pezones, retorciéndolos antes de finalmente mostrarlos a mi vista.

Siguió preguntando mientras se inclinaba en el sofá hacia mí y se movía de un lado a otro de forma seductora― Me gusta jugar con ellos; aunque es mejor que lo haga otra persona― Alargó la mano, tomó mis manos y las colocó firmemente sobre sus pechos. Podía notar sus pechos moviéndose mientras respiraba profundamente.

― Érica... creo que... ―Empecé a decir y a apartar las manos de sus pechos. Ella dejó escapar un suspiro de decepción.

― Viviana me dijo que tendría que ser más que amable para que aceptaras ―respondió mientras sus manos se desprendían de las mías. Pero no desistió de sus intenciones e inmediatamente tenía una mano frotando mi polla abultada, apretándola y manipulándola mientras yo observaba como su otra mano bajaba sus bragas hasta los tobillos exponiendo su encantador coñito cubierto de vello rubio. Érica empujó mi silla hacia atrás, la giró, se sentó a horcajadas sobre mí y comenzó a balancearse frotando su coño desnudo en mi bulto.

Sus ojos se cerraron y oí los suaves gemidos que se escapaban de entre sus labios mientras se inclinaba más hacia delante y apretaba sus pechos contra mi cara y mi boca. Sentí que sus pezones tocaban mis labios y los dirigía sin tapujos hacia mi boca y como ponía mis manos alrededor de sus carnosas nalgas. Su coño estaba goteando lo suficiente para que mi polla sintiera su humedad a través de la tela. Sus manos comenzaron a abrir de mi cinturón, desabrochando mi pantalón, y bajándome los pantalones hasta el suelo. Mi polla saltó directamente delante de su coño y sentí el calor de su intimidad y su humedad contra mi pene.

― ¿Puedo tener un paseo ahora? por favor… ―susurró mientras guiaba mi polla hacia su pequeño coño y comenzó a sentarse sobre ella, dejando que su coño se acostumbrara a su amplia circunferencia. Siguió deslizando su grupa hacia arriba y hacia abajo lentamente mientras mi polla se hundía más profundamente dentro de ella. Su cabeza estaba echada hacia atrás, con su boca gimiendo con fuerza mientas jadeaba con intensidad para respirar. En un frenesí de movimientos, se empalmó completamente en mi polla frotando su montículo púbico contra el mío, y se mantuvo quieta por un momento, antes de continuar el balanceo y el roce contra mí.

― Voy a correrme, Érica ―le dije mientras que empecé a empujar hacia arriba; metiendo mi polla más y más profundamente, y sentí el cosquilleo familiar de mi entrepierna que indicaba que mi liberación estaba próxima.

― ¡Oh, córrete en mi boca! ―exclamó mientras se separaba y se arrodillaba entre mis piernas. Su boca rodeó inmediatamente mi polla; y sentí sus labios apretarla con fuerza y su lengua girando alrededor de la punta y a lo largo mientras la empujaba profundamente dentro de su garganta. No se atragantó, sino que siguió chupando y tragándome profundamente hasta la garganta mientras se aferraba a mis piernas.

― ¡Córrete ahora! ―La oí decir con palabras confusas y le metí mi descarga profundamente en la boca. Le follé hasta la garganta varias veces, disparando una carga cada vez, escuchando y notando la entrada del aire alrededor de mi polla en su boca mientras continuaba tragando. Con un empujón final y un disparo de semen, ella soltó lentamente la polla, chupando y lamiendo el semen de mi polla mientras salía de su boca; y sonriendo de oreja a oreja.

Pasé mis dedos por entre su cabello y la levanté contra mi pecho, sosteniéndola fuerte, acariciando su cuerpo con suaves caricias por su espalda y sus costados. Casi como una gatita, parecía estar ronroneando contenta acurrucada contra mí. Me miró y le besé los labios saboreando los últimos restos de mi semen en su boca.

― Érica ―comencé a decir en voz baja― ¿Este era el paseo que querías?

Ella empezó a reírse y me susurró al oído― Lo fue, pero sigo necesitando que me lleven a casa, por favor.

Veterano

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