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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Esposa ardiente
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No es un secreto que mi hermosa mujercita Andrea se acuesta fuera de nuestro matrimonio. En los años que llevamos casados ella ha tenido sexo con más de ochenta hombres y yo he tragado litros de semen de su follada vagina.

Recientemente tuvimos una conversación sobre que casi nunca tengo sexo con ella. Dijo que es que apenas puedo satisfacerla, y que por eso me deja follarle el culo. Dice que apenas tengo vigor y que le encanta follarse a hombres muy musculosos. Yo le dije que me encanta tener las bolas azules y cuando me duelen siento que ella tiene el control.

Sin que yo lo supiera, pidió por internet unas tabletas de viagra y cuando llegaron se le ocurrió un plan. Una noche me hizo ducharme y afeitarme el área púbica, dejándola completamente limpia y luego nos fuimos desnudos al porche trasero. El porche está protegido por una pantalla y tiene persianas de bambú, así que resulta muy privado desde fuera.

Me hizo pararme de espaldas en uno de los postes de soporte y luego me esposó las manos a la espalda y alrededor del poste. Inmediatamente me puso una pastilla en la boca y me la hizo tragar. Le pregunté qué era pero no me lo quiso decir. Entró en la casa y se quedó unos veinte minutos. Cuando salió llevaba puestas unas medias de encaje muy largas. La banda de encaje de la parte superior le alcanzaba los labios del coño. Una vez me dijo que le encantaba notarlo cuando caminaba. También llevaba un par de zapatos de tacones de aguja y caminaba paseando de un lado a otro, delante de mí.

― Estas medias me rozan los labios del coño y me mojan mucho ―Dijo y luego se dio la vuelta y se dobló por la cintura, luego se agarró las nalgas y se las abrió de par en par― ¿Puedes ver lo mojado que está mi coño? ―Dijo con voz sexy.

― ¡Oh, sí, nena!

― ¿Tu polla está dura?

Miré hacia abajo y vi que ya tenía una erección enorme y dije― ¡Oh, sí, nena! mi polla ya está dura.

― Eso es que la viagra funciona.

― ¿Por qué viagra? ― Le pregunté y me explicó que me iba a dar un mal caso de bolas azules.

Se acercó a una silla y se sentó de frente a mí, con las piernas abiertas. Empezó a contar una vez que fue a la casa de Marco a buscar una buena polla negra y cuando llegó, tenía compañía. Estaban allí tres de sus amigos, así que se cogió a los cuatro. Mientras me contaba esta historia, se frotaba lentamente el clítoris. Dijo que había sido la primera vez que se metía una polla gruesa en el coño y el culo al mismo tiempo. Dijo que ese día casi nunca tuvo por una sola polla a la vez― Cada vez que visito a Marco, me aseguro de que tiene compañía.

Había un largo hilo de líquido transparente colgando de la cabeza de mi polla. A Andrea le divertía que yo estuviera incómodo. Me mantuvo así durante casi cuatro horas sin tocarme nunca. Se preocupó por la longitud de mi erección, así que entró y salió con un tazón de agua helada. Sostuvo el agua helada debajo de mis bolas y luego empujó mi pene hacia abajo. En cuestión de segundos había perdido la erección. Llevó el tazón adentro y esta vez salió con su jaula de castidad favorita y me la puso. Me encanta sentirla manipular mis bolas y mi pene.

― Te quedarás con esta jaula hasta que vaya a la casa de Marco el próximo viernes, y luego te dejaré chuparme el coño y el culo.

Gogo

Otro relato ...




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