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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Esposa casi fiel
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Con el cuerpo cubierto de escalofríos incesantes, gime bajo los golpes de mi polla que entró furiosamente en su vagina mojada por el placer incipiente. Mi esposa, aferrada a mis nalgas, grita su orgasmo moviendo sus caderas con fuerza para facilitar al máximo la penetración.

― ¡Fóllame cornudo! ―Me grita en medio de la excitación.

― ¡Folla a tu perra, tu zorra que quiere follar, follar, follar, follar, dime que te gustaría verme follar con otro hombre!

Como siempre, la sublimación de nuestros sentidos alcanza su máximo nivel cuando estimulamos nuestra imaginación abordando temas que en la realidad cotidiana sin duda habríamos rechazado.

― Sí, amor, te estoy jodiendo, pero me gustaría verte jodiendo con Pedro, ¿te gusta su polla? ¡Piensa en lo bonito que es oírle correrse en tu coño!

Pedro fue el primer Amante de Sissi y durante nuestras conversaciones nos gusta recordar las experiencias que tuvieron juntos.

― ¿Recuerdas cuando se la cogiste en la mano? Cómo te gustaba golpearla, frotarla en el medio de tus tetas, en tu cara, chuparla todo para sentir su sabor masculino en tu boca.

Cómo te gustaba lamer suavemente su polla con tu lengua hasta que te la metías en tu boca. Ahora puedes seguir disfrutando recordándolo. ¡Déjame ver cómo lo disfruta una puta! ¡Ahhh, cómo me gustaría que estuviera aquí ahora para meter su polla en tu boca mientras yo estoy hablando contigo!

Mientras tanto, sigo cogiéndola fuerte, siento mi polla golpeando contra su útero y me doy cuenta de que le gusta. Poco a poco siento que mi mujer se acerca al orgasmo y aumento la intensidad de los golpes.

― Sí, así que amor... disfruta... disfruta de mi puta, deja que Pedro te hable cuando quieras y todo el tiempo que quieras.

― Estoy disfrutando de Fede, estoy disfrutando con la polla de Pedro, está toda dentro de mí, en mi vagina... me está cogiendo por todas partes, ahhh... Yo voy, yo voy... ¡tú también puedes disfrutar conmigo!

El orgasmo llega a ambos al mismo tiempo y le lleno el coño de esperma, le saco la polla aun parcialmente dura y se la pongo en el vientre.

Me gusta besarla en las mejillas, lamerla suavemente detrás de los oídos susurrándole pequeñas palabras de amor, pero luego pensando en los hechos de nuestras fantasías continúe con esa conversación.

― ¿De verdad te gustó chuparle la polla a Pedro?

― Sí, me gustaba, sabes que me enseñó a metérmela en la boca, a chuparlo, le gustaba morir masturbándose con la boca, pero ya sabes estas cosas, cuántas veces te he dicho todo lo que ha habido entre nosotros, todo lo que hemos hecho juntos. Más bien, dime si realmente te gustaría verme charlando de nuevo con Pedro, verme hacer con él todas las cosas que hago contigo. ¿Sabes que podría hacerle una llamada? Cuando rompimos, me dejó su número de teléfono.

― Sí, Sissi, sabes que me gusta hacer que te pongas cachonda no sólo con las fantasías mientras follamos, sino que creo que me gustaría verte follar con él. Es una situación extraña, por un lado me gustaría que lo hicieras de verdad y por otro lado me vuelvo loco sólo de pensarlo.

Estos son más o menos las conversaciones que casi siempre siguen a nuestras propias relaciones sexuales, cada vez que la veo follar con otra persona me enojo, pero los celos me bloquean.

Un día, con ocasión de haber participado en un sorteo local, mi esposa Sissi ganó el primer premio, un viaje de una semana a Kenia. Aunque a regañadientes, al no poder viajar por compromiso de trabajo, permito que Sissi se vaya sin mí. La acompaño al aeropuerto y regreso tristemente a casa.

Pasan los días y llega la fecha del regreso, finalmente abrazo a mi esposa con alegría. Se ve rejuvenecida, se ve festiva y feliz, no la he visto tan bien desde hace mucho tiempo.

De regreso a casa estoy ansioso por escuchar sus impresiones y la historia de cómo pasó esos siete días lejos de mí. Comienza a contarme todo lo que ha visto, las fiestas del hotel, los juegos que ha jugado con sus empleados y clientes.

― ¿Sabes lo que me pasó una noche durante una fiesta? Estoy bailando con un guapo chico keniano, y mientras bailamos el cerdo empieza a frotarse contra mí ¡Y se le pone dura...!

― No me digas que acabaste por acostarte con alguien...

― Pero sin mala intención, pero yo también me excité y creo que él se dio cuenta porque hizo todo lo que pudo para hacerme sentir lo mejor que pudo apoyándose en mi vientre y mis muslos.

― ¡Te has aprovechado de ello.... confiesa que te ha gustado!

La idea de que ha sentido el pene de otro me excita terriblemente y empiezo a sentir un hormigueo particular saltando de las piernas a las pelotas, el pene comienza a hincharse y me toma tal deseo por mi esposa, que la agarro por las caderas y acabamos rodando por el suelo sobre la alfombra de la habitación. Puse mis manos debajo de su ropa interior y la besé justo allí donde terminan las medias.

La lamo con la lengua a lo largo del liguero hasta que desaparece por debajo de las bragas, las muevo con la mano y le lamo en el coño ya empapado. Golpeo el clítoris con pequeños y rápidos golpecitos en la punta de la lengua y rápidamente la hago gemir con placer. Le doy tiempo para que se recupere del orgasmo y la invito a que reanude su historia.

― Si hubiera querido, le habría sido fácil follarme, no quería otra cosa que llevarme a la cama a ese cerdo, pero no cedí a la tentación porque me dabas pena, pero confieso que me gustaba mucho notar su dura polla frotándose sobre mis muslos, sobre su vientre, oírle apretarme fuerte contra mí durante el baile...

Cada vez más inmerso por su historia, aumenta mi deseo y loco le desnudo las tetas con fiereza.

― ¿Sucio porque no te folló como a una perra? ¡Ahhh, cómo me hubiera gustado que te hubiera metido la polla en el coño!

En este punto, Sissi también está compartiendo mi lujuria y sostiene mi cabeza con fuerza entre sus muslos.

― A mí también me hubiera gustado que me la metieran en el coño, ¡hasta el final! Me hubiera gustado sentir como su polla me golpea en el útero, sentirme follada con todo lo que me gusta, notar su polla entrar y salir de mi coño hasta que me corra por dentro... su semen caliente todo dentro de mí...

― ¿Y luego, qué más te hizo, también te tocó las tetas y el culo?

― No, no lo hizo, lo intentó, pero no se lo permití, pero eso pasó la noche siguiente. Después de cenar salí a dar un paseo por el parque para estar sola, para respirar un poco de aire fresco. Voy caminando cuando siento que alguien me llama...

― ¿Hermosa dama, qué haces aquí sola? ¿No tienes una amiga que te haga compañía? ¿No está tu marido aquí?

― Es el hombre negro con el que había bailado la noche anterior, el joven guapo y amable. Antes de que tenga tiempo de responderle, me toma del brazo y me lleva a un callejón arbolado.

― ¡Ven, te mostraré el jardín tropical!

― Mientras caminamos por el camino de entrada me muestra las flores en los parterres y las plantas tropicales, me dice los nombres, pero mi atención es sólo para él porque ciertamente tiene otras intenciones.

Poco después, de hecho, comienza a manifestar lo que realmente quiere. Su mano comienza a subir y bajar ligeramente por mi brazo en una caricia tan sensual que me llena de escalofríos y en un momento me encuentro excitada con fuego entre las piernas.

Se detiene en un rincón a la sombra del callejón, su mano me tira de la muñeca y me obliga a acercarse a él... con la abertura de sus pantalones ya desabrochados. En un momento y me encuentro sosteniendo su polla. Fede, ¡tenías que ver lo grande que era! Larga y dura, parecía un trozo de madera.

Me obliga a acariciarla y guía mi mano arriba y abajo, quiere que se lo haga. No puedo resistirme a él porque estoy demasiado excitada y me corro casi sin darme cuenta de lo que estoy haciendo. Mi mente está entumecida, confundida por la excitación, quiero que me cojan y me follen y al mismo tiempo quiero negarme porque pienso en ti. Estoy sucumbido a su tentación, le dejo que me levante el vestido y me meta la mano en las bragas, trata de acariciar mi coño, quiero detenerlo pero no puedo y cuando me empuja en dos dedos no me rebelo y le dejo hacerlo. Empieza a moverlos de a poco y al mismo tiempo me masturba el clítoris con el pulgar, perdóname Fede, pero en ese momento ya no entendí nada. Empecé a disfrutarlo como una loca hasta que intentó meterme la polla entre los muslos y quiso penetrarme.

Él trata de cogerme pero yo me rebelo, así que me agarra por los hombros y me obliga a arrodillarme. Tengo ese magnífico pene en contacto con mi cara y me lo frota en la boca para chupárselo. Tiene un sabor diferente, salvaje, africano, que aumenta mi lujuria aún más, lo dejo entrar en mi boca y me gusta su sabor. Es hermoso, duro y suave al mismo tiempo, su piel parece seda, pero sobre todo me gusta su olor.

Con la mano me masturbo frenéticamente mientras mantengo la polla entre sus labios, llegamos al orgasmo juntos.

También hago que él se corra, mi cara y mis manos están llenas de esperma. Con esfuerzo me separo de él y con una tremenda agitación sobre mí, tanto que mi corazón late impetuosamente en mi pecho y en mis sienes, que huyo para llegar al hotel a toda prisa.

Entro en el ascensor, que afortunadamente ya está allí, con un deseo increíble en mi cuerpo, tengo la sensación de que todo el mundo me está mirando y que han comprendido lo que he hecho.

El ascensor sube hacia mi piso y en ese momento me doy cuenta que tengo la mano derecha llena de esperma, no sé qué me lleva a hacer eso pero me la llevo a la boca y la lamo, la lamo saboreando el sabor salvaje del semen del negro, luego entro a la habitación cerrando la puerta detrás de mí. Acostada en la cama me acaricio entre las piernas, me masturbo frenéticamente para buscar en el placer del cumplimiento del deseo del varón africano.

Penetro mi coño con los dedos aún sucios de esperma, ahora me gustaría que el negro estuviera allí conmigo, me gustaría sentirlo correrse dentro de mi vientre, sentirlo salpicar su semen hasta el fondo del útero.

Estoy tentada de levantarme y volver al jardín para buscarlo y llevarlo a mi habitación, pero luego desisto de esa loca idea.

Estoy toda mojada, me sigo masturbando y lo disfruto como una loca mientras pienso en ti y en ese hombre, tu polla y su polla ¡Ah lo bueno que hubiera sido tenerte allí conmigo para que me follen los dos!

¡Fóllame Fede! Fóllame fuerte, más fuerte, ¡déjame disfrutar!

― Eres una gran puta, mi puta para follarte ¿Notas cómo te estoy follando? Al igual que ese negro hubiera querido hacer, ¡piensa en lo bien que estaría si estuviera aquí ahora! El que te mete la polla en el coño y Pedro que a la vez te la mete en el culo...

Tras estas palabras Sissi es tomada por un orgasmo increíble, no es un solo orgasmo, es una serie continua de orgasmos, ya no entiende nada, tartamudea frases inconsistentes y se deja llevar como si estuviera en delirio.

Los ojos vueltos al revés en las órbitas están en pleno delirio de los sentidos y su cuerpo tiembla y tiembla, sigue disfrutando sin poder detenerse, tiene hipo, se retuerce, gime, llora, pero cada cosa es la expresión de su inmenso placer. Quiere mi polla, la polla de Pedro, quiere que el negro se la vuelva a meter en la boca, quiere seguir sintiendo el sabor de su semen.

Entonces me salgo fuera de mi vagina y al ponerme de rodillas me inclino hacia ella y pongo mi verga en sus labios. Abre la boca y se la traga hasta las pelotas, empezando a hacerme una gran mamada.

Es una bestia de arriba a abajo, quiere que la disfrute en la boca y la satisfaré inundándola con violentos chorros de esperma que traga hasta la última gota. Una vez satisfecha la furia de la libido, nos tumbamos en la alfombra, uno al lado del otro, esperando que pase incluso la falta de aliento. La cara de Sissi está toda descompuesta, un hilo de semen baja por la comisura derecha de la boca, me toma la polla ya calmada y la lame suavemente, limpiándola con su lengua.

― ¿Sabes que me hubiera gustado mucho que me follara ese keniano? ¡Casi, casi vuelvo allí y me viola en ese callejón!

Me dice esto como una broma pero creo que esconde el mensaje inconsciente de un deseo real.

― Sissi, una cosa es decirnos contarnos fantasías mientras hacemos el amor, otra es decir ciertas cosas lúcidamente mientras conversamos, tú sabes que estoy celoso y me resulta difícil concebir que lo hagas con otro hombre. Lo que me dijiste me excitó hasta la muerte a pesar de que me sentí traicionado cuando me dijiste que lo tomaste en su boca.

Dentro de mí quiero creer que lo que pasó fue accidentalmente, no intencionalmente, pero ya sabes... me gusta pensar que realmente trataste de tener esta aventura.

Pasan unos días en los que trato de no pensar mucho en lo que pasó, pero un sábado por la mañana la veo con la cara larga, encerrada en sí misma. Este comportamiento no es propio de ella, inmediatamente comprendo que hay algo mal, algo que la perturba. Quiero saber qué demonios pasó y trato de convencerla de que me lo cuente.

― ¿Qué pasa, Sissi, tienes algún problema? ¿Quieres hablar conmigo de ello? Trata de confiar en mí.

La llevo al sofá, la envuelvo por la cintura con el brazo mientras le repito palabras de aliento, pero no obtengo ningún resultado.

Cada vez se encierra más en sí misma y parece que ni siquiera me escucha, de repente se cubre la cara con las manos y se pone a llorar. Tiene hipo como nunca la he visto tener y estoy seriamente preocupado por lo que debe haberle pasado, ciertamente algo serio.

Mientras llora, intenta decirme algo que me es imposible de entender porque las palabras se ahogan constantemente por el hipo, pero luego, de repente, todo lo que puede decir en un suspiro― Perdóname..., perdóname Fede porque anoche te traicioné.

Decir que me he sentido apaleado al oír sus palabras es poco, mi corazón parece haberse detenido, mi mente ha perdido su lucidez y me siento confundido.

― ¿Pero cómo es posible, que mi Sissi me haya traicionado...? No lo creo, no es posible y luego, ¿con quién? Dime, ¿con quién?

Poco a poco, la sangre circula ya más regularmente por mis venas y la confusión disminuye, pero al mismo tiempo la ira comienza a acumularse dentro de mí.

Sissi

Otro relato ...




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