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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Follando con el marido de mi amiga
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Querido Bedri:

Ya sabes a quien me refiero y sabes también como empezó todo. Bueno, quizás sería mejor decir cómo se resolvió algo que empezó hace mucho tiempo, cuando éramos unos tiernos adolescentes. Me gustaba pero me lo quitó Pilarín. Ahora lo compartimos aunque ella no lo sepa. No considero que sea ponerle cuernos, ya sabes que opino de eso.

El primer polvo con Juanra fue laborioso, me emborraché como excusa para llevármelo a casa con la aquiescencia de su esposa. Luego, una vez vencida la resistencia inicial, todo fue más fácil aunque a veces resulta incómodo que sea tan tocón en público. Incluso con Pilarín delante. Pero a ella no parece molestarse. A mi tampoco.

Te había contado que su mujer sospechó que tenía un amante y me lo confesó, me pidió que le sonsacará porque alegó ―Os lleváis muy bien y os tenéis confianza―.

Le llamé a casa, llegó, echamos un polvo monumental, al menos para mi. Pocas veces había mojado tanto las sábanas, y al acabar, ya en el postpolvo, se lo conté todo. Se lo expliqué y discutimos las medidas a adoptar. Quedamos en encuentros rápidos, desde entonces, hacer el amor con el marido de mi mejor amiga es generalmente un polvo rápido, un aquí te pillo, aquí te mato. Aunque es verdad, que cuando tenemos tiempo, nos deleitamos en folladas largas y tranquilas. Todo es cuestión de ritmo y potencia. Alguna siesta hemos dormido, entre polvo y polvo porque es incansable. Siempre le digo lo afortunada que es su mujer. Él se ríe. Lo nuestro es puro sexo, solo sexo, nada más que sexo; solo por sexo y solo para sexo. Ya me conoces.

El segundo polvo fue en el sofá, a media tarde, recién llegada del trabajo, desnudos solo de cintura para abajo, frente a frente, el sentado y yo cabalgándole. La corrida de ambos fue monumental, llevábamos más de una semana si follar. Fue un polvo ansioso. Tuvo que lavarse a conciencia porque le mojé mucho con una de mis típicas corridas. Llamó al timbre y subió pero un día no podré abrirle porque ya estaré haciendo el amor con otro. ¿O le dejo pasar y me hago un trío con dos hombres a los que amo?. No lo sé. Tú me dirás que me deje llevar pero entones parte de mi secreto se habrá ido y ya no será tan excitante.

Con Juanra he hecho el amor en los lugares más insospechados, en algún portal al que tenemos cierta querencia, ahí lo hacemos conmigo desnuda y descalza, Juanra ya sabes que es bajito. El solo se baja el pantalón y calzoncillos, me doy la vuelta, me sujeto a la columnita, sacó el culo, se pone de puntillas, se coge a las tetas y me la mete dándome con fuerza. Ahí suelen ser polvos rápidos, lo bueno es que yo me corro muy rápido también. Mis orgasmos no suelen ser largos pero si repetidos. Únicamente  en ocasiones y con algunos hombres, logro orgasmos largos; a veces larguísimos. Un día nos van a descubrir y me da mucho morbo aunque también me asuste.

Con Pilarín y Juanra tengo muy buena relación, no solo en lo sexual; como no tengo carnet de conducir, a veces los acompaño a la playa. Con ellos fue la primera vez que puse mis tetas al sol y la primera vez que me desnudé en la playa. Tengo que confesar que fue Pilarín quien insistió en ello. Ahora, si estoy con ellos suelo quitar la parte de arriba del bikini; y si es un lugar apartado de la playa, me desnudo completamente. Es Pilarín quien me extiende el protector solar por la espalda; y si estamos solas también debajo de la espalda. Una vez nos reímos mucho comentando que pensaría Juanra si la viera hacerme aquello ―O si fuera el quien lo tuviera que hacer― añadí. Nos reímos como dos colegialas, mucho más cuando Pilarín hizo referencia a los cachetes que me propina. ―Tendrías que ponerte un pegamento ultrarrápido para que se le quede la mano pegada― Comentó. ―Claro, y me llevo a tu marido a mi casa pegado al culo― Nos reíamos tanto que nos saltaron las lágrimas. ¡Si Pilarín supiera! Pero no se lo diré nunca aunque sospecho que lo sepa, al menos algo tiene que imaginarse pero también que no quiero ser rival.

Mi primera vez con las tetas al aire en una playa fue gracias a Juanra. Era una playa relativamente solitaria y de buena extensión. Nos situamos en uno de los extremos, cerca del chiringuito. Me apetecía darme un paseo y lo propuse a Pilarín ―¿Pilar ¿Te vienes conmigo a dar un paseo hasta el otro extremo?― Alegó que estaba cansada y propuso que me acompañara su marido que se hizo el remolón así que me fui yo sola. Apenas llevaba recorridos unos cincuenta metros, oí a Juanra llamándome para que le  esperara. Le dijo a algo a Pilarín y corrió hasta alcanzarme. ―Al otro extremo hay una cueva con una laguna dentro y Pilar propuso que te acompañara para enseñártela.― Le mire socarrona al bulto del paquete ―Claro, y por eso vienes ¿no?― Y me respondió ―Por eso y porque te vi el culo al caminar y me entraron unas ganas locas de follarte. ― Mi culo resulta atractivo a muchos hombres.

Mientras caminábamos despacio por la playa, comentábamos que algunas de las mujeres que tomaban el sol en topless tenían unos pechos bonitos pero que otras no. Juanra dijo que los míos son muy hermosos. Sabes que no lo son tanto, son bonitos, resultones que diría alguien. Tengo la ventaja de que es difícil que los pezones se pongan duros y se marquen bajo la ropa. Eso me permite unas calenturas dignas de un alto horno y que no se me note mucho. Bueno, sabes que en esos casos si llevo pantalones los mojaré, por eso procuro vestirme con faldas amplias.

Fue en aquella conversación cuando me propuso quitarme el sostén, a lo que me negué, me gusta follar pero no enseñar las tetas a todo el mundo, son cosas completamente diferentes. Le dije que no y le pedí que no insistiera. Pero insistió; el último tramo de playa fue un continuo señalar mujeres con las tetas al sol, y con comentarios comparando aquellas tetas con las mías.

Fue quedar ocultos por la primera de las rocas de la entrada de la cueva cuando Juanra me dio un sonoro cachete en las nalgas. Antes de entrar ya tenía su mano acariciándome el culo y le reprendí ―Alguien podría vernos―.

La cueva era una formación kárstica con una entrada desde el mar y el techo derrumbado en el centro, donde se había formado una laguna que se extendía ya bajo techo hacía el oscuro interior.

Joserra se zambulló y le seguí, el agua estaba fresca, lo suficiente para que esta vez si, mis pezones quisieran separarse del cuerpo apuntando hacia delante. Tanto se endurecieron que levantaron la gruesa tela del sujetador del bikini. Cuando llegamos a la parte subterránea y nos detuvimos, Juanra comenzó a jugar con los pitones de mis tetas haciendo la gracia de intentar hundirlos con los dedos. Quise protestar pero me tapó la boca con la suya en un beso delicioso. Me soltó la braga del bikini sujeta por unos cordoncitos y quiso hacer lo mismo con el bikini pero no le dejé, me apreté fuerte contra su cuerpo susurrándole ―Fóllame, fóllame ahora, fóllame aquí―. Le ayudé a desprenderse del calzón y me deje penetrar. Follamos dentro del agua y el eco de mis gemidos retumbaba en toda la cavidad. Si alguien me hubiera oído hubiera pensado que eran muchas las mujeres que tenían un orgasmo al unísono. Fue un polvo muy deseado y muy disfrutado.

Al acabar, no fue necesario que lavara nada, ya estaba en el agua pero no encontraba la braga. En el ardor del polvo, al soltar los nudos de ambos lados y yo separar los muslos, la prenda se había ido suavemente al fondo y con el ansia de los movimientos se había pérfido. Como no aparecía, Juanra comentó que podría ir desnuda hasta las toallas, había gente desnuda en la playa. El inconveniente era encontrar una explicación lógica para Pilar. La braga pareció casi en la entrada cuando ya nos íbamos. Me vestí con decepción de mi amigo que me volvió a besar apasionadamente.

El regreso consistió en un paseo similar al final de la ida, comentarios y comparaciones de tetas. Al llegar a las toallas,  Pilarín pidió a su marido que fuera por bebidas al relativamente cercano chiringuito. Al irse Juanra, su esposa me preguntó que me había parecido ―¡Fantástico! ― dije sin mentir en absoluto. Luego, al verla soltarse el sujetador del bikini la imité y puse las tetas al sol por primera vez en mi vida. No me gustaba desnudarme fuera  de techado. Al darse cuenta, se asombró e hizo el comentario de lo contento que se iba a poner su esposo cuando me viera las tetas, que siempre le ha dicho que tengo unas buenas tetas. Y las tengo, lo sabes, sin exageraciones pero tengo unas buenas tetas, me dan mucho placer. Efectivamente, la cara de Juanra fue todo un poema cuando me vio en aquella situación y secretamente disfruté, tanto que tuve que irme al agua para que no se notara la corrida del orgasmo que acababa de tener y cuyos gemidos casi no pude acallar. Nunca pensé que el simple hecho de sentirme observada de aquella manera pudiera producirme placer pero son cosas que se van aprendiendo con el tiempo. Hubo ocasiones que busqué ser mirada para así aumentar el placer. Esta puede ser una de ellas.

Mi primera vez tomando el sol desnuda en una playa fue algo mucho más simple. Era una playa pequeña y casi solitaria, nos habíamos colocado entre unas rocas para que cortaran el viento, al extender la toalla vi una chica tomando el sol desnuda muy cerca de nosotros, solo estábamos Pilarín y yo. Así que sin más preámbulos me desnudé completamente y me comencé a extender el protector solar ante la mirada incrédula de Pilar. La ocasión siguiente que volví con ellos a la playa, mi amiga insistió en ir a esa y me pidió discretamente que me desnudara, cosa que hice ante el asombro de su marido, que eso si, no desperdició la ocasión de darme un cachete en las nalgas. Luego fue todo bastante anodino. Al regresar, le pedí a Juanra que me acercara a casa, cosa que hizo después de dejar a su mujer. Le pedí que subiera y que me hiciera el amor. Hacía calor y la ventana de mi cuarto estaba abierta, así que todo el edificio supo que alguien estaba teniendo un orgasmo épico. Eso hizo que me corriera más y mis gemidos fueran más intensos.

Ahora, si me invitan a la playa, pregunto a cuál para coger el bañador o bikini más adecuado, últimamente tengo el cuerpo moreno, todo moreno. Y sé que te gusta. En la playa o para tomar el sol me he desnudado incluso con mis sobrinos y en una ocasión con Alfonsito, siempre en rincones apartados y dejándome solo mirar. Aunque con Alfonsito me costó retenerlo. Pero nunca hice el amor como aquella mañana con Juanra, el marido de mi mejor amiga. Fue mi primer polvo playero, luego no es hayan venido muchos pero algunos si, y de eso sabes tu algo. Aunque no te guste la arena ni el agua fría. Tengo ganas de follar a pleno sol.

Juanra, el marido de mi mejor amiga, acaba de irse, durante dos horas estuvimos haciendo el amor en mi cama, es donde mejor lo paso. Luego dormimos  la siesta y volvimos a hacer el amor antes de que se fuera. Ya tengo ganas de que vuelva. Lo mío con Juanra es especial, como con todos mis hombres. Contigo también es especial.

Q.

 

 

Cartas de Q

Q es un amiga que nos cuenta su ajetreada vida sexual en forma de cartas, periódicamente nos envía una para darnos a conocer su intensa vida sexual. Discreta como pocas, es una mujer que disfruta del sexo intensamente practicándolo de forma entregada y libre.

Dispone de un amplía lista de compañeros de juegos y también de compañeras. Desde sus sobrinos, tío, vecino, amigas, hijos de sus amigas, en definitiva, cualquiera que sea capaz de cumplir sus exigencias sexuales.

Van dispuestas según se han ido recibiendo, la más antigua arriba y la más moderna al final, aunque cronológicamente no sigan el orden establecido.

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