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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Fiesta de cumpleaños
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Sin que Carlos dijera una palabra, yo intuí que esa fiesta en su casa, para agasajar a su amigo Mario, compañero del taller náutico, tenía otro propósito. También invito a dos amigos, Jorge y Edgar. Todos ellos acompañados por sus novias o amigas.

A mí me presentaría como su nueva novia. Aunque lo que somos es amigos con roce íntimo.

Celebraríamos un almuerzo y las chicas podríamos aprovechar el día para comenzar tan deseado el bronceado para lucir en la playa.

Cuando llegaron sus amigos con sus parejas, Carlos nos presentó. Los ex compañeros del taller naval, según me dijo Carlos, eran más jóvenes que él.

La novia de Mario, se llama Suli. Es delgada de mediana estatura, una hermosa morocha de cabello largo, sonriente y de gráciles movimientos.

Romina, la pareja de Jorge es robusta, de senos grandes, y caderas pequeñas cotejando con su busto, tiene la melena corta, posiblemente sea la mayor de las chicas.

Paula fue presentada como la novia de Edgar. Es una pelirroja de cabello corto, es tan baja como yo, de piel muy blanca, tiene el peso adecuado a su estatura, lindos pechos y trasero redondo con buena firmeza.

Yo soy bajita, de cabello corto negro, pechos medianos y un generoso trasero.

Carlos se dedicó a atender a sus amigos, pero antes me pidió que atendiera a las chicas, que les proponga hacer topless en el jardín y les hable de la piscina donde hacemos nudismo en verano. Las tres estuvieron de acuerdo en ponerse sus bikinis para ir al jardín.

La temperatura era muy agradable en ese momento. El sol reinaba a pleno en el cielo azul casi sin nubes. Luego de aplicarnos aceite bronceador, unas a otras, fuimos por el jardín pasando junto a la parrilla donde estaban ellos, acompañándonos los sonidos y gestos de ellos, insinuando que estábamos para devorarnos. Las cuatro nos reímos y movimos un poco las caderas.

Nos estiramos sobre toallas extendidas en la hierba y comenzamos a conversar sobre gustos personales, refiriéndonos a los hombres.

Para comenzar dije― Me encanta sentirme mirada, deseada, devorada con la mirada. Lo que acaban de hacer me gustó.

― A todas nos gusta ser deseadas, yo diría algo más, si el tipo que me mira está bueno mucho mejor ―agregó Romina.

Suli y Paula reían por lo bajo sin decir nada y eso me motivó a preguntar― ¿Y tú Suli que dices?

Bajando la voz y mirando hacia donde estaban ellos como para asegurarse que no la oyeran dijo― Me agrada estar contenida entre brazos fuertes y conducida a brindar mi cuerpo, hasta sentirlo estallar y desmoronarse.

Paula, la pelirroja, al parecer ya conocía a Suli y dijo― Suli, por lo que dices entiendo que te encanta un buen polvo clásico.

― Yo soy más exigente, doy y pido sexo oral. También si mi hombre me gusta y él lo pide, le entrego el culo.

Todas nos reímos y Paula continuó― ¿Soy la única que hago eso o la única que se masturbaba con la cabeza de un muñequito dinosaurio de plástico?

― Yo me frotaba con el mango del cepillo de dientes mientras me bañaba ―comento Romina.

La temperatura ambiente continuaba subiendo debido al sol en mediodía. Entonces sugerí recordando lo pedido por Carlos― ¡Chicas, hagamos topless! Me encanta tener color parejo en los pechos.

―Si, es buena idea ―aprobó Paula.

Me quité el sostén y también lo hizo ella, luego nos siguieron Suli y Romina.

Los hombres no percibieron la maniobra por estar bastante alejados.

Aplicamos un poco de aceite para bronceado y nos tendimos las cuatro sobre el césped.

Cuando oí la voz de Carlos, estaba junto a nosotras con una bandeja con cuatro latas de cerveza, con el torso desnudo y en sunga negra.

Suli llevó sus manos a cubrirse los pechos.

Tomé la bandeja de sus manos, le di las gracias y regresó a la parrilla sin hacer comentarios.

― Nos vio en tetas ―dijo Suli.

Paula se rio con ganas y brindamos por el encuentro. Bebimos todas al mismo tiempo. Entonces les comenté― Chicas, si quieren vamos a refrescarnos a la piscina.

― Aunque más no fuera un chapuzón previo a la temporada ―dijo Romina.

― ¡Vamos, Romi! Pero debemos entrar desnudas en el agua. Carlos la llama la piscina nudista ―Informé.

― Entonces no ―Dijo rápidamente Romina.

Paula, volvió a reír y dijo― Voy contigo ―Y la vi llevarse una mano a su sexo.

Suli, volvió a vestirse con sostén y dijo que iba hasta el baño.

Unos minutos después, Carlos nos llamó para almorzar y brindar por el cumpleaños de Mario. Romina, Paula y yo fuimos en topless, al igual que ellos, que estaban con el torso desnudo.

Durante el almuerzo, Romi le preguntó a Mario, si había recibido ya el regalo de Suli o aún lo espera.

― Suli es mi mejor regalo ―Respondió él y ella se abrazó a su cintura.

Todo transcurrió de manera hermosa, buen vino, el exquisito asado de Carlos y la ensalada preparada por Mario.

Luego de una larga charla en sobremesa, nosotras decidimos volver al jardín. El calor del mediodía había aumentado con la ingesta de vino y las hormonas reclamando algo más.

En la mesa había estado sentada frente a Edgard. A mí lado Paula frente a Carlos. Romi y Suli a sus respectivos. O sea que Edgard estuvo a sesenta centímetros de mis pechos.

Volvimos a las toallas sobre el césped y hablábamos sobre lo impensado que había sido estar antes en tetas frente a nuestros amigos.

― Ahora somos afortunadas en poder gozar y gritar cuando gozamos. Antes también era impensado ―Dijo Paula.

Se sucedieron comentarios breves y quedamos adormecidas.

Transcurrió bastante tiempo hasta que abrí los ojos. Entonces vi en la piscina a Carlos y Edgar, disfrutando del frescor del agua y se lo dije a Paula que se puso de pie y dijo― Vamos con ellos.

Caminamos rápidamente hasta llegar a la piscina. Carlos extendió los brazos en un gesto de recibimiento. Ahí vi sus mallas de baño colgadas en la barandilla. ¡Ambos estaban desnudos!

Nos quitamos los minibikinis y entramos rápidamente hasta llegar a ellos. Nos juntamos en un abrazo grande de cuatro. Sentí los cuerpos de los tres tocando el mío. Me gustó el contacto con la piel de ellos y de Paula

Carlos comenzó a relatar los juegos a que jugábamos en verano.

Paula se apresuró a decir― ¿Juegan a las preguntas y a cada equivocación debe cumplir una prenda?

Carlos, asintió con la cabeza y dijo― También jugamos a las Amazonas y los que pierden pagan con prendas.

Edgard no hablaba, pero tenía los ojos fijos en las curvas de mi culo apenas cubierto por el agua transparente.

Paula y yo tenemos casi la misma estatura, ella en versión pelirroja. Ambas sin vello púbico, lindos pechos y culos gorditos pero firmes.

Edgar es un poco más bajo que Carlos, de piel blanca, cabello corto negro, cuerpo varonil, con vello púbico, de culo pequeño al igual que Carlos

Mientras hablábamos, nos movíamos y se rozaban los cuerpos. Brindando un placer extra a la linda conversación.

Carlos explicó el juego de amazonas y dijo― Cada amazona monta su caballo y dirige sus movimientos. El caballo puede patear y morder. No usar las manos. Ella debe sostenerse de la cabeza de él. Y su caballo puede sostener las piernas de ella. Amazona que caiga o su caballo, pierden y pagan con prendas impuesta por la ganadora.

Comenzamos a jugar. Yo montando sobre los hombros de Carlos y Paula sobre los de Edgard. Fue más una demostración por parte de Carlos, que una competencia. Se movía tirando patadas a los lados y al quedar detrás de ellos, le mordió una nalga a Paula haciéndola gritar.

Yo disfrutaba el roce de mi vulva mojada contra el cuello de Carlos. En otro cruce, Edgard paso su lengua por mi espalda baja

Luego de varios encuentros, Carlos se desestabilizó, caímos y ellos fueron los ganadores.

Paula impuso que la amazona perdedora debe darle un beso en la cabeza del pene a su caballo. Y el caballo perdedor besarle los pies a ella.

Entre risas y amenazas de venganza, cumplimos. Yo le di tres chupones a la verga de su caballo. Claudio chupo todos los deditos de los pies de Paula provocándole cosquillas.

En la siguiente ronda monte sobre Edgard que me sujetó fuertemente por las piernas con sus brazos. Cabalgué con mis manos sobre su cabeza y mi vulva pegada a su cuello. La pelirroja se reía feliz montando en Carlos.

Cuando caímos empujados por Carlos. Mi mano dio con la erección de mi caballo, pero perdimos. Ella impuso que yo le ofreciera el culo a su caballo y que Edgar le diese tres lengüetazos en su clítoris.

Cumplí con su pedido y arlos me golpeó varias veces el trasero con su verga semi dormida. Edgard le chupó el clítoris tres veces, obedeciendo su pedido

Descansamos un momento, yo de espaldas a Edgard sintiendo su pene apoyado en mi culo. Ella, colgada del cuello de Carlos, con las piernas envolviendo su cintura y aprisionándole la su verga entre las piernas recogidas.

Fue un empate técnico― Lo debemos festejar los cuatro ―dijo sonriendo Carlos.

No dijimos nada más y nos concentramos en darnos placer.

Edgardo es poseedor de un pene de menor grosor que de Claudio, pero lo usó muy bien. Desde atrás y acariciando mi ano con sus dedos, me hizo temblar y llegar dos veces al orgasmo antes de llenarme con su semen caliente.

Paula grito al momento que Claudio le entró a fondo y se agitó violentamente, estando ella tomada a su cuello, con las piernas rodeando su cintura, él la sostenía por el culo, haciendo que subiera y bajara sobre su gruesa verga. Paula volvió a gritar, estando Carlos de espaldas a mí. Ella tenía la boca abierta y los ojos en blanco, como en trance.

Edgardo intentó penetrarme nuevamente pero su pene no respondió. Se contentó con hurgar en mi vulva, frotando el clítoris y clavando un dedo en mi ano.

Luego quedamos todos un poco cansados.

Volvimos a ponernos los bikinis y ellos sus mallas de baño. Luego fuimos los cuatro hacia la casa para encontrarnos con los amigos que nos esperaban para compartir la torta de cumpleaños.

Belu.

Otro relato ...




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