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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Follando como nunca
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Querido Bedri:

Ya te había hablado de Luís, el amigo de mi tío con y de cómo habían acordado la cesión mis favores sexuales, una forma delicada de decir que en su ausencia me follara él. Luís vive solo en una casa en la parte alta del pueblo. Es una de las edificaciones típicas del lugar, con un patio central desde donde se organiza toda la casa, cuadras y almacenes incluidos. En el centro del patio, donde antes había un aljibe, ahora hay un estanque con plantas acuáticas y peces de colores. Casi todas las ventanas dan a ese patio.

Para llegar hasta la casa de Luís, el amigo de mi tío, hay que atravesar todo el pueblo. Los cristales tintados del coche me mantenían discretamente oculta. Durante el recorrido, el amigo de mi tío y yo casi niños hablamos. Ciertamente la situación estaba comenzando a resultar un poco incómoda.

Cuando llegamos aparcamos dentro, y hasta que Luís no cerró el portalón, no me dejó bajarme. Solo entonces me abrió la puerta y me tendió la mano invitándome a salir.

—¿Quieres que me desnude ahora? —le propuse más que pregunté nada más apearme del coche.

—Cómo mejor te encuentres y más te guste.

—Entonces me desnudo — Y me quité la túnica pero me dejé los zapatos.

—Déjala ahí para mañana — pidió Luís refiriéndose a la túnica negra que me acababa de quitar y dejé sobre el asiento trasero.

Entré en la casa detrás de Luís que llevaba mi maletín. Llegamos a un pequeño cuarto de estar y el amigo de mi tío me hizo sentar, en un sillón viejo de cuero, y carraspeó antes de decirme—Ya sé que he acordado con tú tío poder acceder a tus favores sin limitación, y que has estado de acuerdo, pero antes de continuar quiero que sepas que puedes irte en cuanto quieras y que no estás obligada a nada.

—Lo sé, estoy aquí porque quiero estar y sé a qué he venido. Me gusta el sexo y antes de que continuemos he de decirte que las condiciones siguen siendo las mismas que acordaste con mi tío.

Luí pareció aliviarse pero aún así continuó con sus dudas—Puede sirte cuando quieras, y si lo deseas puedes elegir la habitación en la que quieras dormir estas noches.

— Dormiré contigo, en tu cama, si lo que quieres es dormir, pero te advierto que me estoy poniendo muy cachonda.

—Ya he visto ayer que eres muy sensible a los estímulos —dijo en referencia a los cinco orgasmos que disfrute entre los brazos de mi tío mientras ellos dos negociaban su acuerdo por el que mi tío dejaba a su amigo que me follara todo lo que quisiera. Aunque él solo vio cuatro porque el quinto lo tuve mientras me tumbaba sobre la cama.

—¿Pues a qué esperamos? —Dije mientras me intentaba levantar del asiento. Era de cuero y a estar yo totalmente desnuda, me quedé pegada. Entre risas Luís me ayudó a levantarme y al halar de mí me levanté bruscamente y me abracé a él. Y sin siquiera pensarlo, mi boca buscó la suya y le besé con pasión.

Sin dejarle tomar la iniciativa, cada vez me estaba poniendo más perra, me arrodillé y le desabroché el pantalón y le bajé el calzoncillo para sacarle la polla. No era una polla grande, ni gruesa, más bien normalita, y es evidente que me la metí en la boca. le hice una mamada de esas que a veces me salen tan bien y que tanto gustas, ya sabes como son. Luís no hacía más que suspirar y decir que suerte tenía mi tío con una sobrina como yo. Saqué la polla de la boca y le pregunté—¿Una sobrina tan puta como yo?

— Bueno, yo… yo no quería decir eso.

—Pues eso habéis acordado, llamarme sobrina puta, la puta o puta a secas.

Le hice sentarse sobre el mismo sillón de cuero al que me quedé pegada, una pequeña venganza, y me puse sobre su regazo, le sujeté la polla y me la fui metiendo muy despacito mientras le miraba. Es curioso pero me mantuvo la mirada, casi nunca nadie me lo hace. Me asenté bien y bajé todo lo que pude, hasta quedar sentada sobre él. Le busqué la boca y empecé a darle fuerte a mis caderas. Sabes que cuando hago algo intento hacerlo lo mejor posible, y procuro aprender para hacerlo aún mejor la siguiente vez. En esta ocasión me esmeré, entre otras cosas porque tenía que dejar en buen lugar a mi tío que tanto había estado presumiendo de sobrina. De sobrina puta, mejor dicho. Le tenía que demostrar al amigo de mi tío que yo aún era mejor en la cama de lo que mi tío le pudiera haber contado. Y esa es la paradoja, siempre buscando la total discreción, que nadie supiera de mis andanzas sexuales, de lo zorra que soy, y es mi tío quien lo cuenta, eso sí, haciéndome muy buena prensa y ensalzando mis virtudes.

Tuve mi primer orgasmo de la noche en pocos minutos, y fue muy intenso. Movía con energía mi cadera y mis tetas rebotaban sobre la cara de luís que intentaba aprisionármelas con los labios. Me movía tanto sobre él, que su piel pegada al cuero del sillón provocaba ruidos que fueron aumentando por el paso del tiempo, por nuestro sudor y por la energía que ambos poníamos. Él dejó de estar pasivo y poco a poco se fue acomodando a mis movimientos y no tardamos en acoplarnos como si lleváramos toda la vida follando juntos. Me di cuenta y me excité muchísimo más y la consecuencia fue una serie ininterrumpida de orgasmos que enlazaban uno con otro, y parecía que no podrían acabarse nunca. Hasta que el se corrió, dentro de mi, sin condón, como más me gusta hacerlo con quienes me follan tan bien. Además, empezaba a tenerle cariño a aquel señor maduro amigo de mi tío. Durante un instante creí qu eme estaba enamorando, otra vez.

—Disculpa nenita, quise avisarte que me corría pero no atendiste y me he corrido dentro de ti.

—No pasa nada cielito, quédate tranquilo por eso —Le tranquilicé a sabiendas que si podría pasar algo, pero si después de tantos años y tantos polvos follando a pelo, no me había quedado embarazada, tampoco iba a ser de esta. Además, un embarazo, en mi caso podría convertirse en deseado. Todos los hombres con lo que hago el amor, sin protección, serían candidatos a embarazarme. Y Luís acababa de entrar en ese pequeño grupo. Bueno, puede que no tan pequeño. Tengo muy buenos sementales si tuviera que elegir.

Antes de irnos a dormir nos dimos una ducha y lego nos acostamos, juntos, desnudos y abrazados.

—Recuerda que al salir el sol he de irme —le recordé maliciosamente— así que aprovecha todo lo que puedas.

Y lo hizo, comenzó besarme muy despacito por el cuello y los hombros, luego bajó a mis tetas que ya se habían puesto muy duras y mis pezones muy tiesos. Me hizo la mejor comida de tetas, mejorando lo presente, que recuerdo en mi vida. Y mira que las he tenido buenas. Tan bien me lo estaba haciendo, y tan salida estaba que necesitaba follar, necesitaba su polla en mi vagina de inmediato.

—¿Me haces el amor cielito? —le pregunté con la voz entrecortada por las primera oleadas de placer.

—¿Ya quieres?

—Si mi amor, hazme al amor ahora, pónteme encima y hazme al amor despacito.

Cada vez me gusta más esta postura, yo debajo bien abierta y abrazando a mi amorcito encima de mí. Me encanta, especialmente cuando lo que siento es amor, y empiezo a sentirlo ahora. Debe de ser cosa de la edad porque últimamente me enamoró muy fácil. Aunque es cierto que mi amiga Luciana siempre dice que siempre he sido muy enamoradiza.

Luís se tomo su tiempo, me la fue metiendo muy despacito, y sacándola igual de espacito. Me encanta así. Y poco a poco, fuimos cogiendo otra vez la compenetración. Yo no me quedaba quieta. Le acompañaba en los movimientos ayudando a la penetración y a que esta fuera muy profunda. Yo le comía la boca y movía mi pecho para frotar mis tetas contra su pecho. El segundo orgasmo no tardó en llegar, y pronto, la sábana estaba mojada de todo el fluido vaginal que salía de mi coño más lubricado que nunca. La sensación de mariposas en el estómago se extendió a todo mi cuerpo y alcancé el que entonces era el mejor orgasmo de mi vida. Intenso, duradero, prolongado, deseado y disfrutado hasta la última mil millonésima de segundo. No sé si fue uno solo o miles de ellos seguidos, pero el placer que sentí no puedo describírtelo.

Acabé antes que Luís y me quedé muy relajada, esperando y deseando que él disfrutara de mi. No tuve que esperar mucho.

—Me gustaría correrme dentro de ti ¿Puedo hacerlo nenita?

—Claro que si mi amor, soy toda tuya.

Noté las pulsaciones de su pene descargando su semen dentro de mí y eso, en lugar de excitarme, curiosamente me llenó de una extraña satisfacción.

Nos quedamos dormidos de inmediato y no despertamos hasta que comenzó el impertinente ruido de un despertador

—Ya va a salir el sol, nenita —advirtió Luís dándome un beso en los labios.

Me desperecé mirándolo, con una sensación extrañamente feliz y solo pude decirle—Aún podemos hacer el amor antes de irme.

Y follamos, si el polvo de la noche fue bueno, este le superó. No acababa de metérmela y ya estábamos completamente compenetrados, coordinando nuestros movimientos, retorciéndonos al unísono. No tuve necesidad de pedirle que se pusiera encima, ni que me lo hiciera despacito, ya sabía cómo tratarme. Sabe como tratarme para que disfrute el sexo como nunca he disfrutado. Poco a poco, esa maravillosa sensación fue ganando todo mi cuerpo, sentía placer hasta en la punta de los dedos de los pies. Un nuevo y espectacular orgasmo fue creciendo, esta vez desde mi pecho y mi coño para converger en mi vientre y expandirse por todo mi ser. Nunca, nunca, nunca había sentido nada parecido. Tan emocionada estaba que de forma natural e irreflexiva le pedí que se corriera dentro de mi—Te necesito dentro de mí, mi amor —pude decirle entre convulsiones de placer. Nunca había gozado tanto con nadie. ¡Y era nuestro tercer polvo!

Luís insistió en que nos fuéramos— He de cumplir mi acuerdo con ti tío —dijo tirando de mi—Esta noche más y mejor.

Mis ojos hicieron chiribitas solo en pensar que este polvo sería mejorado y se lo dije—Eso espero amorcito, porque nunca nadie me había hecho el amor como hasta hace un momento.

—¿Tanto te ha gustado?

—El mejor polvo de mi vida.

Luí son contestó, no habló nada en todo el camino a casa de mi tío. Pero al llegar y bajarme del coche me preguntó— ¿Vendrías a cenar conmigo esta noche?

—Claro que si mi amor, a donde quieras.

—Entonces estate preparada que a la puesta el sol vendré a buscarte.

— ¿Y qué me pongo?

Luís dudó pero con muy buen criterio dijo— Bueno, ya veremos, ya lo decidiremos sobre el momento.

El resto del día no hice otra cosa que dormir y deambular por la casa de mi tío, son ningún criterio ni tampoco ganas de tenerlo. Desnuda, por supuesto. No hice otra cosa que pensar en los maravillosos polvos que me había echado Luís la noche anterior.  Pero curiosamente, no me excité, no tuve necesidad de autosatisfacerme. Solo esperaba la noche.

Q.

Cartas de Q

Q es un amiga que nos cuenta su ajetreada vida sexual en forma de cartas, periódicamente nos envía una para darnos a conocer su intensa vida sexual. Discreta como pocas, es una mujer que disfruta del sexo intensamente practicándolo de forma entregada y libre.

Dispone de un amplía lista de compañeros de juegos y también de compañeras. Desde sus sobrinos, tío, vecino, amigas, hijos de sus amigas, en definitiva, cualquiera que sea capaz de cumplir sus exigencias sexuales.

Van dispuestas según se han ido recibiendo, la más antigua arriba y la más moderna al final, aunque cronológicamente no sigan el orden establecido.

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