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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Follando en el coche
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Salí a cenar sola y pagué con mi tarjeta, y luego me dirigí a mi coche. Eric, un ex-novio, se me acercó cuando me iba y me preguntó si quería que me acompañara hasta el coche, a lo que le respondí que me parecía muy amable por su parte. La mirada en sus ojos y el temblor en mi cuerpo, indicaba que aquello podría ser explosivo.

Cuando llegamos al coche, Eric se apoyó en la puerta y me preguntó si podía acompañarme dentro y charlar conmigo. Le dije que sí y entramos sentándonos en los asientos delanteros. Tan pronto como cerré la puerta, Eric se puso sobre mí, acariciándome los pechos y besándome el cuello. Mis manos se acariciaron sus costados y con un movimiento le desabotoné la camisa desnudándole el musculoso pecho. Su respuesta fue como esperaba, desabotonando también los botones superiores de mi blusa y con sus labios atacando el espacio de mi escote mientras mis manos palpaban sus músculos.

Eric pasó las manos por mi piel hasta mi espalda, y yo me levanté para ayudarle mientras me quitaba el sostén, desnudando mis pechos y grandes y duros pezones.

― ¡Dios, por favor tócame! ―dije y mis ojos se cerraron de placer. Tomó mi pecho izquierdo con su boca, chupándolo y lamiéndolo mientras sus manos exploraban mi piel. Empecé a retorcerme debajo de él, perdida en la sensación causada en mí por sus labios que ahora estaban en mi pecho derecho, mordiéndolo un poco y llevándome a nuevas cotas de excitación.

Jadeando y con el corazón acelerado, me quité los zapatos y empecé a tirar desesperadamente hacia abajo de sus pantalones, tratando de desabrochar su cinturón y liberarle la polla. AL verme hacer eso, Eric se desabrochó los pantalones. Me quedé sin aliento cuando se inclinó hacia mí y mis manos agarraron su polla enorme, acariciándola mientras me besaba y la frotaba por encima de mis bragas.

Abrí las piernas más de lo normal cuando noté que me levantaba la falda, luego continúo frotándose, excitándome, sin desnudarme completamente todavía, tanto como yo quería que hiciera. Cuando finalmente me apartó las bragas y empezó a tocarme con los dedos en el coño, me estremecí de excitación. No me había sentido tan excitada desde hacía demasiados años y no podía creer que aquello estuviera sucediendo, que se lo estuviera permitiendo y además, queriendo que sucediera. Me sorprendí un poco cuando, en lugar de acercarse más a mí, Eric se levantó del asiento delantero y se fue al de detrás, pidiéndome que fuera con él.

Se colocó en el medio del asiento trasero y tiernamente, agarrándome las manos, me guió hacia su regazo y su miembro. Yo me deshice de las bragas y jadeé mientras Eric me metía su enorme polla, encontrando mi clítoris fácilmente y haciendo que me corriera muy rápidamente. Mis caderas empujaron hacia arriba y hacia abajo mientras gritaba y sentía que mi cuerpo se rendía ante él, y lo oí gemir mientras goteaban mis jugos de amor por su entrepierna.

Eric me empujó hacia arriba sacó la polla diciéndome que quería oral. Se puso de rodillas en el suelo del asiento trasero y comenzó a mover mi boca arriba y abajo por su bien humedecido pene. Chupé con fuerza, entregándome a él completamente y permitiendo que su pene me follara por la boca a través de mis brillantes labios rojos. Eric entonces se inclinó hacia un lado haciéndome señas para que me recostara en el asiento, donde luego comenzó a meter toda la longitud de su enorme polla dentro de mí. Yo ya estaba muy mojada; lo suficientemente mojada como para permitir la penetración con mucha facilidad, y dejé escapar un profundo gemido mientras me tomaba.

Le envolví con mis piernas y enganché mis pies sobre sus hombros, no iba a dejarlo ir, lo necesitaba demasiado. Él mantuvo su movimiento de vaivén, cogiéndose a mis pechos y besándome amorosamente los labios mientras yo empujaba mis caderas hacia arriba para encontrar sus empujes mientras se movía dentro de mí. Me sentí como toda una mujer esa noche, Eric me hizo sentir muy sensual, y muy sexy, y por eso quería que me tuviera, y en ese mismo momento, todos los pensamientos sobre mi marido se fueron por la ventana mientras aquel hombre, que era un extraño, alcanzaba las profundidades de mi intimidad con ternura aunque que dejaba claro que me tendría aunque me resistiera.

Los labios de Eric me besaron en el cuello y por un momento temó que me dejara marcas visibles, pero nerviosamente lo dejé hacer y no pasó mucho tiempo antes de que pasara a otras delicias más sabrosas como mis pechos y pezones.

Mis suaves manos se movían por su espalda y sus costados y lo noté con cada empuje y no pude evitar gemir. Un sonido largo y prolongado que lo encendió aún más a Eric que empezó a acelerar el ritmo. Mi cuerpo se rindió y empecé a correrme, contrayéndome alrededor de su polla y enviando oleadas de placer por todo mi cuerpo. La respiración de Eric se hizo más rápida e intensa y por un momento pensé que se uniría a mí en el éxtasis, pero en cambio dejó de moverse por un momento― ¿Estás bien? ―Jadeé unas palabras poco más que sílabas segmentadas entre las respiraciones.

― ¡Dios sí! ―respondió antes de besarme intensamente.

Estábamos uno encima del otro, sus caderas se movían de nuevo y mi cuerpo anhelaba que cada centímetro de mi carne lo tocara. Mis manos se movían sobre él, mis piernas acariciaban su piel, mis caderas se elevaban desesperadamente hacia él y mi respiración se perdía por la irregularidad. Mi humedad después de mis orgasmos formaba un notable charco en el asiento, sin mencionar que el pene y los testículos de Eric estaban brillantes y empapados por mis jugos, y además, ahora estábamos sudando.

Estaba cerca, pero algo lo retenía, así que en mi confusión sexual usé mis piernas y caderas para ayudarle a cogerme, y le metí la mano entre las piernas para masajearle los testículos mientras lo besaba, con mi lengua explorando el interior de su boca.

El ritmo de Eric comenzó a acelerarse y sus gruñidos me estaban volviendo loca; a aquel ritmo llegaría al orgasmo otra vez antes que él. Orgasmo que tuve, intenso y duro, trabando mis piernas alrededor de él y dejándome llevar al llegar, y en ese instante, las contracciones que se producían en mí, resultaron ser demasiado irresistibles para él, que con un profundo empujón final comenzó a eyacular una poderosa serie de chorros que enviaron oleadas de semen en mi vagina y en mi cuerpo.

Nos miramos fijamente a los ojos mientras nos corríamos, Eric eyaculaba dentro de mí y mi cuerpo aceptaba su semen con placer. Después hablamos un rato y decidimos que lo haríamos de nuevo, que muy pronto lo volveríamos a hacer, posiblemente en su casa. Después, salió del coche y se fue.

Montana

Otro relato ...




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