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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Follándose a mi mujer
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Introducir a mi esposa en el sexo fuera del matrimonio, que fuera una esposa cachonda y me hiciera cornudo fue lo mejor que he hecho. Al principio era tímida con sus aventuras y siempre tenía sus encuentros sexuales fuera de casa. Luego cuando la limpiaba me contaba con detalle como la follaban. Con el tiempo se ha vuelto más atrevida, y ya no tengo que sugerirle cómo debe actuar. A todos mis amigos les encantaba venir porque Andrea siempre llevaba ropa insinuante. Usa bikinis diminutos cuando toma el sol en la piscina y cuando hace las tareas domésticas suele llevar pantalones cortos ajustados y camisetas de tirantes, sin sujetador.

Una noche, que estábamos en la terraza después de cenar, llevaba un pantalón corto de algodón blanco y una camiseta rosa de tirantes. Sus duros pezones se podían ver fácilmente a través del fino algodón y los pantalones cortos blancos hacían que sus piernas bronceadas se vieran aún mejor. Me senté a admirar su cuerpecito, me pilló mirando y me dijo― ¿Qué qué estás mirando?

― Estoy mirando lo hermosa que eres ―dije. Le encantan los cumplidos, así que se levantó y dio una vuelta lenta para mostrarme su cuerpo. Le pregunté si tenía alguna nueva aventura que contarme. Me dijo que fuera a prepararme una bebida y que me la contaría.

Cuando regresé estaba colocando las piernas en alto, sabe que me encantan sus piernas. Le di su cóctel y me senté para que me contara cómo había sido follada. Tomó un sorbo y dijo que era muy fuerte. Sonreí y le dije que siguiera adelante. Tomó otro sorbo y dejó la copa, cruzó las piernas y vi que los músculos de sus muslos se tensaban.

― Sabes que es uno de mis folladores favoritos. Pues me dijo que se había quedado sin trabajo y me había pedido que fuera a pasar el día follando.

― ¿Siempre te habla así? ―dije.

― Sí, siempre me lo dice así cuando quiere follar.

― ¿Y fuiste con él? ―pregunté.

Ella protestó diciendo que la dejara contar la historia. Me disculpé y dije que por favor continuara.

― Me metí en la ducha y me rasuré bien y suave, luego me puse aceite de bebé en las piernas para que se suavizaran.

― ¿Y qué ropa te pusiste? ―intervine.

― A Tim le encanta cómo me quedan mis piernas con medias de nylon, así que me puse un liguero y un par de medias largas.

Ya sé que medias son, se las sube tanto que los labios del coño le rozan la banda ancha de la parte superior, y pregunté― ¿Y qué más?

Ella dijo que eso era todo y volví a preguntar ¿No habrás ido a su casa a plena luz del día sólo con medias?

Se rió y dijo― No, llevé una chaqueta hasta que llegué delante de su casa, y antes de salir la dejé en el coche.

― Así que fuiste desde el coche hasta la puerta de su casa prácticamente desnuda.

― Sí ―dijo― y luego la excitación me hizo mojar.

Continuó diciéndome que había llamado al timbre y él se había tomado un tiempo extra antes de abrir la puerta, así que ella estuvo allí desnuda bastante tiempo.

― ¿Qué pasó después de entrar?

― Pues que follamos.

― ¡Oh no, no vas a dejarlo así! Dime qué hicisteis ―Pregunté.

― Tim llevaba un pantalón de pijama y una camiseta y podía verle la polla balanceándose. Luego me acercó una copa de vino y me dijo que ante nos la tomáramos. Nos la tomamos y al acabar, me llevó a su cama.

Contó que se habían pasado más de cinco horas follando, y relajándose, y luego volviendo a follar.

― ¿También viniste de vuelta a casa desnuda?

― Tim me dejó ponerme una de sus camisas

Ella dijo que. Le pregunté por qué no me lo contó cuando llegó a casa esa noche y dijo que le dolía mucho el pobre coño y que no quería follar conmigo.

Gogo

Otro relato ...




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