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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Grupo de amigos en el garaje
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Acababa de comprar una motocicleta, en realidad había comprado dos motocicletas. Ninguna de ellas funcionaba así que utilizaría las dos para reconstruir una y aprovechar piezas como repuestos. El lugar dónde compré la moto estaba a unas dos horas de distancia, así que tuve que recurrir a dos amigos; Michu, porque sabía de motos, y Fredo, porque tenía una camioneta. Después de ir hasta allá, cargar y regresar, cuando volvimos a casa ya era de noche.

Estaba emocionado por mostrar mi compra a mi esposa, Marisa, así que mientras mis dos amigos la descargaban del camión, yo entré a buscarla. La encontré con una bata de seda negra que no era corta, pero quedaba por encima de su rodilla. Al principio, ella no quería ir al garaje, pero la convencí para que lo hiciera. Tomé unas cervezas y nos fuimos al garaje.

Me considero un entusiasta de las motocicletas pero Marisa es menos entusiasta de las motos. Por mucho que nosotros tres señaláramos los puntos más interesantes de una Yamaha RD-400, ella no estaba impresionada. Fingió interés hasta la segunda ronda de cerveza, pero luego dijo― Ya está bien, voy a volver a casa―y se giró hacia la puerta. Pensando que iba a ser solo una broma un poco juguetona, me acerqué rápidamente y le di la levanté a la parte de atrás de su bata. Esperaba verla con pantalones cortos bajo la bata, me imaginé que lo peor serían sus bragas. Así que mis amigos podrían echar un ojo a sus bragas; un poco embarazoso, pero definitivamente no demasiado incómodo. ¡Pero lo que vimos fue su culo desnudo!

Me quedé atónito. Tiene un cuerpo excelente y siempre la animo a que lo muestre un poco, pero rara vez lo hace. Esta es una de las pocas veces que está desnuda debajo de su bata y termino mostrando su trasero a mis amigos. Y no hay duda de que lo vieron― ¡Guaaauu! ―dijeron ambos al unísono.

Yo quedé petrificado temiendo su reacción, pensé que me gritaría o me abofetearía pero me quedé atónito porque no lo hizo. Todo lo que hizo fue bajarse la bata y decir juguetonamente― ¡Párate!

Puede que me quedara aturdido pero Fredo no, entendió la juguetona respuesta y decidió ser él también juguetón― ¡Vamos, muéstranos algo! ―dijo mientras la agarraba de la bata.

― ¡Para! ―dijo ella riendo mientras intentaba detener su mano.

― ¡Vamos! Muestra…―dijo él― Muéstranos algo ―insistió mientras agarraba la bata.

― ¡No! ―respondió ella.

Michu se unió al juego y a las peticiones― ¡Muéstranos… muéstranos algo! ―Entre las risas y los agarres era casi como una pelea de cosquillas que Marisa estaba perdiendo. Muy pronto, la parte delantera de su bata comenzó a abrirse y dependiendo de cómo se torciera, podíamos ver una o ambas tetas, pequeñas y alegres y su coño bien recortado.

― ¡No! No, no, no ―siguió repitiendo ella hasta que finalmente dijo― ¡Vale! Lo haré pero sólo para que paréis.

― De acuerdo ―gritaron ambos. Creo que yo estaba en shock.

― Aquí, sube a la mesa, y pongamos algo de música ―dijo Fredo, mientras empezaba a despejar mi gran mesa de trabajo. Michu encendió mi radio y sintonizó una emisora de música. Miré a Marisa y ella me miró como si me preguntara― ¿Debería o no debería? ―Me encogí de hombros y dije― Bueno, lo prometiste, y de todas formas ya te han visto casi todo.

Ella se encogió de hombros y dijo― Bien, aquí va ―y con la ayuda de Fredo se subió a mi mesa de trabajo. En algún momento se las arregló para ajustarse la bata. Afortunadamente, mi mesa de trabajo es muy grande, así que tenía mucho espacio para moverse. Aun así, parecía un poco nerviosa pero el hecho de que, mi normalmente tímida esposa, estuviera a punto de desnudarse frente a mis amigos también puede haberla puesto nerviosa.

No tardó mucho dejar de estar nerviosa. Empezó moviendo las caderas y los brazos al ritmo de la música. De vez en cuando, giraba y la bata se subía. En cada giro todos tratábamos de echar un vistazo para ver lo que había debajo, lo cual no era muy difícil, porque al estar de pie sobre la mesa, su culo quedaba a la altura de nuestros ojos.

En un momento, en la radio comenzó a sonar una canción lenta, y ella actuó en consecuencia. Mientras movía sus caderas deslizó la mano derecha por su bata y se acarició el pecho izquierdo. Luego abrió su bata lo suficiente para que el pecho quedara visible mientras jugaba con el pezón. Luego se quitó la bata de los hombros, y con ella atada alrededor de su cintura como una falda, se balanceó mientras jugueteaba con las tetas.

Mis amigos estaban de pie contra la mesa con sonrisas lascivas en sus caras. Marisa se inclinó, agarró a Fredo por los lados de su cabeza, y le frotó las tetas en la cara. Sus tetas pueden ser pequeñas pero no dejó ni un centímetro de su cara sin tocar. Ella se echó hacia atrás un poco, y él empezó a lamer y chupar sus pezones. Michu dijo― ¡Oye, yo también quiero! ―y ella se fue hacia él y le dio el mismo tratamiento. La miré con bastante expectación, pero ella sólo sacudió la cabeza con un no.

Se separó de Michu cuando empezó otra canción lenta. Otra vez comenzó a balancearse. Lentamente tiró del cinturón de su bata y lo dejó caer. Allí estaba mi esposa, bailando desnuda en mi banco de trabajo frente a dos de mis amigos. No sé ellos, pero mi polla estaba tan dura que pensé que se me saldría de los pantalones. Mientras se balanceaba al ritmo de la música, sus manos viajaban por todo su cuerpo mientras se acariciaba. Sus tetas, su trasero ¡Su coño! Allí estaba mi normalmente tímida esposa jugando con su coño delante de mis dos amigos. ¿Qué estaba pasando? Justo cuando pensaba que lo había visto todo ella hace algo más. Casi me desmayo y si hubiera tenido alguna idea de lo que iba a pasar habría cogido una silla.

Completamente desnuda, Marisa se acostó en la mesa y abrió las piernas, con uno de mis amigos mirándole directamente al coño. Luego, giró su dedo corazón alrededor del clítoris un par de veces, y se lo metió en el coño. Se metió el dedo un par de veces y luego lo sacó. Su coño estaba ahora completamente expuesto, sus labios se habían abierto y brillaban húmedos.

― ¡Tadá! ―dijo ella indicando que su parte del show había terminado y mis amigos aplaudieron.

Mientras ellos dos la ayudaban a bajar de la mesa, estoy seguro de que se ayudaron a sí mismos y se las arreglaron para tocar algo. En ese momento, a Marisa no sólo no le importó, sino que lo disfrutó― No me lo puedo creer ―dijo con una sonrisa― que después de todo lo que os enseñé no haya podido ver ni una sola polla ―Después de todo, ella era la única desnuda del grupo.

― Puedo encargarme de eso ―dijo Fredo y con un movimiento fluido dejó caer sus pantalones hasta los tobillos. Su polla ya estaba dura como una roca y sobresalía. La tiene un poco más larga que yo, pero la mía es más gorda.

―En la mesa, señor, si yo lo he hecho tú también puedes ―dijo Marisa. Fredo se quitó los pantalones y se subió a la mesa. Llevando sólo la camiseta, bailó alrededor de la mesa. Su polla se movía con su baile. Lentamente, y de una manera más humorística y seductora, se puso la camiseta en la cabeza y bailó desnudo sobre la mesa con la polla a la altura de nuestros ojos.

Marisa parecía estar disfrutando, se acercó al borde de la mesa y se rió, gritó y aplaudió las payasadas de Fredo. Imitando sus acciones, Fredo la agarró por ambos lados de la cabeza y empezó a frotarle la polla por toda la cara. En un momento dado, ella abrió la boca y él le metió la polla. Él mantuvo su cabeza quieta y empujó sus caderas hacia adelante y hacia atrás. Mientras Fredo la cogía, Michu empezó a sentirse excluido, así que se puso por detrás de ella y la rodeó con sus brazos. Con una mano jugueteó con sus tetas, y con la otra le tocó el coño.

Marisa rodeó la polla de Fredo con una mano y empezó a metérsela en la boca. Pronto los gemidos de mi amigo comenzaron a elevarse y era obvio que estaba a punto de correrse. Se corrió y supongo que su primer chorro de semen fue en la boca de mi esposa porque ella tosió un poco. Le sacó la polla pero siguió eyaculando y el segundo chorro la alcanzó en el ojo derecho y la mejilla. El tercer chorro fue en su pelo y el cuarto sobre su pecho y sus tetas. Luego ella metió de nuevo la polla en la boca y la chupó hasta dejarla limpia.

Aparte de limpiarse un poco los ojos no intentó limpiarse el resto del semen― Necesito que me laman ―dijo, y una vez que Fredo se bajó de la mesa, ella se subió, se acostó de espaldas y abrió las piernas. Fredo se zambulló primero en la cara y empezó a devolverle el favor― ¿Michu, por qué no subes aquí y me dejas chuparte la polla? ―preguntó. Quizás porque estaba casado era un poco reacio ¿pero quién podría resistirse a una invitación como aquella? Se quitó los pantalones y nosotros, tanto Fredo como yo, quedamos asombrados tanto por la longitud como por el grosor de su polla ¡Era enorme!

Cualquier timidez que hubiera poder tenido desapareció rápidamente cuando Marisa dijo― Sí, creo que puedo meterme todo eso en la boca ―Y lo hizo.

Definitivamente, yo era el más raro de todos. Hacía muy poco de tiempo estábamos hablando de motos, y ahora, solo unos momentos después, estoy aquí viendo a mi esposa chuparle la polla a un amigo, mientras otro le come el coño. No había manera de que pudiera haber previsto nada de esto. Entonces ocurrió lo inevitable. Fredo se puso de pie y empezó a frotarle la polla alrededor del coño. Ella jadeó ligeramente y luego dijo la palabra que yo sabía que iba a decir. Una sola palabra dicha tan suavemente que apenas era audible, pero sonó como un trueno en mi cabeza― ¡Fóllame! ―susurró ella, y él obedeció. Lenta e imparable, su polla se abrió paso entre los labios de su coño. Lentamente, muy lentamente empujó hasta que su polla estaba tan adentro que sus pelvis se tocaron― Aaahhh ―dijeron al unísono, como si de alguna forma estuvieran acoplados de alguna manera más profunda que sólo su pene y la vagina de ella. El sonido que escuché estaba lejos de ser un simple suspiro de alivio. El sonido que escuché fue como el sonido del hierro al rojo siendo sumergido en agua fría. Así como la naturaleza del metal cambia también cambió mi naturaleza. Porque esa noche, en mi garaje, vi a un hombre meterle la polla a mi mujer, y me quedé mirando fascinado, completamente vestido y con la misma botella de cerveza que había tomado quince minutos antes. Me había convertido en un cornudo.

Casi tan lentamente como la puso, la sacó. Entonces ambos gruñeron de nuevo. Salió lentamente del todo, entonces, un poco más rápido se la metió, y luego otra vez lentamente hacia afuera. Y así, hacia dentro y hacia afuera, adentro y afuera. Y cada vez más rápido, follando hasta que chorreaban sudor follando a la vieja usanza. No sé si Michu le había metido la polla en la boca otra vez, así que no puedo decir si tenía dos pollas dentro a la vez. Cuando le presté atención a Michu, se estaba masturbando sobre su cara y eyaculó en su cara y el pecho.

Ahora toda la atención estaba puesta en Fredo y Marisa, estaban cogiendo, y cogiendo, y cogiendo, y por lo que a ellos respecta, el resto del mundo no existía. Fredo pareció correrse con tal fuerza que hasta yo me estremecí y cuando parpadeé los ojos, pareció que se disparó un flash. Él se la sacó y lanzó un chorro de semen en la parte exterior de su coño, y vi otro destello de luz. Luego un tercero. Miré rápidamente detrás de mí y vi a mi vecino Rubén con su cámara de pie justo en la puerta.

― Hola, Toni. Espero que no te importe, vi luz encendida y que vine a tomar una cerveza. Cuando entré y vi lo que estaba pasando pensé que podría probar mi nueva cámara ―Otro nuevo destello de flash cuanto tomó otra, y otra, y otra...

Marisa se recostó en la mesa con las piernas abiertas. Los labios de su coño estaban rojos e hinchados por la cogida que acababa de recibir. Estaba cubierta de semen, su pelo, su cara, sus tetas, su coño. Sin embargo estaba dejándose hacer fotos y no parecía importarle. Aún no había tenido un orgasmo y por eso es quizás lo que la llevó a poner su mano entre las piernas y empezar a masturbarse.

Un flash y otro, y otro y allí estaba mi esposa jugando consigo misma frente a otros tres hombres, mis dos amigos y nuestro vecino del al lado. Creo que ella estaba posando para estas fotos y de repente dijo con voz muy sensual pero claramente audible― Necesito una polla dentro de mi coño ahora mismo.

Marisa siempre ha sido muy conservadora, sólo la he oído usar la palabra "polla" una o dos veces. Y siempre dijo que no le gustaba la palabra "coño, que para ella, era sucia y vulgar― Sólo las putas usan la palabra coño ―Solía decir y ahora la usaba. Mi esposa se había degradado a si misma a ser a una sucia, vulgar y puta. Pero no me importaba porque iba a tener algo de sexo.

― ¿Oye, alguien puede unirse a esta fiesta? ―preguntó Rubén.

Antes de que pudiera responderle algo, Fredo se adelantó y le dijo― ¡Claro, únete!

Yo me sentí sorprendido y un poco molesto, era mi esposa y sería también decisión mía a quién se coge y a quién no. Además, yo quiero sexo también. Esas son cosas que debería haber dicho pero no dije nada. Me quedé en silencio mientras Rubén se bajaba los pantalones. Puede que haya jadeado de forma audible cuando su polla quedó a la vista. Era larga, realmente larga, medía al menos veinticinco centímetros. Fredo y Michu dijeron― ¡Guauu! Y juraría que Marisa dijo― ¡Ooohhh!

Mi esposa movió para poder cogerla con sus manos. La besó la acarició, la lamió. Se las arregló para meterle la mitad en la boca y la chupó hasta que estuvo completamente dura― ¡Fóllame con esa cosa! ―suplicó

― Como quieras ―dijo Rubén― ¿Oye Toni, puedes traer unas cervezas?

― Claro, puedo traer cerveza, lo que sea.

Cuando salí a por las cervezas, los gritos de Marisa a ser penetrada por aquella polla monstruosa quedaron amortiguados cuando cerré a la puerta detrás de mí.

Me quedé un rato en la cocina con algunas emociones enfrentadas. Una parte de mí quería huir, otra quería volver al garaje para mirar y otra parte no sabía qué hacer. Una cosa que sabía con certeza era que si pensaban que iba a volver corriendo con sus cervezas estaban equivocados.

Cuando volví al garaje, unos diez minutos después, Marisa estaba de rodillas y Rubén se la estaba cogiendo por detrás. Fredo estaba de manos y rodillas delante de ella que le lamía el culo, mientras le frotaba la polla como un trombón. Miré durante unos minutos y volví a entrar en casa. Cuando volví, un poco más tarde, encontré a Michu tumbado en el suelo y Marisa cabalgándolo con la polla su culo mientras le chupaba la polla a Rubén.

Más tarde, yo ya estaba en casa cuando Rubén entró y dijo― Gracias por todo, Toni, nos vamos. Puede que tengas que ayudar a Marisa a venir desde el garaje ―Le dije que no había problema y, sin saber por qué se lo dije, estuve de acuerdo con él cuando dijo que tendríamos que hacerlo de nuevo.

Fui al garaje y me encontré a Michu, Fredo y un repartidor de pizzas que no sé cuándo llegó. Los tres se despidieron y rápidamente se fueron. Encontré a Marisa acostada sobre la mesa de trabajo. Estaba muy cansada, débil y cubierta de semen. Puede que les haya limpiado las pollas a los otros cuatro, pero no se limpió a sí misma. La primera corrida que Fredo le había rociado probablemente todavía estaba en algún lugar del cuerpo de ella. La levanté suavemente y la llevé a la casa. Estaba desnuda y tuvimos que salir afuera pero en ese momento y en su estado no creí que le importara. La llevé al dormitorio y antes de acostarla en nuestra cama se me acercó y me besó profundamente. Su beso sabía a semen, a culo, a coño, a sexo― Gracias por dejarme divertirme ―dijo que mientras la acostaba. Casi inmediatamente se durmió y de alguna manera supe que volveríamos a hacer aquello.

Godo

Otro relato ...




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