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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Guardián del tesoro
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Fui a una despedida de soltera y me alegré mucho de haberlo hecho ya que el entretenimiento fue el mejor que he tenido nunca. Dejadme que os lo cuente.

Me invitaron porque mi compañera de trabajo se casaba la semana siguiente. Decidí arreglarme para el evento y, según mi marido, estaba muy guapa cuando me despedí de él y me dirigí a la fiesta. Llevaba una falda corta y un top que se ajustaba muy bien a mi cuerpo. Por no hablar de que también lucía un buen escote.

Llegué a la fiesta y estaba disfrutando de mi segundo cóctel cuando la dama de honor anunció que debíamos tomar asiento porque el espectáculo estaba a punto de comenzar. Miré a mí alrededor y fue entonces cuando Bea, la futura novia, me agarró del brazo y me pidió que me sentara con ella en el sofá y pensé― ¿Por qué no? ―ya que estaba en la primera fila del escenario. Así que nos sentamos y Marina se unió a nosotras. Entonces, empezó la música y aparecieron dos bailarines masculinos y había unas 20-25 mujeres allí para el espectáculo. Marina se inclinó hacia nosotras y nos dijo― El que lleva el traje de vaquero ¡lo quiero! ―Uno de ellos iba vestido de policía y el otro de vaquero, con tanga, sombrero de vaquero y una máscara que le cubría la cara, pero no la boca. A primera vista, pensé que tenía un calcetín en el tanga, ya que el bulto era realmente grande.

Los bailarines trabajaron en la sala y luego se dirigieron a bailar frente a Bea, frente a nosotras. Marina fue la primera en agarrarse a los dos, apretándoles el culo a ambos. El policía se fue a bailar con otro grupo de mujeres, mientras el vaquero, llamado El Guardían del Teesoro, seguía impresionando en nuestra zona.

Marina miró a Bea y le dijo que se divirtiera. Bea me había confiado en discusiones anteriores que sólo había estado con un hombre, su próximo marido, y que le daba mucha vergüenza tener strippers en su fiesta. Los ojos de Bea miraban lo que la mayoría de nosotras estábamos mirando, el bulto del vaquero. El vaquero le preguntó a Bea si estaba lista para ver más, Marina respondió rápidamente―Claro que sí, enséñanos esa polla tuya.

El vaquero tomó la mano de Bea y la frotó sobre su tanga. Bea la apartó rápidamente y al hacerlo, hizo que el vaquero se riera. Miró a Bea y le dijo que no fuera tan tímida y tomó su mano y la puso ahora sobre su tanga― ¡Adelante, sácala! ―le dijo el vaquero a Bea que lo hizo y todas nos quedamos con la boca abierta. Marina gritó― ¡Claro que sí, mira el tamaño de este tipo! La polla estaba flácida, sin circuncidar y colgaba al menos 15 centímetros. Empezó a girar sus caderas, haciendo que su polla empezara a volar. Me incliné hacia Bea y le pregunté qué pensaba y respondió― ¡Es tan jodidamente grande!

Marina extendió una mano para agarrar su polla, y él retrocedió― Todavía no, señora, la novia tiene que ser la primera ―Marina agarró la mano de Bea y le dijo que agarrara aquella cosa. El vaquero se acercó a Bea y ella lo hizo pero mano era incapaz de cerrarse alrededor de aquella polla. Bea empezó a decir una y otra vez― Es tan jodidamente grande, es tan jodidamente grande.

Lo era, y cada vez era más grande, ya que el vaquero estaba empezando a disfrutar de toda la atención de Bea, que ahora le estaba acariciando la polla. El vaquero se inclinó y besó a Bea en la mejilla― Volveré a por ti en un minuto ―dijo, y luego comenzó a bailar en la sala.

El policía volvió hacia nosotras y también lucía una bonita polla, pero no estaba a la altura de la de El Guardían del tesoro. Bea gritó― ¡Agente, trae tu polla aquí! ―Ella estaba empezando a disfrutar y eso estaba bien para mí, ya que tenía un asiento de primera fila para toda la acción por venir. De nuevo frente a nosotras, Bea no necesitó ayuda para agarrar la polla semidura del vaquero. Aun así, ahora parecía tener al menos 20 centímetros pulgadas y seguía creciendo.

― Bea, tienes que meterte esa polla en la boca ―gritó Marina, y luego empezó a cantar― Mamada, mamada, mamada ― ¡Diablos! incluso yo empecé a cantarlo. Entonces Bea se acercó y empujando el prepucio hacia atrás, besó la punta de la polla.

― Aquí me tienes Bea, no te detengas ahora, disfruta, hazme lo que quieras―dijo el vaquero.

Bea se llevó la punta de la polla a la boca, chupándola y lamiéndola, sin dejar de acariciarla hasta la erección total. Me incliné hacia atrás y noté que Marina sólo miraba la acción frente a ella, y las demás mujeres presentes se habían acercado al sofá, rodeándolo y contemplando la acción. Todas estábamos animando a Bea― ¡Chúpala chica, haz que se corra! ―Bea estaba tratando de metérsela en la boca pero era demasiado grande, que tenía que ser un total de más de 25 centímetros de largo y por lo menos siete de ancho, pero ella estaba tratando de conseguirlo.

Bea llevaba una falda corta y con el movimiento en el sofá, sus bragas quedaron a la vista. El vaquero se agachó y empezó a jugar con ellas, como si las moviera a un lado y deslizara dos dedos en su coño caliente y húmedo Bea empezó a gemir y se detuvo para respirar― ¿Quieres follarme? ―dijo mirando directamente a los ojos del vaquero.

― Ya he dicho antes que soy tuyo para hacer lo que desees ―respondió él.

Bea se sacó la polla de la boca y se acercó al brazo del sofá sentándose a mi lado, abriendo las piernas y apartando las bragas― Fóllame, déjame tener esa polla dentro de mí.

El Guardían del tesoro se acercó, Bea agarró su polla, la colocó en su abertura y luego se inclinó hacia atrás. Mi cara estaba justo allí y jadeé cuando empezó a metérsela dentro de Bea. No se detuvo hasta que entró hasta el fondo, se detuvo pero no se movió, no tuvo que hacerlo, Bea nunca había tenido algo tan grande dentro de ella y se estaba corriendo y se lo hizo saber a todos― Ooohhh me estoy cor... cor… iendo... me corro... ooohhh! Su convulsión era incontrolable y se sacudía y mientras el vaquero la agarraba de las piernas-sujetándolas y comenzaba a meter y sacar lentamente su polla de ella. Bea seguía diciendo que se corría una y otra vez.

El olor fresco del sexo estaba en el aire y empecé a disfrutar frotando mi clítoris a la vista de todos los que nos rodeaban, pero con la otra acción en curso. Realmente no creo que nadie me viera masturbarme. Me quité los zapatos y me puse de rodillas, todavía en el sofá y al lado de Bea, que estaba recibiendo la follada de su vida. Ella ya se estaba corriendo de nuevo, y el vaquero apenas estaba empezando. Fue entonces cuando se retiró rápidamente, y posicionó a Bea sobre el brazo del sofá, la estaba preparando para el perrito. Volvió a metérsela y le preguntó cómo lo quería― Por favor, fóllame duro ―El vaquero empezó duro y la encendió de verdad cuando Bea miró hacia atrás y dijo― Más duro ―De nuevo, se estaba corriendo y yo también llegué al clímax, soltando un fuerte gemido e inclinándome sobre el respaldo del sofá para estabilizarme. No podía evitarlo, era tan excitante ver aquel encuentro sexual tan caliente delante de mí.

Justo en ese momento, Marina gritó― Cuidado señoras, creo que va a explotar ―refiriéndose al vaquero que ahora se la sacaba de Bea y la tomaba en la mano.

― ¿Quién lo quiere? ―Anunció mientras se frotaba la enorme polla-

Marina se apresuró a tomar la iniciativa y se colocó para recibir su ración de semen. Él le lanzo la carga de semen en su boca, pero era demasiado para Marina que se atragantó y él terminó en toda su cara. A Marina le encantó, sin embargo, el vaquero no había terminado, ya que comenzó a moverse y a bailar en la sala de nuevo. Su polla, al parecer, se mantenía dura mientras bailaba hacia donde el policía estaba ahora atendiendo a otra invitada.

Me recuperé y miré a Bea, que estaba volviendo a la realidad. Le pregunté cómo se sentía― Puede que no vuelva a caminar, pero ¡maldita sea, esa es la mejor polla que he tenido nunca! ¿La has visto...? Es tan jodidamente enorme.

Me excusé y fui al baño, cuando me bajé las bragas empapadas para orinar, me las quité y las dejé allí. Al volver a la sala me di cuenta de que el vaquero estaba ahora atendiendo a Marina. Estaba en el suelo y Marina lo montaba como si no hubiera un mañana― ¡Dios, sí! Estaba esperando este momento la última vez que te vi ―dijo ella mientras rebotaba sobre la enorme y dura polla del vaquero― Yo lo he conseguido ―dijo el vaquero refiriéndose a meter su polla dentro de ella. Marina estaba incontrolable cuando empezó a frotar su hueso pélvico contra el de él ¡Estaba hasta las pelotas! Marina anunció que se estaba corriendo, y para todos nosotras, parecía que no iba a parar. Pasaron los minutos; Marina finalmente se quedó sin fuerzas, desplomándose sobre el pecho del vaquero. No se movió hasta que el vaquero le dio un golpe en el culo y ella se levantó y continuó con el masaje pélvico corriéndose de nuevo, pero sin dejar de hacerlo desde su primera corrida. Esta vez el vaquero la apartó de encima y se levantó para ir a beber agua. Todos vimos cómo tomaba el vaso y lo inclinaba hacia atrás, llevándose un poco a la boca pero lo demás sobre su cuerpo duro y brillante. Su polla, todavía en plena atención, se volvió hacia nosotros y dijo― Hmm… ¿Quién será la siguiente?

Inmediatamente se me debilitaron las rodillas y mi coño empezó a palpitar ―por favor, que sea yo... elígeme, elígeme... ―me decía a mí misma. En ese momento, Bea gritó― Esta es mi fiesta, ¿no? Creo que debería elegir a la siguiente chica para ti ―El vaquero estuvo de acuerdo y Bea empezó a mirar alrededor de la habitación, posando finalmente sus ojos en los míos.

― Claudia, creo que sería muy excitante si te dieras una vuelta con él ―fue entonces cuando volví y dije mientras me levantaba la falda― No sé Bea, ¿crees que estoy preparada? ―mostrando mi coño sin bragas a todos. Luego me quité la falda y le ordené al vaquero que se sentara en el sofá. Me acerqué y me senté a horcajadas sobre él, permitiéndole colocarse debajo de mí. Después tomé su polla, la coloqué y empujé hacia abajo sobre él. Estaba tan mojada y preparada que me la metí toda. Hice todo lo posible por no decir nada al hacerlo, pero no pude contenerme― ¡Oh, joder, joder, oh, joder, joder! ¡Es jodidamente grande!

Pensaba que al ser yo quien estaba encima, tendría el control pero esa enorme dura puta polla me tenía desde el primer momento. El vaquero me agarró de las caderas y empezó a moverme hacia arriba y hacia abajo. Mis gemidos de placer eran muy fuertes empecé a calentarme más, así que me quité la camiseta y el vaquero me ayudó con el sujetador. Mis redondas tetas estaban en su boca, primero una, luego la otra. También me estaba dando palmadas en el culo, lo que fue la última de las sensaciones necesarias para que empezara a correrme― No pares bebé, muérdeme el pezón... muérdelo... fuerte ―le dije al vaquero mientras anunciaba mi orgasmo. Le agarré la parte trasera de la cabeza manteniéndola pegada a mi teta.

Lo monté hasta que tuve que parar, y cuando lo hice me envié aún más al límite haciendo lo que vi hacer a Marina, frotar mi pelvis contra la suya. ¡Joder, qué sensación tan increíble! y ya sé por qué Marina se desmayó... ¡Joder, qué sensación tan tremenda tener esa enorme y dura polla dentro de mí! He tenido mi cuota de pollas y esta era, con diferencia, la más grande, si no la mejor.

Solté mi mano de la cabeza del vaquero que se levantó y me empujó posicionándome en la postura del perrito, mi favorita. Se arrodilló en el sofá detrás de mí mientras yo estaba arrodillada frente a él y apoyada en el brazo del sofá. Se apresuró a metérmela y aquella sensación regresó ¡Me estaba corriendo y todo lo que tenía que hacer era entrar en mí! Empecé a empujar hacia atrás, moviendo su polla dentro y fuera de mí mientras me corría duro. No podía parar mi movimiento contra su polla empapándole con mi corrida ¡Era el éxtasis sexual total! El vaquero se limitó a agarrar mis caderas para estabilizarse y dejarme hacer todo el trabajo. Mis gemidos, como me dijo más tarde otra invitada la fiesta, se podían oír dentro del baño de mujeres.

― ¡Mierda! ¿Esa chica está follándote a ti, verdad? ―Las palabras venían del otro bailarín, el "policía.

― Sí, tío, ¡es un puto bicho raro!

El lenguaje sucio de los hombres me hizo caer en un bucle y grité― Sí, me encanta esta polla... me encanta que me folle... me encanta.

Al oírme, el vaquero empezó a follarme más fuerte y en poco tiempo, demasiado poco si me preguntas, la sacó y dejó su carga de semen por mi culo y espalda. Me quejé cuando se retiró― Nooo… nooo… ―pero ya estaba hecho. El vaquero había terminado. Se desplomó en el sofá y sonrió.

Todas las demás mujeres observaron cómo su polla, antes dura, se iba encogiendo poco a poco― No puedo aguantar más señoras... he terminado ¡Gracias! ―Se levantó mientras yo me daba la vuelta y apoyaba mi culo mojado en el sofá. Se inclinó y me besó en los labios y me dio las gracias por la maravillosa sesión. Le cogí la cabeza y le pregunté si podía volver a verle, y lo único que dijo fue― Ya veremos Claudia, quién sabe, igual me paso por tu despacho.

― Joder, ¿Este tío me conoce... de verdad?

El vaquero y el policía recogieron sus cosas y abandonaron la fiesta. Fui a buscar mi falda y me vestí. Bea y Marina me ayudaron y nos sentamos todas en una mesa y pedimos una copa. No hacía falta decir nada, pero Marina rompió la calma con una palabra― ¡Joder! Bea y yo nos miramos y yo dije― Sí, señora, seguro que lo era, y muy bueno ―Bea estuvo de acuerdo y las tres nos reímos, aunque era una risa cansada.

Me levanté y fui al baño, recogí mis bragas y decidí ponerlas en mi bolso. Llamé a mi marido y le pregunté si podía venir a buscarme, ya que había bebido demasiado. Mi marido apareció y me preguntó si lo había pasado bien. Le miré fijamente a los ojos y le dije que se diera prisa en llevarme a casa porque tenía mucho que compartir.

Claudia

Otro relato ...




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