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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Güendolina en el club de striptease
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Me arrodillé frente a la pared cubierta de grafitis. La luz se encendió y apagó varias veces por encima de mí. Miré y vi mi nombre escrito allí―Güendolina― Aquel lugar olía a una mezcla de orina, sudor y esperma. Vi un agujero y acerqué mi cara. No esperé mucho cuando una polla apareció a través del agujero. La agarré, chupándola con avidez. Estaba dura, venosa y muy oscura. Pasé mi lengua a su alrededor, luego abrí mi boca, introduciéndola y cerrando mis labios sobre la cabeza bulbosa. Chupé nada suavemente a través del agujero, un agujero de la gloria. Mi agujero de la gloria. Me levanté mientras seguía sujetando la polla y empujé mi trasero contra la pared. Empujé hacia atrás, sintiendo la dura polla contra mi coño. Estaba mojada, mojada de emoción y excitación. La polla me estiró, y luego me penetró. No sabía quién me estaba follando pero no me importaba. Yo era una puta “Glory-hole”. Y estaba allí para ser follada, follada por cualquiera que quisiera. El tipo vino, sentí su semen caliente dentro de mí. Se retiró dejándome vacía e insatisfecha. Luego otra polla pasó a través del agujero. Mi agujero de la gloria. Era blanca y no tan grande y me incliné para chuparla. Luego, otros muchachos salieron goteando de mí, dejando el semen corriendo por mis piernas. Y no me importaba, yo era la Gloria.

La alarma del despertador sonó fuerte en la mesita de noche a mi lado. Gemí, y apreté el botón de despertador. Me recosté en las almohadas y me estiré. Solo llevaba un par de bragas muy mojadas. Pasé mi mano entre mis piernas y estaba empapada.

Me duché, luego me maquille y me vestí cuidadosamente. Ropa interior de diseño, costosa, de seda y encaje, y transparente. Me abroché el cinturón del liguero alrededor de la cintura, ajusté los tirantes por debajo de mis bragas. Desplegué las medias por mis piernas colocándolas en su lugar. Me abroché en los tobillos las correas de mis zapatos rojos de tacón.

Después, me puse en pie y me miré fijamente el espejo de cuerpo entero. Parezco mucho más joven de la edad que tengo. Invierto mucho tiempo y trabajo en ello, el gimnasio tres veces a la semana y nadar mucho.

Tengo una buena figura, culo firme sobre unas largas y tonificadas piernas. Fijé la mirada en mis tetas, en mis pezones duros bajo el material de mi sostén. Mi coño claramente visible a través del tejido transparente de mis bragas. Mi coño depilado es suave como la seda.

Me puse una blusa blanca de botones y seleccioné un traje gris, me puse la falda gris corta y subí la media cremallera. Me ajusté la chaqueta, bajé las escaleras y salí a la luz del día.

― Buenos días Güendolina ―me dijo un estudiante al cruzarnos en el pasillo camino a mi oficina.

― Buenos días Güendolina ―me dijo la secretaria de la facultad mientras revisaba mi bandeja de correo. Ya era hora de mi primera sesión de asesoramiento de la mañana. Caminé hacia la sala de conferencias cuando el capitán del equipo de fútbol pasó en dirección opuesta, hablando con otro jugador de fútbol. Ambos jóvenes, y rezumando testosterona.

― Es una madura a la que me gustaría follar―le oí decir después de que me habían pasado.

Sonreí mientras pensaba― Y a esta madura le encantaría follarte.

Cuando entré en la sala de conferencias los estudiantes ya estaban sentados. Tomé asiento y, al hacerlo, traté a aquellos que me prestaban atención tuvieran una buena visión de mis bragas. Lo hice parecer un accidente, por supuesto. Y, por supuesto solo podía ser un accidente, una mujer de mi posición nunca excitaría deliberadamente a sus estudiantes. Volví a cruzar las piernas, dando a una nueva oportunidad a aquellos que no habían tenidos sus ojos en la dirección correcta de mis bragas encajonadas en el coño.

Desde entonces tuve toda su atención concentrada en mí. ¿Pensarían que era una madura cachonda? Me pregunté sabiendo la respuesta. Me levanté, ilustré algunos puntos en la pizarra. Accidentalmente me cayó el marcador de la pizarra y me incliné para recuperarlo. Se me subí la falda, dándoles un vistazo al muslo por encima de las medias. Me pregunté si podrían ver mis bragas cuando oí el jadeo de uno o dos estudiantes. De nuevo sonreí por dentro. Mi coño se estremeció, estaba excitada― No debes dejarte llevar ―pensé.

― ¿Viste cuando se inclinó, maldito infierno, pudiste ver su trasero y que usa medias de liguero? ―Escuché a un joven cuando salía de la sala.

Me serví un café en la sala de profesores, parte del resto del personal ya estaba allí y levantaron la vista, mientras me sentaba recatadamente.

― Ah, Güendolina, no sé si has oído algo, parece que nuestro equipo de fútbol está planeando hacer una fiesta con sexo ―dijo uno de ellos.

― No, no oí nada de eso ¿No son un poco jóvenes? y parece como si alguno de ellos estuviera planeando casarse ―dije.

― No, es algún tipo de iniciación, el capitán del equipo de fútbol probablemente está detrás de eso. Nos gustaría impedirlo, obviamente, pero realmente necesitamos algo más evidente que un rumor.

― Obviamente, ese tipo de cosas son asquerosas, y especialmente en nuestros estudiantes. Podría dejar mal a la universidad ―le dije― ¿Pero a dónde irían para tal cosa? ―pregunté.

― Hay un lugar a las afueras de la ciudad, cerca del club nocturno que hay junto a las vías del tren.

― ¿Entonces, por qué la policía no lo cierra? ―Pregunté.

― No lo sé Wendy.

― Bueno, es asqueroso, le escribiré al alcalde ―le dije.

Mientras conducía de regreso a casa, un plan fue tomando forma en mi mente. Giré a la derecha y me dirigí al este. Pronto encontré el club nocturno y aparqué cerca, mirando a derecha e izquierda. El club estaba abierto, pero durante media hora, no vi a nadie entrar ni salir. Respiré hondo, salí del auto, crucé la calle. No entré en el club, sino en el sex shop de enfrente y me compré ropa para mezclarme con las mujeres que había visto en la calle. Una falda imitando piel, muy corta y con una cremallera completa. Braguitas rojas sin entrepierna, con un sujetador rojo de cuarto de copa. Me miré en el espejo de cuerpo del probador cuando otra mujer entró y me atrapó comprobándome.

― Seguro que te ves bien, amor, pero la falda, deberías haber probado la más pequeña, te la traeré

Ella estaba de vuelta en un par de segundos y la probé. Ella tenía razón, esta era más apretada y más corta, y dejaba mi entrepierna casi al nivel del dobladillo. Me puse una blusa negra sobre el sujetador. Mis senos eran visibles a través del material, una respiración profunda y mis pezones salieron.

― Ahora esto está perfecto ―dijo mi nuevo amiga encontrado― Sólo necesitas medias de red.

― Ya las tengo ―dije mientras me las subía por las piernas hasta casi mi coño. Me puse un par de zapatos de tacón baratos, de charol negro con correas en los tobillos.

― ¿Estás trabajando esta noche? ―Preguntó mi nuevo amiga.

― No, bueno, yo podría ser, simplemente voy a ir al club por la carretera, para ver qué hay disponible ―le contesté.

― Pregunta por Chuki, él siempre está atento a las chicas. Y tú, cariño, eres lo que le gusta.

― Bien, necesito dinero ―mentí― Dígame, alguien me dijo que hay un lugar cerca de aquí que atiende a las despedidas de soltero, no lo sé, ¿verdad?

― Claro, trabajé allí unas cuantas veces, pregúntale a Chuki, ese también es suyo. Es un buen dinero, pero seguro que quieres ese tipo de cosas, quédate con las consumiciones y el trabajo del club ―dijo.

― Gracias por el consejo ―Dije mientras recogía mi ropa y salía a pareciendo una puta normal, exactamente lo que yo quería.

― Hola, cariño, no te había visto antes ―dijo el conductor de un automóvil, mientras se detenía a mi lado.

Estaba en los cuarenta pero no es lo que yo quería, buscaba algo mucho más joven.

Me apoyé en la ventanilla, dándole una vista cercana de mis pechos que el sostén luchaba por contener.

― Mira cariño, tengo una cita, pero tal vez más tarde ― Ronroneé.

Se alejó y yo, feliz con mi "look" entré en el club que estaba medio vacío, pero nadie me dedicó su atención. En lo que a ellos respecta, yo era exactamente lo que parecía, una puta, solo otra puta más. Nadie me reconocería, ni me recordaría.

― Hola ―le dije a la joven detrás de la barra que estaba en topless usando solo unos pantalones cortos de satén― Lima con soda, y un montón de hielo―le pedí.

Se volvió y se inclinó para traerme un vaso. Sus pantalones cortos se le subieron por el culo y entre sus piernas, su coño estaba claramente delineado.

Me sirvió la bebida y me dijo el precio y le pagué.

― No te he visto por aquí antes ―dijo ella.

― No, me acabo de mudar aquí. Buscando trabajo me dijeron que preguntara por Chuki ―le dije.

Ésta en su oficina al final del pasillo. Buena suerte.

Chuki era mayor de lo que esperaba, debía tener al menos sesenta años.

― Hola, soy Wendy, me dijeron que preguntara por ti ―le dije.

― ¿Qué quieres? ―Preguntó.

― Buscando trabajo, un amigo dijo que estabas buscando chicas.

― Entonces viniste en el día adecuado. Necesito una chica para esta noche. ¿Interesada?

―Sí, ¿Cuál es el trabajo?

― Necesito una stripper para un par de pases, luego un poco de trabajo de alterne. ¿Aún interesada?

― Sí, pero necesito ropa ―le dije.

― Vamos a echarte un vistazo a ti primero.

Me desabroché la blusa que tiré sobre la silla, luego la desabroché la falda y la uní a la blusa.

― Bien ―dijo― Quítate las bragas.

Lentamente hice lo que me pedía.

― Ahora puedo ver que mereces realmente la pena ¿Cierto amor, bailaste antes?

― Por supuesto ―mentí de nuevo. Bueno, yo había bailado, pero él no me estaba preguntando si había desnudado bailando para mi esposo en la noche de bodas.

― Está bien, está bien, es una prueba esta noche, miraremos cómo te va y si a los clientes les gustas.

Ahora, lo del alterne, ya sabes lo que eso significa, ya pueden tocarte, pero para cualquier otra cosa, llévalos a las cabinas privadas, puedes joder con ellos allí. Ellos pagan en el bar y tu obtienes la mitad de lo que tomen.

Asentí.

― ¿Algo más? ―Preguntó.

― Sí, ¿quieres a alguien para fiestas?

― ¿Quieres hacer fiestas? Maldita sea, sí, tengo una la noche siguiente, muchachos de la universidad ¿Estás segura?

― Estoy segura, pero quiero usar una máscara

― ¿Máscara que clase de maldita máscara?

― Una negra, justo sobre mis ojos―dije.

― Lo que sea, son diez ¿Puedes manejar muchachos?

― ¡Puedo manejar veinte! ―Me jacté.

― Muy bien, de acuerdo, te encargas tú.

Me puse en cuclillas, vestida solo con mis zapatos y medias. Su polla no era muy impresionante, ni grande, ni gruesa, en el promedio. Yo prefiero a los jóvenes, a los universitarios. Este tipo era mayor que mi marido, pero lo necesitaba, necesitaba este trabajo. No por el dinero, sino por el sexo. Quería follar con chicos jóvenes, y si eso significaba chuparle la polla, entonces lo haría. Él vino afortunadamente y tragué, esperaba eso, no me importaba porque tenía el trabajo.

Entré en el vestuario y seleccioné un traje, una tanga púrpura con un clip lateral para un lanzamiento rápido, un sostén sin copa de color púrpura y una capa púrpura bordeada con piel de zorro. La crème de la crème era la máscara morada y el tocado de plumas que la acompañaba. Encontré un par de botines. Esto me quedaría bien y nadie me reconocería.

Cuando llegó mi turno, el club se había llenado. Mi música sonó y salí, repentinamente aterrorizada. Sentí mis piernas como si estuvieran hechas de gelatina. Me moví y mi capa se abrió antes de que realmente la quisiera también. Se escuchó un grito de alegría al ver mis tetas. Esa alegría me dio coraje, me moví y balanceé., y finalmente bailé. Hice girar la capa, moviendo mis tetas, luego la desaté y la dejé caer al suelo. Mis pezones estaban duros en el sostén sin copa. Yo ya sabía que tengo grandes tetas y ahora todos en el club también lo saben. Les di la espalda a los espectadores, me incliné, agarrándome a los tobillos manteniendo mis piernas rectas; eso les encantó, Me mantengo en forma y estoy flexible. Mantuve la postura sosteniendo los tobillos, luego alcé una mano y solté la correa del tanga que no se cayó, se mantuvo en su lugar dentro de mis muslos, y porque estaba metida con fuerza en mi coño, y mi culo. La retiré lentamente, sin moverme. El sonido de la sala me indicó que estaban disfrutando. Por fi la tanga fin desapareció y mis activos quedaron a la vista. Me puse de pie y me enfrenté a mis espectadores. Me agaché y abrí las piernas, mostré mi vagina y luego me abrí los labios con los dedos. Les dejé ver mi interior rosa por unos segundos, luego rápidamente cerré mis piernas. Gané buen dinero.

Después de recoger la tanga y el sujetador sin copa me quedé el tocado y aún lo llevaba puesto cuando unas manos pellizcaron mi culo.

― ¡Ay!

― ¿Un baile privado amor? Preguntó un cliente.

Lo miré, a principios de los veinte, deportista, estaba con un par de compañeros de aproximadamente la misma edad.

― Por supuesto ¿Por qué no vas y pagas en el bar y vamos a un lugar privado? ―Le dije.

Los tres estaban cachondos. Definitivamente tres chicos deportistas, con los músculos bien definidos bajo sus camisas ajustadas. Reconocí a dos de ellos, habían estado en la universidad donde trabajaba. Eso era muy emocionante, iba a follar a dos de mis alumnos. Estaba mojada solo de pensarlo.

― Dos reglas y solo dos. Regla uno, mi tocado permanece, intenta quitarlo y te arrancaré las putas bolas ¿De acuerdo? ―Pregunté.

― Claro, pero esa es la razón por la que te elegimos, ¡es tan sexy!

― Bien, la regla dos, nada sube por mi trasero, aparte de vuestras lenguas si realmente queréis hacerlo.

Ellos asintieron y me desabroché la tanga que se cayó al suelo. Me senté en uno de los sofás, manteniendo mi pie derecho firmemente sobre la alfombra, levanté la pierna izquierda, abrí las piernas y mi coño mojado quedó a la vista― ¿Quién es el primero?

Estaban ansiosos y se apresuraron en desnudarse. Vi como los tres hermosos muchachos se desnudaban por mí― Joder, haría esto gratis, diablos, le pagaría a Chuki. ¡Mejor no le digo eso! ―Pensé para mí.

El primer chico puso la polla delante de mi cara y lo tomé como una invitación, una invitación a chupar su polla maravillosamente dura. Sus compañeros pronto se ocuparon de mi vagina, y de mis tetas todavía sostenidas en el sujetador sin copa, con mis pezones duros y erectos.

Me saqué la polla y dije― Vamos, es hora de cambiar.

Los chupé uno por uno, luego llegó el momento de joder, eso es por lo que habían pagado. Me puse a cuatro patas, uno de ellos se puso detrás de mí y me volví― Recuerda, solo en mi coño.

Me penetró rápidamente y gemí cuando sus veinte centímetros se abrieron paso dentro de mí.

― Oh, mierda ¡Sí! ―me las arreglé para murmurar antes de que una polla presionara mis labios. Abrí la boca y entro hasta atrás. El tercer muchacho aguardaba su turno. Me jodieron con fuerza y yo estaba en el cielo. Se cambiaron de nuevo y esta vez, el chico fue más delicado, me jodió con más suavidad, casi delicadeza, y logró alcanzar mi punto G. Vine, luego volví otra vez. La camarera entró, trayendo más bebidas, me sonrió y mis tetas se movieron por debajo de mí. Se quedó de pie y nos observó durante un minuto o dos. Me pregunté si ella iba a unirse a nosotros pero no lo hizo Los chicos no dudaron, y siguieron follándome. Por fin, todos corrieron su turno, en mi boca y en mi coño. Yo también había tenido el placer de venirme varias veces, siempre ruidosamente. Ahora querían venirse encima de mí pero yo no quería ninguna en mi tocado, quería ponérmelo toda la noche. Así que hice lo que cualquier buena puta haría, chupé y tragué. Eran felices, felices pero algo más pobres.

― ¡Guauuu…! Esto fue jodidamente genial ¿Te tendremos de nuevo, amor? ―dijo uno de ellos.

Me estaba cambiando de ropa y poniéndome la que traía cuando llegué y miré mi reloj. Eso había sido ayer, cuando me convertí en stripper y puta. Cuando me desnudé delante de los espectadores, luego me jodieron tres chicos jóvenes, seguidos por dos más, incluso más jóvenes, ambos recién salidos de la adolescencia. Dos tipos más viejos habían intentado llevarme a un reservado pero por suerte mi turno había terminado. Si quisiera que me jodieran ancianos, podría irme a casa y hacer que mi esposo me follara. Abroché la falda, luego abotoné la blusa sobre el sujetador rojo. Salí a la calle y las bragas sin entrepierna permitían que el aire fresco de la noche acariciara mi coño todavía húmedo, no solo por mis propios jugos, sino también los de los chicos que habían eyaculado profundamente dentro de mí. Unas cuantas chicas estaban en las esquinas, las luces de neón encendían la noche de manera llamativa. Un coche de policía pasó lentamente por delante. Caminé hacia mi auto, entré, cerrando la puerta y me fui. Estaba cansada y tenía trabajo por la mañana aconsejando a los jóvenes en la universidad local.

Al día siguiente regresé al club nocturno y entré

― ¡Sabía que volverías! ―Dijo Chuki mientras me saludaba.

― ¡Por supuesto, dijiste que el trabajo era mío! ―Me reí.

― ¿Todavía estás interesada en esa fiesta mañana por la noche? ―Preguntó.

― Estoy deseando que llegue ―le contesté.

― Bien, pero son las quince ahora ¿Todavía te interesa?

― Te lo dije anoche, puedo manejar veinte ―le dije, preguntándome si realmente podría manejar hasta diez. Pero es una fantasía. Una fantasía que estaba ansiosa por experimentar.

Fui a la barra y la joven camarera de ayer estaba otra vez al servicio, la que me había visto follar y chupar.

― Hola cariño ¿Qué te sirvo? ―preguntó.

― Lo mismo de siempre, lima y soda ―le dije. La observé mientras me servía la bebida con mucho hielo. Estaba como ayer, en topless, pero esta noche llevaba unos pantalones cortos de satén blancos, muy cortos, muy ajustados, con el contorno de su coño claramente visible.

Estaba a punto de llegar con mi bebida al vestuario, cuando vi a un chico joven que conocía y me había visto, es uno de los amigos de mi hijo.

― Hola, Güendolina ― dijo―es un placer encontrarte aquí.

Me miró de arriba abajo con ojos hambrientos; yo iba vestida como una puta, había esperado no destacar allí. La mini falda ultra corta y una camiseta ajustada de lycra negra, sin sujetador, y solo una tanga. Me había puesto un impermeable cuando salí de la casa y subí a mi auto. El abrigo estaba en el auto, así que apenas podía fingir que entré por error. Joder, y esta solo es mi segunda noche.

― Y a ti también me alegra verte ―dije.

― Mira, Güendolina ¿Te importaría no mencionar a nadie que me viste aquí? No quedaría bien…―Y dejó la frase en el aire.

― No, no, por supuesto que no, no diré una palabra. Nunca estuvimos aquí ―le dije mientras lo llevaba a un rincón tranquilo, lejos del escenario donde Julia estaba extendiendo las piernas para que los espectadores pudieran ver mejor su coño afeitado, mientras separaba sus labios externos.

― ¿Entonces, qué estás haciendo aquí? ―le pregunté.

― ¡Oh! ya sabes, solo vine a tomar una copa, no sabía que esto era un…

― Estoy segura de que no lo sabías ―le dije.

― Es algo vergonzoso ―dijo.

― No lo sé, tengo que venir aquí de vez en cuando, ya sabes en mi trabajo, tengo que saber que aconsejar a los estudiantes. Pero mira, no quiero que en la universidad se enteren, son bastante conservadores. Verás, estoy haciendo un estudio y no les va a gustar como lo hago. Lo entiendes ¿verdad? Así que mantendré tu secreto, si tú también lo haces.

― Dios, sí, sí, Güendolina, nunca pensé que... de todos modos, ya debo irme.

Mientras giraba en mi taburete, vi a dos mujeres siendo folladas en una cabina y algo me hizo mirar más de cerca. ― ¡Joder! ―Exclamé― Esa es Estefanía, mi amiga Estefanía ¡Jesús! Justo en ese momento miró hacia arriba, mientras un chico de aspecto mediterráneo bombeaba su polla dentro y fuera de su coño. La chica del bar la estaba observando, al igual que varios de los clientes. Estefanía me sonrió ¿Me habría reconocido? La chica que estaba en la cabina, también estaba siendo follada. No podía verla claramente, pero había algo familiar en ella. Fui hacia la puerta y me despedí del chico, cuyo nombre aún no había recordado, luego me dirigí al vestuario, esperando que no me viera pero temiendo que lo contario.

Me senté en el tocador y comencé a prepararme.― ¿Realmente había visto a Estefanía ser follada en el club? ―Me pregunté mientras aplicaba el delineador.

― No, no podría sido ella ―Pensé― Pero era ella, no tenía dudas, mi mejor amiga, casada y madre de dos adolescentes.

― ¡Joder! nunca se sabe ―dije en voz alta.

― ¿Nunca se sabe qué? ―Respondió una voz.

Miré hacia arriba y a mi amiga de ayer, la chica del sex shop.

― ¡Oh, hola! ―le dije― Mira gracias por recomendarme aquí. ¡Cómo puedes ver, conseguí el trabajo!

― Lo vi, anoche vi tu actuación, un poco oxidada al principio, pero no está mal, así que, ¿Qué es lo que nunca sabes? ―Preguntó.

― Oh, solo que acabo de ver a una mujer siendo follada en una de las cabinas. Parecía familiar, debo haber trabajado con ella en algún lugar ―le dije.

― Bueno, las dos de las que estás hablando son Estefanía y Susy. Estefanía empieza hoy y acaba de hacerle un trabajo a Bastar, el amigo de Chuki ―Continuó.

― ¿Bastar? ―Pregunté.

― Bastardo, peor que Chuki en ese sentido, hace películas porno, entre otras cosas. ¿Entonces, con cuál trabajaste?

― Con Estefanía ―le contesté.

Bailé, usando una máscara negra, me desnudé y retorcí en el escenario. Conseguí la atención de los espectadores y la mantuve, hice una buena actuación. Un joven en el borde del escenario, me miraba y bailé para él manteniendo el contacto visual. Debería estar en casa estudiando. Los exámenes finales eran en solo dos semanas, pero estaba aquí, viendo a su consejera mostrarle el coño. Le mostré el rosa de mi interior y metí un dedo dentro de mí, luego dos. Sus ojos estaban fijos en mí, observándome. En cuatro patas, me arrastré hacia él, lo besé ligeramente en los labios, luego metí mis dos dedos mojados en su boca. Se puso intensamente rojo. Y así debería estar, esta mañana había estado mirando mi falda mientras les hablaba de la importancia de un buen currículo. Y esta noche me había visto bailar desnuda, luego me chupó los dedos, calientes y húmedos.

Acabé mi pase y caminé por el club llevando solo los zapatos de tacón y mi máscara, y por supuesto una liga en cada muslo. Mis ligas que ahora estaban llenas de billetes de dinero. Y de repente me encontré a mi joven estudiante.

― ¿Puedo...? ―Dijo, tirando de todo a su coraje― ¿Puedo tener un baile privado, por favor?

Lo miré desde detrás de mi máscara. No debería estar aquí, era demasiado joven, y debería estar estudiando. Pero yo no era su madre, era su tutora, pero su madre no.

― Pagas en el bar y dile a la camarera que me traiga una bebida ―dije.

Estaba nerviosa, me preguntaba si era virgen. Eso estaría bien. Palpé su polla a través de los pantalones, luego me eché hacia atrás, con las piernas abiertas, mientras se desvestía. Su polla estaba dura. Lo guié entre mis piernas pero cambié de opinión y me arrodillé, cerrando mis labios pintados sobre la joven polla. Se estremeció y su polla palpitó. La pellizqué con fuerza, en la base y su deseo de venir disminuyó.

La camarera entró y me entregó la bebida mientras le chupaba la polla. Me detuve, tomé un trago del de líquido frío y sonreí en agradecimiento. Luego, mientras ella observaba, empujé al niño hacía atrás y lo monté a horcajadas. Me hundí en su polla, pero antes de tenerla toda se vino. Su venida era caliente y la sentí inundarme. Gimió, y tomé otro sorbo de limón y soda, y luego le di a la chica el vaso vacío. Ella sonrió y se fue mientras desmontaba de la polla que se ablandaba.

― Será mejor la próxima vez ―le dije― La primera vez es siempre así.

― Espero que sí, voy a ir a una fiesta mañana por la noche con mis compañeros― dijo.

― Entonces estarás bien, estaré allí. Mira, te haré una mamada primero y luego estarás bien. No te preocupes, me aseguraré de que estés bien, cariño.

― Una consejera de mi universidad siempre me llama cariño, y es hermosa, igual que tú ―dijo.

Al día siguiente apenas toqué mi almuerzo, no tenía hambre, estaba nerviosa, emocionada y excitada, todo al mismo tiempo.

Pensaba en el puto equipo de fútbol, serán inmanejables, demasiada testosterona. También escuché a mis colegas discutían sobre el temido equipo de fútbol. Mi equipo de esta noche. Mi coño estaba mojado, mi estómago estaba lleno de mariposas, mis manos temblaban.

Mi casa no está lejos del club y llegué temprano, para que el equipo de fútbol no me viera entrar. Me vestí, o más bien me desnudé. Me quité la minifalda de cuero que llevaba puesta y me puse los zapatos de tacón. Con el corpiño negro puesto y me miré en el espejo, me veía bien, con mis pechos contenidos por la malla.

― Joder, te ves bien, Wendy ―Dijo Chuki, haciéndome saltar.

― Me alegro de que me apruebe el jefe ―le contesté.

― Podría simplemente follarte ahora mismo.

― Bueno, si quieres ¿Tenemos tiempo? ―Pregunté, sabiendo la respuesta.

― Lamentablemente no, los pequeños bastardos están aquí, dales veinte minutos y luego sales". Les repetiré de nuevo la regla de la máscara ―dijo.

― Gracias Chuki.

― Bestia estará afuera si lo necesitas, solo grita hermoso.

Desaté los botones del corpiño y luego lo quité mientras Chuki me observaba. Mantuve los zapatos puestos. Me puse una tanga de nylon rojo, barato. A continuación, un sujetador rojo a juego, sin copas. Mi maquillaje ya estaba listo, labios rojo escarlata.

Chuki se lamió los labios con la polla dura dentro de sus pantalones, donde esperaba que se quedara. No quería follarlo, quería carne más joven, pero si este trabajo lo requiriera, entonces lo haría. Era mi trabajo soñado. Me puse la máscara, comprobé que estaba segura y ya estaba lista.

― ¡Fantástico! mira que tetas ―Oí decir a uno de ellos.

― ¡Y qué culo! ―Dijo otro.

Caminé mostrándome a todos ellos. Llegué al bar. Era la camarera en topless de siempre que me sonrió y me sirvió mi bebida habitual sin que yo preguntara. Esta vez solo llevaba una tanga, las cuerdas tiraban en lo alto de sus caderas, la marca de su coño hizo que mi garganta se secara.

Tomé un sorbo de mi bebida y le pregunté― ¿Te unes a nosotros?

― ¡Nunca se sabe! ―Respondió.

― Bien, muchachos, cuando empezamos, recuerden, tres reglas― grité por encima del ruido de la sala― Regla número uno, mi máscara permanece en su sitio, si alguien intenta quitarla, esta fiesta termina". Regla dos, nada sube por mi trasero excepto sus lenguas, si quieren. Regla tres, no hay otras reglas.

Aplaudieron y yo sabía que los tenía. Eran doce, liderados por el capitán del equipo. Ese tendría que esperar, tenía una promesa que cumplir. Le señalé con el dedo y se acercó hacia mí con la cara roja.

― Ahora este chico travieso, que como ya me ha jodido antes ―dije, lo suficientemente fuerte para que todos pudieran oírme―Y como ya es un cliente recibirá una mamada para comenzar.

Chupé su polla, manteniendo agarrada la base para frenarle las ganas de venir. El chico tenía más control esta vez y se la chupé, tratando de asegurar un placer duradero.

― Vamos Chris― Animaban sus compañeros― ¡Joder! Va a llevarte toda la noche.

Duró y duró mientras mi lengua lamía su dura polla y sus bolas. Sentí su polla comenzar a palpitar. Lo había hecho bien y duró. Lo dejé venir. Sabía solo un poco salado. Lo aguante en la lengua y luego abrí la boca, para que sus compañeros pudieran verlo, luego tragué mostrando de nuevo mi boca ahora vacía.

― Lo hiciste bien cariño ―le sonreí. Estaba contento, me di cuenta.

Su venida fue la señal de salida para una estampida. Los tenía a todos repentinamente sobre mí. No tenía control sobre ellos. Me empujaron hacia atrás, sobre mi espalda, forzando mis piernas separadas.

― ¡Quítate, maldito idiota! ―oí gritar al capitán de fútbol― ¡La follaré el primero!

Estaba entre mis piernas con su dura polla joven que empujó contra mi coño y deslizó dentro. Empujó con fuerza hasta el fondo dentro de mí. Luego me jodió, bombeando furiosamente- No estaba siendo nada amable, nada amoroso ni delicado. Sacó su polla casi por completo y luego la empujó hacia atrás. Arqueé la espalda para que él pudiera ir más profundo. Estaba sudando, mientras seguía jodiéndome, con sus bíceps abultados. Finalmente llegó, lo sentí caliente dentro de mí, luego se apartó.

Otro lo reemplazó antes de que tuviera tiempo de recuperar el aliento. Otra polla impaciente también, y esta vez una polla en mi boca. Estaba en el cielo, dos pollas jóvenes, con más esperando.

Perdí la cuenta de cuántos me habían jodido, no lo sabía, ni me importaba. Me estuvieron follando hasta la medianoche y me pudieron tener toda la noche. Abrí los ojos, para ver a Chris, el chico de la otra noche, el que ya había hecho una mamada. Me penetró, metió su polla dentro de mí.

― Hola cariño ―le dije.

― Gracias por antes ―dijo― Muchas gracias, Güendolina.

Casi me bloqueo. ¿Lo sabría o lo había adivinado?

― No te importa si te llamo así, es que tengo una fantasía con una mujer de la universidad, se llama Güendolina ―dijo.

― Chico malo, llámame Güendolina si quieres ―dije aliviada.

Miré hacia otro lado cuando una polla se acercó a mi cara chupándola.

― Date la vuelta a Güendolina ―susurró Chris― Quiero follarte por detrás.

Yo le complací y me puse de rodillas. Su polla estaba rápidamente dentro de mí otra vez, y otra polla muy dura en mi boca. El niño llegó rápidamente, para ser reemplazado por otro.

Se corrieron en mí, y volvieron a correrse, dos muchachos más reemplazaban a los que se corrían. Estaba sudando y tenía semen corriendo por mis piernas, en mi cabello, en mi mascara, en mis tetas y en mi culo.

― Tiempo para un descanso, diez minutos ―Oí gritar a una voz femenina, era Sara, la camarera.

Se apartaron de mí, como los niños obedientes y de buen comportamiento que eran. Me puse de pie como pude, con las piernas como gelatina. Encorvada caminé hacia el bar y bebí un vaso largo y fresco de soda y limón, y luego otro.

― Gracias ―logré decir.

― De nada ―respondió ella.

Me entregó un paquete de toallitas húmedas para bebés. Me fue al baño y las usé, limpié mi cuerpo con ellas, limpié mi follado coño. Me miré en el espejo y revisé la máscara; me aseguré que estaba atada y bien apretada. Estaba lista para ser follada. Era más que la consejera universitaria, era la puta del equipo de fútbol.

Volví, ansiosa por follar de nuevo. Besé a la camarera en los labios―Gracias.

W52

Otro relato ...




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