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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Güendolina y sus estudiantes
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Güendolina es una mujer casada, asesora conocida por su disciplina inflexible y dura pero justa por los estudiantes y muy respetada en la facultad. Aunque estaba aparentemente felizmente casada, se aburría por el muy poco frecuente sexo con su marido, donde rara vez venía, y comenzó a fantasear con ser apropiadamente follada por una buena y dura polla.

Una tarde. A última hora de la tarde, Güendolina atendió a dos de sus estudiantes, Leo, que era futbolista, y Gero, un gran estudiante, para tener una charla con ella por problemas de disciplina.

Mientras se sentaban para la sesión, Güendolina se preguntaba a sí misma si habría sido demasiado dura con los chicos, los mejores jóvenes sementales de su clase, solo para poder tenerles con ella durante un corto tiempo. Su coño repentinamente y para su sorpresa se puso caliente ante esa idea. Disimuladamente comenzó a frotarse el coño mojado con sus dedos por debajo de la mesa, olvidando por un momento dónde estaba. Llevaba su sujetador de encaje negro y bragas con una liga negra y medias de encaje. Una modesta falda gris y una blusa blanca.

― Bueno ―dijo a Leo y Gero― repasemos algunas cosas por las que estamos aquí.

Güendolina se dirigió a la pizarra y comenzó a escribir algunas frases. De repente, en el rabillo del ojo, notó que los estudiantes prestaban más atención a su cuerpo que a la pizarra. Ella reconoció la joven sensual y lasciva mirada en sus ojos al comprender que le estaban mirando el culo. Luego recordó que el director de la facultad y el custodio habían salido y que pasarían horas antes de que regresaran al campus. Estaba sola con aquellos dos jóvenes sementales en su despacho que tenían más en sus mentes que el motivo por el que les habían enviado allí.

Güendolina trató de calmarse y de seguir escribiendo pero antes de que pudiera hacer nada, Leo se había levantado y acercado por detrás de ella y le había puesto ambas manos en el culo. Sorprendida, se dio la vuelta y antes de que pudiera decir algo ya tenía la lengua de Leo en la boca. De repente, desde lo más profundo de su interior, lujuriosos sus deseos se hicieron con el control. Ella le devolvió el beso, sabiendo que estaba mal y que era un tabú por sus estándares sociales pero su coño ardía en llamas y no le importaban.

De repente, sintió a Gero que había puesto por detrás de ellos, enfrentándose a ambos lados. Y podía notar su gran y dura polla frotándose contra sus nalgas. La mano de Leo estaba entrando a través de sus bragas mojadas mientras sus dedos la encontraban húmeda y a su coño húmedo goteando. Evidenciando que estaba ansiosa por algo. Cuándo le tocó el coño mojado Güendolina soltó un gemido bajo.

La polla de Gero que ya estaba fuera y parecía una roca de dura, estaba acariciando arriba y abajo en su culo caliente. Le había desatado el sujetador de y acariciaba sus tetas erectas desde detrás detrás.

Güendolina se dio la vuelta, se arrodilló y se metió la enorme polla de Gero en la boca. Le encantó la sensación de su joven y dura polla en su boca y lo chupó como si no hubiera mañana, Gero dejó escapar un gemido bajo, esforzándose por contener su enorme carga mientras se follaba a su puta consejera.

Leo aún no había terminado, se inclinó y encontró el dulce clítoris de Güendolina. Su lengua juvenil encontró los pliegues húmedos y calientes de su coño mientras él lamía su coño por detrás. Güendolina soltó un amortiguado gemido mientras estaba saboreando la sensación de la lengua trabajando hacia arriba y abajo su mojado coño.

Finalmente, Leo deslizó su polla dura con dentro de la vagina de Güendolina. La sensación de aquel joven semental follándola con fuerza por detrás era demasiado para ella. Güendolina apretó con fuerza la polla de Leo mientras la metía y sacaba una y otra vez. Sintiendo las intensas pulsaciones de la vagina de Güendolina, Leo soltó una gran cantidad de esperma de sus bolas. ― ¡Maldita sea, me estoy corriendo! ―Gritó mientras una oleada de corridas descargaba dentro del coño de Güendolina. Oleadas de esperma caliente brotaron de su polla cuando salió y comenzó a regar todo el culo de caliente perra de Güendolina.

Gero no tardó mucho más tiempo en seguirlo. Sintiendo la lengua caliente de Güendolina en su polla dura mientras la bombeaba dentro y fuera de su boca, la gran y dura polla de Gero se sacudió cuando gimió y lanzó profundamente su semen caliente en la garganta de Güendolina. Los chorros de semen caliente goteaban de su boca mientras ella chupaba ansiosamente mientras Leo todavía le estaba follando el coño, a pesar de que ya se había corrido, su erección se mantuvo firme mientras él continuaba follándola con lujuria. Güendolina soltó la polla de Gero por un momento mientras nuevas oleadas de placer brotaban desde dentro de ella. Notó a la polla de Leo, más fuerte de lo que nunca había sentido antes, mientras Güendolina gritaba encantada con cada empuje al estilo perrito. Las tres se derrumbaron por un momento mientras Güendolina se estiraba la ropa y les decía― Ya está bien por hoy, muchachos, pero será necesario que nos veamos la próxima semana.

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Otro relato ...




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