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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Hola, vecino
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Cuando finalmente tuvieron la oportunidad de conocer y pasar un tiempo con Enrique, su vecino, resultó no ser tan rudo como parecía y fue realmente muy agradable y servicial. Excepto por las personas que venían diariamente a trabajar en el rancho, básicamente vivía solo desde que su esposa murió. Se ofreció a ayudar en todo lo que pudiera e incluso utilizó uno de sus tractores para nivelar la pista de entrada.

Los invitaba de vez en cuando y parecía disfrutar mostrándoles su casa y el ganado. Tenía sobre todo ganado, pero también seis caballos. También tenía un par de ponis que le regalaron cuando un amigo no los quiso más después de que sus hijos crecieran.

José y Vicky también invitaron a Enrique a cenar un par de veces. Rápidamente aprendió lo que era un perro bien entrenado, Duque, y contó que cuando su tía tuvo perros, hubo muchos problemas con el ganado porque lo perseguían. Las cercas de alambre de púas son fáciles de atravesar para los perros, así que se sintió aliviado de no tener problemas con eso. Le gustaba que sus nuevos vecinos fueran reservados, pero también porque eran amables y serviciales si era necesario. También le gustaba que aceptaran sus propuestas sin exigencias y que fueran compartieran su tiempo sin presiones.

Un día hizo algo que no había hecho antes. Se detuvo en su camino a la ciudad para ver si necesitaban algo. Siempre llamaba antes de ir pero esta vez no fue así. Cuando llegó a la casa, creyó ver a alguien corriendo en la parte de atrás. Nadie respondía a sus golpes en la puerta, así que fue hacia la parte de atrás. Al doblar la esquina, vio que Vicky corría y se reía con Duque persiguiéndola. Pero jadeó con sorpresa porque Vicky estaba desnuda con su pelo largo volando detrás de ella. Entonces tuvo una sorpresa aún mayor, Duque se adelantó y la golpeó en el muslo haciendo que se cayera y rodara por el suelo. Sólo que ella seguía riendo y chillando con placer. Cuando se puso de rodillas para levantarse, Duque saltó de nuevo y al estar viviendo toda su vida en una graja comprendió inmediatamente que Duque estaba a punto de montar a Vicky y que sus palabras lo alentaban claramente. Delante de él se aparearon y para él fue obvio que no podía ser la primera vez y que ella lo estaba gozando mucho.

Trató de alejarse silenciosamente pero en vez de eso tiró algunas herramientas de jardinería que se estrellaron contra el suelo con estrépito. Vicky no podía hacer nada más que mirar por encima de su hombro, justo a tiempo para ver a Enrique darse la vuelta y doblar la esquina de la casa. Entonces escuchó su auto en la grava del camino y ya era demasiado tarde para hacer nada al respecto así que volvió a concentrarse en Duque, y en su polla y su nudo.

Cuando esa noche José llegó a casa, Vicky estaba en la cocina terminando de cenar con pantalones cortos y un sostén deportivo. Le gustaba tanto estar desnuda que cuanto menos llevara, mejor. Duque sólo necesitaba ver la diferencia. Durante la cena ella le contó lo que había pasado y le expresó su preocupación por Enrique y su posible reacción. José empezó a burlarse de ella por su comportamiento de zorra pero lo pensó mejor al ver que realmente estaba preocupada.

― Se ha abierto a nosotros y se ha hecho nuestro amigo, pero es un hombre mayor y no quiero que esto dañe esta relación. No sé si hay algo que podamos hacer.

― En realidad sólo hay una opción posible. Tenemos que ir allí y ver si nos deja hablar con él sobre esto. Vale la pena intentarlo.

― Bien, iré a cambiarme, los pantalones cortos y el sujetador deportivo no son lo más apropiado.

― Vicky, acaba de verte desnuda con la polla de un perro dentro de tu coño. En este momento no creo que los pantalones cortos o el sujetador deportivo lo ofendan, ¿verdad?

Se subieron en el coche de José y FUEROM hasta donde vivía Enrique. Vicky estaba claramente muy nerviosa y molesta. Al llegar, Vicky se quedó un paso detrás de José mientras él llamaba a la puerta. Enrique abrió la puerta con un saludo amistoso― Bueno, vecinos, no los esperaba a ustedes dos esta noche. ¿Quieren una cerveza? Salgamos a la parte de atrás".

Caminaron por su casa al patio trasero mientras Enrique buscaba las cervezas― Desde que los conozco, por primera vez en mi vida tengo cerveza ligera en casa― Y se rió pero pudo notar que algo estaba mal― Parece que tenéis un problema y ya que estáis aquí, debéis hablar de ello ¡Soltadlo!

Vicky no podía ni siquiera mirar a Enrique, así que empezó José― Enrique, necesitamos disculparnos, por eso estamos aquí. Vicky me dijo que te vio salir de nuestro patio esta tarde. Vicky se siente muy mal porque realmente valora la amistad que hemos comenzado contigo. Pero, Enrique, también quiero dejarte algo muy claro respecto a lo que viste. Vicky y yo hemos tomado la decisión consciente de expandir nuestras experiencias y parte de esa decisión fue incluir a Duque en nuestra vida sexual. No nos disculpamos por eso, pero nos disculpamos porque lo viste y pudo haberte ofendido. Como dije, valoramos nuestra amistad contigo pero valoro más las elecciones de mi esposa si se trata de eso. Aunque espero que no sea así…

― De eso se trata… ¡Vale! No obtuve ninguna reacción al llamar a la puerta y oí risas en la parte de atrás, así que me fui por la casa. Sí, me sorprendí bastante cuando doblé la esquina y vi... Vicky, ¿Podrías por favor mirarme? Lo que vi primero fue una visión de esta absoluta belleza corriendo desnuda por el patio. José, y Vicky, tal vez no sea cortés decirlo, pero ver a Vicky desnuda corriendo, con el pelo fluyendo detrás de ella, el pecho rebotando salvajemente… ese cuerpo duro y delgado ... le quitó el aliento a este viejo. Casi se me paró el corazón allí mismo. Cuando el perro la montó, supe que no era la primera vez y que me estaba entrometiendo. Traté de estar tranquilo, pero... no estoy ofendido, chicos, sorprendido, sí, pero no ofendido. Claramente no era un acto enfermo y perverso realizado para la gratificación o el estímulo de alguien más. Eso sería ofensivo. Aquello era totalmente diferente, era un apareamiento con respeto y probablemente con amor o al menos tanto como un perro puede proporcionar. ¿Mejor, Vicky? No dejes que esto te moleste, fue hermoso.

Vicky se levantó, le dio un fuerte abrazo y un beso― Gracias, Enrique, eres tan respetuoso... ¡Te quiero!

― Cuidado, todavía puedes parar este viejo reloj ―dijo entre más risas.

Unos días después José recibió una llamada de Enrique― Eso sería excitante... tendría que ser flexible para no lastimar... ¿Seguro, podrías conseguir eso?... ¿Realmente crees que puedes? ... ¿Ya casi lo tienes? ... esto es genial. Nos vemos entonces.

― ¿De qué se trataba?

― Nada, ya lo verás.

El siguiente par de noches José pasaba una hora o así en casa de Enrique pero insistía en ir solo, cosas de hombres decía. El sábado siguiente José dijo que Enrique les había invitado a ir a montar a caballo con él. Otra vez más Vicky estaba excitada, disfrutaba de las cabalgatas y se alegraba de que Enrique siguiera siendo su amigo. Cuando llegaron a casa de Enrique, ya tenía listos dos caballos fuera del establo. En ese momento Enrique sacó el otro caballo pero había algo que sobresalía de la silla y se tambaleaba mientras el caballo caminaba. Cuando Vicky se dio cuenta de que era un consolador de alguna manera unido a la silla, miró primero a José y luego a Enrique, a ambos con grandes sonrisas. Enrique condujo el caballo hasta Vicky, tomó su mano y la besó― Espero que disfrutes esto tanto como creo que lo harás, mi querida amiga nudista.

José dijo― Primero, cierra la boca, algo podría entrar volando. Segundo, tendrás que desnudarte.

Los miró con los ojos muy abiertos y les preguntó― ¿Esto es lo que habéis estado haciendo estas últimas noches?

― Para que quede claro, no tenía un consolador flexible por aquí y tu marido me lo proporcionó.

Vicky se acercó a Enrique, tomó su cara entre sus manos y le dio un profundo y apasionado beso en la boca. Luego se acercó a José y le dio una palmada en el hombro. Luego saltó sobre él, lo rodeó con sus piernas y comenzó a besarlo. Luego se bajó, se quitó los pantalones y las bragas y se dirigió al caballo.

José le propuso― También puedes quitarte la parte de arriba, ya lo ha visto todo.

Ella lo hizo y luego se subió al caballo y se sostuvo sobre la silla de pie sobre los estribos. José sugirió que Enrique hiciera los honores. Su vecino sujetó el consolador con una mano y con la otra en la cadera de ella, lo guió hacia dentro de ella. Lentamente se acomodó completamente en él mientras los hombres se subían a sus caballos. Enrique miró a José con preocupación mientras observaba a Vicky. Estaba encorvada hacia adelante con las manos en la silla de montar para apoyarse y sus brazos y piernas temblaban ligeramente.

José le dijo― Está bien, Enrique, es que ya está teniendo un orgasmo. La penetración del consolador, su desnudez sobre el caballo, nosotros completamente vestidos, y preparándonos para un paseo en campo abierto muy estimulante para ella.

Comenzaron a caminar y después de cinco minutos, Vicky estaba encorvada de nuevo, pero el temblor fue más pronunciado esta vez. Orgasmo número dos. Los dos hombres cabalgaban junto a ella en caso de que necesitara apoyo durante sus orgasmos. Durante todo ese tiempo sus pechos iban rebotando salvajemente. Al trote, se volvió loca, pero se mantuvo y lo superó. Intentaron un galope pero decidieron que era demasiado.

Cuando volvieron al granero, Vicky estaba cubierta de sudor y la silla cubierta de sus jugos, y su cuerpo estaba casi blando. La ayudaron a bajar de la silla, y el consolador salió con un sonido obsceno. José la metió en el coche aún desnuda y recogió su ropa. Caminó hacia Enrique, le agradeció sinceramente la experiencia y le pidió que guardara la silla para un futuro uso. Miró a Vicky y preguntó― ¿Crees que podrías poner una más fina para su otro agujero?

Magister

 

 

Cambio de vida

Estos son los relatos donde Magister narra cómo fue el proceso por el que una joven y hermosa mujer, junto con su marido, hizo un cambio radical en su estilo de vida.

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