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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Inesperada visita
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Tratamos de mantener nuestra vida en privado, especialmente en nuestra ciudad, pequeña, provinciana y chismosa. Hemos tenido chismes hasta sobre cómo nos ganamos la vida; algunos piensan que nacimos ya con dinero. Mi esposo y yo hemos estado trabajando mucho y duro estos últimos años. No hemos tenido grandes éxitos pero algunas veces nos ha ido bastante bien y hemos ganado bastante dinero. También, y gracias a los negocios, hemos conocido a gente muy variada de todas partes del mundo. Con algunos mantenemos buena relación pero con otros es solo trato profesional. Estoy segura que podría sorprender a bastantes ver quienes aparecen por nuestra casa de vez en cuando. Es una de las cosas más emocionantes de nuestra vida. He servido bebidas y preparado comidas y cenas a personas conocidas y muy variadas.

Sin embargo, nunca olvidaré una noche en la que vino alguien muy especial, para mantener su verdadero nombre en el anonimato lo llamaré Berna. Una noche, como a eso de las diez de la noche, llamaron a la puerta. Mi marido fue a abrir y era Berna, uno de sus mejores clientes. Había tenido un problema con su vehículo y necesitaba ayuda. Como no conoce bien la zona, había ido a nuestra casa en solicitud de colaboración.

Nos dijo que tenía que llegar a otra ciudad, a un par de cientos de kilómetros, porque tenía que atender unos negocios allí a primera hora de la mañana. No pudimos ofrecerle nuestros autos porque los necesitábamos para nuestros respectivos trabajos. Pero si podríamos buscarle alternativas usando nuestras agendas de contactos. Nuestra ciudad es relativamente pequeña y no resulta fácil acceder a determinados servicios, especialmente a aquellas horas de la noche.

Así que mi esposo tomó su libreta de direcciones e intentó localizar a algunos de sus conocidos que pudieran ser de ayuda. Pero los números de teléfono eran en su mayoría de los negocios y nadie respondía.

— ¡Dejadme a mí! —les dije tomando mi celular y marcando un número. Rápidamente obtuve la ayuda necesaria y, a primerísima hora de la mañana, Berna dispondría de un vehículo de repuesto, y recogerían el suyo que cuando estuviera reparado vendría a buscar. Ese favor tendría que devolverlo yo a mi manera. Berna podría pasar la noche en nuestra casa.

Berna, muy agradecido, me dio las gracias y mi esposo comenzó a abrazarme y a besarme. Inesperadamente, para mi sorpresa Berna se levantó y comenzó a abrazarme desde atrás. Quizás animado por lo que veía, o porque Pepe le hubiera dicho o insinuado algo, alguna vez. Pude sentir sus manos sobre mi barriga mientras me la acariciaba, luego las movió hacia mis pechos. Sé que mi esposo podría protestar y reprender a Berna por lo que estaba haciendo, pero luego noté las manos de mi esposo agarrándome el culo mientras me besaba con pasión en la boca. También pude notar a Berna besándome la parte de atrás del cuello. ¡Oh dios!, se sentía tan placentero cuando ambos me besaban y con cuatro manos acariciándome suavemente por todas las partes del cuerpo. Entonces, cuando noté como me bajaban los pantalones cortos dije— ¡Vayamos a algún lugar donde estemos más cómodos!

Así que fuimos hasta nuestro dormitorio dejando un reguero con mi ropa por el camino. Me acostaron sobre la cama y mientras mi esposo me besaba, podía notar a Berna entre mis piernas. Pude sentirlo besándome los labios del coño y como usaba su lengua con mi clítoris. Mi esposo continuó besándome y acariciándome los pechos y pellizcándome los pezones. Me sentí tan viva haciendo todo aquello que me vine en la boca de Berna entré en lo que parecían convulsiones del orgasmo. Berna se deslizó por encima de mí, suavemente introdujo su polla en mi coño y comenzó a bombear mientras miraba a los ojos de mi esposo. La reacción de Pepe fue inclinarse hacia delante y alargando la mano comenzar a frotarme el clítoris mientras Berna deslizaba su polla dentro y fuera de mi coño,

¡Oh dios, que maravillosa sensación de placer tenía! Me volví a correr cuando noté que Berna tenía su orgasmo y me llenaba con el semen caliente que dejaba dentro de mí

Berna luego se cambió de lugar y fue Pepe quien ocupó su lugar que este metiendo su polla en mi coño recién jodido, mi esposo comenzó a bombear dentro de mí mientras Berna me besaba. De repente, Berna hizo lo mismo que Pepe antes, se inclinó hacia delante y comenzó a frotarme el clítoris con una mano, como lo había hecho antes mi maridito. Y volví a tener un orgasmo al tiempo que mi Pepe vaciaba su semen dentro de mí. Luego, se fueron turnando para follarme hasta que quedamos exhaustos y nos dormimos; Berna por un lado, mi maridito por el otro, y yo en el medio, con el coño lleno de esperma. Este fue nuestro primer trío, de Berna Pepe y yo ¡Y resultó maravillosamente genial! Me sentía muy feliz de ser follada de aquella manera.

A la mañana siguiente, justo antes de amanecer, llegó el vehículo de repuesto y Berna se fue. Pero eso no fue todo, la noche del día en que regresó a buscar su auto, fue mucho mejor. Tuvimos una maravillosa fiesta que justificó sobradamente el pago que yo tendría que hacer por aquel favor.

Carla.

CyJ.

Otro relato ...




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