La Página de Bedri
Relatos prohibidos Iniciando un nuevo camino sexual
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Después de quince años de casados nuestra vida sexual estaba algo estancada. No se si era por culpa de la vida profesional o porque ya nos conocíamos demasiado o no sé qué, pero estábamos cayendo en la monotonía. Fue en esa época, antes de los cuarenta que empecé a usar Internet para navegar en sitios donde podía encontrar historias o películas que me excitaban y me hacían masturbarme casi de forma compulsiva. Lo cierto es que me excitan mucho las historias de infidelidades, tríos y exhibicionismo. Me costó mi tiempo pero conseguí que poco a poco Inés empezara a ver conmigo esos sitios y normalmente acabábamos con un polvo más pasional de los que habitualmente habíamos tenido. A través de una página de venta on line compramos algunos juguetes que empezamos a usar con alguna frecuencia en nuestros actos sexuales. También comenzamos a ir a playas nudistas. La primera vez fuimos a una muy apartada y nada más llegar yo me desnudé por completo, pero Inés más tímida en se quedó toples con las tetas al aire. No la quise presionar así que la dejé hacer a su voluntad así que cerca del mediodía, cuando nos disponíamos a comer, acabó por desnudarse pero pasó el día en la toalla sin levantarse. La vez siguiente descubrimos otra playa mucho más aislada y esta ocasión si accedió a desnudarse nada más llegar y también me acompañó a dar u paseo desnudos por la playa. A poco y poco se fue desinhibiendo y me encantaba esta nueva mujer en la que se estaba transformando. A esta playa comenzamos a ir con más frecuencia. En una de las ocasiones en que llegamos temprano había un hombre en la playa, cerca de los cincuenta años, que caminaba a la orilla del mar. Cuando elegí el lugar para extender las toallas, cerca del borde del mar, ella quiso ir a otro sitio. Entendí que era porque la cohibía el paseante y le dije que el hombre solo andaba por la orilla y que faltaría mucho para estar más gente en la playa. A media mañana me di cuenta de que el cincuentón se había colocado estratégicamente acostado en el vientre y con una visual excelente del coño de Inés, que boca abajo con las piernas separadas estaba a completa merced de sus miradas. La situación me dejó algo excitado. Le propuse aplicarle la crema solar y ella accedió por lo que tomé en el protector solar y empecé a extenderlo por la espalda. Por el rabillo del ojo observé que él estaba atento a mis movimientos y continué despacio. Intencionadamente dejé caer un poco de la crema por el culo de Inés. ― Lo siento ―me disculpé mientras me apresuré a extenderla en su delicioso culo tirando hacia las piernas y pasando los dedos entre sus muslos. Ella no reaccionó y continué tratando de excitarla. Al oír el primer gemido continué y agachándome le dije cerca del oído― nuestro amigo está muy atento a lo que te estoy haciendo. La reacción de Inés, aunque deseada, me sorprendió, abrió un poco más las piernas permitiendo con una excelente visión de aquel coño que yo tanto adoraba. Le abrí la raja del culo y aproveché para darle una buena dosis de crema. A esas alturas ya estaba lo suficientemente empalmado y excitado como para estar demasiado poco preocupado con el protector solar. Estaba disfrutando del show que le proporcionábamos a aquel extraño y continué para nuestro beneficio y de él. El cincuentón ya se tocaba y se cambiaba de posición tratando de ocultar la erección que tenía. Le pregunté si ella también me quería poner la crema pero sonrió y lo rechazó. Decimos ponernos a leer durante un tiempo pero el calor apretaba y la invité a ir al agua a refrescarnos. Fuimos pasando cerca del señor que estaba tumbado en el vientre hacia arriba. Cuando pasábamos se sentó y miró a Inés que, a pesar de sus casi cuarenta años, es una mujer muy hermosa y muy sensual. Al rato, pasando no mucho tiempo, se vino a bañar junto a nosotros pero no nos dijo nada, solo miraba. Cuando volvimos a la toalla le pregunté a Inés si le había gustado ver la paja que el hombre se había hecho en su honor mientras la miraba y si no se sentía culpable del efecto que había provocado. ― A juzgar por el estado en que estás me parece que te gustaría que yo fuera allí ayudarle ¿Es eso lo que quieres? ―respondió mientras me miraba sonriendo. ―Aceptaré tu decisión ―le respondí. Se acostó separando las piernas y pasando un poco de tiempo comenzó a masturbarse. Era imposible que el hombre no la viera a tocarse, pero continuó acostado, con las gafas de sol puestas. Ella gimió suavecito y en ese momento puse mi mano sobre su culo. El hombre no se acercó y nosotros tampoco hicimos nada más para que eso sucediera. Ya era la hora de irse y empezamos a prepararnos para la partida. Le pedí que se pusiera solo el vestido que había traído, sin el bikini. Inés aceptó y nos pusimos en camino a casa. Aproveché para levantarle el vestido y pasar los dedos por el coño que ya estaba bastante húmeda. A mitad de camino parábamos para tomar un café y percibí que Inés estaba algo molesta por tener que bajarse del coche pero nada dijo y salió. Le pegunté si no quería sentir la brisa que seguramente le refrescaría el coño, ella solo sonrió. Esa noche fuimos a la cama temprano y follamos de una forma fabulosa. Estaba con una calentura enorme y le dije me encantó que se expusiera en la playa. Ella me dijo que también había disfrutado y me provocó diciendo que podía haber pedido al señor para ponerle el protector solar. ― Esperaba por la próxima... ―dijo sin remachar la frase. No había sucedido nada pero me encantaba esta nueva faceta nuestra, mucho más excitante y divertida. El fin de semana siguiente hice una reserva de un bungaló en un camping naturista pero eso no le dije que era naturista aunque solo en la zona de la piscina era obligatorio estar desnudo. Cuando llegamos a Inés no dijo nada. Le expliqué las reglas y ella preguntó si íbamos a la piscina y claro que fuimos. Nos sentamos en unas sillas situadas cerca del borde de la piscina. Habría cerca de la docena de personas, parejas casi todos que no se relacionaban con los demás. Esencialmente eran parejas extranjeras y de más edad que nosotros. Una pareja tuga de unos cincuenta años cada uno, que estaban a nuestro lado nos preguntaron si solíamos venir a ese camping. Como en nuestro caso también era su primera vez. Pasamos el fin de semana con ellos, conversando de muchas cosas y paseando. Inés no tuvo ningún inconveniente de caminar desnuda por las instalaciones. Como estábamos en un bungaló y ellos en una tienda decidimos invitarlos a cenar con nosotros. Aparecieron los dos desnudos, como habían estado en la piscina e Inés que se había enrollado en pareo de playa rápidamente se lo quitó. La cena transcurrió normalmente y todos ayudamos a levantar y lavar y recoger la vajilla. Nos sentamos a ver la televisión y a conversar e Inés se abrazó a mí, pero nada más ocurrió. Por la noche echamos unos polvos monumentales y le pregunté si le había gustado estar con la pareja, todos desnudos y si le habían gustado algunas de las pollas que había visto y en los que seguramente se había fijado. ―Hummmmmm ― respondió ella mientras nos chupábamos. ―¿Te gustaría tener otra polla para chuparla mientras te como el coño? Inés se corrió inmediatamente y yo poco después. El domingo le reservé un masaje con el masajista del camping que era un hombre. Me preguntó qué debía vestir y yo le recordé que estábamos en un camping naturista. Se fue sola y regresó especialmente relajada. Cuando le pregunté si le había gustado y me interesé por lo que había pasado no contestó nada. ―Ya te contaré cuando lleguemos a casa. Después del último baño en la piscina recogimos nuestras cosas y regresamos a casa con los datos de contacto de Esther y Peter. Un matrimonio que encuentra aburrida su vida sexual descubre un nuevo camino. Otro relato ... Poco a poco, cada vez hay más relatos porque poco a poco os vais animando a escribirlos y a enviarlos para compartirlos. A lo mejor, tienes cosas que contar y que te apetece compartir, pues este es el sitio. Si lo deseáis, puedes enviar tu relato a la dirección que figura en este enlace enviar relatos prohibidosY si lo que quieres es copiar algún relato y compartirlo en tu sitio, o en otro, no olvides copiar y pegar también el enlace de donde lo has obtenido. y el nombre del autor, no cuesta nada y es de justicia.Y si estás interesado en adquirir esta página, debes de saber que está en venta. 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