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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Josesito
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Esto empezó sucedió hace más de cinco años.

Siempre he tenido fantasías de compartir a mi esposa, es más, lo hice con mi esposa anterior, con quien logré que un amigo se la cogiera, y hasta dos veces más con otras dos personas. A mi esposa actual no le agradaba la idea.

Pero antes, voy a describir como luce mi esposa, es una chava blanquita como el helado de vainilla, con curvas que sacan de sus casillas a los hombres que la ven, sus labios rojos carmesí, sus ojos profundos y hermosos, sus nalgas y caderas en especial son deslumbrantes. Es muy coqueta, sus mamadas hacen que toques el cielo, y cuando está de dominante en la cama hace que me corra en menos de dos minutos.

Habiendo dicho el prólogo de la historia paso a contar como empezó todo. Ella trabajaba en un centro de rehabilitación y allí había muchas personas que la deseaban y la admiraban. Eso es fácil de creer cuando se la ve en fotos o en persona.

Había alguien en especial, un muchacho centroamericano, fácilmente identificable. Un hombre de campo, tímido y muy fogoso por la forma como la miraba. Cuando mi esposa regresaba del trabajo me contaba de lo que había pasado en el día, especialmente cuando ese muchacho subía de la lavandería, donde trabajaba. Me contaba que la miraba de pies a cabeza y suspiraba agarrándose disimuladamente el pene, que mi esposa veía que se le paraba y era notorio en los pasillos, porque los pantalones de los empleados son usualmente un poco anchos. Ella se daba cuenta que ese hombre tenía el miembro grande, y eso en parte la excitaba y la ponía a pensar que pasaría si ella estuviera en los dominios de ese hombre.

Entonces comentábamos si podíamos jugar con él. Ella se ponía y se nerviosa reía. Me preguntaba qué clase de juego tenía en mente y yo le explicaba que una de mis fantasías era que ella cobrase por dar placer a alguien; porque por lo visto, este chico pagaba para tener sexo, no tenía pareja, y no era muy atractivo. Entonces le dije que, a manera de juego y de una manera discreta, le preguntase "Cuanto pagarías a una mujer como yo. Ella me dijo que yo estaba loco, y para que aceptase le dije que solo era una pregunta.

Al día siguiente en el trabajo, ella lo vio subir con cosas de la lavandería, lo llamó a aparte y le dijo― Josesito ¿cuánto pagarías por tener sexo con una mujer como yo ―al tiempo que se ponía de perfil provocándolo.

Obviamente el hombre se excitó a tal punto que la respuesta fue directa y le dijo― Pon tú la cantidad, por ti te daría lo que me pidieses, te deseo desde la primera vez que te vi ―y en ese momento se agarró el pene por encima del pantalón y lo apretó mientras le decía― Mira cómo me tienes, así me pongo todos los días cuando te veo, y tengo que ir al sótano a masturbarme para calmar mis ganas porque no aguanto la presión.

Entonces mi esposa le dijo, que le daría una respuesta lo más pronto posible. El hombre se fue contento al haber hecho contacto verbal con la mujer que lo traía loco por tener sexo.

Al llegar a casa ese día me contó lo que le había pasado e inmediatamente le dije que le pidiese doscientos dólares por el polvo. Quiero aclarar que vivimos en Estados Unidos y para tener sexo con una mujer normal varía entre cien y ciento cincuenta dólares, pero mi esposa es especial y creo que doscientos dólares era un precio justo para tocarla y para dejar semen en ella.

Llegó el día siguiente, y mi esposa tenía que esperar a que el hombre subiese, y la sorpresa fue que usualmente Josesito subía a las nueve de la mañana todos los días, pero ese día eran las siete y cuarto y ya estaba allí para hablar con mi esposa; y más aún si ella tenía la respuesta que él anhelaba.

Mi esposa, un poco tímida lo vio y lo saludó― Hola Josesito, muy temprano subiste hoy ―ella sabía la razón por la que estaba el allí y sentía algo de vergüenza, porque no había nacido para ser puta, y su esposo la estaba empujando a ese mundo. Con Josesito sería seguro su primera vez, eso la hacía sentir mal, pero a la vez era una combinación de sentirse deseada por un macho que no era su marido, y la otra de darle gusto a su esposo.

― ¿Ya lo pensaste? ―Preguntó Josesito.

Mi esposa, haciéndose la desentendida le respondió― ¿Pensar en qué?

― En lo que me dijiste ayer ―insistió él.

Mi esposa le dijo que si, pero que no sabía si él iba aceptar la oferta, entonces al decirle doscientos dólares, Josesito le dijo inmediatamente― Aquí tengo el dinero ―Entonces, mi esposa le dijo sorprendida y avergonzada que le avisaría cuando y a qué hora se encontrarían. Él sonriéndose como un león que ya cazó su presa, se fue a continuar con su trabajo.

Mi esposa regreso a casa al terminar el trabajo y me contó que Josesito se había emocionado al saber que la cogería, y me añadió― ¿Y ahora qué hago? mira en lo que me has metido, yo no quiero estar con ese hombre, no me gusta, no quiero que me toque, no quiero sentir nada de él dentro de mí.

Mi esposa estaba un poco molesta conmigo, y la tranquilicé diciendo que era una buena cantidad de dinero, además que eso me pondría muy caliente y ella me sentiría super fogoso y la haría sentir rico como a ella le gustaba. Esas tres argumentaciones combinadas hicieron que aceptara.

Mi mujer lo llamó ese mismo día a la tarde, como a las seis, que levantó el teléfono casi al primer tono de llamada y ella le dijo― ¿Puedes salir? Te recojo a las siete y nos vamos a un hotel si quieres o si prefieres lo hacemos en mi camioneta, es lo suficientemente grande para irnos al asiento de atrás.

― Ya veremos, te espero a las siete Le respondió Josesito.

Le dije a mi esposa cómo quería que hiciera las cosas. Yo estaría escondido detrás de la tercera línea de asientos. Le dije que tendríamos que grabar todo si es que él quería que lo hicieran en el carro.

Ella lo recogió y él se sentó en la segunda línea de asientos, Mi mujer le preguntó cómo estaba, ella no sabía de qué hablarle. Una cosa era en el trabajo y otra en el carro a punto de tener sexo con alguien con quien no había salido ni a tomar un solo trago y se la iba a meter sin más. Entonces Josesito le dijo que estaba muy alterado sabiendo que iba a follar con ella.

Josesito le respondió― Aquí tienes lo tuyo ―y le entregó los primeros doscientos dólares de lo que sería su nuevo negocio. Mi esposa le dijo que, si quería ir al hotel, y él dijo que eso mejor para una segunda vez, que ya no se aguantaba.

Mi esposa buscó un lugar entre árboles, estacionó la camioneta y se fue para el asiento de atrás. Ella sabía que yo no podía ver nada y decía cosas atrevidas para que él respondiese de la misma forma y yo pudiese escuchar y excitarme.

Josesito le dijo que tenía la pinga dura y se la agarró y mi mujer dijo― Sácate el pene que quiero verlo ―Al hacerlo él, ella sorprendida exclamó― ¡Dios mío Josesito que gordo lo tienes y que grande! ¿Lo puedo tocar? ―El asintió, y ella tocándolo añadió― ¿Ya me lo quieres meter?

Josesito le dijo que primero quería meterle el dedo en su cosita, y quería mamarle las tetas. Ella le dejó hacer como unos cinco minutos. Luego, Josesito le dijo que se acostara en el asiento que ya quería embrocarla. Así se debe decir en su pueblo cuando se penetra a la mujer.

Mi mujer le pidió a su amante pagando que se lo hiciese despacio porque tenía vagina de quinceañera, y le iba a doler sino jugaban un poco. Josesito no entendió porque ni bien colocó si cabeza en la puerta del cielo, solo atinó a empujar. Mi esposa soltó un pequeño quejido de dolor porque era algo que no era del tamaño del de su esposo, si no aún más grande y grueso lo que entraba en su vagina.

Ella gemía y gemía diciéndole a Josesito que se movía como un pececito fuera del agua, pero él estaba loco y no entendía razones. Por suerte para mi esposa, Josesito solo no duró ni 5 minutos. El hombre se disculpó diciendo que había sido por las ganas que le tenía desde hacía mucho tiempo, pero que estaba satisfecho y que dormiría contento porque había cumplido uno de sus mayores anhelos.

Lo dejó cerca de la casa de su hermana con quien vivía. Se despidió de él diciéndole que no dijera nada en el trabajo de lo que habían hecho esa noche. Josesito le prometió que no iba a decir nada, y se fue mirándola a ella muy emocionado.

Apenas de alejó del lugar, salí muy excitado de la parte de atrás de la camioneta, donde lo había escuchado todo, y donde había grabado en video todo como había sucedido.

Nos pasamos al asiento donde ella había cogido con Josesito y le dije que se acostara, que era mi turno, Respondió quería limpiarse porque sentía que el semen de Josesito le estaba comenzando a bajar. Le pedí que no se limpiara, y empecé a penetrarla sentía que mi pene se lubricaba con la leche de Josesito. Eso me excitó aún más y eyaculé casi de inmediato.

El auto olía a sexo, a cloro, porque así huele el semen, y el de Josesito era de tal cantidad que mi pene salió de la vagina de mi esposa muy cargado.

Nos fuimos a casa, y la cogí toda la noche. Fue cuando empezamos con esa aventura. Mi mujer ha salido con Josesito por más de cuatro años, que ella y yo estamos separados y que ella era su novia.

Viví mi fantasía al cien por cien, aunque lo cierto es que los dos tenemos muchas y fantasías que hemos idos satisfaciendo.

myb

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