La Página de Bedri
Relatos prohibidos Mujer escondida
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Vi una luz en el fondo y cuando pensé que era el renacer de la esperanza resulto ser un tren que me pasó por arriba; mi marido me dijo que se iba de casa y después de un corto dialogo me preguntó si nunca me di cuenta que lo nuestro venia en picada hacia tiempo; que de todas maneras me agradecía los dos hijos (ya mayores) y que aun estaba muy linda y capaz para reiniciar mi vida con otro hombre. Decidí un descanso sola y fue así como alquilé un bungalow en un paraje muy reservado a unos 10 Km de una población chica. Tengo 40 años, soy medica clínica, bien conservada, ando por los 90—65—100 o algo así, rubia cabello largo, bronceado caribeño, estatura media y aun con la bronca y desazón del fin de un matrimonio de casi 20 años. La conocí en el súper del pueblo, no sé si aun es adolescente o ya termina esa etapa; bien desarrollada pinta para hembrón, muy locuaz, suelta y hasta cansadora; se ofreció para ayudarme en todo dado que conoce hasta las playas como pocos y como estaba un poco depresiva me vendría bien esa compañía que hablaba tanto que me impedía pensar. Cargamos las cosas en mi auto y le pregunté a qué hora tenía que traerla de vuelta a su casa sin que implicara un problema con sus padres; rió diciendo que si sus padres supieran seguro me pedirían me tuviera para siempre. Camino a casa me habló de los lugares e indago por mi familia, al contestarle lo lamentó y aseguró que tal vez el destino dictaminó el fin pero también el comienzo de algo maravilloso. Era estridente y llenó la casa de ruidos cuando me ayudaba con las cosas, descuidada en sus movimientos más de una vez vi su ropa interior por debajo de su minifalda-jean, me ayudó mucho y recorrimos el bungalow cuando llegamos a la piscina lamentó no tener su traje de baño y le sugerí prestarle una bikini. —Si me acompañas —Dijo. Se cambió con la puerta abierta y su trigueño cuerpo me pareció divino y hasta voluptuoso para esa edad. Me tomó de la mano y salimos corriendo para tirarnos en la piscina aunque la temperatura aun no era la ideal, reímos con algo de frío pero jugueteamos como tontas en el agua, hasta que le sugerí salir por la baja temperatura, subió ella la escalera primero y quede como idiota viendo la raya de su culo y los labios vaginales marcados por la bikini. Me fastidié pensando que era una ordinaria por apreciar esa niña que me llenaba de ruidos y conversaciones tan banales como necesarias. Le traje una toalla y cuando la cubrí por detrás hizo un gesto de calidez encogiéndose de hombros; me pareció sensual pero tan natural que le sequé la espalda mientras ella me miraba de reojo. Comencé a secarme yo y ella empezó a observarme de arriba abajo. — ¿Pasa algo? —Pregunté cortante. —Solo envidia. Contestó. —Cuarenta años y mira que linda por dios, que lomo, sos el sueño de cualquier persona. La miré cortante y ella agregó —¿Qué mujer no quisiera ser como vos y que hombre no te desearía? Menos mal que no tengo novio. Sonreí y cerca del mediodía hicimos una comida frugal sin poder dejar de apreciarla ni ella a mí. Supe aunque no en profundidad de su libertad hogareña y dado sus compromisos quedamos en cenar juntas. Cuando quedé sola analice situaciones y sentires, esa criatura era el símbolo de lo que hubiera querido ser como también un cruce de fruto prohibido y renovación de energías. Decidí dejar el temor de lado y resignar a que las cosas fluyeran como se dieran; solo se trataba de distraerme de mi situación y no estaba para análisis filosóficos de me dijo, me miró o me parece etc. Me puse un vestido de elegante sport y sonreí al pensar si a ella le gustaría; que tendría que ver pensé ¿Con qué yo este cómoda qué más da? A la noche fui a buscarla donde acordamos, ella lucía muy linda también aunque con juvenil vestimenta, cuando llegamos y me vio parada exclamó, —¡Ay mama pero que lindo te queda el negro, por favor! —Gracias. Contesté y fuimos hacia el interior abrazadas en forma cordial. Preparé unos aperitivos livianos y bebimos comiendo picadas, charlando de una y otra y al llegar al tema de mi marido no podía evitar ponerme pausada.Ella acarició mis cabellos sentenciando. —Es un tonto créeme, mira que perder una mujer así. El silencio fue tenso mientras nos miramos; le sugerí fuéramos a comer y ahí cometimos un error gracioso y desencadenante. Preparamos dos copas de vino tinto con el almíbar de durazno. A los pocos minutos estábamos mareadas y alegres. Comimos pollo a la mostaza y de postre tiramisú, nos sentamos en una colchoneta afuera. Noté como se le perdía la mirada en mi pierna que quedaba al descubierto al estar de costado y más aun con el tajo del vestido. Yo en tanto admiraba sus senos esplendidos los cuales imaginaba muy duros. Sin quitarnos las miradas bebimos el último sorbo de cada copa, dejamos las copas al lado, me corrió el cabello, apretó los labios para luego separarlos y cerró los ojos. La besé dulcemente en la boca y jugueteamos con las lenguas, esa criatura sabia mejor que yo que hacer, me puso una mano en la pierna y acariciándola hasta mi tanga intensificó la pasión de los besos. La tomé de la mano y fuimos al dormitorio, nos desnudamos, recogió su cabello y se abalanzó sobre mi boca tirándome a la cama, chupeteó mi oreja de una manera ultra sensual y empezó a bajar hasta llegar a mi vagina. Fue infernal la desesperación de mi cuerpo al sentir esa espectacular lengua en mi sexo, entrelazamos los dedos de las manos y me hizo vibrar en su boca, gemí y me retorcí con los orgasmos hasta pedirle que por favor me dejara que me tocaba a mí. —Guacha puta, dame tú concha que la quiero chupar. Ella se acostó sonriendo y abriendo bien las piernas separó sus labios vaginales con los dedos de la mano pidiendo. —Vení a chupar, haceme acabar, quiero que te tomes mi lechita. Las carnes eran duras y me desesperé en darle placer, me tomaba del cabello levantándome para darme terribles besos de lengua y seguía con el chupa y chupa todo; concha, culo, teta y tómate los flujos. Quedamos exhaustas acariciándonos y riendo de placer. La miré con ternura y le ponderé el culo que aparte de rico que grande el agujero. —Lo tengo recontra hecho ¿Y vos?. —También y mirá que mi marido me lo hacía seguido, se que la dilatación depende de muchos factores pero vos nena. Hizo una mueca de sonrisa y haciendo un ademán de unos veinte centímetros entre mano y mano dijo —Mi padrastro. Quedé muda y hasta me sentí estúpida. —Mamá es alcohólica el nos recogió de la calle y bueno se fue dando, no me molesta y hasta me gusta hacerlo, a mama solo le preocupa el alcohol y él es un changarín que a veces sirve a putos que le pagan bien y se ha movido más de una veterana también que le han pagado por sus servicios, aunque te parezca mentira es muy respetuoso la o el que no quiere besos o toqueteos los respeta. Solo por curiosidad acepté la divina locura de conocerlo sin compromiso de nada. Ella sonrió pronosticando. —Te vas a sorprender; déjame llamarlo y viene al toque, hoy no tiene nada a la noche. Las dos estábamos en ropa interior cuando llegó, ella se sacó el corpiño. —Así se calienta enseguida —Acotó. Le abrí la puerta y entró, era alto, ni gordo ni flaco, semi calvo, vestir deportivo y al hablar se secaba la boca casi permanentemente por el exceso de saliva. Saludó tímidamente y ella lo llevó al living después de darle un pico; creo que notó que me enfriaba y bajándole el jogging dijo. —Mira si te miento. Era un pepino negro, jamás había visto o imaginado algo así, inclusive desproporcionado en función del resto del cuerpo; el sonrió y ella sin pudor peló el cuero hacia atrás haciendo que en el ambiente se produjera un olor a establo de caballo. Lo masturbó sonriendo y el monstruo empezó a enderezarse. —Dale boluda vení a probarlo o ¿Preferís empiece yo? Fue un desafío y avancé hasta animarme a tomarlo por la punta y sentía sus pulsaciones en la medida que se endurecía, me agaché y lo empecé a lamer, el gusto era algo horrible pero me fascinaba que no me entrara en la boca, sentí las caricias de ella en mi espalda y cola y de repente tomo mi lugar con increíble maestría y mirándome de reojo me enseñó como se chupa una verga. —Tiene ese olor por hambrienta —Dijo. Fuimos al dormitorio y mientras ella me chupaba toda como preparándome el se sentó al lado de la cama y se chupó su propia verga. —Por favor que me coja —Rogué. Ella se hizo a un lado y el despacio, muy despacio entró en mi. Yo busqué su boca y el inundó la mía con su baba casi sin dejarme respirar, gemí con pasión y lo traté de mi amor y lo abracé buscando su locura con mi cuerpo. Mientras lo inundaba de flujos escuché mi amiguita decir. — Viste que vale la pena ser puta a veces. —Quiere tu culo amor, lo conozco. Le pedí que no porque no me animaba y ella propuso que viera como la penetraba así me animaba. No quise ser menos y le dije que esa pija era mía que me chupara y rompiera el culo. Sentí su lengua y dedos en mi culo, tenía miedo pero quería el desafío, esa oportunidad era única. Me puso de costado y levantándome una pierna sentí entre mis nalgas el avance de su enorme miembro, suspiré hondo, relaje el cuerpo y cerré los ojos. —Por dios mi amor despacio. Ella se metió en mis piernas lamiendo mi ano y pija culo y bolas del macho; de a poco fue entrando y resistí hasta la mitad. —Hasta ahí papi, ya divino hasta ahí. Lo último que recuerdo fue el sudor frio, sus manos en mis tetas su lengua en mi oreja y la voz de mi amiga diciendo vamos mi viejita culo roto. Cuando desperté habían cambiado, puesto a lavar las sabanas y limpiado mis piernas y culo de excremento, ella sonreía preguntando si estaba bien o quería más —Cállate que vos estuviste una semana sin sentarte —La reto él. Sonreí dolorida y fui a bañarme acariciando y besando mi macho, cuando terminé de asearme mientras me secaba frente al espejo me pregunté quien era. Una mujer con titulo terciario, de vida resuelta, en manos de una pendeja que me entregó a un desagradable pero eficaz macho, quien era o que cosas pasaban o confundían; en un momento volvió mi status, mis hijos, mi consultorio con pacientes que me idolatran, mis pertenencias y del otro lado una pija enorme con una pendeja impertinente que me recalienta y quiero domar: como ese miembro maravilloso que desde la ordinariez me llevo a un clímax jamás sentido. Otro relato ... Poco a poco, cada vez hay más relatos porque poco a poco os vais animando a escribirlos y a enviarlos para compartirlos. A lo mejor, tienes cosas que contar y que te apetece compartir, pues este es el sitio. 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