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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Mamada de una mujer madura
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Para ponernos en antecedentes, cuando sucedió lo que cuento en esta historia yo tenía un bareto de moda en el casco antiguo, lo que suele significar jornadas interminables toda la semana, inexistentes noches libres y sin tiempo para ningún tipo de vida personal y por supuesto para el sexo.

Ahora voy a dar una descripción de mí, mido ciento ochenta y tantos centímetros de altura, soy de complexión atlética, y tengo el pelo rizado y de color castaño. Soy un tío guapete y resultón, cuando tenía tiempo también tenía bastante éxito con las mujeres.

Una de las pocas noches tranquilas que he tenido, un lunes que pudimos cerrar pronto fui con mi compañero y socio a tomar una copa a un bar cercano, propiedad de un amigo y que estaba en boga aquella temporada. Era el clásico local donde suelen acabar todos los solitarios, y solitarias, de la ciudad en busca de compañía.

No sentamos en sendos taburetes en la esquina de la barra y charlábamos despreocupadamente mientras acabábamos nuestras consumiciones. El local estaba bastante lleno y los clientes se movían constantemente en torno nuestro empujándonos en ocasiones. Como no podía ser de otra manera, alguien tropezó conmigo y se apoyó con ambas manos en mis hombros. Me giré y la vi riéndose y disculpándose de su torpeza y halagando la fortaleza de mis hombros. Mientras decía eso no pude dejar de fijarme en su aspecto y en su cuerpo de mujer madurita con curvas firmes, cabello largo y castaño y labios carnosos. Era quizás un poco gruesa e iba vestida con un ajustado vestido azul que mostraba todo lo que necesitaba mostrar. Acepté las disculpas y pronto estábamos en animada conversación flirteando sin disimulo, ella hablaba de mis hombros y yo de sus labios que eran perfectos y que cada vez que reía se convertían en una hermosa sonrisa que no podías dejar de mirar. Mientras tanto, mi compadre se había ido dejándonos pagada una nueva ronda.

Carlota ocupó su sitio en el taburete y cuando las luces se comenzaron a apagar al cerrar y debido a que mi trabajo no dejaba tiempo real para conocer mujeres con las que tener sexo decidí que tenía que hacer lo necesario para llevármela a casa. Así que le propuse ir a mi bar, cerrado en ese momento, para tomar una copa con tranquilidad, afortunadamente ella accedió sin insistir nada.

Salimos del bar e hicimos el corto recorrido del camino de regreso juntos, deteniéndonos en cada portal y en cada esquina para escondernos en las sombras y que nuestros labios pasaran uno sobre otro, que nuestras lenguas se entrelazaran y que nuestras las manos recorrieran nuestros cuerpos. Noté claramente lo apretado de su firme culo entre mis dedos.

Finalmente llegamos a la puerta de mi bar que abrí con presteza y la invité pasar.

―¿Qué te preparo para tomar? ―le pregunté mostrándole la coctelera en la mano levantada.

―La verdad es que no lo sé ―respondió ella.

―Voy poniendo algo de ambiente mientras lo piensas ―le respondí mientras manipulaba el cuadro de luces para conseguir una atmosfera más íntima y comenzaba a sonar una música que consideré adecuada.

―Seguro que siendo tan alto tienes una buena polla.

―¡Oh! si, claro… ―respondí sorprendido mientras se me escapaba una sonrisa― ¿Por qué lo dices?

―Bueno, no sé, no estoy segura, es solo que tengo esa impresión.

Dijo eso mientras se me acercaba y ya al lado mío estiró su brazo y mordiéndose el labio inferior comenzó a desabrochar la hebilla de mi cinturón.

Me moví un poco hacia atrás para sentarme en un cercano sofá y disfrutar de mi primer encuentro sexual con una mujer en demasiados meses. Sus ágiles manos fueron bajando suavemente mis jeans y mis bóxer al tiempo con un solo movimiento, pronto sus manos comenzaron a deslizarse lentamente por mi polla dura como una roca.

Después se inclinó hacia delante y comenzó despacio, con pequeñas lamidas de su cálida lengua en la cabeza y sus labios besando suavemente mi polla cada vez más palpitante. Me estaba dejando hacer cuando de repente y sin previo aviso hundió toda mi polla dentro de su garganta mientras sus dedos me acariciaban las bolas al mismo tiempo.

Incontroladamente comencé jadeé al decir ―No esperaba eso.

―¡Oh! ―dijo entre sorprendida y entusiasta― puedo hacer que te corras en menos de un minuto.

―No te será tan fácil ―respondí desafiante con voz un poco entrecortada.

―Veremos quién gana ―respondió ella mientras se apartaba el pelo de la cara y volvía a inclinarse hacia delante.

Confieso que con toda la acumulación que tenía después de tanta abstinencia forzaba estaba a punto de estallar. Peor estaba gozando de la mejor mamada de mi vida, Carlota me la chupaba con entusiasmo. Usaba su saliva para frotar el mástil de mi polla y colocaba sus hermosos y carnosos labios sobre la punta moviendo su lengua arriba y abajo, adelante y atrás. Adelanté mis manos que pasé entre su cabello mientras balanceaba su cabeza arriba y abajo. Ella movía la cabeza para recorrer con la lengua la polla de arriba abajo. Sus manos se mueven a lo largo de mi pene y siento a sus tetas rebotar contra él.

Sé que no voy a poder aguantar mucho más y mis gemidos comienzan a escapar y a llenar el espacio del bar. Noto como el semen acumulado comienza a dispararse en gruesos cordones por su garganta y como sus labios apretados alrededor de mi polla no dejan escapar ni una gota. Luego, con su lengua y con absoluta suavidad me limpia, cuando finaliza, levanta la cabeza para mirarme y me guiña un ojo.

―Te lo dije ―dijo ella―siempre gano.

Anónimo.

Otro relato ...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 




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