Esta web utiliza cookies, puedes ver nuestra la política de cookies, aquí Si continuas navegando estás aceptándola
Política de cookies +
La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Marta Monteras
ADVERTENCIA: Esta página contiene textos, imágenes o enlaces que pudieran ser considerados no apropiados para personas menores de la edad legal. Por eso se hace esta advertencia. El contenido de los mismos es evidentemente "para adultos" y de contenido explícitamente sexual por lo que, hecha esta advertencia, si finalmente decides continuar, lo haces bajo tu única y exclusiva responsabilidad. No se obliga a entrar, es más, se recomienda que aquellas personas que puedan sentirse molestas, o incluso ofendidas, con el contenido de lo que aquí aparece, que se abstengan de hacerlo.

Marta Monteras tiene cuatro cátedras de matemáticas en el Colegio. Mujer regordeta de 48 años, está casada con un ingeniero en minas que prácticamente vive en el interior. Tiene una hija casada que reside en su casa.

La profe Sandra Zorrilla, le invitó a tomar el té para hablarle sobre un tema. Hablaron durante más de dos horas de cualquier cosa, hasta que inteligentemente llevó el tema hacía el chico Marco.

― Es increíble el adelanto que hizo en Castellano―le dijo Sandra.

― ¿Pero qué pasó entre tú y el chico? ―Sandra palideció.

―Nada ¿por qué? ―se animó a decir.

― Tengo entendido que lo aplazaste en el primer semestre.

― Sí, pero ahora domina la materia, se transformó en mi mejor alumno.

― En matemáticas no es malo, pero cuando me mira, ¡ayyy no te cuento, me lo quiero comer!

―Yo ya me lo comí―dijo Sandra

―En sueños, ja ja.

― Hablando en serio, te lo quieres levantar a cambio de una nota sobresaliente de fin de año.

― Estás loca, ja ja, imagínate, ese ángel acostado con una de nosotras, ja ja.

― Marta, te estoy hablando en serio yo lo puedo hacer posible.

― Pero, por favor, ¿Dónde crees que podré hacer algo así? Suponiendo que él quiera.

― Podrás hacerlo aquí mismo y yo te lo prepararé. Te lo pondré en bandeja, solo deberás decidirte y una tarde que no tengas clases tendrás el mejor momento de tu vida. Si te lo puedo conseguir a ti imagínate si no lo conseguiría para mí.

― ¿No me digas que ya lo tuviste?

―En confianza te digo que sí. Incluso si quieres podemos hacerlo juntas o te lo dejo sola a ti, tú eliges.

― No sé, soy casada, nunca hice algo así.

― Eres casada, pero tu marido te abandona mucho, Marta. Tu misma me has dicho que incluso cuando puede venir no viene.

― Sí, tienes razón, además me enteré que ese pelotudo tiene otra mujer. ¡Sí, estoy decidida!

― No te olvides que la nota deberá ser 5 felicitado.

― Claro, en eso no hay problema.

― Acá podrás bañarte después. El lunes tengo clase particular.

― El martes tengo libre.

― Lo único que con él debes ser enérgica, no te olvides que sigues siendo la profesora y que no te tome confianza. Además lo tengo comprobado.

― Está bien, ahora que me decidí no me veo la hora de hacerlo. Como me gustaría se lo haga también a mi hija, que su marido hace meses… que nada. Parece que esté enfermo. En realidad hace dos años que no pasa nada. Están por separarse pero ella está que vuela de calentura y eso la pone demasiado nerviosa, necesita sexo urgente al igual que yo.

― Será una sola vez, no podrás repetirlo, Marta y lo de tu hija lo veremos más adelante. En ese caso ya debemos darle algo al chico.

― No habrá problemas. Se lo haremos pagar al marido, de eso no te preocupes, hay que establecer el monto.

― Entonces quedamos el próximo martes a las tres de la tarde. Yo me integraré al comienzo y luego me retiro y te lo dejo para que abuses de él. No seas floja, exígele y realiza todas tus fantasías, el chico te lo hará todo, es muy dócil, pero debes ser enérgica como si estuvieras en clase. Luego te contaré todo lo que me hizo y es gracias a mis exigencias sino se queda mirándote.

― Hola, pendejo―Era la voz de la profesora Zorrilla al celular.

― Hola, profesora

― Escúchame bien, pendejo, el martes te vienes a las 3 de la tarde porque la profesora Marta Monges está preocupada porque parece que no entiendes el tema de las ecuaciones y vendrá a darte una lección particular. ―le dijo en tono agrio y agregó con voz dulce― Te vienes bien limpito ―y agregó con voz ronca― ¿Nos entendemos, pendejo? ¡Y ninguna palabra a nadie!

― Sí, sí, profesora―se apresuró a responder por más que no entendía ni pito. Qué tenía que ver las ecuaciones con la limpieza. Quien entiende a las mujeres.

El lunes tenía clase de matemática en el Colegio y la profesora puso una ecuación en cada cuaderno del alumnado, a Marco le puso una que nunca habían desarrollado en clase. Intentó por analogía y entregó el cuaderno. Luego la profesora puso un ejercicio en el pizarrón y todos debían desarrollar en los anotadores mientras ella corregía las ecuaciones.

Antes de terminar la clase la profesora invitó a los alumnos para que mirarran en sus respectivos cuadernos y todos tuvieron un cinco con excepción de Marco que tuvo un uno. Él no dijo nada y le hubiera gustado ver las ecuaciones de los demás compañeros si eran igual a la suya pero la relación con ellos no era la mejor. No dijo nada porque pudieron dar esa ecuación el día que faltó.

La clase de matemáticas era la última y la profesora se quedó trabajando en el escritorio, los alumnos fueron saliendo, el último en salir fue Marco.

― ¡Alumno, venga un rato! ―pareció más un reto que un pedido.

Él se acercó y le miró con esa cara que le dejaba lánguida.

― Le avisó la Profesora Zorrilla que le daré clase mañana en su casa. Está un poco flojo en ecuaciones. ¡No falte!

―No nno faltaré, profesora―tartamudeó Marco―Hasta mañana,

― Sí, sí…¡retírese! ―esas palabras iban acompañadas con un gesto despectivo de mano.

Qué tenía él que nadie le amaba, todos le odiaban, le trataban mal. No sabía por qué todos le miran pero nadie le daba una mirada cariñosa a todos les brillaban los ojos cuando le miraban.

 

Al día siguiente por la tarde Marco, siguiendo las indicaciones de la Zorrilla, se bañó, se vistió y su madrastra le preguntó― ¿Dónde vas, Marco?

― Tengo clase particular, madrastra.

― ¿Castellano, Marco?

― Matemáticas, en la casa de la profe Zorrilla

― Qué raro, pero bueno…

Cuando el chico se retiró Marietta, llamó a Luis:

― Ahora resulta que mi hijastro tiene clase de matemáticas, hagamos lo mismo de la otra vez y veremos que pescamos, mi amor

― Claro que sí, a qué hora es.

― Debes apurarte porque acaba de salir, nunca me dice nada ese chico si no le pregunto.

― Voy a grabar todo lo que puedo, en 10 minutos estaré en actividad.

― Yo sabré como premiarte el jueves.

― Espero con ansias.

La profesora Marta ya se había adelantado y estaba tomando un baño cuando llogó Marco que fu recibido por la Zorrilla.

― Adelante, pendejo, entra al dormitorio que tenemos aire acondicionado. La profe Marta ya viene. Ponte cómodo. ¡Ya sabes lo que quiero decir!, una cosa que no me gusta es repetir y repetir, ¡parecen todos burros!, ¿te bañaste?

― Sí, profesora.

― Bueno, quédate con tu slip, pendejo. Atiéndeme bien, la profe Marta tuvo un problema sentimental con su marido y está muy pero muy nerviosa a causa de ello y lo que debemos hacer es tranquilizarla y le haremos lo que hicimos la otra vez. Yo estaré un ratito con Uds. y luego harás lo que ella te pida. Seguirás sus órdenes al pie de la letra y no quiero quejas. Depende de esto tu nota de matemática, lúcete y te premiará.

Durante más de dos horas, aquellas dos mujeres que parecían poseídas por el diablo, abusaron del pobre Marco. Al terminar, ambas satisfechas por los orgasmos logrados, se encararon encaran al chico―La Profe Marta te quiere pedir un favor y si te portas bien te ganarás 100 dólares―Dicho esto se retiró la Zorrilla..

― ¿Qué se le ofrece, profesora?

― Mire Marco, le agradezco la sesión de hoy, gracias a usted, ahora me siento otra persona. Espero que sea discreto y esto que no salga de acá…te trataré de tú. Te prometo que te tendré en cuenta en los exámenes finales, puedes estar tranquilo que ya tienes un 5 felicitado asegurado.

Por primera vez apareció la sonrisa de Marco― ¡Gracias, profesora!

― El favor que te quiero pedir se refiere a mi pobre hija. Ella está casada pero su marido tiene una enfermedad que no le permite tener sexo y mi pobre hija a causa de ello está hecha un manojo de nervios yo sé que si haces lo que has hecho con nosotras le darás un motivo de seguir viviendo. El marido tiene una empresa y gracias a ello mi hija dispone de mucho dinero, así que por ese lado no habrá problemas, yo veré que te dé, no 100 sino 200 o 300 dólares.

― No podría cobrar por eso, profesora.

― No lo harás, tu no pones precio alguno, es un obsequio que querrá hacerte mi hija, si le cumples.

― Encantado de poder ayudar a su hija, profesora, pero no quiero nada a cambio.

― Dejaremos que ella lo decida. ¿Podrías este viernes de tarde?

― Claro que sí, profesora ―Esta profesora le gustaba a Marco, dejó de ser la bruja de hace un rato, ahora era amable y amorosa. Haría todo lo que le pidiera.

― Te quiero pedir un último favor, quiero que te conozca, ¿podrías acompañarme a mi casa, tengo el coche afuera?

― Claro que sí, profesora.

―Te dejaré dos cuadras antes y llegarás por tu cuenta y preguntarás por mí como para que te ayude con un problema que no entendiste. De la calle donde te dejo irás hasta el Nº 1219, esa es nuestra casa.

― De acuerdo, profesora.

Marco hizo exactamente como quería la profesora y media hora después de llegar ella, tocó el timbre y le abrió una mujer muy bella. Tendría unos 30 0 35 años, era dulce con solo verla.

― ¿Que desea, joven?―pregunta la chica con su mejor sonrisa.

― ¿Está la Profe Marta, señorita?

―Señora―corrigió ella― ¿De parte de quién?

― De su alumno Marco, señora.

― Un minuto, por favor

― Gracias―Marco lanzó un suspiro… ¡qué mujer! ―pensó Marco.

Al rato llegó la Profe con cara de cómplice y guiñándole el ojo   lo hizo pasar, y a sottovoce le dijo― Marco, esa es mi nena, estaremos un rato para disimular y luego le llamamos a ella.

― Bien.

Media hora después llamaron a la hija, del mismo nombre solo que para diferenciarla le dicen Marty.

― Marty, quiero presentarte a mi alumno Marco, además de buen alumno, hace masajes a domicilio, de esa manera se gana unos pesos.

― ¿En serio me dices, mami? Cómo me gustaría aprovechar la oportunidad. ¿Cuándo podría venir, Marco?

― ¿Mañana de tarde?

― Me parece bien, ¿a las 3?

― De acuerdo, quedamos así entonces

― Bueno, me tengo que ir, hasta luego, señora.

― Hasta el viernes, Marco, le espero ansiosa.

― Le acompaño hasta la puerta, Marco―dijo la profesora― Una vez terminado el masaje y cuando te pregunta cuánto te debe tu le respondes que le dejas a su cargo.

Marty, desde que se fue Marco de su casa no se podía concentrar en otra cosa que en el masaje que tendría con el joven. Estaba en su cama e inconscientemente se tocaba sus partes íntimas al imaginar algunas situaciones que se podrían producir. Su madre le había dicho que se había enterado que al muchacho había que direccionarlo de acuerdo a las pretensiones de cada una. “Si quieres que te monte… ¡díselo! luego le das una buena propina. No tengas vergüenza, mi hija, sabes que lo necesitas, esto no solo es sexo para ti, es medicina. No te olvides, exígele cosas,   es muy tímido y no hará nada si no se lo pides o exiges, al final le das una buena retribución.

A la hora convenida del día siguiente, Marco, se presentó bien limpio como acostumbraba últimamente. Toca el timbre y le abrió la Pofe Marta― ¡Hola, mi amorcito!―le dijó susurrando―Ven que te llevo con Marty, te espera ansiosa. Acuérdate que está necesitada de sexo, no lo dejes a ella que no sabrá cómo pedírtelo.

― Está bien, Profesora, no le haré quedar mal.

― Es esa puerta de ahí, no golpees, entra directamente.

― De acuerdo―Marco entró en el cuarto, que a pesar de ser de día, estaba bastante oscuro por las cortinas corridas, pero a Marty se la veía perfectamente, estaba, aparentemente desnuda con una larga sábana que cubría todo su cuerpo.

― Hola, Señora Marty

― Me encanta que mantengas el respeto en todo momento, si quieres ponerte cómodo, ahí tienes perchas.

― Sí, gracias.

Marco sabía, por experiencias anteriores, que el striptease hecho con su habitual parsimonia, les encantaba a las profesoras. Se colocó pegado a la cama, a un metro de la cabeza. Se quitó la camisa, luego el pantalón y muy despacito el slip, aflorando un miembro educado, aun cabizbajo, muy profesional, pero no obstante el tamaño ya impresionó a la ansiosa mujer.

Marty recordó los consejos de su madre referente a la timidez del chico. Cuando lo vio desnudo y tan apetecible pateó la sábana y mostró su hermoso y desaprovechado cuerpo, mientras Marco tomaba una percha y colocó pliegue con pliegue su pantalón y luego su camisa, iba a tomar su slip que estaba sobre la cama, cuando Marty lo atrapó y se lo llevó a la cara.

― Ahhh, que dulce aroma a bebé―dijo oliendo y besando la prenda―No me digas que todo tú tiene este olor.

― No sé, señora, no creo.

― Acércate que deseo olerte―En vez de subirse a la cama, Marco dio toda la vuelta y se quedó parado a centímetros de ella. Marty respiró agitada y el aliento llegó a los testículos del muchacho que estaba a media lengua de ella. El miembro comenzó a crecer. Marty sacó la lengua y lo que saboreó la puso a mil.

Marco, sabía que si seguían en ese tren, todo terminaría enseguida y su trabajo era darle sexo activo. A modo de “me voy pero vuelvo en seguida” le acarició la cara con el pene erecto.

― Señora, ¿quiere darse la vuelta, por favor?

― ¿Qué me harás, Marquito? ―preguntó ella mientras lo hacía.

― Le haré un masaje, Señora, ya verá que le gustará.

Marty estaba ansiosa pero se dejó llevar.

Estaba estrenando una crema especial para masajes eróticos que, cuando pasaba por las partes erógenas, las volvían locas, aunque Marty no necesitaba ningún afrodisiaco.

A los 5 minutos de empezar, sus manos sobaban los glúteos con delicadeza, cuando un dedo empezó a incursionar por las profundidades, la respiración se volvió agitada. Luego penetró con aquel dedo en la cavidad anal, luego fueron dos y después tres, como un avant premier de lo que podría ocurrir. Era el momento.

― ¿Puede darse la vuelta, Señora? ―Ella lo hizo y se quedó   con las piernas abiertas en claro mensaje de que ya quería algo más que masaje, pero Marco debía terminar la rutina, Ella sin embargo le dijo― Discúlpame, Marquito, pero ya lo quiero.

― Sus deseos son órdenes, Señora

Si bien no hubo sexo anal ni oral, la sesión terminó después de dos orgasmos. Quedaría pendiente lo demás. Se fueron juntos a la ducha y él, ya consecuente de cómo lo venía haciendo, la enjabonó y cuando llegó a la puerta de su zona erógena, volvió a pedir más y Marquito se lo dio.

JJM

Marco y sus profesoras

Marietta, solo tiene un objetivo, cumplir el testamento de su difunto esposo, y padre de Marco. Que su hijastro terminase su carrera lo más rápido posible y así poder disfrutar ambos de la herencia. Ella hará todo lo que esté al alcance de una madrastra para lograrlo.

Ir a la historia prohibida




Poco a poco, cada vez hay más relatos porque poco a poco os vais animando a escribirlos y a enviarlos para compartirlos. A lo mejor, tienes cosas que contar y que te apetece compartir, pues este es el sitio. Si lo deseáis, puedes enviar tu relato a la dirección que figura en este enlace enviar relatos prohibidos

Y si lo que quieres es copiar algún relato y compartirlo en tu sitio, o en otro, no olvides copiar y pegar también el enlace de donde lo has obtenido. y el nombre del autor, no cuesta nada y es de justicia.

Y si estás interesado en adquirir esta página, debes de saber que está en venta. Si tienes interés, puedes contactar con nosotros aquí.