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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Mejor de lo esperado
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Cuando estuve con Carlos en Termas Marinas, pensaba que lo volvería a ver en enero. No fue así, porque él estaba pendiente de que el marido de Elisa se fuera de viaje y así tener la oportunidad de encontrarse con su amiga-amante.

En cuanto Elisa supo que su marido, y el marido de su amiga Elvira, irían por dos días a un certamen de pesca en Necochea, se lo hizo saber a Carlos y organizaron un encuentro.

Elisa y Elvira, pidieron a sus esposos viajar con y ellos y que las dejarán en la ciudad de Mardel. La excusa era que vendrían conmigo, a casa de mi tía. Por eso tuve que viajar antes que ellas y esperarlas en la terminal de autobuses. Luego pasaría Carlos por nosotras. Así fue como llegué tres horas antes que ellos y las esperé en la terminal.

Todo sucedió acorde a lo planeado. Elisa y Elvira, llegaron en automóvil con sus maridos. Nos saludamos con un beso y ellos continuaron su viaje a Necochea.

Mi amiga Eli, saltaba de contenta porque pronto estaría en brazos de Carlos. Elvira, se lamentaba de que no estuviera Claudio y decía― Hoy nos toca perder Belu, únicamente Eli tiene asegurado dormir entre brazos. Tú y yo somos comparsas para una mentira.

Quince minutos después, llegó Carlos con su auto para llevarnos hasta su casa y al llegar nos preparó el desayuno.

Elisa cambio su ropa de viaje, y se puso un short elástico negro, metido en la separación de sus nalgas; arriba una remera de algodón ajustada marcaba sus pechos sin sostén.

Elvira, se quedó con su camisa holgada y el pantalón con el que viajó.

Yo no quise cambiarme para ser tan sensual como mi amiga. Mi pollera de jeans, bastante corta, dejaba ver casi la totalidad de mis muslos. Y desde atrás se levantaba aún más por mi voluminoso trasero. Una chomba manga larga y zapatillas completaban mi atuendo.

Luego de ese breve desayuno nos acomodamos. Elvira y yo trasladamos nuestras pertenencias en la habitación para huéspedes.

Elisa, acompañada por Carlos, llevó su bolsa al dormitorio principal

Al cabo de unos minutos volvió sonriente con el cabello desacomodado.

Tomándome por el cuello Eli dijo― ¡Que loco, casi me viola! Ya estoy mojada, debo ir al baño.

Elvira se acercó para preguntarme― ¿Qué dijo Elisa?

Le respondí repitiendo las palabras de Eli.

Luego llegó Carlos, que preguntó como lo estábamos pasando y dijo lamentar no poder usar la piscina por las bajas temperaturas.

Acercando sus labios a mi oído dijo― Belu ¿recordás que nos prometimos una vez más?

Me reí, como olvidarlo y respondí― Gracias por recordarme tu invitación.

Elvira intervino diciendo― Carlos te recuerdo que debemos realizar alguna compra, algún suéter, a fin de tener que mostrar a nuestros maridos. Te lo recuerdo porque Elisa posiblemente se olvide. Ella está pensando en otra cosa.

Carlos se rio, pero no dijo nada porque Elisa volvía del baño ese momento.

Luego dijo― Si prefieren, vamos al centro comercial ahora antes del almuerzo. Debo ir para el lado del puerto al negocio de un amigo. Si logran hacer sus compras en dos horas, luego quedan en libertad de acción hasta mañana a la tarde.

Elisa y Eli, estuvieron de acuerdo y volvieron a cambiarse de ropa para salir.

Yo prefiero no ir, dije y agregué― Ayudo un poquito a tener la casa limpia y en orden.

― Gracias, sos muy buena amiga ―Dijo él.

Comencé por lavar todo lo de cocina, mientras ellos iban saliendo. Luego comencé a escuchar esos temas musicales que me gustan o los tengo asociados con algún buen momento vivido. Al oír los temas recordaba cosas y hasta se humedeció mi entrepierna.

Luego pasé a ordenar el baño de huéspedes.

No oí cuando llegó el auto.

Carlos acababa de entrar al comedor y me sorprendió.

― ¿Ya volvieron? ―Pregunté.

―No, están comprando, vengo para estar a solas con vos ―Dijo.

Y rodeando mi cintura con sus brazos, me pego a su cuerpo haciendo que notase su pene en mi pubis.

Sin pensarlo, llevé mis manos hasta rodear su cuello. Me besó con sus manos apoyadas en mi traste ya con la pollera subida hasta la cintura. En pocos minutos, como si todo fuese urgente, estuve desnuda entre sus brazos. Sus manos grandes amasaron mis tetas a su antojo.

Mi conchita estaba empapada cuando él se separó de mí unos centímetros para dejar caer toda su ropa al piso. Vi brevemente su imponente verga levantada. Gruesa, con marcadas venas azules.

Me llevó hacia atrás, hasta hacer que mi espalda se apoyase en la pared junto al toallero. Sentí sus labios en mi cuello, en mis orejas. Continuó besándome los pezones y bajando por mi vientre para introducir su lengua entre los labios mojados de mi conchita.

Me giró de espaldas para morderme los hombros. Recorrió mi espalda con su lengua hasta llegar a mis glúteos. Los separó y acaricio con su lengua el capullo de mi ano. Volvió a girarme de frente y me hizo tocar la cabeza de su pene con los labios entreabiertos y mojados de mi sexo. Me penetró fuertemente haciendo que mis piernas se aflojasen. Carlos me sostuvo y me dio empujones con su pelvis haciéndome gritar aferrada a su cuello.

Un orgasmo me sacudió y temblé como una hoja. Había introducido un grueso dedo en mi ano. Me desmoroné entre sus manos y el grueso falo que me abrió y llegó hasta el fondo de mi canal vaginal.

Carlos me dio tregua, permitiendo que me sentase sobre la tapa del inodoro y me la metió en la boca. Me provocó náuseas y lágrimas en los ojos cuando intenté tragarla. Carlos se vino en mi cara y con las manos esparció su leche en mis tetas.

Abrió la ducha y nos metimos abrazados, acariciándonos. Luego de espaldas a él, enjabonó todo mi cuerpo. Puso un dedo pulgar en mi boca. Cerré mis labios y succioné. Luego llevó sus manos hacia abajo e introdujo el pulgar en mi vagina y desde atrás, el dedo mayor de su mano izquierda me exploró el ano.

El permanecía en cuclillas a mi lado, yo me tomaba de sus cabellos. Cuando se puso de pie, vi que su pene estaba nuevamente levantado.

Teniéndome de pie con los codos apoyados sobre la tapa del inodoro, me acarició el ano haciendo círculos con los dedos. Así venció toda mi resistencia y me invadió un fuerte deseo. El deseo de ser bien cogida, lo que ayudó a distender mis músculos y a aflojar el esfínter.

Cuando empujó con su verga, involuntariamente intenté moverme. Carlos me sostuvo por las caderas y aunque me quejé por el ardor que sentía, y hasta lloré, la hundió toda en mí. Bombeó muchas veces, entrando a fondo y sacándola un poco hasta ponerse rígido y llenarme de leche.

Nuevamente, bajo la ducha, nos abrazamos. Carlos con el pene flácido. Yo sentía un poco de ardor en la cola que aún dejaba salir su leche. Posiblemente tenía alguna mini fisura― Alguna herida recibida en la batalla ―Dijo.

Nos secamos y vestimos rápidamente. Luego salió con su automóvil y yo continúe ordenando el baño.

Cuando regresaron, los esperaba acomodada en un sillón― Se te nota cansada del viaje y la limpieza ―dijo Elvira.

Yo sonreí y dije― Estoy disfrutando este hermoso lugar para descansar ―Eli volvió a ponerse el ajustado short elastizado que se metía en la separación de sus nalgas y marcaba los gorditos labios de su sexo. Arriba, la remera de algodón marcaba los pezones de sus tetas sin sostén.

Almorzamos y ellas mostraron las compras realizadas. Las felicité, pero no crucé palabras ni miradas con Carlos.

A la tarde jugamos con naipes y escuchamos música, sin ninguna insinuación sexual. Únicamente por momentos, Elisa sentada sobre el abultado regazo de Carlos, iba deleitándose, palpando con sus nalgas el generoso instrumento.

A la noche luego de cenar, y tomar café, Elvira y yo nos fuimos a nuestra habitación dispuestas a dormir, resignadas a ser sólo acompañantes de Elisa. Carlos y Eli fueron al dormitorio principal.

Antes de quedarme dormida, oímos los pequeños gritos generados por Elisa.

― ¿Estará gozando? ―Pregunté.

― Eli es muy estrecha, todo le provoca dolor. No será para tanto. Me excita saber que mi amiga esté disfrutando los atributos de Carlos ―respondió Elvira.

Nos reímos imaginado en qué situación se encontraría Eli. Elvira se auto censuró diciendo― No seamos perversas, quizás le duela.

Continuaron muchos minutos de silencio total, Después oímos sonido de agua en la ducha.

― Ahora se irán a dormir ―dijo Elvira.

― Aún puede gritar una vez más ―Se me ocurrió responderle.

― ¿Por qué? ―preguntó.

Me callé, para oír mejor, pero quedé prontamente dormida.

Belu

Otro relato ...




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