La Página de Bedri
Relatos prohibidos Mi amigo se folla a mi mujer
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Mi esposa Andrea y yo fuimos criados en buenos hogares con valores extremadamente conservadores. Eso nos dificultó el comienzo de nuestro estilo de vida actual. Siempre me ha gustado el porno, de niño escondía las revistas entre el colchón y el somier. Andrea, que es la mayor de tres hermanos, nunca tuvo la intimidad que yo tuve mientras crecía, así que no se sentía tan cómoda hablando de sexo como yo. Déjenme darles una descripción de ella. 1,75 m, 50 kilogramos, tiene unas tetas pequeñas y firmes que nunca han necesitado sujetador. Tiene ojos azules y naturalmente su pelo es castaño pero lo mantiene muy rubio. Su bronceado es absolutamente precioso. Ahora voy a explicar cómo se convirtió en mi cornuda. Tan pronto como se graduó de la secundaria nos casamos y empecé a comprarle ropa más insinuante para ponérsela. Pantalones cortos y ajustados y camisetas de algodón formaban gran parte de su vestuario de verano. Encontré un lugar que vendía bikinis donde podía comprar sólo las partes de abajo, así que durante dos veranos eso fue lo que hice. Tenemos una piscina en nuestra casa y Andrea se bronceaba siempre en topless. Aquí es donde empieza todo. Sabiendo que mi esposa siempre estaba en topless en la piscina, lo había arreglado en secreto para que mi amigo Keith pasara por allí mientras ella estaba fuera. Le había dicho que necesitaba su ayuda y que se acercara a la piscina cuando llegara. Había preparado una pequeña nevera con bebidas y la había puesto al lado de la silla de Andrea y mientras ella se estaba bronceando, "accidentalmente" golpeé su camiseta que cayó en el agua helada de la nevera. Ella tenía puestas sus gafas de sol más oscuras y no se dio cuenta. Me fui al garaje para poder espiar. Vio la puerta abierta y Keith entró inocentemente esperando encontrarme, pero yo no estaba. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que Andrea estaba tumbada de espaldas y completamente en topless. Se quedó mirando durante un largo rato antes de decir―Oye, Andrea, ¿dónde está tu marido? Andrea se sentó y trató de coger la camiseta para cubrirse pero la encontró empapada en agua fría. Se cubrió las tetas con las manos y le preguntó de dónde había salido. Keith miró a su alrededor una vez más para asegurarse de que yo no estaba cerca y se sentó al lado de Andrea. Yo estaba disfrutando mucho con aquello. Salí en cuanto vi que Andrea empezaba a levantarse, sabía que estaba a punto de entrar corriendo en la casa. Llamé a Keith mientras me acercaba y cuando llegué a Andrea le di un ligero empujón para que se volviera a sentar. Esto hizo que ella apartará las manos de la tetas y se sujetara mientras se sentaba en la tumbona. Le dije que se relajara, que Keith ya había visto sus tetas. No pude ver sus ojos a través de las gafas pero intuí los puñales. ― No voy a ponerme aquí en topless para que me miréis ―dijo. ― No me importa ―dije― ¿Y a ti Keith? ― No, no me importa―dijo mi amigo― Andrea tienes un cuerpo precioso y te prometo que no estaré mirando. Me incliné y la besé en la mejilla mientras le retiraba sus manos del pecho. Debía de tener el suficiente alcohol como para hacerlo, así que se quedó. Le ofrecí a Keith una cerveza fría de la nevera y mientras la cogía le dije― Cariño, tu camisa está toda mojada, ¿cómo ha pasado eso? Ella se bajó las gafas, entrecerró los ojos y dijo que no lo sabía. Le di la cerveza a Keith y le dije― Creo que lo has hecho a propósito para que Keith pueda verte las tetas. Ella se acomodó en su asiento y dijo― Creo que sé quién lo ha hecho. Miré a Keith y sonreí. ― Bueno, Andrea, siempre he pensado que eras muy sexy ―dijo Keith a Andrea. Sus brazos descansaban a los lados y miraba hacia la piscina mientras daba las gracias Keith. Me senté y le indiqué a Keith que también lo hiciera. Andrea miró hacia mí y dijo que pensaba que no la íbamos a mirar― No, no lo haremos― le dije. Después de una hora de sol y cerveza Andrea dijo― ¿Sabes qué? ― ¿Qué, cariño? ―le dije. ― Teneros aquí, conmigo en topless, me ha hecho mojar el coño ―dijo. Me sorprendió oír a mi esposa hablar de esa manera. ― ¿Por qué crees que se ha mojado? ―Estaba tumbada de espaldas, con las piernas juntas y los brazos a los lados, y parecía que miraba directamente al sol cuando contestó― Bueno, he estado aquí tumbada pensando en pollas. La miré y seguía tumbada mirando hacia arriba― ¿Qué tipo de pollas? ―le pregunté. ― En pollas duras ―respondió. ― ¿Alguna en particular? ―le pregunté. ― La de Keith dijo. Miré a Keith que estaba sonriendo― ¿Quieres chuparle la polla a Keith? ―le pregunté pero no se movió ni respondió. ― ¿Quieres que te la chupe Andrea? ―le pregunté a Keith que dijo que sí. Se puso de pie, se bajó los calzoncillos y sacó su polla. Me sorprendió el tamaño, no es un monstruo pero es mucho más larga y gruesa que la mía. Andrea, que seguía tumbada, le dijo a Keith que se acercara a la cabeza de la tumbona y le diera la polla. Una vez que la tuvo en los labios la chupó en su pequeña y sensual boca. Mi amigo me miró y con su lata de cerveza me saludó. No llegó con sus manos a sujetar su polla y empezó a follarle la boca a mi mujer una vez que estaba dura. ― Andrea cariño ¿Crees que eso se sentiría bien en tu coño? ―dije. Ella no respondió y volví a preguntar de nuevo pero decidí ir a por ello. Me puse de pie y tomé la parte inferior de su bikini y lentamente empecé a quitársela. Cuando la banda de la cintura llegó a sus nalgas, se levantó para que yo pudiera quitárselas. En cuanto se lo quité, abrió las piernas. Keith miró su coño suavemente afeitado y asintió. Le hice un gesto para que lo hiciera. Sacó la polla de la boca y se dirigió a entre sus muslos. Tomó sus piernas en sus manos y las empujó hacia arriba mientras se subía a su silla. Su dura polla estaba apoyada en su pubis y Andrea la tomó con su mano y la guió hacia su vagina. Necesitó varios intentos antes de que él la metiera completamente dentro de ella. Tan pronto como su vello púbico rozó los labios de su coño, las piernas de ella se abrazaron alrededor de su cintura. Lentamente empezó a follar a mi mujer delante de mí. Ella comenzó a gemir con su entrada. Le susurré que si se sentía bien. Ella dijo que un millón de veces mejor que tu patético pene. Keith me miró desconcertado, yo me encogí de hombros. Se la folló así durante más de veinte minutos y pensé que se había corrido cuando se retiró, pero Andrea se dio la vuelta y levantó el culo. Volvió a introducir su polla húmeda en su coño, ahora muy mojado. Le cogió las caderas y empezó a follársela como si fuera el último coño que iba a tener. Su cuerpo golpeaba el de ella que no paraba de gemir. Finalmente se tensó y supe que la estaba inseminando. Dio un paso atrás y se giró para saltar a la piscina. Andrea se quedó quieta un momento y le pregunté si ella también se iba a meter. ― No, primero quiero que chupes el esperma de Keith de mi coño ―dijo mi mujer. Quise protestar pero ella dijo― Mira hijo de puta, me acabo de follar a tu amigo delante de ti ahora cómete mi coño. Hice lo que me dijo y desde ese día Keith ha tenido sexo con Andrea cientos de veces. Incluso se fue de vacaciones con él una vez y la ha compartido con sus amigos. Déjenme aclarar algo, no me estoy quejando. Ella se ha convertido en una esposa constantemente cachonda. Otro relato ... Poco a poco, cada vez hay más relatos porque poco a poco os vais animando a escribirlos y a enviarlos para compartirlos. A lo mejor, tienes cosas que contar y que te apetece compartir, pues este es el sitio. 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