La Página de Bedri
Relatos prohibidos Mi esposa folla con su jefe
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Mi esposa y yo teníamos un bar favorito al que íbamos con frecuencia para tomar unas copas y bailar un poco con l amúsica en vivo. Nos hicimos muy amigos del propietario y de varias de las personas que trabajaban allí. Como teníamos confianza, Luís, el propietario me pidió varias veces que le echara una mano en algunas atareadas noches de viernes y sábados, recogiendo los vasos vacíos, colocando sillas y mesas y, a menudo, lo apoyaba cuando los borrachos se ponían demasiado pesados. Anna, que es mi esposa, a menudo se ponía detrás de la barra del bar y también ayudaba cuando el barman estaba muy ocupado. Un sábado por la noche, que había muchas más gente de lo habitual, y dos de las camareras no se habían presentado, Luís le pidió que lo ayudará detrás de la barra. Ella le dijo que no conocía la mezcla para la mayoría de las bebidas pero él respondió que no había problema, que solo haría los pedidos de cerveza y dejara que el camarero se encargara de las bebidas mezcladas. Anna es realmente atractiva, es una mujer rubia, muy bien proporcionada y con muy buena silueta. Esa noche fue todo un éxito entre los clientes, así que Luís le ofreció un trabajo a tiempo completo. Aceptó y en las siguientes semanas, Luís y mi mujer trabajaron muy estrechamente juntos mientras le enseñaba la mezcla de bebidas y la coctelería básica. Cuando aprendió lo suficiente, le ofreció un trabajo de tres días durante la semana y las noches de los viernes y sábados. Se podría decir que Anna se estaba acercando bastante a Luís y que le gustaba mucho. Yo le dije que podía hacer lo que deseara, pero que recordara que estaba casado, y que su esposa también era dueña de aquel bar y en ocasiones iba por allí; por lo que Anna y la esposa de Luís coincidían a veces en el bar, así que lo pensase si no quería causar ningún problema. Anna y yo habíamos estado disfrutando del estilo de vida HMH durante un tiempo, por lo que encontrar a Luís sexualmente interesante no fue un problema para mí, de hecho imaginé su polla llenando el jugoso coño de mi mujer, algunas veces. Bastantes veces, os quedábamos algún tiempo después de la hora del cierre, sentados en el bar y tomando algunas copas, ya que no bebíamos mientras trabajábamos. Esa noche solo estábamos Luís, Anna, la banda se quedó para ensayar algunas canciones nuevas, el viejo y yo. El viejo Bermúdez era un anciano pulcro que Luís tenía como encargado de la limpieza y del que nos hicimos muy amigos. Era muy protector con todas las chicas que trabajaban allí, pero él y Anna tenían un vínculo especial. Miraba a Anna como a una hija y ella a él como a una figura paterna. Cuando nos sentamos a la barra, Luís le dijo a Anna que nos trajera unas bebidas, Anna dijo— Ya lo sabes, estoy muy cansada, me he dejado el culo esta noche, así que esperáis un rato o las cogéis vosotros. Ellos, juguetonamente estuvieron porfiando pero nadie se movió, así que fui yo por las bebidas. Como mi mujer estaba tan obstinada en lo de ir a por las bebidas, decidí que trataría de hacerla ir por ellas. Siempre me ha gustado mostrarle los atributos de mi esposa a cualquiera que disfrutara viéndolos, así que tuve la idea de castigarla con una multa, si ella no hacía lo que el jefe le dijera. Cuando le dije eso, ella aceptó el juego y preguntó cuál sería el castigo. Dije que cada vez que ella se negara a ponernos bebida o a tomar la suya, le quitaría una prenda de su ropa. Ella solo me sonrió y dijo— No te atreverás. —Pruébame —respondí. Anna se negó a tomar el siguiente trago, así que la penalicé y le quité uno de sus botines. El atuendo de Anna, esta noche en particular, era de botines de piel, jeans ajustados y llevaba puesta una delgada blusa, holgada y sin sostén. Porfió un poco, pero pude ver por la sonrisa en su rostro que no estaba molesta por ello. A medida que avanzaba la madrugada y Anna seguía a obedecer a su jefe, y yo seguí quitándole la ropa, el otro botín, un calcetín y luego el otro, luego sus pantalones y finalmente sus bragas. Ofreció un poco más de resistencia cuando le estaba quitando las bragas, pero yo sabía por sus reacciones que, en realidad, estaba disfrutando con Luís observándola y haciéndole comentarios sobre lo sexy que se veía cuanto más le quitaba. Ella solo estaba poniendo una resistencia simbólica, y yo estaba seguro de que era solo porque el viejo y la banda todavía estaban allí. Así que Anna estaba totalmente desnuda de cintura para abajo, pero como no le había quitado la blusa, donde estábamos situados, no se notaba que estaba casi desnuda. La banda estaba en la parte delantera del bar y Bermúdez estaba barriendo la sala. En un determinado momento, uno de los miembros de la banda caminó fue a mear y cuando salió se encontró justo a él de frente con el lindo y desnudo culo de Anna, con la ropa amontonada a sus pies. Lo observé disimuladamente por un espejo mientras no quitaba los ojos del trasero de mi mujer. Luego observé que se le contaba al resto de la banda. Y todos fueron repentinamente afectados por una gran necesidad de orinar. Fueron pasando todos, por turnos, y todos observando el fino y desnudo culo de Anna. Incluso Bermúdez se enteró del estado de desnudez de Anna y realizó algunos viajes detrás de la barra para vaciar la basura, barrer, etc. Anna se acabó por sentar en un taburete entre Luís y yo que estábamos haciendo comentarios acerca del poderoso y delgado trasero de mi mujer. Luís se inclinó frente a Anna y me dijo— Me pregunto si el viejo Bermúdez se está poniendo cachondo al ver mirar el lindo y pequeño trasero de Anna. —Bermúdez es demasiado viejo para tener una polla bien dura —Le respondí Tan pronto como dije eso, Luís saltó del taburete de la barra y dijo—Bueno, seguro que tengo una bastante dura. Y mientras decía eso, agarró las piernas de Anna y la giró para enfrentarla, al mismo tiempo que extendía sus piernas y las separaba para ponerse entre ellas. Abrió su pantalón y sacó su polla, puso sus manos detrás del culo de Anna y la atrajo hacia el haciendo que su dura polla entrara en su vagina. Anna solo dejó escapar un pequeño gemido y colaboró empujando su coño mojado y hambriento sobre la polla que se abría camino hacia a través de su coño. Luís comenzó a bombear frenéticamente, como un loco, y ella respondía compaginando cada uno de sus empujes con los suyos. Moví mi taburete y me senté al lado y la tomé con mis brazos. Anna estaba muy caliente, como nunca antes la había visto. Gimiendo y follando a Luís como si no hubiera otro día. La levanté y comencé a acariciarle las tetas, Luís comenzó a chuparle los pezones también. Parecía como si estuvieran en un mundo propio, disfrutando de su lujuria y pasión sin que los demás les importaran, era como si nadie, ni quienes los rodeaban les importaran. Anna comenzó a tener un orgasmo explosivo y su jefe seguía follándola. Poco después, Luís dejó escapar un profundo gemido mientras llenaba el caliente coño de Anna con su esperma viscoso. El cuerpo entero de Anna se convulsionó, luego se hundió débilmente entre mis brazos, con los ojos cerrados y la cara radiante y una leve sonrisa en su rostro. Aquel polvo salvaje no duró mucho tiempo, pero fue sin duda el encuentro sexual más intenso que he presenciado. Estos dos, aparentemente habían estado generando un tenso deseo mutuo desde que se conocieron. Esta noche, finalmente cumplieron los lujuriosos sus deseos de ambos. Yo no puedo expresar la maravillosa sensación que me invadía cuando, a mi bella esposa, la estaban jodiendo, mientras yo la sostenía. Ningún encuentro sexual que hayamos tenido antes, en comparación con la intensidad y la locura puede parecerse. Me gustó la pasión que fluyó entre los dos esa noche. No fue difícil entender que Anna tenía afecto por Luís, esto era mucho más que un polvo. Sabía que a ella le gustaba Luís y hasta habíamos hablado de hacerlo, pero debido a su esposa nunca lo intentamos. Algo esa noche lo convirtió en un evento muy especial. No estoy seguro de si fue porque ella lo deseaba tanto, o que él la ansiaba a ella, o si Anna estaba exponiendo su cuerpo poco a poco, construyendo la pasión, sabiendo que estaba en un lugar público, sabiendo que estaba siendo contemplada mientras estaba siendo follada por el jefe. En cualquier caso, lo que sucedió fue fantástico y con esa intensidad nunca lo ha repetido con nadie. Una cosa que me sorprendió, es que ella se volviera tan loca con Bermúdez allí, ya que dije antes que era como un padre para ella. Cuando terminó la sesión de folladas, se vistió y mientras caminaba hacia el viejo, iba llorando y dijo— Lo siento, Bermúdez, pero así es como soy. No estoy seguro de qué quiso decir con esas palabras pero nunca le pedí que me las explicara. Cuando nos fuimos, Anna estaba tambaleante, con flojera en las piernas porque estaba totalmente agotada, física e incluso emocionalmente. Cuando llegamos a casa, ella ya se había calmado un poco, y mientras nos estábamos desnudando para ir a la cama le comenté lo apasionada que la había visto. Apartó las sábanas y se colocó en la cama frotando lentamente su bien jodido coño y dijo— Fue muy bueno, pero aún así necesito más y lo necesito ahora. Antes de nada, me apresuré a coger la cámara para obtener algunas fotos de mi esposa bien follada y caliente, esencialmente de su tumefacto coño. Luego me uní a ella y ambos nos dedicamos a follar solo que esta vez juntos los dos solos. Aunque tuve el gran placer de ver a mi esposa exponerse a otros hombres, de ser besada, lamida y follada durante horas y horas, nunca había visto la cruda lujuria que llenaba su caliente coño esa noche. Fue una noche que recordaré con una sonrisa a mi cara y una polla tiesa y dura hasta el día que muera. Otro relato ... Poco a poco, cada vez hay más relatos porque poco a poco os vais animando a escribirlos y a enviarlos para compartirlos. A lo mejor, tienes cosas que contar y que te apetece compartir, pues este es el sitio. 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