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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Mi esposa me trae un regalo
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Comencé a sospechar que mi esposa había empezado a salir en secreto con alguien hace un año. A menudo volvía a casa en un estado lamentable. A veces lo hacía desaliñada, con la ropa arrugada y el maquillaje deshecho. La mayoría de las veces volvía sin bragas y después de haber tomado muchos, muchos margaritas. Mi esposa siempre tenía la misma excusa, diciéndome que llegaba de aquella manera porque se había desmayado en el bar. Pero antes de que pudiera oler en su cuerpo el aroma de tabaco y sexo, siempre se iba a la ducha, para prepararse para la cama.

Lo sospeché una noche cuando fui al baño mientras ella estaba en la ducha y encontré su tanga usada en el suelo y pude ver una mancha húmeda muy notable en la zona de la entrepierna. Pero al principio pensé que podía ser sólo sudor. Cada vez que llegaba a la cama yo intentaba salirme con la mía y hacerle el amor, pero me rechazaba, siempre se excusaba diciendo que estaba muy cansada.

Pero una noche, cuando se durmió, volví al baño. Revisé la tanga húmeda, echando un vistazo más de cerca. La entrepierna estaba llena de una sustancia viscosa que olía a semen e incluso encontré algunos largos pelos púbicos negros. Lo peor de todo es que el pelo del coño de mi esposa era rubio y muy corto. Me di cuenta de que mi polla se ponía dura como una roca. Olfateé la entrepierna de la prenda y me masturbé hasta que añadí más semen a aquel pequeño trozo de tela.

Una semana más tarde, volvió a casa muy borracha. Apenas podía desvestirse y luego se desmayó sobre la cama. Esperé unos minutos y pasé mi mano por su tanga roja para intentar descubrir sus actividades de aquella noche. Noté la humedad y decidí quitarle la pequeña tanga, acercándome para ver más de cerca. Su vello púbico estaba cubierto de semen seco y sus húmedos labios del coño estaban brillantes, hinchados y abiertos. Su coño goteaba una cantidad apreciable de un líquido casi transparente. Estaba seguro de que se había follado a un tipo sin condón. Luego me acerqué para poner mi boca sobre los labios de vagina y los chupé suavemente antes de meterle la lengua. No fue ninguna sorpresa cuando me llené la boca de semen pegajoso. Sorbí de su coño y lamí su recortado vello púbico hasta que quedó limpio.

Estaba excitado de que se la follara otra persona y quería decirle que quería verlos hacerlo o limpiar su coño después. Pero tuve miedo de lo que mi esposa pensara, así que mantuve la boca cerrada y le limpié las bragas usadas cada vez que volvía a casa.

Una noche, mientras estábamos follando en nuestra cama, empecé a hablarle sucio y le dije que quería que trajera a alguien a casa para poder verla follar con otro y comer su coño recién follado cuando terminara. Mi esposa se excitó al oír eso y gritó muy fuerte mientras se venía.

Más tarde, mientras compartíamos una ducha caliente, me preguntó si era realmente lo había dicho en serio lo de que se trajera a un extraño a casa para follarla. Le respondí que estaba bastante seguro y ella dijo que se lo pensaría.

La noche siguiente salió de nuevo y pude oírla entrar por la puerta principal cuando volvió a casa. Subió las escaleras y entró en el dormitorio donde la esperaba dormido en la cama mientras llegaba.

Mi esposa me sacudió y me dijo que me despertara, porque tenía una agradable sorpresa para mí. Esperaba encontrarme a un extraño en la sala de estar, pero entonces ella se bajó las bragas y me mostró su coño. Pude ver que sus labios del coño estaban enrojecidos e hinchados. También vi algo que sobresalía entre aquellos labios hinchados. Se había metido un tapón para el culo.

Se puso de pie con sus largas piernas extendidas sobre mi cara, se quitó aquel trozo de goma y empujó mi cara bajo su vientre. Se sentó a horcajadas sobre mi cabeza y vació toda su carga en mi boca. Yo chupé, pero cuando intenté meter mi polla dentro de su vagina, me rechazó, diciendo que ahora estaba dolorida pero que podía masturbarme con su mano.

Después de masturbarme, se rió y me preguntó si había disfrutado la primera parte de mi sorpresa. Luego bajó las escaleras y unos minutos más tarde, mi esposa volvió al dormitorio, llevando un joven con ella. Presentó a su nuevo amigo como Tomás que parecía tener veinte años. Mi esposa sonrió mientras decía que era el chico con el que había estado saliendo durante los últimos seis meses.

Tomás tomó a mi esposa en sus brazos y la puso en la cama, cerca de mí. La desnudó y luego se quitó la ropa. Le vi la polla tiesa que era enorme, de al menos veinticinco centímetros de largo. Luego me bajé de la cama y me senté en una silla, mientras mi esposa le hacía una mamada. Después, el chico se colocó para comerle el coño pero ella le dijo que se la cogiera sin perder más tiempo.

Ella se puso de espaldas y él empujó su enorme y dura polla lentamente y con firmeza hasta que se la metió toda, hasta las pelotas. Se mantuvo allí adentro durante un minuto como si la estuviera dilatando y dejando que el coño de mi esposa se adaptara a su tamaño...

Se retiró y se la volvió a meter lentamente hasta el fondo un par de veces más y luego aceleró el ritmo. Mi esposa gimió de placer, diciéndole que le dolía, pero que le gustaba mucho aquello. Entonces Tomás comenzó a martillear su coño con toda la potencia y velocidad de la que era capaz. Mi esposa le rodeó alrededor de la cintura con sus largas piernas y le dijo que le encantaba la sensación de su enorme polla golpeándole el cérvix.

Aquel afortunado desconocido se folló a mi esposa que tuvo tres salvajes orgasmos en menos de quince minutos. Y siguió follándola y después de otra media hora, su coño estaba rojo brillante e hinchado.

Contemplé a mi esposa poniendo sus manos en las nalgas del joven y tirando de él hacia ella para que la penetrase más profundamente. Entonces ella comenzó a gemir más fuerte, anunciando que estaba a punto de correrse otra vez.

Tomás empujó hasta el fondo por última vez y se mantuvo allí. Podía imaginarme a su polla su bombeando su semen caliente en el vientre de mi esposa. Entonces ella gritó como loca, teniendo otro intenso orgasmo.

Ambos se quedaron inmóviles durante unos minutos y luego él se separó quedando los dos acostados sobre la cama. Luego se vistió y dijo que la vería el próximo viernes en el bar.

Cuando se fue, enterré mi cara en el jodido coño de mi esposa y lamí todo lo que pude encontrar. Después de limpiarla, intenté follarme su coño pero me rechazó, diciéndome que lo tenía muy dolorido.

Pero mi esposa se colocó sobre su vientre y sonriéndome dijo que nunca había permitido que Tomás se la cogiera por el culo, pero yo podía intentarlo por allí.

Esposo complaciente

Otro relato ...




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