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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Mi esposa y Tim
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Mi esposa Andrea y yo habíamos planeado un recorrido de senderismo viaje y le sugerí que le pidiéramos a Tim que nos acompañara, con la esperanza de que él y Andrea follaran y yo pudiera mirar. Le dije a Andrea mi plan y me dijo que ya veríamos. Cuando entró en el estudio después de vestirse tuve una sensación de que estaba de acuerdo con mi propuesta. Llevaba unos pantalones cortos blancos de spandex y una camiseta blanca de tirantes que se veían fantásticos junto a su piel bronceada. Mientras se inclinaba para atarse las zapatillas de tenis le pude ver el culo.

― ¿Por qué no llevas bragas? ― Le pregunté.

― Porque durante la ruta voy a coger y me estorbarían.

― Así que Tim y tú vais a follar ―le dije.

― Ya te dije que voy a tener su polla cada vez que pueda ―respondió.

Cuando llegamos a nuestro destino, Andrea tuvo la idea de que ella y Tim caminaran juntos como una pareja y yo los acompañara. Justo después de pasar por el primer tramo del desfiladero se bajó los pantalones y se inclinó sobre una barandilla. Tim se puso detrás de ella y le metió la polla. La folló durante unos cinco minutos antes de que oyéramos que un grupo se acercaba. Corrí hacia ellos y le dije que venía alguien. Tim dio un paso atrás y pude ver su polla. El hijo de puta la tenía el doble de larga que la mía y tres veces más gruesa. Andrea se subió los pantalones y se ajustó la camiseta sin problemas, justo en ese momento pasó un tipo con cuatro niños y le vi mirando a Andrea mientras pasaba. Cuando se alejaron, le dije a Andrea aquel hombre la había estado mirando.

― Pues si no hubiera ido con esos niños le hubiera ofrecido mi coño.

Seguimos camino pero no volvieron a tener otra oportunidad de follar y los dos estaban muy cachondos cuando llegamos al motel. Después de registrarnos, Andrea me dijo que me fuera a buscar algo para cenar mientras Tim se ocupaba de ella. Yo quería mirar y después de comprar, me apresuré a volver a la habitación. Cuando entré, oí la ducha y vi a Tim preparándose en el salón. Preparé los platos y mientras él y yo empezábamos a comer le pregunté si se lo estaba pasando bien hasta el momento.

― ¿Te estás acostando con alguien? Andrea tiene un coño muy apretado y es una pequeña zorra ―Me dijo

― Me gustaría ver como le destrozas el coño ―le dije.

― Será un placer ―dijo mientras sonreía.

Andrea salió del baño con una de mis camisetas de algodón y nada más. Apenas le cubría las nalgas y sus pezones destacaban orgullosos. Se sentó a cenar y tanto Tim como yo tuvimos la oportunidad de ver sus esbeltas y bronceadas piernas hasta su coño sin vello a través del cristal de la mesa. Después de comer salimos al patio para disfrutar de la puesta de sol. Andrea me dijo que podía tomar la cama más cercana al patio y que ella y Tim tomarían la otra. Nos acostamos y esperaba que follaran pero me dormí antes de que lo hicieran.

A la mañana siguiente me desperté con el sol entrando por una rendija de las cortinas. Me di la vuelta de cara a la cama de Andrea y Tim. Tenían los ojos cerrados pero noté que la cama se mecía lentamente. Observé la expresión de sus caras y era obvio que estaban follando. Ella se mordió el labio y suspiró, porque acababa de correrse. Tim siguió follándola durante un buen rato y yo tuve que levantarme para ir a mear. Esperaba que el hecho de levantarme no les molestara. Oriné y cuando volví a la habitación me encontré con mi caliente esposa montando a Tim. Estaba completamente desnuda y moviendo las caderas muy rápido. Tim estaba tumbado y Andrea hizo todo el trabajo. Por fin consiguió que se corriera después de una hora entera follando. Andrea, exhausta cayó a su lado, y Tim se saltó fuera de la cama para ir a mear. Yo salté entre las piernas de mi esposa y me lancé a chupar su caliente y recién follado coño. Me tiró de los pelos haciendo que me manchara la cara con sus jugos y los de Tim. Tomamos un buen desayuno y regresamos a casa.

Andrea me dijo después de llegar a casa que Tim y ella habían follado el viernes por la mañana mientras yo estaba en el trabajo, luego el viernes por la tarde en casa de Tim, y lo que vi en el sendero, y en el motel mientras yo había ido a comprar para cenar. Le dije que no olvidara que habían follado esa mañana cuando se despertaron.

― No, cariño, estuvimos follando toda la noche y que no nos habíamos ido a dormir ―se rió y dijo― Me duele el coño ¡Me encanta!

Gogo

Otro relato ...




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