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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Mi primer anal
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Hola, hoy quiero contarte cuáles eran mis dudas, sobre cómo sería una relación sexual. Acaso, alguna lectora haya tenido una experiencia similar a la mía.

Consultaba a otra chica de mi edad que sin experiencia como yo, o con muy escasa información, me aconsejaba. Así llenaba mi cabeza de falsas respuestas.

Cuando comencé a sentir el real deseo de tener sexo como una mujer, le consulté a Laura, otra amiga que cursaba conmigo. Le dije que estaba saliendo con Luis. Que los chicos siempre se burlaban de mi trasero. No miraban ni mis ojos ni mi cabello... ni tampoco mis pechos.

― Es normal ―me dijo― Y tienes un trasero que llama la atención ―Afirmó abriendo los brazos.

― Quiero hacerlo con Luis pero tengo miedo a quedar embarazada ―Le planteé.

― Hazlo por atrás ―Me dijo con normalidad.

Su respuesta me llenó la cabeza de otras preguntas, pero no seguí preguntándole. Me volví a casa imaginando respuestas.

Recordé que tenía muy buena relación de amistad con un chico gay. Era un poco mayor que yo y estaba noviando con un hombre que doblaba sus 19 años. A la primera oportunidad de vernos, lo acosé con mis inquietantes preguntas.

― ¿Es agradable el sexo? ― Lo sorprendí preguntando.

― Es hermoso y mucho mejor si es continuo ―Me respondió. Y agregó― ¿A qué viene tu pregunta?

Me atreví a decirle que quería hacerlo por atrás. Que pensé que él podía ayudarme a responder mis dudas. Le dije que el chico con el cual estoy saliendo es muy fogoso. Siempre que estamos juntos, tiene una fuerte erección e insiste en hacer algo.

― Te va a gustar y vas a querer repetirlo ―Dijo riéndose.

― ¿No es doloroso por atrás?

― Si él es suave y no es superdotado, llegarás al cielo ―dijo entrecerrando sus ojos.

Me aclaraba una duda y me generaba otras.

― ¿Qué es superdotado? ―Pregunté.

Rápidamente respondió― Que el diámetro de su pene no supere los 45 milímetros. Su largo no es importante.

Continuó dándome datos sobre lubricación, higiene y cuidados basados según su experiencia. Lo abracé dándole un beso sincero.

Ese mismo día me encontré con Luis. Debía saber si era un superdotado, pero cómo preguntárselo.

Luego de hablarlo con mi mamá, le propuse hacer un viaje hasta un lago muy bonito cercano a nuestra ciudad. Un viaje corto, con estadía por una sola noche de hotel. Luis aceptó encantado y lo festejó abrazándome y besándome mucho.

Sugerí que al día siguiente. Entre las 16 y 18 fuera a mi casa a enseñarme su short de playa y que opinará sobre la nueva bikini que compraría para la ocasión.

Al día siguiente, tal como lo convenimos, Luis fue a mi casa. Mi mamá había salido con una amiga y no llegaría hasta las 19.

Yo fingiendo estar tranquila, pedí que me enseñara el short. El me lo puso sobre una mano.

― Está divino, me encanta― Dije.

― ¡Póntelo Luis! ―Agregué rápidamente siguiendo mi plan.

Pareció dudar pero continuó quitándose el pantalón y el bóxer, dejando ante mis ojos la visión de su blanco pene en crecimiento.

Me abalancé sobre el para besarlo. Luis me devoró la boca mientras su pene había crecido con la solidez de una roca.

Doblé las rodillas para bajar mi cabeza y ver su herramienta de cerca.

― ¡Que inmenso! ¿Cuánto mide? ―Dije con admiración y esperando su respuesta con mucha atención.

Luis respondió― Nunca me tomé la medida ¿te importa acaso? ―Y se calló, yo no agregué ningún comentario

Suspiré. Me desabroché los botones de la camisa. Aflojé el broche de la pollera, dejándola caer al piso. Únicamente vestida con mi tanga me agaché frente a Luis. Tomé su pene con mi mano derecha y lo masturbé con intensidad como solía hacerlo cada vez que estábamos juntos y podíamos. Hice que se retorciera de placer cuando no pudo contenerse y descargó su esperma salpicando mis pechos con su semen blanco.

Mi vagina y la tanga estaban muy mojadas por mis jugos internos.

Nos abrazamos fuertemente. Luego nos lavamos rápidamente y nos vestimos presurosos.

― No te has probado la bikini ― Me dijo Luis.

― Me la verás puesta allá ―Dije apresuradamente por temor a que llegará mi mamá.

Apenas había transcurrido una hora cuando él salió nuevamente a la calle.

La noche anterior al viaje, no podía dormir. Mi estado de ansiedad por llevar a cabo mi propósito era incontenible. A cada momento llevaba mis dedos hacia los labios de mi vagina o a llenaba mis dedos con crema y hacía círculos sobre el capullo de mi ano.

Luego de un corto viaje de menos de dos horas, en el auto de su padre llegamos al hotel que habíamos elegido por su bajo precio.

Luego de registrarnos, subimos al primer piso del modesto alojamiento. Apenas cruzamos la puerta de la habitación 119 la cerramos tras nosotros.

Nos miramos a los ojos, yo estaba un poco nerviosa. Nos besamos. Inclinándose él para salvar la diferencia de estaturas. Y yo mirando hacia arriba ofreciéndole mis labios.

― Vayamos a ver el lago ―dije mientras tiraba de su cinturón para abrirlo.

Luis levantó mi remera para quitármela sobre mi cabeza. Giré el cuerpo dándole la espalda para que pudiera desabrocharme el sujetador. Con mis pechos ya libres me volví hacia él. Su pantalón había caído al piso. Y su bóxer apenas contenía su pene ya erecto. Luis usando sus dos manos bajó por mis piernas el mini pantalón de jean y mi tanguita muy mojada. Termino de quitarse la ropa y se acostó mirando el techo.

Yo ingrese al baño para higienizar prolijamente mi conchita y mi ano horas antes depilados. Esparcí abundante crema en toda la zona y me perfumé.

Llevando una toalla por delante, camine hacia la cama y tirándola al piso me dejé caer sobre su cuerpo. Luis me aprisionó entre sus brazo y juntamos nuestros labios, nuestras lenguas se buscaron inquietas.

Su sexo había quedado entre mis piernas. Pronto sus manos rodearon mi cintura, luego se deslizaron hasta mis grandes nalgas.

Hablándole al oído le dije que quería ser su mujer. Que deseaba ser suya pero tenía temor a un embarazo.

Luis me respondió― Tengo condones.

― No confío en ellos, suelen romperse. Tengo miedo ― dije a su oído.

Fui acomodando mi cuerpo para que su duro y caliente miembro quedará entre la separación de mis glúteos. Comenzó a hacer movimientos con la pelvis, logrando que el contacto de su pene con el capullo de mi ano no fuera estático.

Luis tomó mis pechos entre sus manos he intento lamer los pezones. Llevé mis manos a su nuca y la acaricie suavemente, recordando los consejos de mi amiga. Ella decía que una caricia en la nuca del hombre, lo calienta mucho.

Yo me moví facilitando que alcanzara mis pezones con su boca y su pene caliente se frotará en mi capullo.

Juntando mi boca a su oído le dije suavemente― Al parecer te agrada mi culo Luisito. Estás tocando mi capullo con la punta de tu...

― ¡Estás hermosa! Quiero comerte toda ―Dijo e introdujo su lengua en mi boca.

Sus manos bajaron y apretaron con fuerza mis nalgas. Giramos abrazados y él quedó sobre mí. Ahora la punta de su pene se apoyaba sobre los labios mojados e hinchados de mi vagina.

Rápidamente lo aparté de mí temiendo que me penetrará. Y le dije― Me encantaría hacer cucharita, Luis ―y me volví de espaldas a él.

Estando de costado estiró un brazo para permitirme descansar el cuello sobre el musculo del mismo. Flexioné un poco las piernas para que mi trasero se apoyase en su sexo. Apoyó una mano sobre mi vientre, con la otra acomodó su pene haciendo que la punta tocase mi capullo.

― Así, me encanta estar así Luisito ―Dije buscando motivarlo a continuar.

Se movió empujando levemente con la pelvis. Sentí la presión de su pene sobre mi esfínter. Suspiré y lo alenté― Así me haces feliz.

Llevé mi mano libre hasta apoyarla sobre la suya del brazo extendido bajo mi cuello y entrelacé mis dedos con los suyos. Sujetándome Luis, con su mano en mi vientre, junto a su pelvis y nuevamente empujó con su miembro. Suspiré y apreté con fuerza nuestros dedos entrelazados.

Luis ya moviéndose instintivamente, empujó con su pelvis nuevamente y con más vehemencia. La cabeza roja de su pene abrió un poco mi capullo marrón claro. Ya descontrolada, deseosa de sentirme mujer, me entregué pidiéndole que me cogiera fuerte por atrás. Luisito no esperó a que repitiera mi pedido. Empujó fuertemente, llegando a estirar el segundo anillo de mi ano. El dolor se hizo presente y era casi insoportable. Yo respiraba aceleradamente y estaba a punto de llorar.

― ¿Te duele, Belu? ―Pregunto y sacó de mi ano su mortificante herramienta

Me volví hacia su cara y nos besamos. Toqué su pene muy duro y a punto de estallar. Tomé un poco de crema lubricante, que había comprado y guardado en mi bolso. Apliqué en mis dedos y los deslicé a lo largo de su pene. También unté abundantemente mi ano ya un poco más distendido.

Sobre la cama, apoyada en mis codos y rodillas le dije― Estoy lista para vos, ¿te atreves a darme?

Luis se puso de rodillas entre mis piernas. Pintó mi ano con el lubricante que cubría su glande e hizo centro en mi capullo. Empujó un poco y se detuvo. Me quejé pero le pedí que volviese a empujar.

El dolor fue intenso cuando la cabeza abrió el segundo anillo anal. Casi sin voz le dije― Así me gusta Luis, soy tu mujer.

El terminó de hundir su pene en mi recto y comenzó el movimiento de meter y sacar.

Sin aviso, me llegó la ola de mi primer orgasmo anal, golpeando mi cuerpo haciéndome temblar. Quedando planchada sin reaccionar.

Luis no pudo retener más el semen contenido en sus pelotas y me llenó con su leche. Caímos rendidos los dos muy pegoteados. Al cabo de un rato nos limpiamos con una toalla y bajamos a ver el lago.

Yo estaba incómoda, el semen de Luis bajaba mojando mi tanga mientras caminábamos. Me sentía sucia.

Luego de una hora afuera regresamos al salón. Tomamos licuados de frutas, Luis uno de bananas y yo uno de fresas.

Subimos a la habitación. Entré al baño a quitarme la prenda íntima mojada y con olor a semen para luego ducharme.

Luis golpeó con sus nudillos la puerta del baño y preguntó― ¿Puedo pasar a cepillarme los dientes?

― Si ―Respondí.

Ingresó desnudo y se mantuvo quieto mirándome.

El agua tibia de la ducha bajaba desde mi coronilla hasta los pies, provocándome cosquillas en los pezones levantados y duros. El metió su cabeza bajo la abundante caída de agua para besarme. Su pene no estaba completamente flácido. Nos besamos apasionadamente. Cuando volví a mirar hacia abajo, su miembro ya no colgaba, estaba levantado y me causó gracias verlo así. Le tomé una mano a Luis y la apoyé sobre un seno. Él se encargó del otro pecho usando su mano libre y jugueteo girando mis pezones.

Luego de un rato, me ayudó a salir de la ducha y comenzó a secarme con esmero, deslizando la toalla blanca sobre cada centímetro de mi piel.

Luego se duchó y se secó rápidamente, mientras yo untaba crema lubricante sobre mis partes íntimas.

Su erección era notable y merecía una segunda vuelta. Me enloquecía la visión de su hermoso pene, con la mitad del glande rojo y terso apenas cubierto por la piel del prepucio.

Instalada sobre la cama, en posición de cuatro patas, le brinde la vista de mis dos puertas desde atrás. Se arrodilló entre mis piernas, separándolas un poco, e hizo deslizar su miembro entre la abertura de mis nalgas.

Fue delicioso sentir cuando se atrevió a tocar mi capullo con un dedo. Lo quitó y volvió a presionar con la yema del dedo mayor.

― ¡Me encanta! ―Dije.

Entonces Luis reemplazó el dedo por su miembro muy duro. Varias veces hundió el glande en mi capullo y lo sacó. Cual si fuera un experto, iba preparando mi esfínter para que lo recibiera sin dolor. Y lo logró.

Cuando me penetró con todo el largo de su pene, el dolor fue mínimo y placer fue máximo.

Muchos minutos estuvo entrando a fondo, y sacándolo hasta el anillo anal para empujar nuevamente. También metiendo una mano entre mis piernas para acariciar con dos dedos el clítoris, haciéndome estremecer.

Llegué al orgasmo convulsionando y mojando su mano con mis fluidos. Su cuerpo permaneció rígido sin moverse. Únicamente sentía las contracciones de su miembro llenándome de semen, Caímos rendidos por treinta minutos.

Permanecimos en posición de cucharita. Hablamos de hacerlo una vez más luego de descansar. Yo no pude repetirlo, sentía que el ano me latía y tardó mucho en volver a su estado de capullo.

A media noche lo hicimos por mi vagina usando condón. Debido a mi temor, Luis eyaculó sobre mi vientre quitándose previamente la protección. Luego dormimos cual fuéramos marido y mujer hasta mitad de la siguiente mañana...y regresamos.

Por dos años fuimos novios, teniendo buen sexo por lo menos dos veces en la semana.

Belu.

Otro relato ...




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