La Página de Bedri
Relatos prohibidos Mi primera vez fue con mi maestra
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Fue el verano que tenía dieciocho años, era bien parecido, de metro ochenta de estatura, setenta kilos de peso, pelo y ojos oscuros y hombros anchos. Cuando estaba en la escuela primaria, estaba enamorado de mi maestra Sonia. Era quince años mayor que yo, con cabello castaño rojizo, ojos verdes, rostro encantador y una figura muy linda. Estaba casada y tenía dos hijos. En mis primeras vacaciones de regreso a casa desde la universidad me la encontré cerca de su casa y me dio un abrazo y un beso. Eso fue un poco inusual, ¿pero quién rechaza un beso de una mujer encantadora? Después charlamos y me dijo que su marido estaba de viaje y me preguntó si iría a cortar el césped de su jardín, como el verano anterior. Dije que sí y que llegaría a las diez de la mañana. Llegué a su casa la hora acordada y cuando me abrió la puerta llevaba una linda blusa blanca, pantalones cortos azul marino y sandalias doradas. Hablamos un poco y luego me llevó al garaje donde estaba la cortadora de césped. Lo arranqué y me puse a trabajar. Me llevó algo más de media hora cortarle el césped y al acabar ella me invitó a tomar un refresco. Mientras lo hacía hablamos sobre la universidad, los niños, su matrimonio, etc. Ella dijo que el primer año de la universidad me hacía bien. También me preguntó por novias o amigas especiales y le dije que había salido con una joven en varias ocasiones, pero no era nada serio. Me ofreció otro refresco y se sentó un poco más cerca de mí, en el sofá. Yo me sentía confundido, me gustaba estar cerca de ella, pero estaba casada. Me dijo que la casa estaba sola con su esposo de viaje lejos y los niños en el campamento. Pensé que solo estaba conversando cuando extendió su mano y tocó mi mano. ― Miguel ―dijo― cuando eres madre y esposa a veces te sientes muy sola. Extraño estar cerca de otro adulto cuando mi marido se va fuera ―Entonces ella se inclinó y me besó. Fue un beso largo, lento y apasionado. Luego me abrazó y más por instinto que cualquier otra cosa la abracé. Ella me miró y sonrió― Eso estuvo bien ―dijo. Asentí con la cabeza y ella se inclinó para besarme de nuevo. Esta vez noté una erección comenzando y cuando puso su lengua en mis labios, mi boca se abrió y fue increíble. Nunca antes me habían besado así. Nunca había hecho algo como esto antes. Ella me miró de nuevo, sonrió y dijo― ¿Miguel, podrías venir y hacer el amor conmigo? Y estaba aturdido. No sabía qué decir. Allí estaba aquella mujer, que era muy hermosa, que había sido la fantasía de muchas experiencias de masturbación y no sabía qué hacer. Ella me miró con sus hermosos ojos verdes y dijo― Eres virgen, ¿verdad? Asentí y me acarició la mejilla― No te preocupes, vamos a ir despacio y te enseñaré todo lo que necesitas saber ―Luego se levantó y tomó mi mano, me puse de pie y la seguí a su habitación. Se volvió hacia mí y dijo― No tengas miedo ―y me besó. El beso fue tan poderoso que me sentí mareado. Dio un paso atrás y se desabrochó la blusa que puso en el respaldo de una silla. Se quitó los pantalones cortos y se quitó las sandalias. Se quedó de pie solo con su sujetador blanco y bragas. No podía creer que aquello estuviera sucediendo. Luego se desabrochó el sujetador y lo puso encima de la otra ropa. Después tomó mis manos, las colocó sobre sus pechos y suavemente presionó mis manos en sus pechos. Eran hermosos, blanco cremoso con círculos más oscuros y pezones alargados. Tome sus pechos en mis manos y los miré. Nunca en mi vida había visto algo tan hermoso. Tomé sus pezones entre el pulgar y el índice y los giré suavemente, ella suspiró y sonrió. Mientras le acariciaba los pechos, me desabrochó la camisa y la hizo caer al suelo, extendió la mano y me acarició suavemente el pecho, rodeando mis endurecidos pezones. Se inclinó hacia adelante y me besó en el pecho― Me puedo perder en un pecho grande y bonito como el tuyo. Te hace sentir segura y excitada al mismo tiempo. Luego se inclinó y me desabrochó el cinturón, la cremallera y el broche de presión de mis jeans; me los bajó y se arrodilló para sacarlos por mis pies. Estaba mirando directamente a mi polla erecta. Alargó una mano y tocó mis bolas y me hizo cosquillas en la parte inferior de mi pene que saltó cuando ella me los tocó. Entonces ella se levantó y me besó― Tu pene es tan guapo como tú ―dijo mientras deslizaba sus bragas hacia abajo. Entre sus piernas había hermosos rizos castaños y no podía quitar mis ojos de su coño. Ella me tomó de la mano y me llevó a su cama. Subimos y nos besamos, nuestros cuerpos se juntaron presionando. Sus pechos presionaban mi pecho y mi erección presionaba entre sus muslos. Ella se recostó y me dijo― Bésame los ojos, las orejas y el cuello. Muchos besitos tiernos y húmedos. Lo hice como me dijo, saboreándola y disfrutando de su cuerpo. Luego la oí decir― ¡Bésame los hombros! Le besé los hombros bajando por el brazo y luego le besé cada dedo. Ella gimió de placer diciéndome― ¡Bésame los pechos! Y se los besé, y se los lamí, le chupé sus pezones rosados y alargados. Ella me acunó entre sus brazos mientras yo le mamaba el pecho derecho. Me sentí cómodo y seguro y, sin embargo, también muy excitado. Ella tomó mi mano y la guió hacia abajo, entre sus piernas. Noté sus rizos y los húmedos labios hinchados. Mi dedo se deslizó por sus coño y ella dijo entre gemidos― Ese es mi clítoris, Miguel, es muy sensible al tacto. Cuando una mujer está lo suficientemente excitada y la acaricias o la lames allí, ella se correrá sin remedio. La noté empujar suavemente mi cabeza por su cuerpo por donde dejé un rastro de besos húmedos. Le besé los rizos que ocultaban su coño y me puse entre sus piernas que ella extendió. Luego me pidió que le abriera los labios de su coño. La obedecí y vi su hermoso coño que era lo más hermoso que había visto en mi vida. Olía a almizcle, no a pescado, como solían decir algunos amigos― Por favor lámeme ―gimió. Lamí lentamente desde la apertura de su coño hasta su clítoris. Ella se estremeció y le pregunté ― ¿Te lastimé? ― Dios sabe que me hiciste sentir maravillosa. El clítoris de una mujer es como la polla de un hombre, mientras más atención le prestas, más crece hasta el orgasmo. Tú sigue lamiendo. Lo hice y me encantó la forma en que olía y la forma en que sabía. Su aspecto se volvió más desigual― Mete tu dedo en mí. Le metí un dedo dentro de ella y comencé a deslizarlo dentro y fuera mientras volvía a lamer su clítoris. Cuanto más tocaba y lamía más gemía. De repente ella empujó sus caderas hacia abajo, en la cama. Se quedó así por unos segundos y luego comenzó a moverse hacia arriba y hacia abajo. Luego cerró sus muslos firmemente alrededor de mi cabeza. ― Me estoy corriendooo… ―fue todo lo que dijo mientras movía las caderas hacia arriba y hacia abajo. Luego comenzó a disminuir la velocidad y después dejó escapar una gran bocanada de aire y simplemente se relajó. Inseguro de mí mismo y de lo que acaba de suceder, le pregunté si estaba bien. Levanté la mirada hacia su hermosa cara y me dijo― Muy bien. Pero por favor ¡cógeme! Me moví hacia arriba mientras ella levantaba las piernas. Luego se inclinó y tomó mi polla y la guió a su coño. Se la introduje lentamente y fue la sensación más increíble que experimenté. Su coño estaba húmedo, cálido y apretado. No podía creer que algo pudiera sentirse tan bien. Se la introduje entera y ella envolvió sus piernas alrededor de mí con fuerza― No te muevas todavía, solo quiero sentirte dentro de mí ―dijo dulcemente. Nos besamos y nunca en mi vida había experimentado algo tan íntimo y gratificante. No quería que terminara, era perfecto, ella era perfecta. Entonces, ella dijo― ¡Cógeme! Empecé a meterla y sacarla y antes de darme cuenta me estaba volviendo loco. Cuando finalmente eyaculé dentro de ella y me disculpe― Lo siento, lamento que haya sido tan rápido, Ella me sonrió y me dijo― Lo tomaré como un cumplido. Miguel, para cuando regreses a la universidad ya no te correrás tan rápido como ahora. Miré sus hermosos ojos verdes y dije― ¿Quieres decir que quieres volver a verme? Me besó y dijo― El césped necesita ser cortado un par de veces a la semana. Nos acurrucamos un rato, luego me vestí y me fui a mi casa. Fue una primera vez increíble y un verano increíble. Nunca olvidaré lo hermosa que es Sonia y lo maravillosamente bien que me trató. Otro relato ... Poco a poco, cada vez hay más relatos porque poco a poco os vais animando a escribirlos y a enviarlos para compartirlos. A lo mejor, tienes cosas que contar y que te apetece compartir, pues este es el sitio. Si lo deseáis, puedes enviar tu relato a la dirección que figura en este enlace enviar relatos prohibidosY si lo que quieres es copiar algún relato y compartirlo en tu sitio, o en otro, no olvides copiar y pegar también el enlace de donde lo has obtenido. y el nombre del autor, no cuesta nada y es de justicia.Y si estás interesado en adquirir esta página, debes de saber que está en venta. Si tienes interés, puedes contactar con nosotros aquí. |
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