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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Mi primo José Luís
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Hola, soy un adulto de treinta y seis años casado y con dos hijos. Heterosexual, me encantan las mujeres, pero tengo una confesión que compartir.

Tengo un primo, que es un año más mayor que yo. Siempre estuvimos muy unidos, desde bebes, porque nuestros padres están muy unidos y como tenemos casi la misma edad, compartimos muchos momentos juntos. Siempre juntos, los mejores amigos, casi como hermanos, pero somos primos.

Las vacaciones de verano la pasábamos siempre en la casa de los abuelos. Allí, a pesar de haber muchas habitaciones disponibles, dormíamos juntos. Nos gustaba dormir juntos pues estábamos muy unidos. Cuando llegamos a la pubertad, todas esas sensaciones nuevas y emociones calientes nos invadieron.

Yo tenía doce años y mi primo José Luis trece. El día lo pasábamos como cualquier par de jóvenes. Jugábamos mucho en el patio, pero en las noches, al momento de dormir, cómo la habitación solo tenía una cama con dos colchones, bajábamos un colchón al suelo y cada uno tenía su espacio, y antes de dormir platicábamos mucho. Obvio sobre chicas, debido a que en la pubertad esa rica sensación de calentura era inevitable ignorar. Cada noche la plática sobre las mujeres que conocíamos terminaba en una sesión de masturbación en la oscuridad, cada uno en su lugar y sin vernos.

Yo casi no me masturbaba, me daba un poco de congoja. Pero más que nada, no sé por qué, pero prefería escuchar cómo él se masturbaba bajo sus cobijas.

Hacía mucho calor y siempre andábamos solamente en shorts, aparte de en el patio había un pequeño chapoteadero. Una noche, discutiendo quién se iba dormir en la cama y quién en el colchón al suelo, no nos pusimos de acuerdo y los dos aferrados nos acostamos en la cama. La discusión se fue en la plática y nos olvidamos por momento y ambos acostados en la misma cama, comenzamos a hablar de chicas, imaginando sus pechos. Y de repente él se calentó mucho y se acostó sobre mí, de frente, ambos con las piernas juntas, no sé por qué, pero yo, separe las piernas y se excitó moviendo su cadera atrás y adelante mientras me decía― Toma bebé, toma ―Yo podía sentir su pequeño pero duro pene en mis huevos. Tampoco sé porque lo hice, pero levanté las piernas y las abrí bien abiertas y a pesar de que traíamos shorts, sentí su pene cerca de mi ano. Aún estaba la luz prendida y podía ver su cara de lujuria, aunque mi primo no me veía a la cara, yo a él sí. Y quietecito me dijo― Juguemos, ponte 10 segundos y luego me pongo ―El, al ser un año mayor, tenía más iniciativa y yo más dejado.

Así comenzamos a jugar, apagamos la luz, nos metimos en la cama bajo las sábanas y después de jugar un rato, como en mi tercer turno de ponerme de ladito, para que él se pusiera también de ladito atrás de mí. En ese turno atinó y puso su pene en la entrada de mi ano y sentí la humedad de su cabeza en la entrada de mi culo y me sorprendí, casi puedo decir que me asusté, pero lo dejé; después de todo así era el juego. Después de varios turnos así, ya estábamos muy calientes y mi culo se empezó a dilatar poco a poco, casi sin darnos cuenta por la inexperiencia ya me había penetrado, fue raro, pero me gustó. No me dolió en lo absoluto, el juego terminó, y después cada uno se masturbó, ese día tuve la eyaculación más placentera hasta ese momento. Pero yo seguí queriendo sentir más ese pene a dentro de mí.

Anónimo

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