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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Noche de mamadas
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Mi nombre es Carolina y soy una ama de casa, exhibicionista y obsesionada por el sexo oral. Tengo auténtica obsesión por chupar pollas. Me encanta la sensación de control que obtengo cuando envuelvo mis labios alrededor de una polla bien dura. Y hay algo en el sabor y la textura pegajosa del semen que me encanta. Es por eso que mi actividad favorita es chupar pollas de chicos y tragarme su esperma cremoso mientras mi marido Marco nos mira. Nunca he podido obtener suficiente semen para satisfacerme completamente, y lo más cerca que he estado de satisfacer mi sed de esperma fue en la despedida de soltero de Esteban, un amigo de Marco.

Como parte de nuestro regalo de bodas, acepté proporcionar entretenimiento gratuito en la despedida de soltero de Esteban. La fiesta se llevó a cabo en un pequeño salón de banquetes en el sótano de un restaurante local, y había diecisiete personas en total, incluyendo a mi marido Marco. Llevé un corto camisón de negro y zapatos de tacones altos y no me puse bragas.

Durante algún tiempo deambulé por allí llevando a los invitados bebidas y aperitivos, y mientras lo hacía, me agarraban de las tetas y me tocaban el coño. No pasó mucho tiempo antes de que ya estuviera tan caliente que el jugo del coño me resbalaba por los muslos.

Una vez el ambiente ya estaba listo, fui al pequeño escenario en el fondo del salón, Marco pusó la música y yo empecé a hacer algunos bailes exóticos. Algunos años antes había estado aprendiendo como bailarina exótica, así que sabía conocía los movimientos adecuados para volver locos a los hombres. Al final de la tercera canción ya me había quitado el camisón, y me bajé del escenario y empecé a bailar de mesa en mesa. Me sentaba en las rodillas de los invitados y ellos me acariciaban y me chupaban las tetas mientras yo me frotaba el coño contra los bultos de sus pantalones al ritmo de la música.

Después de cerca de una media hora de hacer eso, le dije a Marco que cortara la música. Luego le pedí que pusiera una silla en el medio de la sala y que el novio se sentara en ella.

Tan pronto como se sentó, me arrodillé delante de él, le desabroché el cinturón, le abrí la cremallera y le bajé los pantalones al suelo. Luego empecé a besarle y a lamerle la polla y las pelotas, y luego envolví mis labios húmedos alrededor de su dura vara y empecé a chuparle la polla con hambre. El resto de los hombres se reunieron alrededor para mirar, y algunos de ellos sacaron sus pollas y comenzaron a acariciarlas. Les advertí que se detuvieran, ya que quería su corrida en mi boca, no en el suelo. Al novio sólo le llevó unos cinco minutos liberar una gran carga de semen que corrió por mi garganta. Después, todos los demás invitados se fueron turnando para sentarse en aquella silla.

Todos estaban más que felices de sentarse allí y dejarme hacer el amor con sus pollas con mis labios y lengua. Pero uno de ellos no, Gabri quería tener un papel más activo. Me preguntó si estaba bien que se levantara y me cogiera la boca como si fuera un coño, a lo que le contesté que mientras terminara alimentándome con un montón de semen cremoso estaba bien para mí.

Me agarró la parte de atrás de la cabeza, me metió su polla dura en mi boca abierta con ansia y empezó a empujarla lentamente hacia adentro y hacia afuera. Mientras lo hacía, yo le presionaba la polla con los labios y dejaba que mi lengua se moviera a lo largo de la parte inferior de la misma. También empecé a acariciar y apretar suavemente sus bolas. Pronto Gabri comenzó a meter y sacar su polla en mi boca más fuerte y más rápido, y pude sentir la cabeza de su polla empujando hacia abajo en la parte posterior de mi garganta. Cuando sentí su polla empezar a palpitar como si estuviera listo para correrse, le metí un dedo en el culo, y ¡Booommm!... Gabri gimió en voz alta y su polla explotó en mi boca en un enorme torrente de semen. Chupé y tragué lo mejor que pude, pero había tanta corrida, y él estaba cogiendo mi boca tan fuerte, que algo de corrida goteó de mi boca, corrió por mi barbilla y goteó en mi teta derecha. Después de que Gabri se escurrió totalmente, le lamí la polla, luego usé mis dedos para limpiar la corrida de mi barbilla y lamí mis dedos. Luego me agarré la teta derecha, la levanté tanto como pude, incliné la cabeza hacia abajo y lamí la corrida de la misma. Nunca ejo nada atrás.

De todos modos, para no hacer muy larga la historia, después de unas dos horas y media me las había arreglado para chupar las pollas de los diecisiete invitados y tragarme cada gota de delicioso semen.

Entonces Marco, se puso en el centro de la sala y dijo que era el momento para satisfacerme. Me cogió de la mano y me llevó a una de las mesas donde había colocado un cómodo edredón y me acostó suavemente sobre mi espalda. Marco, entonces me levantó las piernas, me pidió que las abriera e invitó a los hombres a descubrir el dulce sabor de mi coño. Mantengo mi coño totalmente afeitado, así que fue fácil para todos ver cómo brillaba por todos los jugos que chupar sus pollas me había producido. Todos se turnaron para lamer, mordisquear y tocar mi coño hinchado y empapado, y perdí la cuenta de cuántos increíbles orgasmos disfruté.

Estaba allí tumbada con los ojos cerrados por el éxtasis, cuando de repente sentí una polla dura entrando mi coño, y cuando levanté la vista vi a Esteban follándome con vigor. Cuando terminó, le tocó a Marco follarme, y después de él me folló, el padrino. Su polla era una de las más gruesas que he tenido nunca, y Marco me dijo más tarde que cuando el padrino me estaba follando yo hacía unos gemidos guturales, como de un animal y que todo mi cuerpo temblaba.

Cuando el padrino finalmente explotó dentro de mí, pude sentirlo bombeando y bombeando y bombeando la mayor carga de semen que alguien haya disparado en mi vagina. Le agradecí por la gran cogida, y luego le pedí que por favor usara una pequeña cuchara y cogiera su semen y me lo diera. Con cuidado metió la cuchara en mi coño y empezó a sacar el semen y a dármelo en la boca. Se las arregló para darme cuatro cucharadas, y cuando se terminó me recosté con una gran sonrisa en mi cara y todos los chicos me aplaudieron. Fue una de las mejores noches de mi vida, y lo más cerca que he estado de satisfacer mi sed de corridas.

Carolina

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