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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Noche follando
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Otra vez sola en casa con mi marido de viaje por trabajo durante todo el largo fin de semana.

Bárbara, mi amiga me llamó el sábado por la noche. Ella estaba felizmente casada y yo sospechaba que nunca había engañado a su esposo, pero ahora él había ido a pescar con sus amigos y ella estaba un poco caliente y de humor para pasar un buen rato.

Me pidió que tuviéramos una "noche de chicas" y viéramos qué podía pasar...

Ambas nos vestimos como putas en celo y terminamos la noche en un oscuro garito donde unas strippers entretenían a los clientes. Estábamos tomando unas margaritas cuando dos jóvenes se nos acercaron y comenzamos a charlar amistosamente.

El primero se presentó como Nico, un tipo guapo, sonriente, con un enorme torso musculoso y aparentemente bien dotado. Empecé a sentirme un poco excitada mientras me miraba a los ojos.

El otro le pareció atractivo a mi amiga. Su nombre era Santiago y también era de “talla” grande, especialmente dentro de sus pantalones. Ambos eran de fuera de la ciudad, sólo estaban aquí unos días.

Hablamos con ellos un rato y tomamos unas margaritas más. Empecé a coquetear un poco más con Nico y antes de darme cuenta tenía la mano sobre mi pierna debajo de la mesa.

Le dije a Bárbara que iba al baño y me acompañó; una vez allí me preguntó qué demonios estaba haciendo, coqueteando con esos desconocidos.

Le pregunté― ¿Alguna vez te has follado a un hombre que no fuera tu marido, cariño?

Horrorizada me dijo― ¡No!

Le confesé que yo ya había estado antes con otros hombres, todos ellos bien dotados y le dije que no hay nada malo en ello. También le dije que tenía antojo de uno esa noche y que quería ir a algún lugar con ellos para que me cogieran hasta el amanecer. Bárbara era jodidamente puta, pero me confesó que nunca había engañado a su marido. Insistí en que no hay nada como ser follada por el gran pene de un desconocido... Supongo que mi amiga tenía suficientes margaritas inundando su cabeza que finalmente accedió a ir.

Volvimos a la mesa y les dijimos a los chicos que estábamos listas para trasladar la fiesta a su habitación de hotel. Así que nos metimos en mi coche y nos dirigimos a su casa. En el camino pude ver a Santiago y Bárbara en el asiento trasero; él tenía una mano entre las piernas abiertas de ella que parecía estar disfrutando de las caricias en su coño. Nico me estaba frotando los pezones sobre la camisa. Una vez allí me sentí mojada y lista para follar. Agarré a Nico y le besé salvajemente, mientras sus enormes manos me desabrochaban los vaqueros. Luego me arrancó las bragas dejando mi mojado coño expuesto. Me metió dos dedos en el coño mientras me besaba apasionadamente y me susurraba al oído― Tu coño está caliente y húmedo, perra, estás lista para ser follada.

Me arrodillé, le desabroché los vaqueros para liberar su increíble y enorme polla; medía unos veintidós de largo y era redonda como el manillar de una bicicleta. Me metí lo que pude en la boca para chuparla. Le dije que quería su semen en mi boca, pero Nico me agarró del pelo, diciéndome― Querías que te trataran como a una puta, te lo mereces y te voy a joder muy duro. Luego me arrojó a la cama, haciéndome caer de rodillas.

Miré y vi a Bárbara en la otra cama, chupando la enorme polla de Santiago. Parecía incluso más grande que la de Nico, de al menos veinticuatro centímetros y mucho más gruesa, era enorme…

Nico se puso entre mis piernas, me agarró firmemente de la cintura con ambas manos y, de repente, sentí su enorme polla atravesar los húmedos labios de mi coño. Pudo metérmela con facilidad. Giré la cabeza y lo miré diciéndole― ¡Vamos cabrón, cógeme fuerte con tu gran polla!

Luego me agarró el pelo, me hizo girar la cabeza y me hizo mirar a Bárbara y Santiago, mientras metía su dura herramienta en lo profundo de mi cálida y húmeda vagina. Gruñí con fuerza, sintiendo dolor mientras él me follaba

Luego me gritó― Aquí vamos, puta de mierda; vas a tener la gran polla que pediste en tu coño caliente y húmedo.

Empezó a bombear con fuerza dentro y fuera de mi coño. Podía sentir cada centímetro de su duro pedazo de roca deslizándose hacia adentro y hacia afuera. Estaba en el cielo cuando mi orgasmo comenzó; él me sostuvo con sus dos manos sobre mis hombros y continuó follándome fuerte con su gran polla mientras sacudía mi cabeza hacia adelante y hacia atrás. Fue uno de los orgasmos más salvajes que jamás había tenido. Empecé a descender cuando me tomó la pierna, me dio la vuelta de lado para seguir cogiéndome, hasta que de repente empezó a descargar su caliente semen dentro de mi coño.

Una vez que terminó, se retiró y pude notar su semen saliendo de mí y cayendo hasta las sábanas.

Me quedé allí tumbada, mientras él se levantaba para ir al baño. Miré para ver a Bárbara en cuatro patas y a Santiago tratando de meterle la polla en la vagina. Ella le pidió que se lo tomara con calma mientras él le metía lentamente la cabeza entre los labios del coño.

Nico regresó y se sentó a mi lado, metiéndome de repente dos dedos en el culo. Grité sorprendida, pero luego noté que la caricia en mi ano era buena.

Los dos mirábamos a la otra cama, Santiago todavía le estaba metiendo la verga a Bárbara, cuando ella gritó de dolor― ¡Duele, por favor, sé cuidadoso.... no…! ¡Detente, por favor, me duele mucho… es que la tienes tan grande!",

La actitud de Santiago cambió en ese momento y empujó con fuerza con su polla y Bárbara ella gritó de dolor, con lágrimas en los ojos. Mientras le cubría la boca con su mano, sonrió diciendo― ¡Cállate, putita y siente mi gran polla en tu coño apretado!

Bárbara gruñía y lloraba de dolor. Traté de levantarme de la cama para ayudarla cuando Nico me agarró, me abrazó y me dijo― ¡Déjalos en paz, se pondrá bien!

Estaba asustada; Santiago seguía follando a Bárbara mientras Nico me sujetaba en la cama, con sus dos dedos aún metidos profundamente en mi ano. Después de un tiempo, Santiago salió de ella, pero pronto volvió a meter su polla de nuevo en su coño y continuó bombeando más y más rápido...

Mi amiga gritaba más fuerte, lloraba de dolor y le decía que no aguantaba más, pero Santiago seguía follando su coño mientras ella caía de bruces sobre la cama como una muñeca de trapo. Luego gruñó y empezó a correrse en lo más profundo de ella. Le dio un par de empujones más, le dio una bofetada en el culo y finalmente se la sacó. Cuando fue al baño pude ver que tenía manchas rojas y semen goteando de su polla todavía dura.

Le dije a Nico que ya era suficiente y que nos íbamos, pero él respondió con enfado― ¡De ninguna manera, perra!

Me asusté mucho ahora, mirando a Bárbara acostada boca abajo en la cama, llorando con un líquido rojo que salía de su follada vagina.

Santiago volvió, se sentó a mi lado, me agarró del pelo y me dijo que me montara en su polla.

― De ninguna manera, imbécil, ya nos vamos ―dije, pero me agarró por el cuello y me dijo que no podíamos irnos hasta que terminaran. Luego me arrastró para montar su pedazo gigante de polla. Realmente la sentía dura dentro de mí. Fue una penetración dolorosa, aunque mi coño ya estaba mojado y bien estirado por Nico.

Me ordenó que rebotara y lo hice y entonces pude sentir las manos de Nico en el culo, me abrió las nalgas y me di cuenta de que me iban a hacer una doble penetración. Nico usó un dedo largo para jugar con mi ano; luego lo escupió y trató de meterme la cabeza de su pene en el culo. Me dolió muchísimo y lloré de dolor, diciéndole que necesitaba más lubricante. Trajo una botella de champú del baño, me roció el culo y luego empezó a meterme dentro la verga. Me empujó sobre el pecho de Santiago y luego me metió el resto. ¡Me dolió mucho!

― ¡Cabrones! Me vais a matar ―grité.

― Tu culo está muy apretado, perra ¿Tu inútil esposo te coge así? ―respondió Nico.

― No, nunca ―dije llorando de dolor.

Continuaron cogiendo mis dos agujeros durante una eternidad haciéndome llorar de dolor. Nunca antes me habían cogido tan brutalmente. De repente mi propio cuerpo me traicionó, haciéndome sentir un intenso orgasmo salvaje. Gemí de placer pese al dolor en el culo y se dieron cuenta.

Santiago me sonrió irónicamente y le dijo a Nico― La perra se está corriendo.

Nico redobló su asalto a mi culo, golpeándome cada vez más fuerte y rápido, ocasionándome un dolor casi insoportable. Apenas podía soportarlo. Pero de repente se puso tenso y note su cálido semen invadiendo mi dilatado y dolorido ano. Luego se retiró, al mismo tiempo que Santiago me llenaba el coño.

Se bajaron de la cama y empezaron a vestirse a toda prisa. Luego salieron de la habitación, dejándonos solas. Me levanté para ver cómo estaba Bárbara que seguía llorando y diciendo que estaba muy dolorida. Los labios de su coño estaban rojos y muy hinchados; y una mezcla de líquido rojo y semen seguía fluyendo. La ayudé a vestirse y nos dirigimos al hospital para que la revisaran. Su coño había sido desgarrado por la enorme circunferencia de la polla de Santiago, pero más tarde confesó que el cabrón la había hecho venir dos veces antes de destrozarle el coño.

Por otro lado, yo había disfrutado mucho de la brutal doble penetración de aquellos cabrones desconocidos. Pese al dolor, Bárbara y yo estábamos pensando que podríamos tener otro fin de semana libre sin nuestros esposos para disfrutar de más cabrones desconocidos.

Alma

Otro relato ...




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