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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Nueva madrastra
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Mis padres se divorciaron cuando yo estaba al final de la adolescencia, y durante un par de años ambos permanecieron solteros.

Luego mi padre conoció a Estefanía, una mujer alta de unos treinta años, con el pelo largo y rubio, una tez perfectamente bronceada, un cuerpo delgado y en forma, y un hermoso par de pechos que intentaban salirse de cada camiseta que llevaba. De todos modos, aunque no estaba precisamente encantado de que mi padre saliera con otra persona, traté de ser amable con ella, y después de un par de años de estar juntos, finalmente anunciaron que querían casarse.

Las cosas empezaron a suceder rápidamente, pronto tuvieron un lugar reservado, un bonito hotel junto a la playa, un ministro dispuesto a hacer la ceremonia, una banda y un catering organizados, y antes de que todos nos diéramos cuenta, llegó el gran día.

El día salió bien y sin problemas, todo el mundo se presentó a tiempo, el ministro dirigió la ceremonia correctamente, la feliz pareja pronunció sus votos, y muy pronto todos estábamos bebiendo y festejando en la recepción. Mientras la bebida fluía y los invitados se divertían, acabé bailando con mi nueva madrastra, y tengo que admitir que, a pesar de tener 15 años más que yo, Estefanía, con su vestido blanco, maquillada y con el pelo recogido, estaba muy guapa.

Bueno, a medida que la noche avanzaba, mi padre se fue emborrachando más y más con sus amigos, hasta que llegó la hora de terminar y de irse a la cama, y aquí es donde, por desgracia, empezó el problema.

Ahora, bastante borracho, mi padre apenas podía mantenerse en pie y hablar, y mi nueva madrastra no iba a poder ayudarle a subir hasta la habitación que habían reservado en el hotel. Así que, como buen hijo que soy, me ofrecí a llevar a mi padre hasta allí, y con mi madrastra a la cabeza, subimos hasta la habitación nupcial.

Después de un corto viaje en ascensor, llegamos a la habitación, y mi madrastra abrió la puerta y me dejó entrar primero, para que pudiera dejar a mi padre en la gran cama que habían reservado. Con algo de esfuerzo, lo arrastré a la cama, y cuando su cabeza cayó en la almohada, comenzó a roncar inmediatamente.

― ¡Oh! ―dijo mi nueva madrastra con un suspiro infeliz.

― ¡Ya está dormido, y ni siquiera llegó a pasarme en brazos por el umbral! ―dijo entonces― Este es un gran comienzo para nuestro matrimonio ―dijo entonces con sarcasmo.

La miré, de pie en la puerta, con un aspecto triste con su bonito vestido blanco, y no pude evitar sentir un poco de pena por ella también, y entonces dije― Bueno, supongo que podría pasarte al otro lado del umbral.

― ¿Lo harías? ―preguntó un poco sorprendida.

― ¡Claro! ¿Quieres que lo haga? ―respondí nervioso. ― Después de todo, soy el hijo de mi padre, así que supongo que todavía cuenta.

Estefanía pareció pensarlo por un momento y luego respondió― ¡Está bien! Supongo que podría servir.

Así que me acerqué a ella y levanté nerviosamente su esbelta figura de unos 30 años en mis brazos. Mientras lo hacía, ella pasó sus brazos alrededor de mi cuello, y después de sonreírnos nerviosamente por un momento, entré en la habitación.

― ¡Ya! ―dije de pie en medio de la habitación, aun sosteniéndola― Has cruzado el umbral ―exclamé.

― ¡Oh, gracias René! ―respondió un poco más alegre ahora― Eres un buen hijastro ―dijo antes de inclinarse hacia mí.

Cuando lo hizo, me giré para mirarla, y en ese momento, nuestros labios se encontraron. Los dos nos sorprendimos un poco cuando nuestros labios se tocaron, pero después de uno o dos momentos más, nos relajamos, nuestros labios permanecieron unidos y comenzamos a besarnos con entusiasmo.

Sé que estaba mal, que se trataba de la nueva esposa de mi padre, mi nueva madrastra, pero también era una hermosa mujer madura, rubia y caliente, y ambos estábamos un poco achispados por la fiesta, así que continuamos besándonos ansiosamente. Nuestras bocas pronto se abrieron, y nuestras lenguas empezaron a explorar la boca de cada uno, y sin darme cuenta, me acerqué a la cama, antes de bajar a mi nueva madrastra sobre ella, y luego dejarme caer encima de ella.

En cuanto estuvimos en la cama, al lado de mi padre borracho y dormido, empezamos a quitar desesperadamente de la ropa del otro mientras seguíamos besándonos. Estábamos claramente deseosos de que pasara lo que iba a pasar. En segundos mi madrastra me había quitado la corbata y la camisa, mientras yo le había bajado la cremallera del vestido.

Comenzó a acariciarme mi joven cuerpo de veintitantos años, antes de que sus manos se deslizaran más abajo hasta encontrar mis pantalones. Entonces, mientras empezaba a desabrocharlos, le quité los tirantes del vestido de sus pequeños hombros y tiré de él hacia abajo, e inmediatamente sus preciosas tetas redondas y bronceadas aparecieron. Rápidamente aparté mi boca de la suya, miré sus pechos expuestos, que tal y como había imaginado eran muy bonitos y perfectos, y bajé mi boca hasta sus pequeños y duros pezones rosados. Estefanía gimió al instante cuando empecé a chuparle las tetas, y después de disfrutar de ello por un momento, continuó desabrochándome los pantalones.

Unos segundos más tarde los tenía desabrochados, los bajó un poco y mi joven polla semidura apareció. Al instante, mi nueva madrastra rodeó con su suave y cálida mano mi grueso pene y, agarrándolo con fuerza, empezó a tirar de él, dándole vida. Gemí disfrutando de la sensación de mi nueva madrastra, rubia y caliente, acariciándome mi dura vara, antes de continuar chupando sus tetas un poco más. Continuamos así durante un minuto más o menos, hasta que consiguió que nos diéramos la vuelta, de modo que ahora ella estaba encima, y entonces, sacando sus preciosas tetas de mi boca, se deslizó lentamente por mi cuerpo con una gran sonrisa en la cara, y cuando su cara estuvo a la altura de mi polla, abrió la boca completamente, y engulló mi miembro.

Gemí más fuerte que antes cuando mi nueva madrastra comenzó a chuparme la polla. Sus cálidos y húmedos labios se cerraron alrededor de mi polla mientras se movían hacia arriba y hacia abajo. Yo estaba en el cielo, cuando Estefanía me lamía y chupaba la polla con ganas, por un buen par de minutos, mi nueva madrastra me hizo la mejor mamada que había tenido. Su boca exploró todos mis genitales, incluso me chupó los huevos un par de veces, y lamió toda la longitud de mi polla como si fuera un caramelo, hasta que finalmente le dio una última gran chupada, y luego se levantó.

Mirándome fijamente, de pie al final de la cama, sonrió seductoramente mientras empezaba a empujar su vestido hacia abajo, revelando su esbelto y bronceado vientre, luego sus sedosas bragas de blancas novia y sus medias blancas, hasta que finalmente llegó al suelo y salió de él.

Me quedé mirando con excitación su cuerpo de mujer madura, mientras ella agarraba las bragas y, para mí deleite, empezaba a bajárselas también.

Vi cómo su ropa interior bajaba por sus muslos, por encima de las medias, y luego caía al suelo, antes de que se pusiera de pie, para revelar un pequeño coño bronceado perfectamente afeitado, con sólo una franja de pelo rubio recortado por encima.

― ¿Qué te parece? ―preguntó con una sonrisa.

― ¡Increíble! ― respondí con una gran sonrisa.

― Gracias ―respondió ella con otra gran sonrisa.

Entonces cogió sus bragas y las puso sobre la cara de mi padre, que roncaba, antes de reírse y volver a mirarme.

― Bueno, como ya has sustituido a tu padre una vez. Supongo que puedes hacerlo de nuevo ―dijo, antes de volver de nuevo a la cama.

Ahora a cuatro patas sobre mí, se inclinó y nos besamos de nuevo antes de que su entrepierna empezara a bajar hacia la mía. Unos segundos después, su coño suave, cálido y húmedo se encontró con mi polla dura y dispuesta, y ambos gemimos suavemente. Cuando bajó más hacia mí, noté que sus suaves y rosados labios del coño se separaban, mientras se abrían alrededor de la cabeza de mi polla. Y entonces, su vagina, engulló mi miembro, y ella, con un gemido se hundió sobre mi entrepierna.

Ambos gemimos y nos abrazamos con fuerza, mientras su cálido y húmedo coño acogía toda mi dura polla dentro de ella, y luego, después de un momento, comenzó a mecerse hacia adelante y hacia atrás mientras nos besábamos más.

Después de unos minutos de sólo besarse y mecerse, el cuerpo de Estefanía comenzó a subir y bajar lenta y constantemente, y ya estábamos follando. Sí, estábamos follando, yo estaba dejando que mi nueva madrastra me montara. Ella estaba dejando que su nuevo hijastro le introdujera la polla profundamente en su húmedo coño. Y lo estábamos haciendo allí mismo, junto a mi padre borracho y dormido.

Durante unos buenos minutos, Estefanía fue hacia arriba y hacia abajo sobre mi polla, mientras seguía inclinándose hacia mí y besándome, hasta que finalmente se levantó, y entonces empezó a rebotar ansiosamente hacia arriba y hacia abajo más rápido y más fuerte.

― ¡Oh, sí! ¡Oh, sí! ¡Oh sí! ―gimió con fuerza, mientras se movía arriba y abajo sobre mí.

Mientras me montaba, observé sus perfectas y redondas tetas bronceadas sacudiéndose justo encima de mi cara, y durante otros minutos, follamos felizmente. Entonces se dejó caer sobre con fuerza y con un profundo gemido de felicidad, se sentó por un momento completamente rellena de mi duro miembro, antes de inclinarse y besarme de nuevo. Mientras nos besábamos de nuevo, de alguna manera consiguió que nos diéramos la vuelta, y ahora conmigo encima, empecé a machacar con mi polla en su cálido y húmedo coño, hasta que finalmente empecé a levantarme y a dejarme caer dentro de ella follando su dulce y húmedo coño.

― ¡Oh René! Oh René! ―gimió aferrándose a mí con fuerza― ¡Fóllame René! ¡Fóllame! Como me merezco, en el día de mi boda ―gimió entonces.

Así que lo hice, empecé a levantar y dejar caer mi entrepierna en la suya, y mi dura polla se deslizó de un lado a otro dentro de su cálido y húmedo coño, y Estefanía se aferró a mí, gimiendo una y otra vez mientras lo hacía.

Durante unos buenos minutos follé a aquella a hermosa madura caliente y rubia, mi nueva madrastra, dándole la polla que quería, y la follada que se merecía.

― ¡Si! ¡Si! Sí! ―gimió una y otra vez― ¡Fóllame! ¡Fóllame! Fóllame ―gemía suplicando más.

Continué entrando dentro de ella así durante otro minuto o más, antes de que me agachara, agarrara sus delgadas piernas cubiertas con medias, y las levantara. Luego sosteniéndolas en el aire, empecé a empujar más fuerte y más profundo en el coño de mi madrastra.

― ¡Oh, joder! ¡Oh, joder! ―gritó mientras se lo hacía.

― ¿Te gusta eso? ¿Esto es lo que querías? ―pregunté, empezando a disfrutar realmente del momento.

― ¡Sí! ¡Sí! ―gimió mi madrastra― ¡Fóllame así! ¡Fóllame así! ―dijo entonces muy excitada.

Así lo hice, y durante unos minutos follé en su dulce y húmedo coño de treinta y tantos años, mientras mantenía sus piernas cubiertas con medias blancas en el aire, entonces después de un poco, las empujé hacia atrás un poco atr.as, hacia su cabeza y comenzó a gemir más, mientras sentía mi polla deslizándose más profundamente, y mis bolas golpeando contra su culo.

― ¡Oh, joder, René! ¡Oh, joder! ―gimió en voz alta― ¡Me estás follando tan fuerte! Me estás follando muy fuerte ―gimió de nuevo ― ¡Me encanta! Me encanta. No pares. No pares ―dijo disfrutando de cada segundo.

Durante los siguientes minutos mantuve sus piernas por encima de su cabeza, por lo que estaba casi doblada completamente en dos, mientras yo seguía machacando su coño, y mientras lo hacía, ella gemía en voz alta una y otra vez, disfrutando del momento.

Entonces empecé a cansarme, así que empujé profundamente en su coño, llenándolo con mi polla y gimió en voz alta mientras me mantenía allí, llenándola con toda la longitud de la polla de su hijastro, antes de que me inclinara y la besara de nuevo. Después de un momento, o dos, me aparté de ella, dejando que mi polla, se saliera fuera de su húmedo y caliente coño, antes de sugerirle que se diera la vuelta y se pusiera a cuatro patas, y lo hizo con entusiasmo.

Mi nueva madrastra se dio la vuelta rápidamente, se puso a cuatro patas y abrió bien sus delgadas piernas, antes de que yo me pusiera por detrás de ella, colocara mi dura polla contra su húmedo y rosado agujero, y se la metiera de nuevo dentro de ella. Ella gimió nuevamente mientras la llenaba con mi polla, y entonces agarrándola por su delgada cintura, empecé a empujar rápidamente hacia adelante y hacia atrás dentro de ella, y una vez más, estábamos follando en su noche de bodas.

Durante los siguientes minutos follé el coño de mi madrastra, haciéndola gemir sin cesar, mientras me aferraba a ella introduciendo repetidamente mi polla en su interior. Mientras tanto, mi padre dormía profundamente a nuestro lado, completamente ignorante de lo que su nueva esposa y su hijo estaban haciendo.

Me follé a mi nueva madrastra así durante varios minutos más, follando rápida y profundamente en su cálido y húmedo coño, llenándola una y otra vez con mi polla y haciéndola gemir constantemente.

Pero entonces, ella quiso volver a cabalgar sobre mi polla, así que volvimos a darnos la vuelta. Mientras me tumbaba en la cama, mi madrastra, ahora de espaldas a mí, empezó a levantarse y a dejarse caer encima de mí de nuevo. Durante los siguientes minutos, Estefanía me cabalgó como si fuera un caballo de carreras de gran nivel. Su cuerpo desnudo y bronceado, subía y bajaba sobre mí rápidamente, haciendo que su hermoso, húmedo y caliente coño, se deslizara rápidamente hacia arriba y hacia abajo por mi polla, y mientras lo hacía, gemía en voz sin cesar. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que a ella también se le acabara la energía, y entonces, con un último fuerte estertor y un gemido, cayó sobre mí.

Ahora, tumbada junto a mí, con su cabeza a escasos centímetros de la mía y su cuerpo desnudo apretado contra el mío, me agaché y levanté sus delgadas piernas, antes de empezar a penetrarla, y al instante empezó a gemir de nuevo.

A ella claramente le gustaba esta posición, y la forma en que le estaba metiendo la polla en su coño mojado, y continué, metiendo y sacando mi polla del coño de mi madrastra y haciéndola gemir. Durante unos minutos más, seguí follando a mi nueva madrastra de esa manera, y mientras lo hacía, ella levantó su cabeza hacia la mía, giró sus labios para encontrarse con los míos, y nos besamos mientras follábamos.

Pero entonces, con los labios de Estefanía enfrentados a los míos, su cuerpo desnudo presionado contra el mío, y polla entrando y saliendo rápidamente de su coño de mujer madura, empecé a sentir que mi excitación crecía, y entonces gemí― ¡Oh Dios! Ya casi he llegado.

― ¿Te vas a correr? ―me preguntó mi madrastra, mirándome a los ojos.

― ¡Sí! ¡Sí! ―respondí gimiendo y sintiendo que la excitación crecía con cada empujón que le daba.

― ¡Entonces hazlo, bebé! Hazlo ―gimió ella― ¡Dame tu semen! Lo quiero. ¡Lo quiero en lo más profundo de mi coño! Lléname con tu cálido y húmedo semen ―añadió instándome a ello, antes de volver a pegar sus labios a los míos.

Así que, con ella dándome permiso, ¿cómo iba a decir que no? Continué empujando hacia dentro de mi nueva madrastra, mientras nos besábamos apasionadamente, y sólo unos segundos después noté que mis testículos comenzaban a apretarse.

― ¡Oh, Dios, aquí viene! ―gemí entonces, separando mis labios de los suyos por un momento para gritar.

― ¡Sí, bebé! ¡Sí! Hazlo. ¡Hazlo! ¡Hazlo! ―me instó de nuevo, antes de acercarme a ella para besarla de nuevo.

Mi polla estaba ahora entrando dentro de ella rápidamente, deslizándose hacia adelante y hacia atrás entre los labios de su cálido y húmedo coño, como el pistón en un motor, y podía sentir mis testículos apretándose; y mientras follaba en su coño, note que mi semen comenzaba a surgir.

― ¡Oh, ya voy! ―gemí en voz alta con su boca aún pegada a la mía. Y entonces empujé dentro de ella con fuerza y tan profundo como pude, y luego con un poderoso gemido, exploté dentro del coño húmedo de mi madrastra. Comencé a gruñir mientras lanzaba ola tras ola de pegajoso y húmedo semen dentro de la vagina de mi madrastra, y ella gemía una y otra vez mientras me sentía correrme dentro de ella.

Durante varios segundos, descargué una gran cantidad de semen dentro de mi madrastra, llenando su pequeño coño con mi eyaculación. Entonces, con un gran suspiro de felicidad, terminé, me relajé y dejé de correrme dentro de mi nueva madrastra en su noche de bodas.

Durante un momento o más largo, nos quedamos así, con mi polla húmeda aún enterrada en su coño lleno de semen, mientras ella estaba encima de mí, y nos besábamos disfrutando del momento.

Entonces, ella retiró sus labios de los míos, y con una gran sonrisa en su rostro, se levantó haciendo que mi ablandada y pegajosa polla saliera de su húmedo coño, antes de arrastrarse hasta llegar a mi polla, y tomándola con su boca, la engulló, y comenzó a chupármela hasta dejarla limpia.

Gemí suavemente mientras me la chupaba hasta que se detuvo, se arrodilló y sonrió, y mientras se lamía los labios, dijo― ¡Ya está! Todo limpio. ¿No soy una buena madrastra para ti? ― preguntó con una sonrisa.

― La mejor ― respondí, antes de que se arrastrara por la cama, volviera a acercarse a mí, se inclinara y me besara de nuevo.

Me fui un poco más tarde y hasta el día de hoy, no sólo mi padre sigue sin tener ni idea de lo que pasó su noche de bodas, sino que tampoco está muy seguro de lo que pasó en varios de sus aniversarios, y en un par de sus cumpleaños, ¡pero mi madrastra si podría saberlo!

RTC

Otro relato ...




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