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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Nuevo trabajo de Andrea
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Aunque Andrea no necesita trabajar, quería salir de casa, así que tomó un trabajo en una oficina de una agencia de seguros. No sólo gana buen dinero, sino que se viste todos los días y muestra sus piernas. Siempre le he dicho que sus piernas son su mejor activo, además de su coño. En su primer día la vi vestirse y se puso un par de medias de piernas de color café sin bragas.

― Empiezas pronto ―le comenté.

― Es el primer día y tengo que dar una buena impresión ―dijo y de manera inocente. Se puso una falda que llegaba justo por encima de la rodilla y sacó un sostén de su cómoda. Le pedí que usara sostén a pesar de que sus pequeñas y firmes tetas no lo necesitan. Se agarró las tetas y las ajustó en dos bonitos globos redondos. Luego una modesta blusa blanca. Se veía perfectamente bien aunque la falda parecía más corta de lo que estoy acostumbrado a verle.

Cuando llegué a casa esa noche, Andrea ya estaba en casa, en bata y zapatillas. Me di cuenta de que aún llevaba puestas las medias y le pregunté por eso. Mientras ponía una olla en la cocina dijo― He almorzado con uno de mis compañeros de trabajo y dejó algo en el coño que guardé para ti.

― ¿En tu primer día? ―Le dije.

― Una de las chicas de la oficina me habló de la polla gruesa de Diego y de cómo le gusta compartirla con las mujeres de la oficina, así que le pedí que almorzara conmigo.

― ¿Tan grande era? ―le pregunté.

Ella sonrió y dijo― Si, su polla era realmente gorda.

― ¿Dónde cogiste? ―Le pregunté.

― Tiene una camioneta con una cama y pasamos toda la hora del almuerzo en ella. Después de la cena, si quieres el postre, me quitaré las medias y podrás chuparme el coño

― Me gustaría eso ―Dije.

Cené con prisa y puse mi plato en el lavavajillas, luego me senté y miré a Andrea cenar. Se puso de lado en su silla y dejó caer su bata mostrándome sus piernas cubiertas de nylon hasta la entrepierna― Eso funcionó muy bien con Diego ―dijo.

Cuando terminó de cenar, le retiré el plato y le limpié la cocina, luego la tomé de la mano y la llevé a la habitación. Le quité la bata dejándola sólo con los pantis. Froté la entrepierna de su pantimedias y estaba húmeda. Le bajé los pantis y le olfateé la entrepierna, y había una mezcla de su y el olor de un hombre. Se sentó en el borde de la cama y abrió las piernas. Me arrodillé y suavemente pasé la lengua entre los labios afeitados de su coño. Me agarró del pelo y tiró con fuerza.

― ¡Cómete la corrida de ese hombre del coño de tu esposa! ―ordenó e hice lo que me dijo.

Después de limpiarla, tenía la polla dura como una roca y quería metérsela. Me empujó y me dijo― No, gracias.

― ¿vas a dejarme así?

― Mastúrbate si quieres. Ahora me voy a duchar, así que puedes hacer lo que quieras.

Cogí sus pantis y olí la entrepierna mientras me pajeaba la polla, y me corrí en sus pantimedias.

A la mañana siguiente volví a verla vestirse, pero esta mañana se puso medias hasta el muslo y una tanga bajo la falda― ¿Almorzarás con Diego, otra vez? ―Le pregunté.

― Eso espero ―y añadió― Las otras chicas se enfadarán si se lo queda para ella sola. Así que llevo medias para intentar atraerlo de nuevo.

Cuando llegué a casa la encontré de nuevo en bata y pude ver que sus piernas estaban desnudas. La besé la mejilla y le pregunté si tenía postre para mí otra vez. Ella dijo que sí. Metí mi mano dentro de su bata y froté la parte delantera de sus diminutas bragas que se le metió entre los labios. Ella me empujó y dijo que se estuvo sacando las bragas del coño todo el día desde el almuerzo.

Después de cenar le limpié el coño de nuevo y después traté de follarla, pero otra vez me apartó. Ella dijo que masturbara mientras se duchaba. Olfateé sus mínimas bragas mientras me masturbaba y otra vez me corrí en ellas. Esta misma situación se repitió toda la semana y el sábado le dije que quería follarla. Dejó de hacer lo que estaba haciendo y se bajó las bragas, luego se volvió y se inclinó― Bien, métetela en mí y acaba de una vez.

Me bajé los pantalones y le metí la polla hasta las pelotas de un solo empujón. Sostuve sus caderas mientras permanecía quieto. Ella movió el culo y me dijo que hiciera algo.

― Tu coño está muy suelto ―Le dije.

― Qué esperabas después de que la polla de Diego me estirara toda esta semana ―Dijo.

Le escupí en el culo, saqué la polla de su coño y se la metí en el culo. Ella se pellizcó con fuerza las nalgas― Eso que haces me gusta mucho ―dije.

― Abrázame fuerte, tonto ―respondió.

Empecé a follarle el culo y dijo― Diego quiere mi culo.

― ¿Vas a dejar que te lo folle?

― No, no podría meterme su polla en el culo. Me destrozaría.

En ese instante me corrí dejando mi eyaculación dentro de su culo, y me fui. Me incliné y mientras le separaba las nalgas la besé justo en su agujero marrón.

Desde entonces, cada día, fue lo mismo, la miraba vestirse con la esperanza de que hoy Diego le sirviera el almuerzo pero no siempre sucedía, algunos días era el turno de una de las otras chicas de la oficina. Todavía me comía su coño todas las noches después de la cena. Lo mejor, además de cuando es follada, es cuando usa pantimedias y su olor femenino es fuerte por estar con el nylon todo el día. Ahora tiene a Diego en el trabajo y a Tim y Carlos los fines de semana encargándose de su coño. Ahora es una mujer diferente, siempre vistiendo sexy y de buen humor. Es raro que consiga follarle el coño, pero cuando lo hago, compruebo lo mucho que ha mejorado.

Gogo

Otro relato ...




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