La Página de Bedri
Relatos prohibidos Ojos llenos de lujuria
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Desde el primer momento supe que te quería. Mi mente brilló, e imaginé nuestros cuerpos entrelazados, desnudos y sudorosos, y como nuestra energía vital se conectaba para siempre fusionándose en una sola. Nos imaginaba encerrados juntos en esa experiencia primaria y metafísica, compartida tan raramente, pero siempre anhelada. Mientras mi imaginación abandonaba ese mundo de las maravillas, me di cuenta de que seguías mirándome fijamente, esperando que me acercara a ti. Esperando que tome el control y reclame lo que era mío. Todo lo que se necesitó fue un simple— Hola — y solo fue necesaria la inercia. Nos intercambiamos los números y las llamadas telefónicas nocturnas se convirtieron en risas que finalmente se convirtieron en chats de video, imágenes y gemidos, hasta que todo se volvió demasiado para nosotros. Fue entonces cuando mi sueño se convirtió en realidad, y nuestro amor se hizo real. Era la primera vez que quedaríamos a solas. Decidimos que citarnos en un parque podría evitar que las cosas avancen demasiado— Sería mejor tomar las cosas con calma — nos dijimos. Pero rápidamente se nos fue de las manos, y al poco tiempo nuestros ojos se cruzaron otra vez más, y nuestros labios se unieron y presionaron boca contra boca que respiraron de la respiración del otro. Llevabas puesto un vestido esa noche, y tu ropa interior se deslizó fácilmente, empapada bajo la luz de la luna. Sentí esa cálida humedad entre tus piernas, y mi polla se llenó de sangre hasta que intentó escapar, empujando con fuerza contra mis tejanos. Lo notó rápidamente, y me lo sacó, casi jadeando, palpitante, espeso y venoso. Pensé por medio segundo que podría ser demasiado, pero ese pensamiento desapareció cuando te lo metiste en la boca. Mi cabeza se inclinó hacia atrás y cerré los ojos. Mientras lo hacía, los pensamientos se agolparon con rapidez en mi mente. Alcancé casi el nirvana con tus sonidos de sorberme y chuparme cuando llegaron a mis oídos. ¿Cómo podría un hombre ser tan afortunado? Miré hacia abajo para ver tus ojos fijos en los míos, mientras te movías arriba y abajo lentamente con la cabeza y la mano. Estábamos disfrutando y te permití ese control, aunque solo fuera durante unos minutos. Todo lo que sabía era que no me tomaría mucho tiempo eyacular. Mi garganta apenas puedo dejar que oyeras mis susurros— ¡Oh Dios!, por favor, no te detengas Después de eso, no pude contenerme más los jadeos y eso te hizo ir más rápido. Me llevaste más y más profundamente a tu boca, mientras sentía mi pene hinchado frotándose con ambos lados de tu garganta. Y ya no pude contenerme más y disparé una carga enorme de gruesos chorros de semen. Rompí el trance que me habías impuesto durante el tiempo suficiente para mirar hacia abajo y verte tragar. Lamías cada gota, y mi única reacción fue agarrarte por el cuello, y subirte hacia mí, besándote con fuerza. —Ahora te quedas tú de pie y cambiamos de lugar —te dije. Tu coño estaba caliente, empapado, y el perfume de tu dulzura llenó el aire, mientras besando recorría el camino a través de tus muslos. Me provocas moviéndote sin dejarme tocarte el coño. Pero podía escuchar tus débiles gemidos y tus susurros— Sí, mi amor, por favor, lo necesito. Al escuchar la melosidad de tu voz, recurrir a la insistencia y la urgencia hizo que mi polla volviera a la vida y, por una vez, seguí tus órdenes. No podía contenerme más, y necesitaba probarte. Así que, muy suavemente, metí mi lengua entre tus labios húmedos, saboreando tus jugos, mientras escurriendo de mi comisuras me bajaban por la barbilla. Sentir tus piernas apretarse alrededor de mi cabeza, fue muy excitante porque sabía que tenía control total sobre ti. Con cada pincelada de mi lengua, pinté una nueva imagen que se reflejó en tu rostro. El placer y la satisfacción se apoderaron de ti, y pude verte abandonarte al goce, con la esperanza de que no se acabara jamás. Cuanto más cerca estabas de ese nivel de éxtasis, más duro y más rápido fui, y tus piernas comenzaron a temblar. Perdiste totalmente el control y dejaste salir el gemido más fuerte que nunca he escuchado. Sentí que palpitaba dentro de ti, cuando llegaste poderosa a un fuerte orgasmo que saboreé. Eso hizo que mi pene se pusiera muy duro, como una roca y palpitara con la necesidad de estar dentro de ti, así que jugué pasándolo alrededor de tu ansiado agujero, hasta que me rogaste que lo metiera. Ese primer empujón fue el más fuerte, queriendo entrar tan profundo como fuera posible. Estabas muy apretada, tan apretada, que tu coño me atenazó, pero su humedad me permitió metértelo hacia adentro. Lo mantuve allí, tan lejos como pude, conteniendo el aliento, mientras te miraba a los ojos. Es como si hubieran cambiado, con las pupilas dilatadas como si acabaras de inyectarte una droga. Eso es lo que eso era para ti, y tu adicción ya había tomado el control. Con mi mano alrededor de tu garganta, bombeé y bombeé, mientras los sonidos de nuestros cuerpos golpeando uno contra otro, ejecutaba la hipnótica melodía que creábamos, acariciados por el aire a nuestro alrededor. Pude sentir tu coño vibrar con cada empuje dentro. En cierto momento, vi que perdías el control y te rendías, y que te reconocía cerca de un orgasmo. Fue entonces cuando fui más duro y más rápido, mientras tus gemidos de emoción aumentaban, tan alto que me hizo mirar alrededor para asegurarme de que nadie nos estaba mirando. Me estaba acercando a mí propio orgasmo, pero cuando te escuché decir—me estoy corriendo ¡Mierda! me estoy corriendo ¡Fóllame! Perdí todo mi control y lancé toda mi carga pegajosa y caliente dentro de tu cuerpo dejando escapar un último suspiro, mientras te llenaba. Saqué la polla lentamente para ver cómo un charco goteaba de tu coño extendiéndose por el suelo. Allí quedó sobre el césped nuestro semen mezclado con nuestros jugos. Nos vestimos, nos besamos y nos dimos las buenas noches. Yo todavía podía sentir mi miembro palpitando. Sabía que lo que teníamos era algo era especial, y desde esa noche en adelante te convertiste en mi pequeña zorra. El placer y el dolor es todo lo que quería darte, y tantas noches pasadas juntos, dejando que nuestros demonios salieran a jugar. Mi muñequita se convirtió en mi todo, en algo que nunca quiero perder. Aunque yo era tu amo, fuiste tú quien tuvo el control sobre mí. Otro relato ... Poco a poco, cada vez hay más relatos porque poco a poco os vais animando a escribirlos y a enviarlos para compartirlos. A lo mejor, tienes cosas que contar y que te apetece compartir, pues este es el sitio. Si lo deseáis, puedes enviar tu relato a la dirección que figura en este enlace enviar relatos prohibidosY si lo que quieres es copiar algún relato y compartirlo en tu sitio, o en otro, no olvides copiar y pegar también el enlace de donde lo has obtenido. y el nombre del autor, no cuesta nada y es de justicia.Y si estás interesado en adquirir esta página, debes de saber que está en venta. Si tienes interés, puedes contactar con nosotros aquí. |
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