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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Otro aburrido partido de fútbol
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Ese sábado mi marido parecía emocionado, ya que era un día muy importante, su equipo de fútbol favorito disputaría una final y había acordado ir a un bar para ver allí el partido con algunos de sus amigos.

Como siempre, me había vestido para impresionar a los amigos de mi esposo. Llevaba un minivestido negro muy corto y zapatos con tacones muy altos, mostrando mis largas piernas y mi profundo escote. Me miré en el espejo antes de salir y vi que parecía una verdadera prostituta callejera.

Cuando llegamos, vimos que el bar estaba realmente abarrotado. Mi marido dirigió sus ojos en la enorme pantalla del televisor, mientras yo me las arreglaba para pedir una copa en medio de todos aquellos ruidosos fans. Tuve que quedarme junto a una mesa alta del bar, ya que no había otros asientos libres. Todos estaban juntos, muy apretados, los cuerpos estaban muy cerca y se golpeaban entre sí incluso al dar un trago de sus bebidas.

De repente sentí un ligero tocamiento en el culo, parecía que alguien que pasaba se había rozado conmigo pero segundos después, volvió a suceder. Se sentía muy bien, pero no había sido mi esposo, al que podía ver a un par de metros de mí, mirando el partido sin pestañear.

Los suaves roces en mi trasero se convirtieron en suaves caricias. Y me di cuenta de que me estaba mojando. De repente las caricias cesaron, pero entonces noté una mano tratando de meterse entre mis muslos. Y unos dedos atrevidos comenzaron a masajear la parte interna de mis muslos.

Tenía una gran sonrisa en mi cara cuando mi marido se volvió para mirarme. Levanto su vaso haciendo un brindis y yo hice lo mismo.

Los calientes dedos se movieron hacia arriba, entre mis firmes nalgas, y abrí mis piernas para permitir una inserción más fácil; ya que ahora estaba segura de que me iban a meter los dedos. Sentí aquellos dedos deslizarse sobre el fino tejido de mi tanga de algodón y noté que mi coño estaba muy mojado. Y jadeé al forzar la respiración. Los dedos volvieron a frotarme el coño y la cuerda de mi pequeña tanga fue empujada entre los labios hinchados de mi coño. Pero muy pronto los dedos encontraron mi clítoris y, de repente, un orgasmo estrepitoso sacudió todo mi cuerpo. Gemí en voz alta; pero justo cuando en la pantalla se mostraba una buena jugada.

Recuperé el aliento y empujé mis nalgas hacia atrás para dar a esos dedos traviesos un acceso más fácil a mi ahora hambriento coño mojado. Los dedos movieron mi tanga empapada a lo largo de los labios del coño que luego, para mi sorpresa y horror, me bajó hasta los tobillos.

Me levanté y empujé mi trasero de nuevo y esperé por más. Noté un aliento cálido en la parte interna de mis muslos, alguien estaba recogiendo mi pequeña tanga de mis tobillos. Cerré los ojos en plena excitación.

Esperé, pero durante algunos momentos no pasó nada. Esperaba que no se hubiera ido sólo con mi tanga como trofeo. Pero luego sonreí mientras los cálidos dedos se deslizaban por las nalgas de mi culo desnudo y noté mi propia corrida bajando por mis muslos.

Esta vez noté que las dos manos me separaban las nalgas del trasero. Fue un masaje maravilloso, y me las abría muy fácilmente. Pero de repente el suave masaje se detuvo y los dedos se movieron a lo largo de los muy hinchados labios de mi coño. Noté un segundo dedo y finalmente un tercero entrando en mi mojado coño.

Mi cuerpo volvió a temblar en un nuevo clímax, mientras los dedos se movían dentro de mi coño abierto. Tuve que morderme los labios para ayudar a gritar.

De repente, todos los dedos se salieron, dejándome vacía pero aun así llena. Me estaba recuperando del segundo orgasmo, cuando dos de esos expertos dedos fueron profundamente introducidos en mi trasero. Mi estrecho anillo anal fue forzado y los dedos intrusos lo cruzaron muy fácilmente. Gruñí mientras notaba la intrusión.

Un tercer y todavía más grande orgasmo me asaltó, mis piernas perdieron fuerza y unas manos me sujetaron por detrás para dejar de caer. Los largos dedos continuaron follándome el culo como un martillo neumático, golpeando con fuerza en las nalgas hasta que finalmente salieron sin ceremonias. Me sentí vacía, ya que estaba muy cerca de volver a tener otro orgasmo. Pero entonces dos manos me agarraron por las caderas redondas y, esta vez, noté la cabeza de una verga muy gruesa tratando de romper la resistencia de mi estrecho esfínter. Me mordí los labios otra vez y me preparé para que me metiera aquella dura polla por el culo.

Pronto oí un suave gruñido cerca de mi oído y una nueva humedad en lo profundo de mi ano me anunció que había entrado en mis entrañas. Segundos después, note que la enorme polla que se deslizaba lentamente de mi jodido culo. Pasé mi mano y me lamí los dedos, probando el esperma pegajoso de un hombre.

Miré a mi esposo, que reclamaba al televisor por algo del partido, le sonreí y él me devolvió la sonrisa. Realmente no me importaría quién ganaría el partido. Ya había marcado mi propio gol.

En el auto, de regreso a casa, mi esposo, satisfecho por el resultado del partido, me miró y me dijo― Espero que no te hayas aburrido, le pedí a alguien que te entretuviera.

Luciérnaga

Otro relato ...




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