La Página de Bedri
Relatos prohibidos Pecando con el vecino del sexto
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Querido Bedri: Ya te había adelantado como empezó mi relación con el vecino del sexto, del piso justo encima del mío pero me apetece ampliártelo. Todo sucedió una tarde que regresaba a casa bastante caliente. Había intentado llevarme al huerto a un tío especialmente atractivo pero la cosa no pudo ser, llegó su novia. Así que sin ningún rabo entre las piernas regresé a casa. En el portal coincidimos varios vecinos, un par de viejas cotillas de pelo añil, del tercero y del cuarto, mi vecino del sexto y yo que me quedaba en el quinto. Entramos en el pequeño camarín del elevador por orden inverso al de salida, para no estorbarse, así que las viejecitas delante y el vecino del sexto y yo detrás. Fue cerrarse la puerta de la cabina y sentir unos dedos firmes que me apretaban las nalgas y buscaban la raja de mi culo. Fueron solo unos pocos segundos hasta que se produjo la primera parada, la viejecita se volvió hacia su comadre y concertaron la salida del día siguiente antes de sonriente despedirse del vecino, yo no parezco gustarle, otros pocos segundos más tarde se bajó la otra vieja que se volvió hacia el vecino, ignorándome por completo, se despidió con un hasta mañana. Al llegar a mi piso se produjo la conversación que ya sabes. Todo eso con las manos magreándome el culo, desde que se cerraron las puertas y sin quitarlas cuando las viejas se volvían al despedirse. Así que ya sabes, respondí a su magreo con una directísima pregunta, me gusta ir al grano. ─¿Quieres metérmela?. Accionó el botón para cerrar la puerta y subimos. Le acompañé a su casa sin que en ningún momento quitara la mano de mi culo. Cuando cerró la puerta, ya dentro, había deslizado su mano bajo mi falda y metía los dedos por debajo de mis bragas en contacto directo con la piel de mis nalgas que apretó con fuerza, con mucha fuerza. Suspiré, pero no solo fue de dolor, también fue de placer. Del mismo placer del que disfruté en el larguísimo coito que practicamos, vamos del interminable polvo que me echó. No conté los orgasmos pero fueron muchos. Como a mi me gusta. Cuando recuperamos el aliento, me confesó lo que ya sabes, que tenía mucha gana de metértela, desde que había ido a vivir a aquel edificio. Yo le confesé que también había tenido ganas de que me follara. Lo que no le dije es que alguna vez había fantaseado con follármelo. Hablamos, de otras cosas, del vecindario y más concretamente del desprecio de las viejas hacia mí, en el ascensor. Mi adorable vecino me contó la razón que el entendía. Sabes que soy muy expresiva follando, que cuando me vienen los orgasmos no me reprimo y que resultó muy ruidosa. Me dijo que cuando yo tenía un orgasmo él se enteraba, especialmente cuando dejaba la ventana de mi cuarto abierta. Eso es lo que parece molestar a mis vecinas, quizás envidiosas. También me dijo que el personal masculino del edificio estaba encantado y deseoso de ser ellos los protagonistas de mis orgasmos, dijo eso exactamente. Nos reímos. Luego me dijo algo que me dejó un poco pensativa, que había notado mi divorcio, que desde entonces follaba muchísimo mientras que antes apenas lo hacía. Lamento no haber coincidido antes en el ascensor. También me contó que desde una ventana me había visto desnuda muchas veces y que le gustaba verme así. Ahora miro hacia arriba cada vez que paso desnuda cerca de una ventana del patio, y si no voy desnuda, hago algo para mostrarle las tetas o el culo o más provocativamente el coño. No se si me ve alguien más pero no me importa, me gusta y me excita. Muchas veces lo hago mientras le llamo para preguntarle si puedo subir a follar. Así ya subo bien caliente y dispuesta para hacer el amor. Creo que también sabe de mis aventuras sexuales, aunque solo de las que tengo en casa, aunque espero que no sepa lo de Alfonsito o mis sobrinos, no me favoreciera ni por incestuosa ni por asaltacunas. Quizás solo oiga mis jadeos, ronroneos, suspiros, exclamaciones, exabruptos y gritos que me asaltan cada vez que un orgasmo me hace alcanzar el un éxtasis sexual de grandísima calidad. Y me asaltan muchos orgasmos, muchas veces durante el mismo polvo. Tiene dos hijos, con los que no tengo ninguna relación sexual,. La verdad es que no es por desgana ni de ellos ni mía. Es que no me parece oportuno que me follen, sería como ponerle los cuernos a mi adorable vecinito del sexto. Y eso, sabes muy bien, es algo que nunca haré. Nunca he puesto los cuernos a nadie. Nunca he sido infiel, otra cosa muy distinta, es que folle con distintos hombres. Sabes que es solo sexo, puro sexo y solo sexo. No tengo pareja sentimental y si la tuviera, solo me follaría esa persona, hasta ahora siempre han sido hombres, pero después de mis vacaciones caribeñas pienso que también podría ser una mujer. Con mi vecino follo bastante, me acerco a una ventana de las que dan al patio, le llamo y subo. Ya sin bragas, solo con mi faldita que tanto le gusta y te gusta, y a mi vecino también. Son polvos larguísimos, sudo mucho y me corro más. Ahora procuro ser más comedida salvo que sea de madrugada, que entonces dejo fluir mis sensaciones y grito como una posesa. Despierto a las viejas para que se fastidien, luego, mi vecino, puntúa mi orgasmo en el siguiente encuentro, es adorable. Casi siempre me folla poniéndoseme encima de mí, aunque últimamente me apoya en la mesa del comedor, me levanta la faldita y me la mete. No necesitamos previos, ya voy mojada y además, dura tantísimo que tengo todos los orgasmos que quiero, y más. La verdad es que últimamente, tiene algunos problemitas para conseguir la erección. Tengo que chupeteársela y alguna vez me he colocado encima para cabalgarle y aprovechar que se le había empinado. Eso no le gusta mucho pero me encanta como me pellizca los pezones aunque resulte agotador tanto tiempo moviendo el culo. Nada que ver con Alfonsito, siempre con la polla dura e intentando metérmela por donde sea, boca, coño, entre las teas y especialmente por el culo, pero para eso aún no está preparado. Si se parece a mi más joven follador en que no pierde ocasión para meterme la mano por debajo de la falda. Alfonsito ya comienza hacérmelo en los ascensores, en el de su casa también y ahí tengo que reprenderle. Si es un día de la semana, en el que habitualmente solemos follar, y desde su habitación encima de la mía, oye mis jadeos, sabe que ese día follo con otro hombre, sé que eso no le molesta porque me lo ha dicho. Pero recupero el polvo y en cuanto tengo ocasión subo y nos corremos juntos. Alguna vez, si las cosas no fueron todo lo bien que esperaba con otro, le llamo y subo, no voy a desperdiciar un buen polvo. Alguna vez he follado por noche con él, me he quedado a dormir, hemos vuelto a follar por la mañana y por la tarde he vuelto a casa a follar con otro. También he pasado todo un fin de semana en su casa; acabé con el coño dolorido de los polvos tan larguísimos. Sabes que a los hombres para follar conmigo, además de ser educados, limpios, inteligentes, imaginativos y respetuosos, necesitan tres cosas, potencia, profundidad y ritmo. Me lo has oído muchas veces. Potencia no quiere decir fuerza desmedida al metérmela, es fuerza controlada. Profundidad es que me la metan bien metida, hasta atrás, vamos, lo que viene ser hasta los mismo huevos. Y ritmo es precisamente eso, la cadencia mágica del metesaca. Y ya si saben moverla es la locura. Mis hombres han de tener ritmo y las otras dos cosas. Mi adorable vecinito no tiene casi ninguna, me la mete con decisión pero no siempre con la fuerza que le permita llegar hasta atrás; y carece de ritmo, se cansa, pierde el compás, a veces se detiene. Pero tiene otra cualidad maravillosa, la persistencia, junto con mi tío es el único que es capaz de follarme tanto tiempo sin sacarla y sin correrse. Y eso lo agradezco porque mis orgasmos tienen la maravillosa cualidad de ir en aumento, cada uno es más intenso y duradero que el anterior. Así que ya sabes como puedo llegar a gozar. Como le digo cuando acabamos de follar, me deja bien jodida. Y muy sudorosa. A mi vecino del sexto le llamo mi adorable vecinito y el me llama la pecadora del quinto. Insiste en decirle pecar en lugar de follar, así que cuando nos llamamos me dice si le apetece pecar o no, siempre le apetece, como a mí. Creo haberle oído decir que se confesaba todos los polvos que me echaba, que iba a la iglesia y se lo contaba al cura. Supongo que también tiene que contárselo a alguien porque ya sabes, la mejor forma de guardar un secreto es contarlo. Pecamos con mucha frecuencia y deben de ser pecados muy graves porque me agota. Alguna vez, estaba tan agotada que quedé a dormir en su casa. Al despertar también me folló, así que fui a trabajar follada, bien follada y agotada. Jodida pero contenta. Muy contenta. La excusa de ayudarle con la declaración de la renta y las cosas del banco nos proporciona el suficiente número de ocasiones para follar o pecar, como quieras decirlo. Con mi adorable vecino prefiero decir pecar, porque soy una pecadora empedernida. Antes de escribirte, le miré las cuentas del banco y me folló sobre la mesa del comedor. Mi coño aún rezuma una mezcla de corridas propias y ajena. Así que, cuando quieras pecar… Otro relato ... Poco a poco, cada vez hay más relatos porque poco a poco os vais animando a escribirlos y a enviarlos para compartirlos. A lo mejor, tienes cosas que contar y que te apetece compartir, pues este es el sitio. Si lo deseáis, puedes enviar tu relato a la dirección que figura en este enlace enviar relatos prohibidosY si lo que quieres es copiar algún relato y compartirlo en tu sitio, o en otro, no olvides copiar y pegar también el enlace de donde lo has obtenido. y el nombre del autor, no cuesta nada y es de justicia.Y si estás interesado en adquirir esta página, debes de saber que está en venta. Si tienes interés, puedes contactar con nosotros aquí. |
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