Algunas experiencias son inolvidables. Ese fue el caso de una noche, hace muchos años, cuando acudí un cine para adultos. Cuando entré estaba oscuro y me senté en la última fila.

En la pantalla, dos mujeres estaban disfrutando de un sesenta y nueve mientras un hombre se follaba a una de ellas por detrás. Yo era nuevo en el mundo del cine para adultos y las escenas que tenía ante mí hicieron que mi polla se pusiera muy dura y notara cómo mis calzoncillos se mojaban.

Mis ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad del teatro y pude ver a otras personas sentadas en varios lugares del cine. A mi lado, con un asiento en medio, estaba una pareja; ella tenía las tetas al aire y él le estaba chupando una de ellas. El vestido de ella estaba levantado y pude ver la mano de él masajeándole el clítoris mientras le metía una polla de buen tamaño. Yo estaba muy excitado al ver la acción en la pantalla y la acción en vivo tan cerca de mí. Yo miraba frotándome mi tiesa polla a través de la ropa.

Para mi sorpresa, ella se colocó en el asiento vacío y me indicó que me acercara, cosa que hice. Me bajó la cremallera de los pantalones pero no pudo sacar mi polla de los calzoncillos. La saqué yo y empezó a acariciármela muy lentamente. Se detuvo un momento, tomó mi mano y la puso sobre su teta desnuda.

Mientras tanto, el hombre de la pantalla acababa de eyacular dentro de la mujer que se estaba follando y la chica de debajo estaba lamiendo el coño chorreante de semen y chupando la polla con los jugos de su compañera.

Al tiempo, la mujer que estaba a mi lado me acariciaba la polla y pensé que estaba a punto de correrme. Debió notar que yo ya muy estaba cerca porque se detuvo, retiró su mano y me susurró― ¡Por favor, no te corras todavía! ―De alguna manera me las arreglé para no correrme. Luego me pidió que le chupara una teta y llevó mi mano a su húmedo coño. Mientras le metía los dedos, se dejó caer en el asiento y empezó a mover las caderas mientras masturbaba vigorosamente al hombre con el que estaba. Le oí decir con voz profunda y ronca― ¡Aquí me corro! ―mientras eyaculaba sobre el asiento que tenía delante.

Ella me masturbaba cada vez más rápido y más fuerte y gemía mientras yo la follaba con los dedos― ¡Ohhh, eso es! ¡Ohhh me estoy corriendo! ¡Hazlo! ¡Hazlo! ―Todo aquello fue demasiado para mí. Una maravillosa sensación se apoderó de todo mi cuerpo mientras eyaculaba chorro tras chorro de semen sobre su mano, su vestido y mis pantalones.

Se rió un poco y dijo― ¡Vaya, ha sido divertido! Tendremos que volver a hacerlo alguna vez ―Su hombre se acercó, me dio la mano y me dijo― Buen trabajo, tienes una buena polla y tenemos que volver a vernos.

Fue una experiencia estupenda y muy excitante. Aunque volví a ese cine a menudo, nunca más los volví a ver.

Seka

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