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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Practicando natación
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Aunque haya pasado mucho tiempo desde aquel momento; siempre recuerdo el morbo que me provocaba mirar el cuerpo de mi compañero de natación Javi. Practicábamos natación libre en la pileta del club B. T. Siempre no encontrábamos a última hora. Allí estaba de ocho de la tarde casi hasta las diez. Muchas veces éramos únicamente Javi y yo, quienes permanecían hasta el cierre.

Él es más robusto que yo, hacía alarde de sus buenos pectorales, fuertes brazos y piernas proporcionadas ya cubiertas de abundantes vellos.

Yo miraba con interés la redondez de su firme y pequeño trasero. De frente me ofrecía la vista de una línea negra de pelos que se perdían dentro de su slip de natación. El mismo que ocultaba su flácido miembro de buen tamaño y sus bolas grandes.

Cuando abandonábamos la pileta nos dirigíamos al vestuario. Nos desnudábamos para secarnos y luego vestirnos para retirarnos a nuestros domicilios. Disfrutaba mucho ese momento.

Creo que Javi se dio por enterado que lo miro con deseo. En algunas ocasiones, estando yo calzando mis zapatillas; Javi se paraba frente a mi estando aun sin ropa, quedando su pene semidormido.a la altura de mi cara. No hacía mención de nada, pero yo percibía alguna intención en sus actos.

Al tiempo que transcurrían los días de práctica, fuimos estrechando nuestra amistad y nuestro contacto físico mientras nadábamos. A veces, tomándome por los hombros me acercaba a su vientre apoyando su bulto en mi espalda.

Un día me dijo― ¿Te gusta?

No esperaba esa pregunta y no le respondí. Luego en el vestuario vi su verga. Con mucho grosor y con su cabeza generosa asomando como un rojo capullo.

Javi se acercó a mí cubriéndose con una toalla. Cuando se la quitó tenía su verga a centímetros de mi cara. Sin decir palabras la besé llevado por un deseo incontenible y sin explicación.

Él la ubicó con una mano a la altura de mis labios. Mi lengua la recorrió en círculos. Luego lamí su cabeza caliente; de la que brotó néctar salobre untando mi lengua con pegajosidad. Fue algo para recordar. Continuamos haciéndolo casi a diario.

Luego cada día que nos encontrábamos; Javi llevaba sus manos a mi cola o tomando mi mano la apoyaba sobre su bulto. No me disgustaba para nada lo que hacía, únicamente tenía temor que nos vieran.

Un día, estando yo parado dentro de la pileta, con el agua al pecho, se acercó por detrás y tiro hacia abajo mi slip.Apenas se bajó un poco y yo lo subí inmediatamente. Esta práctica continuó cada vez que podía hacerlo. Y deslizaba un dedo en la separación de mis nalgas.

Era verano del 2015. En esa época los cortes de suministro eléctrico eran frecuentes en Buenos Aires. Una noche más de natación disfrutando la práctica y el roce de su cuerpo, una noche que sería una más en las prácticas de natación.

Una buena erección se marcaba en la prenda de Javi. Yo intuía que en el vestuario me la pondría en la boca. El pensarlo me daba placer anticipado. Ansiaba que llegara el momento de sentirlo jadear y derramarse en mi boca. Ese miembro duro, grueso , coronado con un glande rosado, terso y caliente.

Esa noche casi no ejercitamos. Casi no nadábamos, estábamos de pie conversando y tocándonos. Eran las nueve de la noche y aún faltaba una hora para retirarnos. Y pasó lo imprevisto.

Se cortó la energía eléctrica. De inmediato se encendió las luminarias de emergencia. Nosotros quedamos en zona de sombras; casi de oscuridad.

Siento que Javi me tira el slip hacia abajo, aún con el agua cubriéndonos y con una mano dirige la verga para que su cabeza haga centro con urgencia en mi culito sin previa dilatación. Y empuja. Un grito profundo me sale de la garganta sin poder contenerlo.

Nos llegó la voz de Pedro el piletero― ¡ Salgan chicos. basta por hoy! ¿Quien se lastimó?

Salí fingiendo haberme torcido un pie. Y Javi cubriendo su erección con un par de ojotas.

Rober

Otro relato ...




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