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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Primer intercambio de esposas
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Mi esposa, Judy, y yo teníamos una relación y un modo de vida muy abiertos. Creciendo en los años setenta, expuestos a la cultura hippie, supongo que nuestra moral sería considerada muy liberal. Como tales, no nos perdimos de mucho, el sexo y los intercambios de pareja eran sólo una parte de la vida que llevábamos. Mis hijos de hoy en día pueden saber algo de eso, pero no son conscientes de casi nada, porque eran demasiado jóvenes para recordarlo, espero.

Los fines de semana empezaban los viernes por la noche tan pronto como el trabajo se terminaba y era fiesta hasta el domingo por la noche. Yo tenía y todavía tengo un trabajo muy bien pagado, lo suficientemente como para no tener que trabajar por el resto de mi vida, si mi hijo y mis hijas no me llevan a la bancarrota.

En una ocasión, fuimos a una fiesta ofrecida por uno de los clientes de la empresa. Fue un cóctel y los hombres que asistieron demostraron su poderío con sus acompañantes, la mayoría eran mujeres de 20 años. Los hombres se deleitaban teniéndolas vestidas con ropa sexy e insinuante y presumiendo de sus proezas. Las bebidas fluían abundantemente, whisky para los hombres y champán u otras bebidas para las mujeres.

Entablé una conversación trivial con una pareja que parecía estar un poco fuera de lugar. Habían estado manteniéndose tranquilos, lo cual tenía que ser casi imposible. La mujer era impresionantemente bella. Llevaba un vestido de cóctel de corte profundo que exponía la mayor parte de su escote, la mayoría de sus pechos, y se hundía hasta debajo del ombligo. Incluso desde atrás, la caída entre las nalgas era visible y el vestido se ajustaba a su cuerpo. Tengo el don de la charla por así decirlo, y los cuatro entablamos una conversación ligera. A medida que avanzaba la noche, las bebidas comenzaban a delatar a las mujeres, que sonreían y reían. Nuestras compañeras parecían estar bastante bien, y se habían excusado para visitar el baño.

― ¿Te gusta el vestido de mi esposa Chari? ―me preguntó el hombre.

Quise obviar la pregunta, pero respondí― Sí, le queda precioso, es una mujer muy guapa ―dije tratando de no levantar sospechas de que realmente quería saltarle encima y follarla.

― ¿Quizás considerarías intercambiar esposas para algo de diversión? ―me susurró inclinándose hacia mí― Encuentro a Judy espléndidamente hermosa y me gustaría follármela. He visto a mi Chari mirándote, y estoy muy seguro de que quiere follarte-―dijo sonriendo mirándome a los ojos mientras hablaba. No sé cómo evité que mi boca se abriera mientras él seguí hablando― Tenemos un condominio a la vuelta de la esquina de aquí; podríamos irnos de la fiesta, y continuarla allí.

― Bueno, me parece una buena idea, pero... ―dije despacio― No estoy seguro de cómo reaccionará Judy.

― ¡Ah! Aquí vienen y a juzgar por la sonrisa en la cara de mi Chari, diría que Judy ya ha aceptado la propuesta. Mi esposa es muy convincente cuando quiere algo. Veamos qué tienen que decir ―Alargó el brazo y su esposa se puso a su lado, besándolo en la mejilla y susurrándole algo al oído. Sonrió ampliamente y asintió con la cabeza.

Judy se puso a mi lado y se apretó contra mí, sus piernas casi rodeándome con sus pechos empujando contra mi pecho. La miré perplejo pero sonreí. Empezó a mordisquearme el oído y me susurró― Querido... Chari y yo hemos estado... discutiendo algo ―comenzó a mirarme tímidamente― Huuummm… ¿la encuentras atractiva? ―Yo asentí con la cabeza y continuó― ¿Te gustaría follártela? Ella quiere hacer todo tipo de cosas malas contigo. Además, si te parece bien, su marido también quiere ser malo conmigo. ¿Qué piensas de eso? ―Ella ya sabía la respuesta, cuando su mano fue hasta mi entrepierna para encontrar mi erección.

― Caballeros, Chari y yo estamos cansados, queremos irnos ahora. ¿Irán a despedirse de nuestro anfitrión? Les esperaremos en la puerta ―dijo Judy en voz baja mientras alejaban. Ambos nos quedamos mirando sus culos balanceándose mientras cruzaban la sala, como hicieron todos los demás hombres presentes.

El condominio era el epítome de los ricos y famosos, con una lujosa alfombra gruesa, un elegante sofá de cuero blanco y sillas que hacían juego, una brillante mesa de café de vidrio con varios candelabros dorados. Una gran chimenea y un manto, flanqueados por puertas que llevan al exterior, a un balcón privado con vista al mar. Un inmenso bar realzaba el cuarto, bien surtido con todos los licores imaginables. En lo alto, un candelabro con luces tenues dominaba el ambiente de la habitación.

Chari se inclinó y encendió las velas de la mesa y mis ojos se fijaron en sus pechos completamente expuestos mientras el sedoso tejido se abría. Apenas noté que detrás de mí, Iván tenía a Judy entre sus brazos, besándola en los labios y el cuello, mientras sus manos exploraban ansiosamente su cuerpo. Lo vi pasar el vestido por los brazos, quitándoselo y su boca comenzar a amamantarse los hermosos pechos de Judy como si fueran conos de helado. Sus manos estaban en sus suaves nalgas mientras las apretaba y la atraía hacia él. Ella se quitó con rápidamente el resto de la ropa y la oí jadear con asombro cuando su enorme polla apareció ante su vista. Era fácilmente el pene más grande que ella o yo habíamos visto. Rivalizaba con el pepino más gordo con el que había visto masturbarse a Judy en la cocina. Su boca se abrió de inmediato y trató de metérsela en la boca. Empezó a atragantarse y todavía había por lo menos la mitad de la polla fuera de la boca.

Los ojos de Chari se encontraron con los míos y sonrió, se enderezó, se acercó a mí y como una pequeña cachorrita, se apretó contra mí, sus labios en mi cuello mientras sus manos me frotaban la polla.

― Te quiero Ben, hazme lo que quieras, soy tu esclava, obedeceré con gusto cualquier orden que me des ―gimió. Se desabrochó el vestido y lo dejó caer al suelo en torno a sus pies, quedándose completamente desnuda. Puse mis manos sobre sus hombros y la abracé, tomando su glorioso cuerpo. Mis ojos examinaron anhelantemente sus impresionantes pechos y se clavaron en sus pezones. Mis manos acariciaron suavemente sus tetas, levantándolas, sintiendo la piel bajo mis manos.

― ¡Desvísteme Chari! Lentamente ―le dije continuando con mis caricias en sus pechos y disfrutando de su calor contra mis palmas mientras ella comenzaba a desabrocharme la camisa. Sus labios fueron a mi pecho, besando cada pedazo de piel expuesta, mientras los botones se desabrochaban. Me la quitó y la tiró en la silla que estaba a su lado. A continuación, me desabrochó el cinturón y me abrió con cuidado los pantalones para descubrir mi polla que saltó ante a su cara rozándole una mejilla. Me la besó suavemente y continuó bajándome los pantalones. Me quitó los zapatos y los calcetines, y luego los pantalones. Luego se arrodilló entre mis piernas, con su pelo rozando el interior de mis muslos, con su mejilla contra mi polla. Me miró con los ojos deseando que le dijera que podía llevarse mi polla a su boca. Pasé mis manos por su pelo, notando su la suavidad, sosteniendo su cabeza, froté su pelo contra mis piernas, mientras que mi polla rebotaba arriba y abajo por la sensación de su cabeza entre mis piernas.

Le levanté la cabeza, poniendo mi polla entre sus labios que abrió de buena gana y comenzó a besármela en la punta, lamiendo la cabeza, y succionándola con su boca. Su cabeza comenzó a moverse hacia adelante y hacia atrás, metiendo toda la longitud de mi polla completamente dentro de su boca. Podía sentir la punta presionando la parte posterior de su garganta, y mis vellos púbicos rebosando alrededor de su nariz. No se atragantó en absoluto. Simplemente siguió y se la metió en la boca tan profunda como pudo, con sus manos en mis bolas, excitándome cada vez más. Habiendo visto el tamaño de la verga de su esposo, entendí por qué no se atragantaba mientras comía la polla.

Judy estaba mamándola y asfixiándose con la enorme polla de Iván, mientras él intentaba empujarla hacia su garganta. No podía respirar con tanta polla en la boca y seguía sujetándola con las manos. Tenía lágrimas resbalando por las mejillas, y su saliva corría en grandes chorros desde su boca, bajando por la barbilla hasta sus pechos. Me pregunté si ahora se arrepentiría de haber aceptado la sugerencia, pero como mi propio placer era lo primero, y lo más importante para mí, me olvidé de su malestar, imaginando que ella no continuaría si él la lastimaba demasiado.

― Aunque dices que me dejará hacer lo que quiera contigo Chari, yo, como caballero, te pregunto si has tenido sexo anal antes, y que me gustaría mucho meter mi polla en tu culo y follártelo.

― Iván ha intentado sexo anal conmigo, pero su polla es tan enorme, que no puedo soportar el dolor. Quiero tener sexo anal, pero no puedo hacerlo con él. ¿Podrías por favor tomar mi virginidad anal esta noche? Tal vez si me abro podré satisfacer a Iván en el futuro ―dijo mientras se giraba y se arrodillaba a cuatro patas delante de mí, separando sus nalgas y exponiendo su pequeño y encantador brownie. Usó sus dedos, sumergiéndolos en su húmedo coño y untando luego sus propios jugos en el ano. Apoyó la cabeza en el suelo, levantando su culo en alto, y ofreciéndome su culo virgen.

― Seré cuidadoso Chari. Pide que me detenga si te duele y lo haré ―dije en voz baja. Pasé mi polla entre sus piernas, dejando que su coño me mojara la polla, cubriéndola con su jugo, antes de llevar la punta de mi polla a su puerta trasera. Con movimientos suaves, presioné con la punta, dejándola acostumbrarse a la sensación. Mi punta apenas había sido insertada y la noté tensa, y observé cómo se cerraba la pinza del ano. Lentamente la moví hacia arriba y hacia abajo, acariciando su coño con la punta de la misma, y luego deslizándola de nuevo hacia arriba, hacía el agujero prohibido, dejando que la punta se deslizara, su culo se relajó después de unas cuantas veces, y pronto gimió de placer, mientras mi punta se apretaba contra ella. No empujé, simplemente me quedé quieto, dejando que se acostumbrara a que estuviera allí. Podía notar sus músculos apretándome la punta, apretándola y luego soltándola. Empecé a moverme con la punta dentro de su trasero, dándole algo de movimiento con la punta dentro de ella, y sentí que se relajaba de nuevo. Poco a poco se la fui introduciendo, centímetro a centímetro, dejando que se acostumbrara.

― Ben, se siente maravilloso... intenta meterla más profundamente, no creo que me vaya a doler. Mi coño está ardiendo y mi culo se siente como si lo estuviera también, empújalo dentro de mí... ―dijo mientras sentía que ella empezaba a empujar contra mi polla, me quedé quieto por un momento. Luego sumergiendo mi dedo en su coño mojado y empapado, limpiándolo en mi polla, la empujé hasta que se enterró en su culo, con mis bolas descansando en su coño. Me quedé quieto y todo lo que hizo fue dejar salir un enorme gemido de placer mientras mi polla se incrustaba completamente en su culo. Sin necesidad de ir con cuidado, ella comenzó a balancearse rápidamente hacia adelante y hacia atrás contra mí, dejando que mis bolas rebotasen y le golpeteen en el coño. Ella estaba llorando― ¡Joder mi culo! ―dijo en voz alta, animándome a meterla más profundamente dentro de ella mientras se empujaba contra mí.

Miré y vi que Iván tenía las piernas de Judy casi alrededor de su cabeza, y estaba metiendo su enorme polla en su coño. Su verga desapareció por completo dentro de ella y sus enormes bolas golpearon contra su culo. Los ojos de Judy estaban casi vueltos hacia atrás en las cuencas de sus ojos mientras él estiraba su vagina al máximo con su polla. Me miró, oyendo a su esposa decirme que me cogiera su culo y embistió a Judy más y más fuerte hasta que se corrió en ella. Su eyaculación chorreaba alrededor de su polla, corriendo por su raja del culo hasta el suelo. Judy también empezó a gritar que se estaba corriendo, agarrándole el culo con las manos, tirando de él cada vez más profundo dentro de ella hasta que se quedó sin fuerzas, con la polla enterrada en el interior de su coño.

Chari también empezó a correrse y más fuerte que antes, gritó que esta era la mejor cogida que había tenido y que le encantaba. Oyendo aquellas palabras y las de mi esposa, le llené el culo con mi semen, empujando fuerte, depositando más semen con cada golpe en su culo. Chari se desplomó en el piso, con mi verga todavía dentro de ella, y yo seguí follándola, estirándole el culo, cada vez más con el ángulo de mi verga en ella. Cuando por fin terminé de descargar el semen, me acosté sobre su espalda, todavía dentro de ella y me quedé quieto.

Mientras se la sacaba, el semen brotaba por todas partes. Iván se la había sacado de Judy y la había dejado tendida de espaldas sonriendo con los brazos detrás de la cabeza. Se acercó a Chari y ella lo agarró con las manos, tirando de él a su lado.

― Iván, creo que Ben me ha estirado ahora. ¿Te gustaría intentar cogerme el culo ahora?

Creo que nunca antes había visto una sonrisa más grande en la cara de nadie, cuando Chari se levantó a cuatro patas, abrió bien las piernas y el culo para que él viera el gran agujero, con mi esperma todavía mojando la entrada. Su polla se había vuelto a hinchar, y le vi poner su enorme miembro contra el agujero abierto, casi entró de inmediato, sólo tuvo que empujar un poco para logar que la cabeza de la polla desapareciera en el culo de su esposa.

― ¡Joder Iván, méteme esa larga y gorda polla en el culo! ―dijo Chari, y mientras oía sus dulces palabras de ánimo, le metió la polla en el culo. Ella gruñó como una tigresa empujando su culo aún más alto, notando la polla entrar en ella completamente. Me levanté, recogí mi ropa y la de Judy, nos vestimos y nos sentamos en el sofá viéndolos disfrutar del sexo anal.

Cuando terminaron, se levantaron y nos dieron profusamente las gracias por la noche más maravillosa que habían tenido. Mientras regresábamos a casa, Judy me preguntó si había disfrutado con Chari, y le dije que sí, pero que aún así no era tan buena como ella. Ella sonrió y dijo― Bueno, Iván, tenía la polla más grande que he visto nunca, y aunque me gustó que me follara después de que superé el dolor de que estuviera tan dentro de mí, me hizo darme cuenta de lo maravillosa que es su amante, tan amable y tan agradable en todos los sentidos.

Sacó una hoja de papel de su bolso, y la rompió, tirándola por la ventana, diciendo― ¡Oh, lo siento! he perdido su número de teléfono. Bueno, supongo que no repetiremos lo de esta noche, al menos no con ellos.

Veterano

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