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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Primer trío
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Mi relación con Enrique era muy buena, teníamos muy buen sexo, y cuando Enrique viajaba, más de una vez tuve que recurrir a masturbaciones con los jugueticos que el mismo me regalaba, para aplacar mis ansias. Así transcurría el tiempo, sigo siendo la Dolly, una mujer bastante fogosa al sexo.

Enrique, una noche me propuso ver un video que se trataba de un trío constituido por dos hombres y una mujer, que tuvieron todo tipo de relaciones sexuales. Realmente me excitó bastante, pero a pesar de eso traté de no demostrar mi estado emocional, pero al finalizar la película, mientras me cogía me comentó― ¿Que te pareció?

― Excitante ―respondí pero sin llegar a decirle, que me encantó. No sé qué me excitó más, los dos hombres cogiendo a aquella mujer, o el tamaño de los penes de los protagonistas.

Una noche después de ir a cenar, fuimos a un bar, no había demasiada gente, tomamos unos whiskys, y por efecto del alcohol la lengua parecía más liberada y volvió a resurgir nuevamente el tema de un trío. De manera franca y directa le dije― ¿Por qué deseas que otro tipo me coja delante de ti? ―y su respuesta fue ― Pensar que alguien te está cogiendo en mi presencia y viéndote como gozas, me produce una excitación muy especial que quiero hacerla realidad.

Le dije a Enrique que estaba dispuesta a complacerlo, pero le deje claro, si esto se llevaba a cabo, no lo haría con cualquiera, yo lo escogería y actuaría libremente en todo momento. El acepto mis exigencias.

El siguiente fin de semana nos fuimos a otra ciudad, donde no nos conocieran, y empezamos a recorrer los centros nocturnos, discotecas, bares, en la búsqueda del candidato ideal, que me resultaba difícil concretar. De repente vi a un chico, que no superaba los 22 años, alto, con buen aspecto, estaba solo y apoyado en la barra. Vi que me miraba, le sonreí y sin esperar demasiado me acerqué, y comenzamos a conversar, mientras Enrique nos observaba.

Me invitó un trago y empezamos un leve coqueteo. Al sentarme en la butaca a su lado, mi corta falda apenas cubría la entrepierna, parte que no solo miraba, sino que apoyó su mano. Percibí la calidez de su palma y eso me hizo erizar bastante la piel. Me dijo su nombre, Joaquín, que así se llamaba. Fue bastante directo, intentando meter su mano más debajo de mi falda. Es en ese momento cuando me pregunta― ¿Quién es ese que nos observa tan detenidamente?

― Es mi marido ―Le conteste abiertamente. Y él, apartó rápidamente su mano de mi pierna, así que le tranquilice― Tranquilo, puedes continuar, no le molesta ―Mientras me miraba sorprendido.

Pasaron unos minutos entre tomar el trago, charlar y reír, y me dijo― ¿Quieres ir a alguna parte en especial?

― Si, a mi casa, está cerca.

― ¿Y tu esposo?

― Nos lleva, viene con nosotros.

Me miró muy sorprendido, mientras mi esposo levantaba su copa, en señal de brindis, o más bien de aprobación.

En el auto, me senté atrás, con Joaquín, que tímidamente me tocaba. Llegó a quitarme la tanguita, y no perdía oportunidad para mirarlo y tocarlo. Había alcanzado una notable erección, y yo estaba presta a desnudarme y sentirlo dentro de mí.

Una vez en el departamento, tomamos unas copas, y para entrar en clima, se me ocurrió poner música lenta, para sentir su contacto al ritmo de la música. Apenas comenzamos a bailar me tomó con fuerza, aplastando su sexo contra mi vientre. Al percibir que era grande y estaba bien erecto, lo besé en los labios y él me correspondiendo abiertamente.

Joaquín me acariciaba los pechos, y comenzó a desabotonar mi blusa, para quitármela y dejarme en sostén, que no tardó en sacar. Comencé a quitarle la camisa, mientras tocaba su bulto a través del pantalón. Estaba impaciente por verlo, así que le bajé su cremallera para quitarle el pantalón, mientras que Enrique deslizó mi falda por mis piernas, dejándome completamente desnuda. Me arrodillé y tomé los costados del bóxer del chico, los bajé con lentitud, como apreciando pausadamente lo que iba a salir.

Mis expectativas habían sido inferiores ante lo que mis ojos veían, una hermosa verga rígida, completamente afeitado, de un tamaño que jamás había tenido a mi alcance, superaba los 20 centímetros de Roberto. Lo toqué suavemente unos instantes, le besé el glande con timidez mientras miraba a Enrique, quien dio como aprobada mi intención.

Sujetaba con una mano aquel gran pene, mientras lo lamia con mi lengua. En tanto Joaquín permanecía disfrutando, con los ojos cerrados. Comencé a lamerle los testículos y metérmelos en la boca. Luego abrí la boca para tratar de tragármela toda. Mi apetito sexual por aquella verga era cada vez mayor y lo chupaba desesperadamente, clavando mis dedos en sus glúteos, intentando aferrarme con mayor firmeza, como impidiendo que me la quitaran. Logré introducírmela totalmente y a pesar de producirme arcadas, no podía cesar en mi impulso. La metía y la sacaba de la boca de manera vertiginosa. Llevé la otra mano a la vagina para acelerar mi orgasmo que no tardó en llegar en el momento que noté latir su aparato en mi boca, hasta notar como su cálida leche se derramaba en mi cavidad bucal, disfrutando ese sabor tan especial.

Miré a Enrique que parecía asombrado por mi "actuación", y que me tumbó sobre la alfombra para a cogerme de manera enardecida. Tomé la mano del chico, para que participara y nos besábamos. Enrique no paraba de bombearme, Joaquín me succionaba los pezones mientras Enrique continuaba cogiéndome. Llegué a tener un par de orgasmos, producto de la doble estimulación, que me hicieron deleitarme de tan buen sexo.

Joaquín intento retomar la acción al besarme, y notando que su gran pene empezaba a adquirir volumen, me puse en cuatro para tenerlo dentro de mi vagina. Al recibir su verga desplazándose por las paredes de mi matriz me sentía en una nube. No dejaba de gemir ante su rápido y penetrante bombeo, mientras Enrique y yo permanecíamos pegados por nuestras bocas, entrelazando nuestras lenguas de manera vertiginosa, produciéndome un largo e inigualable orgasmo. Mientras la leche de Joaquín era depositada en mi útero, Enrique llegaba también, luego de su masturbación en mi boca.

A partir de ese día comencé a tener fantasías con Joaquín, al punto de llegar a masturbarme pensando en él. Traté de no involucrarme con aquel chico, si bien me gustaba, la diferencia de edad, mi relación con Enrique y otros motivos actuaron de barrera, para cortar con aquella fogosa relación triangular.

Dolly

El despertar de Dolly

Su nombre es Dolly, y nos contará su despertar sexual en varios capítulos.

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