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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Reencuentro con mi exnovio
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Mi nombre es Meche y tengo 28 años. Durante mis estudios en la universidad conocí a Enrique, con quien pasé tres lindos años de puro amor y sexo. Ya casi para finalizar la carrera, me antoje de ir detrás de un pastor evangélico, dejando los estudios y a mi novio. Al poco tiempo de andar con el pastor, terminó cogiéndome; su verga era más grande que la de Enrique y eso me emocionaba, me volví adicta a su verga. Esta relación e ilusión duro un poco menos de un año.

Después regresé a la universidad a terminar la carrera, Enrique ya se había graduado y se había casado con mi mejor amiga.

Un día tuve una necesidad económica, me sentí sola y llamé a Enrique, su voz se sentía emocionada y acordamos vernos el día siguiente en la universidad.

Enrique llegó en una camioneta, a la cual subí para hablar en privado, después de saludarnos con un gran abrazo, le dije que me prestara dinero para pagar unos aranceles y comprar unos libros.

― ¡Vamos al banco! ―Dijo Enrique.

Al salir del banco me invito a almorzar y luego me llevó al apartamento donde yo estaba viviendo con unos sobrinos; y le conté que esos chicos me hacían la vida imposible, que quería salir de allí.

A los pocos días, Enrique me visitó y le dije que una amiga en común estaba viviendo en un apartamento de tres habitaciones, y habían desocupado una habitación.

― Vamos a hablar para que te la dejen ―Me dijo, y salimos a verla. Al llegar nuestra amiga nos recibió, nos enseñó la habitación, y me entregó la llave, pues ella y la otra que viven ahí llegan después de las 6 de la tarde. Cuando regresamos y me fui a despedir de Enrique, me dio un abrazo y sin más me besó en la boca, y le correspondí.

― ¡Eres mi gran amor! ―Me dijo

Al día siguiente preparamos la mudanza, cargamos las cajas y mi cama. Llegamos y lo subimos. Enrique se quedó para ayudarme a acomodar mis cosas, y salió para comprar cervezas para brindar por mi nueva residencia.

Mientras Enrique salía por las cervezas, me fui a duchar y ya casi para terminar siento detrás de mí a Enrique. Se me erizó la piel cuando uno de tus dedos recorrió mi espalda, no quería girarme, de espaldas a él solo miré levemente hacia atrás para alcanzar a ver su verga erecta, desafiante y

― ¿Por dónde quieres que te la meta ahora? ―Me susurró.

Yo empecé a moverme para sentir su verga en mis nalgas, y le dije― ¡Quiero y deseo que me cojas con el mismo placer que antes!

Me hizo apoyar contra la pared y mientras me seguía besando el cuello y acariciándome las tetas, abrí las piernas y me iba penetrando mientras el agua nos caía por encima. Con cada empuje yo lo disfrutaba muchísimo.

Salimos del baño y nos fuimos a la habitación, cerró la puerta sin soltarme de la cintura, me acostó en la cama y comenzó a lamerme toda hasta llegar a mi coño, Ahí me dijo― Te sigues depilando, como me gusta a mí, todo rosadita, suave e hinchadita ―Y volvió a lamerme. Me besaba los labios y su lengua se introducía dentro de mi orificio, y comencé a gemir. Su lengua se detenía en mi clítoris y pulsaba hacia arriba y hacia abajo, moviéndola y enloqueciéndome más y más, mientras le decía― ¡No pares! ¡qué rico! ―Sus manos apretaban mis nalgas cuando finalmente alcance un rico orgasmo. Mi flujo salió disparado a su boca y lo saboreó hasta la última gota.

Se acomodó encima de mí, mi coño todavía palpitaba y poco a poco me la fue metiendo toda. Me agarró de la cintura y se ayudó de mi cuerpo para envestirme con fuerza. Yo me agarré a su espalda con fuerza dejándole las uñas marcadas, mordiéndole en un hombro, como para dejar mi marca en mi macho. Me estaba dando una buena cogida que me arrancaba fuertes gemidos y mientras se movía nos dimos un beso de lengua.

Luego me puse en cuatro sobre la cama, a él le encantaba verme así, aquella postura le dio una perfecta vista de mi vagina lista para recibir su verga. Luego de un rato de meter y sacar, un electrificante orgasmo nos inundó a los dos a la vez. Él se vació dentro de mí, sacó la verga y me la llevó a la boca. La verdad que moría de ganas por sentir su lechita escurrir dentro de mí coño y en mi boca, me encanta saborear su semen. Los dos caímos exhaustos, totalmente rendidos.

Enrique se levantó y trajo las cervezas, nos tomamos dos cada uno y luego sus labios se pegaron a los míos. Su mano bajó por mi cuerpo desnudo, recorrió mi sexo caliente y húmedo; pasó suavemente por mis labios vaginales y sus dedos jugaron con mi clítoris y lo masajearon en círculos; nuestras bocas disfrutaron de un beso larguísimo y placentero; todo entre mis gemiditos excitados.

Me acomodó en la cama, su verga quedó a la altura de mi boca y le puse el coño en su cara. Mis labios subían y bajaban por su verga parada que chupé y saboreé. Enrique hizo lo mismo entre mis piernas, chupándome con ternura, explorando, lamiendo la miel que manaba de mi vagina. Sentí que su verga me llegaba casi hasta la garganta, y chupé y succioné enloquecida, con un ritmo enloquecedor hasta sentir sus chorros de leche caliente que fui tragando sin dejar de chupar y lamer.

Pendientes del reloj, vimos que aún quedaba tiempo para seguir disfrutando antes que llegaran las muchachas. Tomamos otras cervezas y volví a la carga, le chupé la verga hasta que se le puso dura y me puse encima de él; mi mano dirigió su verga hasta mi coño, y lo fui montando poco a poco. La sensación era única de sentirla nuevamente dentro de mí, pero esta vez controlándolo yo. Cuando la tuve toda adentro realmente sentía que me llegaba al estómago, comencé a moverme más rápido mientras él jugaba con mis tetas. Mis manos en su pecho y moviéndome rico, mis gemidos ya eran gritos de felicidad. Seguí montando aquella delicia verga que rozaba mi clítoris. Quería terminar así, montándolo tan rico y me moví como nunca hasta sentir la explosión de un gran orgasmo y mi macho también se vino.

Luego nos bañamos, y salimos a comer. Qué hermoso fue nuestro reencuentro.

Kasandra

Otro relato ...




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