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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Regreso a casa
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Era de madrugada cuando me deslicé silenciosamente en la oscuridad de nuestro dormitorio y me arrastré desnuda a la cama junto a mi esposo. Quería que sintiera mi calor corporal y mi aliento, el olor del sexo y el alcohol. Le besé en el cuello mientras mis manos se deslizaban sobre su vientre hasta su endurecido pene. Había salido de casa vestida para impresionar a mis amigos, y mi esposo estaba seguro de que tendría una aventura que compartir con él cuando regresara a casa.

Mi marido gemía mientras yo me ponía a horcajadas sobre su cuerpo y guiaba su pene duro a través de los húmedos labios de mi coño. Su gruesa y agradable polla no encontró ninguna resistencia en absoluto, ya que la metí completamente dentro de mí. Mis tetas desnudas presionaban contra su pecho y le susurré al oído que me había comportado como una traviesa chica muy mala durante toda la noche.

Noté sus caderas moverse mientras mis palabras le iban despertando. Esperé su petición para continuar, mis pezones duros contra su pecho, mis manos sosteniendo su cabeza mientras lo besaba apasionadamente. Entonces noté su cuerpo rogándome que continuara. A medida que avanzaba y retrocedía lentamente sobre la polla de mi marido, me apoyé en él y empecé a describir mi noche salvaje de salida.

Varias chicas estábamos en un bar con unos chicos tomando algo y coqueteando. Después de un tiempo alguien sugirió que podíamos trasladar la fiesta a su casa. Mis amigas estaban de acuerdo y pensé por qué no, estaba segura de que podría mantener el control de mí misma y tendría una pequeña historia que contar a mi marido.

Los chicos eran cuatro jóvenes guapos y guapos y nosotras éramos tres locas perras casadas a principios de los cuarenta.

Fuimos al estacionamiento; Salvo me abrió la puerta del auto y David se puso al volante. Al entrar y sentarme tiré de mi corta falda hacia abajo para mantenerla en su sitio. Me puse entre los dos y Salvo puso su brazo alrededor de mí, cuando vi que estaba mirando hacía mis largas piernas. Mi falda se había levantado de nuevo desnudando la mayoría de mis muslos. Me sorprendió un poco cuando se inclinó hacia mí y me besó, pero pensé que en realidad no había nada malo con un besito. Pero también estaba un poco borracha, después de tantas copas. David lo notó y dijo que también quería un beso. Mientras conducía, el beso fue rápido, pero el siguiente de Salvo fue más largo.

Cuando llegamos, David fue a buscarnos algo para beber mientras Salvo ponía música. Saber que los otros chicos y mis amigas iban a llegar pronto me dio sensación de seguridad y libertad.

Salvo es un buen bailarín y mantenía mi cuerpo muy cerca del suyo. Nos estábamos moviendo como uno solo. Podía sentir el calor de su cuerpo y un bonito bulto dentro de sus pantalones. Sus besos entraban profundamente en mi boca y sus manos a veces acariciaban mis nalgas.

David regresó con bebidas y luego se turnó para bailar conmigo. Estábamos abrazados mientras sus manos exploraban mi cuerpo. Su boca caliente en mi cuello y sus grandes manos en mis tetas me tenían en el cielo. Incluso con la ropa puesta podía sentir el calor de su bulto contra mi montículo.

La música se detuvo y los tres nos sentamos en el sofá. David me acarició las tetas después de abrirme la blusa. Yo no llevaba sujetador así que se metió mis duros pezones en la boca. La mano de Salvo se deslizó entre mis muslos, encontrándolos abiertos para él y sin encontrar resistencia de mi parte. Su otra mano acarició mis nalgas. La única restricción para sus dedos era mi delgada tanga de encaje rojo.

Entonces David guió mi mano hasta su regazo. Su duro pene ya no estaba dentro de sus pantalones; noté que era grueso y largo. Y también que ya resbaladizo con un poco de líquido pegajoso. Levanté las caderas mientras Salvo tiraba de mi tanga roja por las piernas. Y allí estaba ahora yo, con la blusa abierta, la falda hasta la cintura y el coño mojado a la vista, mientras acariciaba un pene.

De repente, David se sentó a mi lado y me hizo sentarme en su regazo. Entonces pude notar su duro pene invadiéndome el coño mojado, mientras levantaba mis caderas para facilitarle la penetración. Cuando empecé a botar hacia arriba y hacia abajo en aquel magnífico pene, cerré los ojos y disfruté el momento. Pero entonces note las manos de Salvo apartándome las nalgas mientras guiaba su pene duro como una roca dentro de mi apretado culo. Pasó mi anillo anal y lloré en éxtasis, con ambos penes cogiéndome a la vez. Gemí con lujuria cuando entraron en mis agujeros casi al mismo tiempo.

Luego protesté porque quería una polla en la boca para inundarme con semen caliente y pegajoso. Me pusieron de espaldas, con los tobillos sobre los hombros de Salvo que me sonrió mientras empujaba dos dedos, y luego tres, en lo profundo de mi húmedo coño bien follado y estirado. La sensación fue muy intensa cuando empezó a follarme con los dedos de manera salvaje. Después de que me hizo correrme gimoteando como una loca perra en celo, se inclinó hacia adelante y metió su pene dentro de mi coño tembloroso y de seguido tuve otra vez un orgasmo muy intenso.

Salvo me dijo que era demasiado para él tenerme temblando por un orgasmo, así que se corrió en mi coño bien empapado y jodido. Luego se retiró y David tuvo su oportunidad en mi culo. Me dio vuelta y me montó por detrás. Abrí la boca para gritar mientras notaba como su enorme polla intentaba invadirme el ano. Insistió mucho hasta que finalmente pudo vencer la resistencia de mi esfínter. Cerré los ojos y grité. Pero pronto el dolor se convirtió en puro placer y gemí mientras David me sodomizaba. Me folló el culo de manera salvaje hasta que sentí que me llenaba con más semen.

Ambos amantes me dejaron recuperar el aliento, pero pronto mi cuerpo se movió mientras las manos de Salvo me colocaban sobre mis rodillas. Mi cuerpo superior presionó en el sofá y mi coño quedó listo para su polla. Sus manos sostenían mis caderas y sentí que su polla buscaba otra vez de mi coño. Mi cuerpo se meneó en plena lujuria y empujó hacia atrás tratando desesperadamente de que entrara dentro de mi coño caliente. Salvo sostuvo mis caderas conduciendo la cabeza de su verga dentro de mí. Siseó que yo todavía estaba apretada mientras presionaba más polla dentro de mi vientre. Gemí con placer y dolor, notando que mi coño siendo jodido de nuevo por una enorme y gruesa polla.

Mis dedos se agarraron a los cojines mientras su polla presionaba más profundamente en mi coño. Se retiró un poco y yo tragué aire todavía tratando de asumir todo lo que se estaba metiendo dentro de mi cuerpo, pero entonces Salvo comenzó con los maravillosos movimientos del coito y yo comencé a replicar sus movimientos mientras su polla me abría aún más. Entonces él comenzó a hacer movimientos circulares con su polla enterrada en lo más profundo de mí. Salvo me follaba lentamente, a veces sosteniendo mis caderas y otras veces acariciando y tirando de mis pezones. Su amigo estaba allí, mirándonos.

De repente mi clímax se me acercó sorpresivamente pero fue muy bienvenido. Grité fuerte mientras me follaba con su magnífica polla. Salvo no dejaba de moverse para prolongarme el clímax y queriendo tener su propio orgasmo. Empujé mi cara contra los cojines, lo que me dificultaba mucho la respiración, pero no quería que se detuviera nunca. Mi coño mojado, dilatado y jodido fue recompensado con una enorme ráfaga de semen caliente y espeso en lo profundo de mi barriga. La polla de Salvo se me salió y relajé el cuerpo. Luego me desmayé y me desperté de nuevo cuando su auto se estacionó ante la puerta de mi casa.

Seguí moviendo mis caderas sobre el cuerpo de mi esposo disfrutando de su pene enterrado dentro de mi bien follado coño. Estaba segura de que mi esposo podía sentir que mi coño estaba abierto, caliente, mojado y muy resbaladizo. Noté que estaba cerca correrse. Entonces su dedo se movió detrás de mí entrando en mi estirado culo y me hizo gemir de placer.

― ¿Te gusta eso? ―ronroneó y me quejé como asentimiento

― ¿Te gusta sentirme así masajeando el semen en tu ano, no? ―Como respuesta, mis manos apretaron su carne.

De repente mi marido se movió y me empujó sobre mi espalda. Luego se arrastró entre mis muslos y metió su pene profundo más violentamente que nunca en mi coño ardiente. Mi cuerpo comenzó a temblar cuando noté que mi propio clímax se comenzaba a liberar.

Noté un intenso orgasmo estallando en mi cuerpo, enervándome mientras gritaba ante sus poderosos y varoniles empujes. Entonces mi esposo se corrió y pude sentir sus chorros de semen ardiendo inundando mi vagina. Abrí los ojos y lo miré, ronroneando como un gatito. Mi esposo me sonrió y siseó― Nena, necesitamos que salgas y te comportes tan mal más a menudo.

Mala esposa

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