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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Retiros sexuales
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Hola, soy Dolly y sigo siendo la mujer de Enrique. Nuestra relación se fue fortaleciendo con los años, ya tengo 32 años, 16 años después de haber perdido la virginidad y otros 6 desde que dejé de ser virgen por el culo, y hemos ido descubriendo nuestros secretos personales. Para olvidarnos del trabajo nos gusta ausentarnos de vez en cuando de la rutina, y para ello nos vamos a un auto motel de nuestra preferencia. Nos recluimos un día entero alejados de todo y de todos.

En uno de nuestros acostumbrados retiros sexuales, dentro de la habitación Enrique me dijo que me tenía una sorpresa, sacó algo de la maleta y volvió a la cama― Es un regalo para ti, espero que te guste ―me dijo con voz pícara, era un consolador. A pesar de mis experiencias sexuales nunca había usado uno de esos juguetes.

― ¿Y esto? ¿Cómo funciona? ―pregunte con cara de niña inocente.

― ¿Te gusta? ―me preguntó.

― Pues sí, siempre me gustan los regalos, pero explícame, como funciona.

― ¡Muy bien!, es un dildo con doble función que te hará feliz cuando yo no esté.

― ¿Cómo es eso?

Enrique tomó el juguete y lo lubricó bien, después me indicó que me arrodillara sobre la cama manteniendo la espalda recta, que separara mis piernas e introdujo la perilla que el dildo tenía en un extremo dentro de mi vagina. Obviamente emití en ligero gemido, pues estaba diseñado para entrar forzadito, y una vez dentro no saliera tan fácilmente. El resto del dildo tomaba el rol de un pene que salía por debajo de mi pubis, parecía que yo tenía un pene de 30 centímetros. Enrique encendió el juguete que empezó a vibrar a una velocidad increíble. La perilla rebotaba en mis paredes interiores, la parte que pasaba por mi clítoris lo estimulaba, y el resto del dildo parecía cobrar vida, ¡Que Placer!

― ¿Qué te parece tu juguete? ―me preguntó.

― ¡Me encanta! ―respondí mientras las vibraciones se apoderaban de mí. Nos besamos largamente mientras el objeto hacía su magia. Enrique manipulaba el aparato con la intención de que me proporcionara más placer, y al parecer eso bastaba para que él mantuviera una erección. Lo empujé sobre la cama para que cayera sobre su espalda, me incline sobre su miembro y me lo introduje en la boca. Con mi mano derecha sujetaba el dildo para que no abandonara mi vagina, la cual ya estaban manando con mis fluidos, y con la otra mano tomé la base de la verga de Enrique y la empecé a chupar. Podía sentir gotas de líquido preseminal que lanzaba, ¡me fascina!, mientras disfrutaba con mi regalo.

Cuando estaba a punto reventar por el oral que le estaba aplicando, suspendí la tarea, me giré dándole la espalda, y sin sácame la perilla que vibraba a su máxima velocidad dentro de mi vagina, me senté sobre su miembro que entró en mi ano sin piedad. Fue tal la forma en que me deje caer que me ensartó de golpe y gemí descontroladamente. Sé que él alcanzaba a percibir las vibraciones del dildo en su pene. Se puso loco de placer, me tomó de la cintura y me atrajo a él. Descansamos un poco, y luego su pene entró en mi vagina, cogiéndome rico. Yo tenía las piernas bien abiertas en el aire para que Enrique me lo metiera todo, me daba duro mientras yo gritaba de placer.

Dolly

El despertar de Dolly

Su nombre es Dolly, y nos contará su despertar sexual en varios capítulos.

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