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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Solidaridad sexual
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Habían terminado de cenar y surgió el tema de su amiga que ya con 24 aún no había tenido relaciones y estaba dentro de un círculo vicioso del que no podía salir. Como aún no había vivido esa grata experiencia le daba temor experimentarla, como así también sentía vergüenza en comentárselo a alguien y solicitarle que se cuidadoso y suave. Entonces no podía romper con esa situación.

Siguieron conversando sobre varios temas hasta que de repente surgió el de las fantasías sexuales.

Ambos comenzaron a contarlas desde lo más suave y factible hasta lo más hard, quizás no realizables. Pero el detalle de estas es para otra ocasión.

Una de las fantasías que él había expuesto fue el de hacer participar a otra mujer junto a ellos dos. Por lo que con ojos centelleantes, ambos dijeron —¿Y si la llamamos y le ofrecemos ayuda y vemos hasta donde llegamos?—

Alejandra había estado bebiendo. Quizás por eso fue que entendió y aceptó tan rápido la indirecta. Llegó entonada. Pero como ellos también habían estado bebiendo durante la cena y en las charlas anteriores la esperaban, estaban en la misma condición. Esto hacía que varios límites ya no existiesen.

Cuando él fue al baño, Pao le dijo a Ale que Mariano, su novio, fue quien deseaba esa noche que ella estuviera ahí. También dijo que ella le gustaba a Mariano. Pero que eso no la molestaba ya que estaba segura del amor que sentían el uno por el otro, y además, cuando estaban en la intimidad ella se encargaba de que no cruce la imagen de otra mujer por las fantasías de él.

Cuando Mariano volvió a entrar en la habitación donde estaban ellas sentadas charlando noto que ellas estaban cuchicheando y riendo, al mismo tiempo que lo miraban de arriba a abajo, deteniéndose ambas miradas en su entrepierna.

Él se sirvió más vino y se sentó entre ambas. Siguieron charlando, en ocasiones de temas candentes y saltando de indirecta en indirecta.

En un punto de la conversación surgió una duda, una cuestión que abrió la puerta a un desafío, a una apuesta. Fue ahí mismo cuando él les apostó que no se animaban a darse un beso. Ellas dijeron —Por supuesto que sí.

Entonces el retruco —Pero hablo de terminar con un íntimo beso de lengua.

A lo que respondieron —Si vos te descalzas y quitas la camisa, lo hacemos.

Mariano asintió. Se descalzo y quitó lentamente y con movimiento levemente serpenteantes su camisa a cuadros.

Ellas se miraron, tomaron sus cabezas, comenzaron a rozarse los labios, luego abrieron sus bocas y comenzaron a rozar las puntas de sus lenguas.

Él se hiperexcitó dijo —Pueden seguir si quieren.

Su novia respondió — Si te quitas el pantalón hay más.

Ale no decía nada, se reía, pero le gustaba, disfrutaba.

Él dijo —Pero no quiero impactar por mi situación— Estaba completamente erecto.

Pao dijo —Dale sacate el pantalón y acercate.

Él se quitó el pantalón dejándolo caer al piso y se acercó a ellas. Pao le agarro un cachete de la cola y lo posiciono frente a ella. Con la otra mano le tomo su pene a través del boxer, que ya estaba grande y duro. Y dijo —Ves? Esto es lo que deberías probar dentro—

Luego le tomo la mano a Ale, la llevó hasta el bulto e hizo que apoye la palma de su tímida y fría mano sobre aquella montaña caliente.

Mariano comenzó a acomodarle el pelo detrás de las orejas a ambas, de manera que sus caras de ángeles transgresores quedaran libres de sus cabellos. Luego él se agacho, beso a cada una de ellas en las mejillas y se arrodillo frente a ellas.

Inmediatamente después comenzó a sacarles el calzado y besar sus pies. El hecho de usar su lengua para besárselos, hacía que el placer que ellas sentían le haga abrir sus bocas para liberar suaves suspiros al aire.

Luego saco el pantalón a cada una de ellas, de modo muy suave, dejando la delicada piel de ambas al aire. Así pasó de besar los pies a las pantorrillas. Luego fue el turno de la tierna dermis detrás de las rodillas. Iba haciendo exactamente lo mismo a cada una de ellas, alternando los turnos de cada una.

Ya cuando besaba los muslos, acompañaba esos besos con caricias dirigidas por las yemas de sus dedos. Cuando noto que la entrepierna de cada una de ellas desprendía suficiente calor, sus labios comenzaban a humedecerse y las manos de ellas entrelazaban los dedos disparando suaves caricias hacia sus costillas y pechos: les quito sus bombachas.

Pao llevaba una tanga rosa, cuya parte de atrás era solo un hilo y al frente era un pequeño triangulo de encajes rosas.

Ale llevaba una tanga celeste, también de finos encajes que se extendían hasta darle la vuelta a su fornida cola.

Los tres estaban excitados.

Comenzó a besar sus labios superiores muy despacio, luego paso por sus cuellos, y después, bajo a sus pubis. Ambos estaban libre de todo vello.

Besaba los labios inferiores externos, primero les daba sutiles toques con la punta de su lengua. Después los apretaba con sus labios. Ambas ya estaban bien húmedas y suspiraban continuamente.

Después de besarlas por largo rato y acrecentar la respiración de ambas se paró para sacarles las prendas superiores. Pero ellas no lo dejaron. Se abalanzaron sobre su piel, le arrancaron el boxer y comenzaron a besarlo. Una le besaba su hinchado duro y rojizo pene al mismo tiempo que la otra acariciaba y lamia sus testículos. El también liberaba un afrodisíaco jugo que ellas bebían desesperadas.

Luego de hacer varios intentos por desprenderla a ambas de su miembro, lo logro. Las separo, les quitó lentamente las prendas superiores dejándoles sus corpiños y las llevó tomadas de la mano al dormitorio. Una vez allí las acostó una al lado de la otra y les dijo que les esperaban muchos besos y placer.

Ni bien cayeron en la cama y comenzó a darle besos a Pao, Ale se abalanzó de costado sobre Pao y comenzó a comerle la boca con profundos y jugosos besos de lengua. Eso lo calentaba en exceso a Mariano que dejó de besar a Pao y pasó a besar a Ale. Fue entonces que Pao desesperada lo giró sin cortar los besos que le estaba dando a Ale y se subió sobre él y se enterró su tremendo falo ocupando todo su interior.

Mariano esta recaliente. No podría aguantar mucho tiempo más tal gigante dosis de placer. Tumbó a Pau y comenzó a masturbarla mientras seguía besando a Ale. Luego se acostó sobre Ale, apoyo su glande sobre los lubricados labios de Ale y muy lentamente fue empujando hacia adelante, de modo que los labios no les quedó otra opción que abrirse y permitir el lento ingreso de su cabeza inflamada.

Al mismo tiempo que sucedía, esto la cara de él estaba enterrada en la entrepiernas de Paula que yacía acostada pegada a ambos. Comenzó a introducir y sacar su pene parcialmente y a una velocidad muy lenta. Ale cerraba los ojos, giraba la cabeza exhalaba fuertemente. Y sonreía a la vez.

Cada vez que metía parte de su miembro expulsaba por el contorno de su clítoris sus jugos más profundos. Salió, pidió a Ale que se corriera, que quería dejarla con las ganas, con el objetivo de repetir la experiencia y que desde ese momento y en lo que restaba de la noche debía observar como el cogía a su novia de modo fuerte, así se preparaba para su próximo encuentro.

Max Cher

Otro relato ...




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