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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Segunda aventura con camioneros
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La primera vez que hicimos algo así, Ellen se subió a un camión en la autopista y los seguí hasta una parada de camiones. En aquella ocasión, el conductor y Ellen estuvieron solos. Yo fui a la cafetería y esperé. Mi mujer se divirtió mucho, dijo, y esperaba que pudiéramos repetirlo.

Era un día fresco de abril cuando volvió a ocurrir. Acabábamos de salir de una tienda para adultos. Ellen se había puesto bastante caliente ojeando algunas revistas y siendo admirada por hombres mientras deambulaba por la tienda. No fuimos de allí y nos fuimos a la autopista donde hicimos un corto trayecto.

Tan pronto como entramos en la autopista Ellen, echó el asiento hacia atrás y apoyó su pierna en el salpicadero. Se subió la falda para mostrar su hermoso coño mojado. Estaba muy caliente, se masajeaba el clítoris y se frotaba el coño mojado. Mientras lo hacía, un camión se puso a nuestro lado y pudo ver sus frenéticas manipulaciones. Mi mujer gemía muy fuerte y fue interrumpida por nuestra emisora de radio que habíamos instalado sólo para estas ocasiones― Te ves bien, nena, levanta la otra pierna para que podamos ver mejor.

― ¡Oh, sí, estás muy buena! ―Fue la respuesta cuando ella accedió a la petición. Sin embargo, su camión no tenía cama.

― Ojalá pudiéramos parar en la siguiente salida ―propuso el camionero.

Ellen, cogió el micrófono y le dijo que ojalá tuviera una cama y lo haríamos. El camionero nos deseó una feliz caza y se alejó. Yo conducía despacio a propósito para que los camioneros pudieran alcanzarnos y ver el espectáculo de mi mujer.

Ahora estaba realmente caliente. Un completo desconocido la había visto darse placer. Al poco tiempo, un convoy de camiones apareció delante de nosotros. Podíamos escuchar las conversaciones mientras nos poníamos lentamente al lado de cada uno.

― Oh, tío, espera a ver esto ―dijo uno.

― Esta chica está caliente ―Informó el siguiente.

A Ellen, le encantaba tanta atención. El último al que estábamos a punto de pasar se conectó y le dijo lo caliente que le ponía y que deseaba que todos pudieran conocerla y saludarla en la siguiente salida. Ella se abrió la parte superior del vestido para mostrarles los pechos. Luego se cogió el micrófono para decir algo cuando miró hacia arriba y vio a otro hombre tratando por ver por encima del conductor. Había dos hombres en el camión.

Ella lo estaba disfrutando― Podemos hablar si quieres ―fue su respuesta.

Yo estaba fuera de mí. ¿Acaba de decir que podemos hablar? Mi polla estaba dura como una roca. La cama era el punto de ventaja junto con dos tipos. Hablamos de ello y decidimos que nos gustaría hacer el encuentro con ellos. Nos indicaron que había una salida y que si los seguíamos, nos llevarían a una zona bien iluminada y podríamos conocernos mejor. Ella tomó el micrófono y les dijo que los seguiríamos. Nos desviamos en la salida y les seguimos hasta la calle parada que estaba bien iluminada y con muchos aparcamientos. Se detuvieron en el lado de la carretera junto a una de las zonas para automóviles, así que nos detuvimos frente a ellos. Ellen se bajó y se dirigió al lado del pasajero del camión y se subió. Después me contó lo que pasó.

Se pusieron a hablar por radio y dijeron que había un restaurante cerca por la carretera donde podríamos conocernos mejor. Les seguí y cuando entramos en el aparcamiento, aparqué cerca de las puertas del restaurante, me dirigí al lado del pasajero del camión, y subí. Al entrar en la cabina Ellen estaba en la litera. sentada junto al copiloto y sonriendo. La había estado besando desde que subió a la cabina. Empezamos a hablar y nos dijeron que nunca les había pasado nada parecido en los años que llevaban en la compañía para la que trabajaban.

El hombre que estaba sentado al lado de Ellen, empezó a besarle el cuello y a pasar su mano por su muslo. Me di cuenta por los gemidos que estaba haciendo un buen trabajo y la estaba excitando mucho. Me miró y me preguntó si eso estaba bien y asentí. Preguntó si podía cerrar la cortina y Ellen simplemente la cerró antes de obtener una respuesta de mi parte. El conductor se limitó a sonreír y a reírse entre dientes― Supongo que eso significa que está bien.

Los sonidos que salían de la zona de la cama eran increíbles. No se hablaba, eran sólo gemidos y palabras como "sí", "me gusta", "gracias", y luego los gemidos de ella. El conductor y yo hablamos durante un par de minutos y ambos no pudimos aguantar más y abrimos la cortina lentamente. Allí, frente a nuestros ojos, estaba mi hermosa esposa con sus piernas sobre los hombros del hombre y él follándose lentamente su coño con una gran polla. Ella gemía cuando recibía cada una de sus embestidas. Se estaban besando y cuando ella se volvió y nos miró, tenía los ojos vidriosos y el cuello rojo. Siempre se ponía así cuando se excitaba mucho. Me dio las gracias con la boca.

En ese momento él empezó a follarla con más fuerza y la dejó sin aliento. Ahora sí que se mecía. Sus caderas hacían fuertes sonidos como de bofetadas. A ella le encantaba y gritaba de placer. Su disfruta, mi mujer, se pone a gritar y no tiene ningún reparo de decir lo bien que se siente.

Ahora sí que se lo estaba dando. Ella sólo lo animó más― ¡Oh, fóllame, nene! Así es como me gusta.

― ¡Oh, fóllame más fuerte! ―insistió mi mujer.

― ¡Oh, sí, nena! ―gimió él.

La cabina del camión se balanceaba ¡Mierda, estaban follando duro! El conductor me miró con una gran sonrisa y me dijo lo afortunado que era― Tío, debe ser genial tener una mujer así cuando quieras.

Sólo pude asentir. Allí estaba mi mujer follando con un completo desconocido y volviéndome loco con sus acciones y sus palabras. Ni siquiera me di cuenta de que el conductor se había desnudado, estaba muy absorto en la visión que tenía ante mí. Había sacado la polla y se la estaba acariciando.

La acción llegó al clímax y el camionero gimió muy fuerte― ¿Puedo correrme dentro de ti?

― ¡Si! ―Grito fuerte ella y lo besó con fuerza.

El beso se rompió con ella respirando profundamente y dejándolo salir en un largo gemido mientras él la llenaba de semen. Se podía oír cómo su coño se inundaba con cada bombeo de sus caderas. Ella gemía y le arañaba la espalda. Los bombeos se hicieron más lentos y ambos respiraban con dificultad. Ella le besó de nuevo y le dijo que era muy bueno y le dio las gracias. Él le dijo― No gracias, señorita. Eres tú la que necesita que le den las gracias ―Se dio la vuelta y estuvimos hablando un rato.

Luego giró hasta el borde y el conductor pasó junto a ella en la parte trasera. El primer hombre ocupó su lugar en el asiento del conductor y tuvimos una buena vista de la siguiente ronda de diversión. Ellen no perdió el tiempo. Se puso de rodillas y se llevó la polla a la boca. Comenzó a moverse hacia arriba y hacia abajo en una polla aún más grande. En ese momento, supimos los nombres de ambos tipos, Richard fue el primero y Dave estaba a punto de ser el segundo. Su polla era más grande.

Ella me miró y ronroneó. Se dio la vuelta para que Richard y yo pudiéramos ver su coño. hinchado y rojo. goteando por el polvo de Richard con ella. Era increíble ver lo roja y mojada que estaba. Debió haberle metido un litro. Entonces se dio la vuelta y apuntó su hermoso y regordete culo hacia Dave. Él no necesitó más estímulo. Se puso detrás de ella y frotó su enorme polla arriba y abajo de su coño. Esto provocó otro fuerte gemido de ella. Yo quería participar en esto y me puse delante de ella para que me la chupara mientras él la follaba. Ella se la tragó toda. Nunca la había visto tan caliente.

― ¡Está muy apretada! Espero no hacerte daño Ellen ―dijo Dave.

Ella soltó mi polla el tiempo suficiente para girarse y decirle que esperaba que lo hiciera. Entonces ella empujó hacia atrás y su polla entró hasta las pelotas dentro de ella. Como antes, cuando Richard se la folló, la dejó sin aliento y aulló con mi polla en su boca. Sabía que le encantaba sentirlo dentro de ella. El sonido de aplastamiento era muy claro mientras él empezaba a follarla lentamente. Me sonreía y gemía mientras me chupaba la polla.

Ella se apartó de mí y se limitó a gemir mientras él empezaba a follarla más rápido. Sus nalgas rebotaban con cada empuje y sus gemidos durante cada golpe de sus caderas uniéndose cada vez con más fuerza eran cada vez más urgentes y fuertes. Ella se mecía a lo grande para encontrarse con él a mitad de camino. Cada empuje hacia atrás para encontrarse con él empujaba a su vez su cabeza hacia delante contra mi estómago. Ella gritaba del placer que él le estaba dando. Le encantaba y no podía creer lo profundo que era.

Mi mujer comenzó a pellizcarse sus oscilantes pezones. Eso siempre ponía el toque final a sus orgasmos. Esta vez no fue diferente― Me estoy corriendooo… ―gritó.

Eso fue todo lo que oí de ella y el ― ¡Oh mierda! ―de Dave detrás de ella. Era el momento en que la llenó. Sus jadeos y sus ánimos para que no parara y― ¡Fóllame, fóllame, fóllame! ―nos decían a todos el increíble clímax que estaba teniendo.

El sonido de aplastamiento fue fuerte antes de que se duplicara en amplitud mientras él descargara en mi mujer, que se estaba volviendo loca. La cabina del camión olía a sexo. Ella gritó una última vez y se derrumbó en mi regazo. Su respiración era como si acabara de correr una maratón.

― ¡Oh, Dios mío! ¡Oh, Dios mío...! ―decía ella― Mi coño está latiendo muy fuerte.

Dave se bajó lentamente y yo maniobré detrás de ella y metí mi polla dentro del coño más baboso y húmedo que jamás había sentido. Ella gimió fuerte y actuó como si fuera la primera vez que se mecía sobre mí como si nada. Volvió a gemir y a empujar con fuerza contra mí. Yo estuve a punto de correrme después de unos pocos empujones porque estaba muy caliente. Su coño lleno de semen chapoteaba y salía de ella en cada bombeo.

Richard la tenía dura de nuevo y se puso frente a ella y le metió la polla en la boca. En cada bombeo dentro de ella, su boca se deslizaba por su polla y volvía a subir. Era una máquina. Gemía con fuerza y chupaba la polla de Richard. Él le dijo que era increíble y que iba a hacer que se corriera en su boca.

Eso fue demasiado para mí que gemí y llené su coño con más semen. Richard le llenó la boca con su segunda tanda de semen. Ella gorjeó y se tragó hasta la última gota. Me retiré y me senté contra la pared. Su coño estaba tan rojo como la remolacha y cubierto de semen. Sin aliento y emocionalmente agotado, me quedé admirando su trasero. Orgulloso de decir que era mi esposa, Ellen, que estaba allí gimiendo y sonriendo.

― Sois todos geniales ―fue todo lo que pudo decir.

Después de unos minutos de recuperación y de comentar de lo que acababa de pasar y de la hora que era, nos vestimos lentamente y a regañadientes. Ellen no se molestó en ponerse las bragas o el sujetador. Se limitó a ponerse el vestido por encima de la cabeza y a calzarse las sandalias. Se inclinó hacia cada uno de los chicos y les dio un largo beso de despedida. La ayudamos a bajar de la cabina hasta el suelo debido a lo mucho que le temblaban las piernas.

En el viaje de vuelta a casa, Ellen puso su asiento hacia atrás y sus piernas sobre el salpicadero. Eran las dos de la mañana y había estado follando, chupando o ambas cosas durante unas 4 horas. Su coño estaba bien follado y babeando semen. Su cabeza estaba girada hacia mí y sonrió y me dio las gracias― Fue el sexo más increíble que he tenido en mi vida.

Le respondí que para mí era lo mismo. En pocos segundos, estaba durmiendo en su asiento.

Durante las actividades en el camión, mi cartera se había caído de mis pantalones. Al día siguiente, poco después de levantarme de la cama, recibí una llamada y era Dave. Me dijo que habían encontrado mi cartera en la cabina. No podían traerla hasta dentro de un par de días, en el viaje de vuelta y que podíamos reunirnos. El lugar estaba a unas cuantas horas de distancia, pero me sentí sorprendido y aliviado. Nos reunimos me entregaron mi cartera con todo el dinero y las tarjetas. En realidad, no tenían tiempo para repetir la actuación, pero si para cenar. Ellen se sentó entre los dos que le tocaron el coño durante toda la cena.

Ellen y yo nos detuvimos en un área de descanso de camino a casa y jugamos un rato en el coche. Ella era salvaje y dijo que estaba muy excitada debido a todas las caricias que recibió por debajo de la mesa.

Tuvimos algunas aventuras más con los camioneros, pero ninguna tan caliente como las dos primeras veces.

Ellen y Mike

Aventuras en la carretera

Ellen y Mike son un matrimonio que nos cuentas sus excitantes sexuales. Nos las cuentan en primera persona, cuando Ellen y cuando Mike. En esta ocasión, como disfrutaban provocando, y Ellen exhibiéndose,  ante los camioneros con los que se encontraban en la carretera.

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